viernes, 10 de diciembre de 2010

Orlando Bosch y Fidel Castro: ¿vidas paralelas?

Por Luis T. Panero.

Dilucidado de antemano que no hubo amistad entre Bosch y Castro en su confluencia como estudiantes universitarios y opositores a Batista, las memorias del primero, que verán la luz (diciembre 9, 2010) en el Centro Hispano de la Universidad de Miami, parecen establecer algunos paralelos biográficos.

Aparte de que nacieron con sólo cinco días de diferencia [Bosch vino al mundo el 18 de agosto de 1926], ambos fueron hijos de «los dueños del pueblo». El gallego Ángel Castro Argiz llegó a tener no menos de 11 mil hectáreas de tierra en propiedad o arriendo, así como casi todo en Birán (Oriente), menos la escuela y el correo. Miguel Ángel Bosch Cruz tenía en Potrerillo (Las Villas) uno de los dos restaurantes, la carbonera y la valla de gallos, dos pozos de agua y los dos únicos vehículos de motor, aunque lo perdió todo en la Gran Depresión y terminó por emplearse como conductor de ómnibus en Santa Clara. Sin embargo, la clave más fuerte radica quizás en la temprana propensión de ambos a ejercer la violencia frente a lo que consideraban injusto.

Hacia 1945 Bosch encabezaba la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza en Santa Clara y el local de la Escuela Profesional de Comercio se había vuelto insoportablemente ruinoso, pero el Ministerio de Educación no acometía la construcción de otro nuevo. Luego de conseguir un voto de confianza, Bosch armó un piquete de estudiantes, sacó los muebles del viejo edificio y le prendió candela. Las clases tuvieron que continuar en el instituto (Foto © Archivo SC), donde radicaba la federación estudiantil y el ministro de Educación resolvió entonces erigir la nueva escuela. Bosch encaró petición fiscal de diez años de cárcel, pero acabó siendo absuelto.

Castro el Adelantado recurrió a la solución incendiaria hacia 1937, después que el director del Colegio La Salle (Santiago de Cuba) se atreviera a tacharlo, junto con sus dos hermanos varones, de ser «los tres bandidos más grandes que habían pasado por la escuela». Los padres acordaron que no irían más a ninguna escuela y Castro aseveró «que le iba a pegar candela a la casa» (Biografía a dos voces, 2006, página 91). No tuvo que pasar de la amenaza a la acción para lograr su propósito: lo dejaron seguir estudios en Santiago de Cuba, bajo el cuidado del comerciante gallego Martín Mazorra, y de La Salle pasaría (1939) al Colegio de Dolores.
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