viernes, 18 de octubre de 2019

“Son para el que tenga dólares.”

Por Ana León y Augusto César San Martín.

Con motivo de la Mesa Redonda transmitida el pasado 15 de octubre y en la cual fue explicado el nuevo paquete de medidas que intentaría paliar la crisis de liquidez que afecta a la economía insular, el equipo de CubaNet entrevistó a varios cubanos para conocer su criterio acerca de los beneficios que tales transformaciones traerían a sus vidas.

A pesar de tratarse de un asunto de importancia mayor, casi la totalidad de los entrevistados ignora de qué se trata, y algunos apenas entendieron quiénes tendrán la posibilidad de comprar en las 77 tiendas de comercio electrónico que el gobierno abrirá paulatinamente en todas las provincias del país. Despistado como de costumbre, ahogado en sus miserias cotidianas, el cubano de a pie cree que en dichos establecimientos podrá comprar todo el mundo.

El detalle de las tarjetas magnéticas con depósitos desde el exterior en moneda fuerte, entiéndase dólares, escapó a la precaria comprensión de una ciudadanía poco atenta a las finanzas, luego de tantas décadas sin poder siquiera permitirse ese necesario mecanismo de prevención y resguardo que llaman “planificación de la economía doméstica”. Con estas nuevas medidas, que no lo son tanto, el pueblo llano ha quedado fuera, sin reparar en las brechas clasistas que el régimen reconoce públicamente al promulgarlas.

Cuando comenzó a hablarse en los medios oficialistas sobre formas de evitar la fuga de capitales hacia el exterior, algunos cubanos pensaron en la posibilidad de que el gobierno de la Isla convirtiera la zona franca de Mariel en un enclave similar a su homóloga de Colón, en Panamá, donde cada año miles de cubanos invierten fuertes sumas en dólares para comprar e importar productos inexistentes en la red de tiendas cubanas. Especulando sobre esa idea que beneficiaría a buena parte de los nacionales y no solo a un grupo selecto con acceso a divisas, se pensó que quizás la estrategia del régimen sería importar a precios mayoristas las mercancías más demandadas (electrodomésticos, motos y bicicletas eléctricas, piezas de repuesto, etc.) para revenderlas al pueblo en su zona franca, a precios razonables, de modo que hubiera ganancia para todos.


Pero considerando que la prioridad es el Estado y no el ciudadano, el régimen ha justificado con la falta de liquidez la implementación del comercio electrónico en dólares y el sistema de importación a través de nuevas entidades estatales creadas a tal efecto. Solo quienes perciben un elevado monto de remesas en dólares tendrán la posibilidad de pagar refrigeradores, lavadoras, aires acondicionados y muchos otros artículos que hacen falta para mejorar la pésima calidad de vida de los cubanos. Quienes con tanto sacrificio reúnen los CUC para comprar algún electrodoméstico, tendrán que acudir a las TRD (tiendas recaudadoras de divisas) con el fin de adquirir a precios obscenos el equipo que necesite, si lo encuentra.

Soluciones en dólares para un pueblo que devenga salarios en su muy devaluada moneda nacional, o el equivalente en CUC, que de cara a las medidas de marras se revela casi tan inservible como lo ha sido el peso cubano desde la desaparición de los subsidios soviéticos. Y decimos “casi” porque mantendrá su valor para las “mulas” tradicionales, que continuarán trayendo mercancía del exterior porque saben que hay un segmento de la sociedad que cuenta con escasas -o ninguna- remesas y no le quedará más remedio que pagar en CUC, bien cara, una gama de electrodomésticos y accesorios de la industria automotriz similar a la que el gobierno comercializará electrónicamente en dólares, a precios competitivos, para una porción de privilegiados.

Así que aunque el golpe va dirigido al sector privado, afectará mucho más a un número indeterminado de cubanos con cierto poder adquisitivo en las dos monedas oficiales, que verá el Split más barato jamás vendido en la Isla (361 USD) y no lo podrá comprar aunque tenga el equivalente en CUC. Hay, no obstante, otra franja de pueblo, la más amplia, cuya pobreza es tan grande que debe romperse el alma para comprar un ventilador. A esos individuos poco importa el comercio electrónico en divisas porque saben que su miseria es irreversible.

El paquete de medidas anunciado y puesto en vigor a toda prisa, nada tiene que ver con la prosperidad del pueblo. Es uno de esos engendros “desempolvados” supuestamente con el objetivo de burlar el embargo y mantener al Estado como único proveedor para 11 millones de ciudadanos; estrechando de paso, aún más, las opciones del sector privado.
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