domingo, 21 de noviembre de 2010

El fraude se agrava en la educación cubana.

Por Pavel López.

Ni hace pesas con Cervantes, ni ejercita la resistencia con Pitágoras. Al agente del fraude lo seduce el oscuro y peligroso trofeo de un deportista dopado: Triunfo Vs. Esfuerzo.
Fraude en la universidad

El tema levanta llagas

Entrevistados, doctos o no en la materia, esconden la cabeza entre hombros, elevan la diestra hasta el cráneo mientras los ojos parecen salirse de sus órbitas. Algunos deciden finalmente, hablando en buen cubano, "tomar al toro por los cuernos". Otros, por suerte los menos, no dudan en cerrarnos las puertas en el rostro blandiendo una resplandeciente sonrisa, dejando claro que, como en aquella película de María Luisa Bemberg, "De eso no se habla".

La experiencia resulta amarga, sobre todo porque a varios de los que "corren cerrojos", se les solicita una opinión institucional y no individual, sin que el negarla genere en ellos el menor remordimiento.

Lo cierto es que, incluso los cautelosos, corroboran con su proceder  una triste verdad: En pleno siglo XXI el fraude perdura como la "ropa sucia" de la educación y, tal cual reza una vieja máxima: "Los trapos sucios se lavan en casa".

Su condición de flagelo pocos la pondrían en duda, aunque en los predios académicos ha devenido presencia habitual, para muchos irrevocable.

Cual meteorito caído de improviso en el planeta, sus consecuencias pueden medirse sin problemas por los estragos que deja tras el impacto. Todos saben que no debería estar aquí, pero pocos se preguntan "¿De dónde vino?" o "¿Cómo lo extirpamos de la superficie de la Tierra?".

Manifestaciones recientes durante los exámenes de ingreso a la educación superior y en varias sedes universitarias municipales avisan de un recrudecimiento del fenómeno, no solo por su sistematicidad, sino por las insólitas maneras de concretarse.

Expertos proclaman alerta roja ante el avance de un fraude de pantagruélicas proporciones, el cual, no obstante, hubiera desterrado para siempre la risa de Rabelais.

Crucial resulta el análisis de sus causas, pero algo sí queda claro: en tanto hecho cercano a todos, en él todos tenemos un papel que jugar. Aprender a identificarlo puede ser el primer paso. A fin de cuentas, nada logramos si juntos no le ponemos "el cascabel al fraude".

¿Pecatta Minuta?

Engaño, dolo, estafa, son algunos de los términos con los cuales el diccionario Cervantes de la Lengua Española define el fenómeno.
Fraude, el Reglamento disciplinario para los estudiantes de la educación superior, actualmente en vigor, lo bautiza como apropiación indebida de conocimientos no adquiridos por el propio esfuerzo

El Reglamento disciplinario para los estudiantes de la educación superior, actualmente en vigor, lo bautiza como apropiación indebida de conocimientos no adquiridos por el propio esfuerzo, "hazaña" registrada entre las faltas Muy Graves dentro del cuerpo de leyes, con sanciones que oscilan desde la expulsión definitiva, la separación indefinida, hasta la separación por tres, cuatro o cinco cursos.

Transparente como el agua, en términos generales, aunque para nadie es un secreto  que dependiendo de prácticas, metodologías y sistemas evaluativos, el flagelo puede mutar del día a la noche. Los rostros que mostrará, disímiles; las fórmulas para atajarlo, escurridizas: copiar o "soplar" en un examen, llevar un "chivo", poner el nombre a trabajos de clase o de curso en los cuales no se participó, copiar y pegar lo escrito por otros y asumirlo como propio, alterar o inventar resultados científicos en la realización de una tesis, hasta otros fraudes mayores que pueden ser la antesala al delito, como lo son comprar y/o vender pruebas. Todos caben dentro del mismo saco.

Antecedentes podrían rastrearse desde 1923, cuando el propio Julio Antonio Mella clamó, durante el Primer Congreso Nacional Revolucionario de Estudiantes, por extirparlo de las aulas cubanas.

Desde entonces a la fecha, las ofensivas contra la plaga académica se han multiplicado año tras año, aunque ninguna lo haya barrido por completo, registrándose, en cambio, una sofisticada capacidad del fenómeno para adaptarse a cualquier circunstancia y alcanzar incluso, en los tiempos que corren, insólita robustez.                 

¿Qué nos depara el XXI?

