miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los negocios de Cuba salen del armario.

Por Fernando García.

Raúl Castro legaliza la iniciativa privada y pone del revés la economía para conseguir un sistema productivo que salve a la revolución. "Lo que pague en impuestos lo ganaré trabajando más al no tener que ocultarme", dice un candidato a 'cuentapropista'.

José Álvarez es uno de los cuarenta aspirantes a trabajador por cuenta propia que ayer acudieron a la Dirección de Trabajo de La Habana Vieja para cursar su solicitud. Él quiere darse de alta como "gestor de viajeros", una de las 178 categorías que el Gobierno de Raúl Castro acaba de establecer como actividades en las que los cubanos podrán ejercer de autónomos o empresarios. Álvarez ya estaba haciendo este trabajo, pero "por la izquierda" y bajo riesgo constante de arresto y multa. Era un resolvedor del taxi, de los muchos que se ven por las paradas colocando a los clientes en la ruta y el coche adecuados a cambio de una comisión bajo cuerda del conductor.

Ahora José Álvarez, soltero de 29 años emigrado de Holguín a La Habana, pasará de la resolvedera a la legalidad. Dejará de ser uno de tantos buscavidas para convertirse en un señor "gestor" con todos los galones. Ello le obligará a pagar elevados impuestos y cuotas a la Seguridad Social. A primera vista, parece obvio que esa tributación mermará sus ingresos. Pero él no lo ve así, y explica por qué: "Lo que tenga que pagar en impuestos lo voy a recuperar sin problemas. Porque ya no tendré que esconderme, y así estaré más tranquilo; podré trabajar el doble y ganar más dinero".

Según sus cuentas, el flamante "cuentapropista" espera ingresar unos cinco CUC o pesos convertibles (3,5 euros) diarios frente a los "dos a tres" que se llevaba siendo ilegal. Así que ganará unos 90 euros mensuales que, después de impuestos, se le pueden quedar en 60: una suma muy superior a la que percibe en el empleo de funcionario que compatibiliza con su business junto al taxi. Porque resulta que, paradojas de la vida y de Cuba, el joven holguinero es cobrador de multas en el Ministerio de Finanzas. Y allí su salario es de 300 pesos cubanos: menos de 10 euros.

Del éxito de José Álvarez y miles como él depende en gran parte el de Raúl Castro en su plan para "actualizar" o salvar el socialismo y alejar el país del precipicio económico y financiero en que los expertos lo sitúan a menudo.

Tras su decisión de despenalizar y alentar la iniciativa privada y la creación de empresas fuera del hipertrofiado sector estatal, el presidente cubano acaba de sacar a debate público el programa de reformas económicas que llevará al VI Congreso del PCC en abril del 2011: un proyecto que, aunque insuficiente y tardío para los analistas más críticos, de hecho plantea poner del revés el sistema económico y social de la revolución. Es el intento de transitar de un modelo basado en el Estado total, en los subsidios, el falso pleno empleo y la doble moneda de valores ficticios –con una extensión desbordante de los negocios sumergidos y el robo– hacia una economía productiva, con estructuras fiscales, salariales y monetarias eficientes y sostenibles. Un revolcón que la Casa Blanca contempla "con buenos ojos", según el jefe de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica, Javier Valenzuela.

En las colas de candidatos a "cuentapropistas" se respira esperanza, pero en la calle se palpa también escepticismo y miedo ante la vertiente amarga de los cambios: en especial, ante el plan de despedir a más de un millón de empleados públicos "sobrantes" que habrán de recolocarse o montarse un negocio; ante los nuevos impuestos y ante la anunciada desaparición de la cartilla de abastecimiento. "La libreta ampara a mucha gente. Si la quitan, comprarán los que tienen dinero y los otros se las verán negras. Seré la primera en protestar", dijo Irma Vejerano, de 75 años, a la agencia France Press.

El proyecto de Raúl Castro, cuyo debate entre las bases del partido y los trabajadores empezó a prepararse el miércoles con una reunión de 532 dirigentes, propone corregir determinadas políticas o actuaciones emblemáticas de la etapa anterior de la revolución. Es el caso de la producción sin tasa de la mayor cantidad posible de titulados universitarios. "La matrícula en las carreras se ajustará a las demandas de la economía y la sociedad"; hay que "incrementar en un 50% las de nivel medio y reducir progresivamente las de nivel superior", señala el documento. Las rectificaciones afectan asimismo a las misiones internacionalistas de médicos y educadores: "En la colaboración solidaria que Cuba brinda se considerará la compensación, al menos, de los costos".

Ya lo avisó el propio presidente en sus discursos: "Nadie puede gastar más de lo que tiene". "Hay que borrar la noción de que Cuba es el único país del mundo donde se puede vivir sin trabajar".
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