jueves, 11 de junio de 2015

Farmacias en Cuba: la gratuidad tiene un precio.

Por Pablo González.

La escasez de medicamentos obliga a los cubanos a realizar sacrificios que le permitan poder acudir a farmacias para extranjeros y entonces poder adquirir en divisas las medicinas que necesitan para su salud

Depender de un fármaco para mantener un buen estado de salud es difícil, y si este escasea, se vuelve una preocupación seria. En Cuba los fármacos son por prescripción facultativa. Algunos más restringidos por un “tarjetón personal” (libreta de abastecimiento para los medicamentos) el cual se usa para comprar mensualmente. Este tipo de medicamentos los usan personas que prácticamente no podrían vivir sin él. En ese caso están los hipertensivos, los que controlan la diabetes, la gota, el asma, etc.

A pesar de este control sobre las medicinas, muchas veces pasan meses sin estar disponibles en la farmacia a la que pertenecen esos pacientes. Tienen que prescindir de ellos, poniendo en riesgo la salud y hasta la vida. Los pacientes no pueden comprar con su tarjetón en otra farmacia que no sea la asignada.

María Giménez, hipertensa del poblado de Bejucal, dijo:

“Yo soy jubilada, tengo HTA (hipertensión arterial). Me han tenido que cambiar el tratamiento en cinco ocasiones. Por faltar el que he estado tomando. Esto es tremendo porque siempre que se comienza un tratamiento nuevo se corre el peligro que el organismo lo rechace, y uno se puede complicar. El nuevo medicamento puede no resolver el problema. El médico va probando con lo que hay en existencia en la farmacia. Esto puede traer como consecuencia una inestabilidad peligrosa, como me sucedió a mí. Lo único que había para la presión era atenolol. Yo nunca lo había probado antes. Me bajó la frecuencia cardiaca y me tuvieron que llevar al hospital urgente. Tendré que inventar, pero no puedo tomar atenolol, aunque sea lo único que haya. Gracias a Dios sobreviví para contarlo.”

Julián Gonzalez, paciente diabético del mismo poblado, respondió a una entrevista de CubaNet de la siguiente forma:

“Soy diabético. Hace seis meses que no hay alcohol, ni algodón para suministrarme la insulina. Pero esto siempre es así. Ya una vez no hubo jeringuillas en un largo tiempo. Cuando las trajeron no estaban completas. Vendieron solo una por paciente, las farmacéuticas alegaron: ´se vende una sola por paciente para que todos alcancen´. La única solución fue usarla más de una vez. Y comprar más en el mercado negro. Esos siempre tienen. Pero a un precio muy duro para mi salario mensual. Llevo años en este trajín, si me pasara algo nadie pagaría el daño. Por eso tengo que luchar por sobrevivir. Nadie lo va a hacer por mí.”

En contraste con esta situación de las farmacias comunes. Existen las llamadas “farmacias internacionales”, están mayormente en los hoteles y el aeropuerto “José Martí”. Concebidas para otro público, no cubano. Donde siempre hay todo tipo de medicamentos y no se necesita tarjetón, ni prescripción médica. A los cubanos ya se les permite comprar medicamentos en estos lugares, pero los precios están imposibles para su salario promedio de 25 dólares al mes.

Nos acercamos a la farmacia del hotel Habana Libre. Entre los entrevistados que visitaron el local, Teresa Sánchez, enferma de úlceras, nos comentó:

“Acudí al médico por sentir dolor abdominal. Se me realizó una endoscopia que dio como resultado ulcera péptica. Me recetaron entre otras cosas omeprazol por tres meses, para mi tratamiento. Este medicamento está en falta en las farmacias. Empecé a auto medicarme con medicina verde, pero siguió mi malestar abdominal. Por eso vine a comprarlo aquí, mucho más caro, después de ahorrar por un tiempo. También compré un frasco de ‘Bálsamo de Schostakovsky’ que me costó diez dólares. La misma cantidad cobro por mi jubilación en un mes. La ranitidina, que también está ligada al tratamiento que debo seguir, cuesta 15 dólares.”
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