Las noticias distan de ser halagüeñas. Según Jorge Valdés Asán, al frente del Departamento de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Educación Superior (MES): "La dinámica del fraude ha cambiado en el tiempo. Yo recuerdo en la época de estudiante, cuando el fraude era repudiado por los propios alumnos. Se veía como un acto de inmoralidad extrema.

"Se ha pasado de esa etapa, a que ahora no hay ningún estudiante que lo denuncie.

Y la dinámica incluso de ser un fenómeno individual, es decir, de hechos aislados, ha pasado a hechos colectivos.

"En estos momentos estamos viendo que proliferan fraudes como filtración de temarios, de exámenes en diferentes formas. No es muy usual en nuestro contexto los ánimos de lucro, pero se han dado casos. El fenómeno hay que examinarlo con toda la crudeza que se merece".

Entretanto, decir que el fraude de implicaciones colectivas constituye una invención del presente, tampoco sería acertado. Valdés Asán agrega que desde finales de la pasada centuria se registran experiencias en tal sentido: "Recuerdo la más dura, fue en el año 86, el famoso fraude masivo de la CUJAE, con el caso de “los ninjas”, 211 estudiantes. Eso se discutió arduamente hasta en un Congreso de la FEU, en presencia del Comandante en Jefe.

"Expulsaron de la educación superior a los 211. Era, sencillamente, un grupo de jóvenes que se ponían a escalar por tuberías, dejaban ventanas abiertas del departamento docente y de noche se introducían en los locales, sustraían las pruebas, las copiaban y las ponían otra vez en su lugar. Se mofaban de que ellos se llamaban “los ninjas”, porque penetraban de esta manera, haciendo prácticamente acrobacias.

"Después recuerdo un caso en la Universidad de Cienfuegos que involucró a cerca de cien alumnos. Ahí ya hubo filtración y venta de pruebas por parte de dos profesores, que después fueron detectados y procesados penalmente.

"Hubo otro, en la Universidad Central, de 34 estudiantes quienes mediante métodos engañosos le sustrajeron del maletín al maestro un temario, y también lo divulgaron.

"Lo común sería que se denunciara; sin embargo, todos se quedan callados, nadie es capaz de decirlo".

Claro y directo: El fraude siempre ha estado ahí, y en ocasiones, encuentra su caldo de cultivo en la capacidad de muchos para hacerse "los de la vista gorda".

Tan solo que en cuestiones jurídicas, y sin sacudirnos el "cubaneo", "tanta culpa tiene el que mata la vaca…"

Ahora bien, para nuestra sorpresa tras un sondeo practicado entre estudiantes universitarios y profesores jóvenes, un alto por ciento reconoció haber aceptado como correctas, por desconocimiento, diversas manifestaciones del fraude en alguna etapa de sus vidas.

Javier Gillot, profesor de la Facultad  de Matemática y Computación en la Universidad de La Habana, recuerda que muchos fuimos víctimas durante la primaria y la secundaria de prácticas nefastas; como aquella en la cual un maestro develaba, días previos al examen, las preguntas a evaluar.

"Copiaban en la pizarra ocho preguntas, aclarando que cuatro iban a la batería A, y las restantes a la B. Uno estudiaba la totalidad del contenido y obtenía sobresaliente.

"Resulta increíble que aún hoy lleguen muchachos a la Universidad preguntando: "¿Qué va a la prueba?"

Pero ¿Serán exclusivas las prácticas dañinas de aquellos niveles de enseñanza?

¿Cuántos en el preuniversitario y aun en plenos estudios superiores aceptamos (a veces por inercia, otras por franco oportunismo) a profesores  con métodos evaluativos que siguen privilegiando la reproducción memorística de la información, sobre la participación creativa del estudiante?

¿Cuántos, aprovechando el momento, no se han montado en el barco (más bien el embarco) del "corte y pega?" Valiente aquel que tire la primera piedra.

Causas y ¿Azares?

"Las generaciones que llegan  ahora a la Universidad son aquellas que sufrieron las transformaciones en la etapa secundaria. Resulta habitual ver a alumnos buscando a "particulares" que les repasen, algo muy raro décadas atrás.
Ahora tenemos ejemplos críticos de fraude. Incluso, durante las pruebas de ingreso.

"Ahora tenemos ejemplos críticos de fraude. Incluso, durante las pruebas de ingreso.

