viernes, 25 de abril de 2014

Malmierca, Mariel, marasmo.

Por José Prats Sariol.

El ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca Díaz, acaba de declarar en Brasil que Cuba para siempre solo tendrá un partido político, bajo las siglas PCC. ¿Será que significan Partido Castro Conservador? Lo cierto es que ha creado un marasmo entre los potenciales inversionistas. Marasmo: apatía, inmovilidad.

Ignoro cuáles sean los chistes que los funcionarios del Mincex murmuran en torno a su jefe. Pero sí recuerdo el más escatológico que recibía su padre, cuando fue ministro de Relaciones Exteriores: Inodoro porque se llamaba Isidoro. Y luego Masmierda. Porque el segundo apellido no lo necesitaba aquel "hombre de Moscú": Peoli.

Quizás cuando Rodrigo regrese a La Habana provoque nuevos chistes, basados en su torpe, rotunda afirmación a la agencia EFE. Si así encara los negocios, no le vende ni mulatas adolescentes a ciertos italianos aficionados a los Bunga Bunga.


La evidencia, sin embargo, se aleja del chiste. De tragicómica pasa a ser patética. Ilustrativa del miedo que siempre ha asolado las almohadas de los funcionarios de la dictadura, como podría preguntársele a Robertico Robaina y a Felipito Pérez Roque, soldados de la batalla en el frente de Exteriores, hasta que fueron defenestrados, groseramente humillados, convertidos en piltrafas políticas.

¿Por qué Rodrigo Malmierca se sintió obligado -ahora y allí- a ese acto de fe? ¿Qué dudas ha sembrado? ¿Cuál sector duro dentro del poder lo tiene enfocado? Y en otro sentido: ¿Acaso se ha excedido en las concesiones durante su gira -comenzó en China-- para promocionar las bondades del nuevo puerto de Mariel, de la Zona de Desarrollo Especial? ¿Ha traicionado a corporaciones de militares como Gaviota?

Y tras la aseveración del inmovilismo rojo-leninista, ¿qué podría venir? Por supuesto: El cantinfleo ante los espantados rostros brasileños, que ya estaban traduciendo al portugués uno de los Proverbios del infierno de William Blake: "Del agua estancada espera veneno".

Porque a primera vista las exenciones tributarias y aduaneras que ofrece el gobierno cubano a 45 kilómetros de La Habana parecen un jugoso bocado para los inversionistas de cualquier país. Mano de obra calificada, barata y dócil, es decir: gente pobre pero con escolaridad, sin presiones sindicales y acostumbradas a obedecer; sitio cercano a los Estados Unidos: futuro asegurado en la Corriente del Golfo, en la demanda que sube hasta Nueva York…

Sin embargo, La Zona de Desarrollo Especial -así la bautizaron oficialmente- alberga muchas dudas derivadas precisamente del PCC, de la Cuba comunista. ¿O no se llama así y pretende ser para siempre, según Rodrigo, marcando tarjeta sobre la verdadera cara del régimen?

Porque Cuba no es China. Aun el dueño de un abarrote mexicano acertaría: Mariel no es Shangai. Y sí: es cuestión de tamaño, la multimilenaria historieta del grande y el chiquito: real geopolítica caribeña sin manejos nacionalistas y demagogia de politiqueros. Además, China como superpotencia cumple sus contratos. Y Cuba es famosa por lo contrario, como puede testificar el Club de París -deuda impagable- o muchos comerciantes entre los que alguna vez metieron pata y dinero en la isla.

Aún así, claro está, habrá inversiones de alto riesgo o de rápido reembolso, pero ni soñar con las que potenciaría un estado de derecho adscrito de verdad a las leyes del comercio internacional. Serán pocas las maquiladoras y demás industrias ensambladoras o almacenes, porque hay sitios tan baratos y con menos disparates, sin el hostil embargo de la primera potencia mundial; carentes de presiones estatales o de tanta corrupción entre intermediarios.

Las más fuertes tendrán seguros de sus respectivos Estados, porque de lo contrario habría que ser oligofrénico, testaferro para lavado de dinero o agente encubierto de algún apellido gobernante (que de todo debe de haber). En fin: poco y barato en la Zona de Desarrollo Especial, por si las moscas.

Los presuntos inversionistas cubanos del exilio -sobre todo los del sur de la Florida-, con la astucia de estar allá dentro antes del cambio, y la hipocresía de que así contribuyen a la transición, también debieran leer las respuestas coaguladas del ministro en Brasil.

Quizás el dinero no huela, pero abundan quienes lo cuidan más que a la mujer o al marido… Malmierca Jr. o II abrió la fosa unipartidista. Podrán los capitalistas taparse la nariz, pero no el bolsillo. El marasmo de Mariel -por ahora, hasta que avancemos a la democracia- empieza con eme.
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