martes, 15 de octubre de 2019

Teresa Melo, de la poesía a la policía.

Por Jorge Ángel Pérez.

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Ahora el Granma ha decidido publicar, de vez en cuando, algún poema; lo malo es que el Granma no sabe valorar muy bien lo que es poesía, y por eso se aventura presentando algunos bodrios, y note el lector que escribo bodrios cuando en realidad debí escoger bazofia, que aunque es lo mismo, o al menos parecido, no tienen la misma apariencia; el primero, el bodrio, es más contenido mientras la otra, la bazofia, me parece más soez y menos apetitosa. El periódico Granma nunca se interesó mucho en publicar poesía, pero ahora sí. No hace mucho que se aventuró con un “poema” de Miguel Barnet, donde el autor especulaba sobre la política, y hasta advertía quienes podían atenderla, hacerla, y quienes no.

Es curioso que, ante la avalancha de comentarios adversos que despertara el poemita, saliera a la palestra otra “poeta” a defender a quien, por esos días, aún exhibía su “galardón” de presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Y esta mujer, que algunos premios ganó, no tuvo el menor reparo a la hora de defender aquellos versos delirantes y, más que delirantes desquiciados, que nos advirtieron que la política era solo para los políticos, aun cuando sobre la cabeza de todos los cubanos penda, como Espada de Damocles, la política.

Esta mujer santiaguera que fue “bautizada” con el nombre de Teresa y con apellido Melo es, según el sitio digital Cubadebate, filósofa, aunque no hiciera otra cosa para acercarse a la filosofía que estar sentada en un aula universitaria en la que de vez en cuando examinaban sus saberes sobre filosofía. Yo desconozco sus calificaciones en esa materia, no sé cuál fue el tema de su tesis, pero sí estoy seguro de que jamás escribió, como sí hizo Kant, Crítica Del Juicio y tampoco Crítica De La Razón Pura.

Dicen en Cubadebate que Teresa es filósofa, sin que antes pensaran que para otorgar tal “distinción” habría que escribir antes “Así hablaba Zaratustra” como hizo Nietzsche para que lo tildaran luego, con muchísima razón, de filósofo. Ella no se devanó los sesos escribiendo  la “Fenomenología del espíritu” que consiguió que Hegel fuera imprescindible y muy nombrado siempre que de filosofía se trataba. En fin que hasta hoy no sabemos porque es considerada como filósofa, en una isla donde el calor enorme, el sol ardiente y la indigencia de nuestras mesas a la hora de las comidas, consiguieron que jamás nos naciera un gran filósofo.

La filosofía no compagina con el calor, la filosofía se da mejor en la nieve que lleva al encierro y la quietud, pero aun así a ella la tildan de filósofa. ¡Cuánta irresponsabilidad Dios mío! ¡Cuánto descalabro! Teresa no es filósofa, ella solo escribió algunos libros de poemas prescindibles. Ella es una santiaguera que se aferró con fuerza a La Habana y que sufrió mucho cuando, y no sabemos por qué, prescindieron de su dirección de la revista Cúpulas que se hacía en el Instituto superior de arte, ISA. Guardo el recuerdo de aquellos días en los que se sujetó a esta ciudad y no quería volver a Santiago y se quejaba hasta el desfallecimiento porque prescindieron, los comunistas claro, de sus servicios como directora de Cúpulas. Recuerdo aquellos días en los que me visitaba con frecuencia en el solar, recuerdo cuánto quería quedarse en La Habana, y no irse a la heroica Santiago de Cuba.

Y no se fue, permaneció por acá mucho tiempo más sin que hiciera el viaje a la “indómita” Santiago de Cuba. Y esa Teresa escribe ahora en el Granma, a ella, como a Miguel Barnet, le publican un “poema” en el diario del Partido Comunista de Cuba, aunque el periódico no tenga ninguna vocación por la poesía, y desconozco si “por ese enhebro ella cobra”. A Teresa le publican un poema que, según dice un joven amigo, es más “malo” que el de Miguel Barnet, y también le entregan una réplica del machete de Máximo Gómez, y por eso ella ataca y escribe Adentro/Afuera creyendo que hace versos con diatribas. Ella enfrenta a quienes, como ella, defienden a la “revolución” con los que no le hacen loas, y la juzgan.

Teresa Melo supone que enfrenta al mal y que se sitúa en el “trono del bien”, sin darse cuenta que a ella no le toca ningún trono y que si le tocara, al menos en un juego, cuando en él se siente y mire arriba, descubrirá entonces la espada de Damocles y supondrá que se le viene encima, que si permanece debajo de ella podría caerle justo sobre la cabeza, y dividírsela en dos, y ya no importarán las diatribas que escribiera contra alguien que dice haber querido y que dejó de querer porque escogió un camino contrario al suyo.

A esta “mujer con machete” le encantan las oposiciones, hacer notar a los contrarios después de situarse en el sitio más conveniente. Lo suyo es: “o adentro o afuera”, le encantan los divorcios, establecer distancias insalvables, atender a esas diferencias que subraya fervorosa. A ella le encanta la oposición, la blanda claro, esa que la lleva a enfrentar a la restauración de la “Sagrada familia” que casi fue devastada por las llamas, con la Amazonía asolada también por el fuego, sin que sea capaz de asumir que tan importante es el cielo como el suelo, sin notar que por tanto palabrerío soso únicamente recibió un comentario de un tal Vitico que dijo: “Muy bonito y profundo”; al parecer Vitico acababa de escuchar al Benny cantando: “pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las mexicanas”.

Esta señora debía apaciguar su espíritu, debía recordar que alguna vez dejó dejo de ser, y no por su voluntad, la directora de la revista Cúpulas, y que también podría quedar atrás su época de mujer con machete, que la espada de Damocles, esa que se empeña siempre en hacer advertencias, podía caerle encima si se mueve un poquitico, y de muy poco servirá que desenfunde su machete, porque la espada es implacable. Ella debería notar, leyéndose claro, que antes tuvo una escritura un poquitín más bondadosa, y que esas exaltaciones, esas bravuconerías “revolucionarias” que se empeñan en denostar, terminarán volviéndola más amarga de lo que ya es, y peor poeta, debí escribir poetisa.

Ojalá que su intolerancia revolucionaria y partidista, que sus reclamos a los que no comulgan con ella y su revolución, se apacigüen un poco, que se ponga a escribir en paz, que reciba a la poesía y no a las tontas y ridículas diatribas que hoy le hacen rasguñar el papel y hasta su alma. Ella debería ocuparse en lo que realmente empaña a Cuba y a su gente, entender que el Granma no es lugar para la poesía y que lo que allí publica no son poemas. Esta señora debería entender que está propiciando el odio contra quienes, alguna vez, fueron sus colegas de aventura, que sus diatribas exaltan el odio y ponen, a algunos, en la cárcel. Alguien más debería recordarle…, y recordarla, y pensar que su voz es cada vez más grave, y eso no es bueno, que incluso la podría llevar a la afonía, y perder su voz para siempre. Pobre esta mujer que lo está perdiendo todo creyendo que está “adentro”, cuando en realidad está muy “afuera”, muy lejos de la verdad, y aunque parezca panfletario, de la justicia. Esta pobrecilla no volverá a encontrar el camino de la poesía, porque se convirtió en policía, infelizmente ella no comentará en el Granma que Díaz-Canel llegó al Palacio de las Convenciones con el discurso ya escrito, mucho antes de que los diputados se encerraran en las urnas a decidir quién sería el presidente de la república, sin que la “Asamblea nacional” lo hiciera público.
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