"La realidad es que esas generaciones tienen menos preparación y eso convierte el encuentro con el rigor  de estudio en la educación superior en choque brusco, sin contar que ya vienen con una “cultura del fraude”, ganada en la secundaria y el Pre", declara Alejandro Piard (Ciencias de la Computación, 3er año).

Por su parte, Carla Menéndez (Derecho 3er año) confiesa: "Tan importante resulta analizar por qué un profesor vende un examen, como por qué un joven no quiere estudiar.

"Hay que revisar los planes de estudio, la forma de impartir las clases, pues se da el caso de asignaturas que no tributan a la carrera o no resultan atractivas.

"También las formas de implementar las competencias académicas. A una le inculcan la preocupación (más bien la obsesión) por la llamada “integralidad”, por obtener un diploma de oro, y la integralidad no debe ser eso.

"Uno debe llegar a valer por los conocimientos que adquiera honestamente según sus capacidades, por la actitud con los compañeros, y no por alcanzar sobresaliente y asistir a actividades de poca trascendencia, en las cuales a veces estamos por obligación".

Criterios como estos se multiplicaron durante nuestra pesquisa. Entre unos y otros la flecha apuntando a la pregunta "del millón de dólares": ¿Hasta dónde responsabilidad individual y en qué medida imperfecciones en el sistema de enseñanza?

"A mi entender se trata de una gran pérdida de valores", comenta el asesor jurídico del MES. "El hecho de que los mecanismos de evaluación no sean los idóneos, no quiere decir que yo tenga que ser fraudulento. Es como el que ve una bolsa a mano, ajena, y no se la lleva. Es decir, la condición está dada, pero sus patrones de conducta, valores, le impiden llevarse una cosa que no es suya. "De manera que yo lo veo como condición, no como causa.

"Nuestra experiencia nos dice que la tendencia viene entronizada de niveles anteriores, incluso como una práctica, dada a veces hasta por los mismos profesores.

"Nosotros hemos tenido y los tenemos, procesos disciplinarios donde se han sancionado militantes de la UJC, militantes del Partido. Es triste decirlo.

"Entonces, ¿cómo es posible que compañeros con alguna responsabilidad administrativa en determinados puestos, empresas, que han llegado a un alto grado de confianza política incurran en la falta? "De manera que las causas no son fáciles de desentrañar".

Por ese camino Laura Domínguez, doctora en Ciencias Psicológicas y miembro de la Dirección Docente Metodológica de la UH, señala que:
"El fraude, en sentido general, constituye índice de transgresión de normas constituyentes de un importante valor moral que es la honestidad, el cual está asociado a la veracidad; es decir, a no mentir.

"En el caso del fraude académico, dicha transgresión está dada porque se trata de obtener un buen resultado docente, que no es expresión de los conocimientos y habilidades del joven, ni de su preparación profesional.

"Este hecho puede tener en su base múltiples explicaciones, que van desde un desconocimiento de lo que significa ser honesto, pasando por una necesidad de quedar bien con los otros (ya sean los compañeros o la familia), y/o de alcanzar competencia y obtener así reconocimiento social.

"Por supuesto, para que lo anterior se cumpla, tienen que existir determinadas condiciones, las cuales comienzan por la educación que recibe el individuo desde su nacimiento, de si se le transmite la idea de que uno debe luchar por obtener lo que desea, desear lo que obtiene, valer por lo que se es y no por lo que se tiene, de que el estudio y el trabajo son fuentes de crecimiento personal y requieren de entrega y dedicación.

"Pero para que estos conceptos funcionen verdaderamente, la realidad que rodea al joven tiene que dar muestras de ello, pues si a su alrededor observa situaciones contradictorias, es difícil que se conduzca correctamente".

El contexto, a no dudarlo, también juega su papel. Aurora Vázquez, doctora en Ciencias Sociológicas, con más de 35 años en la docencia, reflexiona: "En mi opinión todo tiene que ver con el debilitamiento del sistema de enseñanza en los últimos años, en primer lugar por el predominio del criterio en cierta época de que “si no podías alcanzar plaza para otra cosa, siempre podrías estudiar magisterio”, y ese error gravísimo se está pagando caro.

"Aquellas aguas trajeron estos lodos”, es un refrán que expresa el modo en que debemos sopesar cada paso que se da en cuestiones de decisión de diseño de políticas sociales, en educación especialmente, porque todo evoluciona  (el cambio es lo único absoluto), y una decisión hoy, si no se somete a análisis de efectividad y sostenibilidad sistemáticamente para valorar cómo funciona y qué consecuencias tiene a corto, mediano y largo plazos puede convertirse en un problema de muy difícil solución.

