miércoles, 3 de junio de 2015

Por qué la gente roba.

Por Arnaldo Ramos Lauzurique.

Según el presidente del Banco Mundial Robert B. Zoellick “los más vulnerables en el mundo gastan más de la mitad de sus ingresos en comida”.

En la primera sesión del XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), celebrada el pasado 15 de mayo, el nuevo Zar de la Economía en Cuba, Marino Murillo, sorprendió cuando afirmó en su lenguaje chapucero que: “Se ha comprobado que el 75% de los ingresos de la población se emplea en el agro”.

Esta afirmación hay que darla por buena, ya que expresó que era una realidad comprobada, pero la gente no adquiere todos sus alimentos en el agro, hay una parte importante que compra en las Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD) donde con su mísero salario medio de 584 pesos (CUP), equivalentes a 23 dólares, debe adquirir al menos un litro de aceite que vale 2,40 CUC y algunos productos cárnicos y leche en los cuales gastaría –además- no menos de 5 CUC.

También compra alimentos normados por la libreta de racionamiento, que para un núcleo de tres personas significa otro pequeño gasto de unos 30 CUP y se ve obligado a recurrir a la venta liberada de huevos; que es la proteína más socorrida en Cuba -con no menos de dos cartones por familia al mes- para lo cual invertiría otros 66 pesos.

En el mercado informal tendría que agenciarse de al menos dos sobres de café por 30 pesos y comprar una variable cantidad de otros alimentos en centros del estado y a trabajadores por cuenta propia.

Es indudable que la cifra indicada por Murillo es insuficiente para recoger todo lo que el pueblo consume en alimentos, pero partiendo de ella se puede inferir que no es menor del 80%.

Tratando de arreglar la chapucería, dijo en la segunda sesión de ese congreso -en su lenguaje poco elegante- “la población se gasta una gran parte de su ingreso en comida”(3); pero esta vez no dio ninguna cifra.

Sea cual sea el número, si se confía en la afirmación de Robert Zoellick, que no por gusto es presidente del Banco Mundial, la población cubana está entre los más vulnerables del mundo.

Eso explica el trapicheo, el llamado desvío de recursos en centros estatales y hasta el robo generalizado, en que se ha convertido el modo de vida del cubano; y ayuda a comprender –entre otras cosas- el por qué la gente no arregla sus viviendas, ni las pinta; y que el 22 % del agua bombeada se pierda en los salideros hogareños (4) por la carencia de herrajes.

Un ejemplo reciente de la razón para robar, la ofreció la situación que se creó con las lluvias de finales del mes de abril en La Habana; cuando a los damnificados se les vendieron los colchones entre 900 y 1000 pesos sin facilidades de pago y les explicaron que como en una ocasión anterior la mayoría no pagó, decidieron que el desembolso fuera al cash, con lo cual pagan justos por pecadores.

Una buena noticia hubiera sido que la gente se tirara a la calle en protesta, como fue el insistente rumor callejero, pero unos fueron sumisamente a comprar los colchones y los que no tenían dinero para ello habrán buscado otras vías de solución pero sin armar bulla.

Se le debe agradecer a Marino Murillo la información que confirma el penoso lugar que ocupa la población cubana entre los más necesitados del orbe.
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