jueves, 31 de octubre de 2019

Mayor costo del agua, más pobreza para el cubano.

Por Gladys Linares.

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Más de medio siglo de abandono y desidia han sufrido en nuestro país el manejo y administración de uno de los recursos naturales vitales para la vida del hombre: el agua. Por esta causa, con el paso de los años el deterioro de la infraestructura provocó –según fuentes oficiales– que se llegara a perder cerca del 58 % bombeado al sistema

No obstante, cuando los medios oficialistas tratan la difícil situación del abasto de agua, además de justificarse con el “bloqueo”, culpan a la población y alegan que los mayores problemas se presentan por la poca cultura de ahorro de la ciudadanía, además de las bajas tarifas en el cobro de este servicio y el deterioro en las redes hidráulicas de las viviendas. No se hace referencia a los salideros en las calles ni a las dificultades que enfrenta la población para reparar o reponer los insumos de plomería, no sólo por la escasez, sino también por sus elevados precios. Sin embargo, es indiscutible que la responsabilidad gubernamental no se puede encubrir. Salta a la vista la ineptitud estatal, puesto que el deterioro acumulado por más de 50 años de las redes hidráulicas, los acueductos y otros tipos de problemas que afectan este servicio sólo competen al gobierno, representado por los funcionarios del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).

Sobre el aumento del precio del agua a partir de enero, me decía un señor: “En mi casa no nos han puesto el metro, pero bueno, no me puedo quejar: me subieron 50 pesos de pensión para que la pague”. Al decir eso, me recuerda los años de la “revolución energética”, cuando aumentaron levemente las pensiones e, inmediatamente, la tarifa eléctrica. “Hablan del derroche de la población, pero no hablan del derrame perenne de agua potable en las calles. Algunos salideros llevan años, como el que corre a lo largo de la avenida de Acosta (en Lawton, Diez de Octubre). Te hablo de uno de los miles que existen”, concluye.

“Siempre están con el cacareo de que el agua hay que ahorrarla, pero la ponen cada tres días (¡si les da la gana!)”, grita una vecina, molesta porque no pusieron el agua –según anunciaron, por roturas– y murmura: “Total, para las chapucerías que hacen”. Y es que entre los muchos problemas sociales que agobian a la población está el del insuficiente suministro de agua, no solo por el poco tiempo que dura en algunos lugares, lo cual obliga a almacenarla, sino también porque en otros solo la reciben de pipas, una grave situación que afecta, sobre todo, a los ancianos.

Por lo tanto, el anuncio de las nuevas tarifas para el cobro del agua a partir de enero de 2020 preocupa a las personas a las que ya les han instalado el metrocontador y no tienen recursos para reparar las roturas dentro de su vivienda. Tampoco el Estado ha dado facilidades para comprar las piezas que no se encuentran en el mercado. Al respecto, funcionarios de Aguas de La Habana advirtieron que “en este proceso de reparación y mantenimiento del sistema, que forma parte del plan de montaje, los trabajos en la red exterior corresponden a la Empresa, en tanto los usuarios actuarán sobre sus instalaciones para disminuir el consumo facturado, una vez que se instalen los metrocontadores”.

O sea: “Resuelvan como puedan”.
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