"Analizar las facilidades para acceder a la enseñanza y tal vez pensar que debiera ser más restrictiva no ayuda a ver lo que está en el sustrato del tema. Y es que una sociedad que se construye sobre la base del trabajo de todos tiene que construir una valoración positiva de todos los trabajos. Es decir, estamos urgidos de dar reconocimiento social a todo trabajador que haga bien su trabajo cualquiera que este sea y darles el lugar que tiene, y merece, a la enseñanza de oficios y de obreros calificados.

"El efecto que esta revaloración tendría en el interior de la familia y la sociedad haría disminuir la presión hacia sus jóvenes por tener que alcanzar, todos, un título de la universidad. No es así, a la sociedad cubana se le tributa desde todos los sectores y esferas de trabajo. Que cada joven se desarrolle en lo que más habilidades demuestre, siempre que sea un bien para él y para la sociedad. Eso es construir honestidad desde la base de lo que realmente cada uno puede y quiere hacer. De aquí parte la batalla contra el fraude, desde la honradez y el respeto por lo diferente en todos los sentidos, también en las diferencias de capacidades y habilidades.

"El nuestro, en cambio, es tal vez el país que menos afectado de esto se encuentre en la actualidad. Cuestionémonos cómo se comporta el fraude en otras regiones, por ejemplo, en América Latina".

¿Y de mi Cuba qué?

Un criterio generalizado se ha convertido en pasto para el refranero popular. Lo cita desde el bodeguero de mi barrio, hasta mi socio custodio que estudia Comunicación en la sede municipal de Habana del Este: "Si cometes fraude, la vida te suspende".

Rectifico. En verdad lo profirieron de otro modo: "Si metes un forro violento en el aula, la calle te pasará la cuenta".

Más, ¿las dramáticas consecuencias del fenómeno para sus principales gestores coadyuvarán necesariamente su erradicación posterior? ¿Serán los fraudulentos, exclusivamente, quienes paguen "los platos rotos"?

"Las implicaciones de la deshonestidad no pueden verse solamente por lo que ellas afectan el desarrollo del joven o de una persona de cualquier edad", acota Laura Domínguez, "sino que hay que analizarlas también por sus fatídicas consecuencias para  la sociedad en general, un profesional mal preparado, que obtiene el título a base de fraudes, puede afectar a un ser humano si es un médico, por ejemplo; puede hacer fracasar un proyecto constructivo o una determinada producción si es un tecnólogo o un profesional de las ciencias naturales y exactas; puede inducir a que se tomen decisiones en el plano de la economía o del control económico que traigan graves consecuencias al país, si es un economista; y esto es solo por citar algunos ejemplos, porque podrían encontrarse muchos más".
La educación de la Isla no debe perder de vista los obstáculos que enturbian sus altruistas propósitos. Aspirar a una Cuba donde el fraude constituya material anacrónico puede ser un camino.

La educación de la Isla no debe perder de vista los obstáculos que enturbian sus altruistas propósitos. Aspirar a una Cuba donde el fraude constituya material anacrónico puede ser un camino.

"De no ser así estaríamos negando la esencia de valores de un sistema socialista que han existido y aún existen", concluye el funcionario del MES.

"Se trata de volverlos a entronizar, de volver a ese camino de la vergüenza, del respeto, de la moral. Al final es una pérdida de valores. Es un reto para la juventud, para los profesores, para la sociedad en definitiva.

"Divulgar el Reglamento puede atenuar la incidencia del fenómeno, pero no lo hará desaparecer.

" Siempre hablamos de que debemos ir a la prevención. Cuando llega aquí un expediente sancionado, ahí nosotros pensamos que perdimos la batalla. La cruzada se gana con el trabajo preventivo. Se va a ganar cuando seamos capaces de lograr que no haya que aplicar el reglamento. "El día en que se haga obsoleto porque ya nadie cometa fraude, entonces podemos decir que se ha hecho un trabajo educativo.

"Ahora mismo recuerdo a Osvaldo Dorticós en un congreso de la FEEM. Él decía: “Importante es crear un profesional, pero más importante es hacer un revolucionario. Lo ideal sería hacer un profesional revolucionario. Entonces ya no habría un fraudulento”". 

Por su parte Mahatma Gandhi, de quien sospechamos no perdía el sueño con el fraude, lo tenía todo muy claro: "Nuestra recompensa —sentenció— se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total y la victoria es completa".
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