miércoles, 11 de noviembre de 2020

Antonio Ciacciofera: el italiano que regresó de Cuba decapitado y sin órganos.

Por Marinellys Tremamunno.

Han pasado 26 años de la misteriosa muerte de Antonio Ciacciofera, un joven italiano, originario de Palermo (Sicilia), que fue de vacaciones a Cuba y regresó a casa en una urna de cartón y sin órganos. Es la historia de un joven exitoso, el segundo de tres hijos, que a sólo 24 años ya tenía un cargo importante en un banco italiano, que no tenía problemas económicos ni personales, y su único pecado fue elegir el lugar equivocado como destino turístico.

“En 1994, el 13 de mayo, salió de Italia para hacer un viaje a Cuba. Ya había estado unos meses antes, en noviembre de 1993. El 16 de mayo parece que ocurrió un accidente de tránsito, y tres días después mi hermano murió”. La historia la recuerda aún con dolor su hermano mayor, Michele Ciacciofera, quien es hoy un exitoso artista y reside en Francia, pero que a pesar del tiempo y de la distancia no ha logrado olvidar las injusticias que hicieron aún más difícil la pérdida de Antonio.

“Mi hermano regresó muerto a Italia, al inicio creímos la reconstrucción de los hechos, la versión del accidente de tránsito (de Cuba); pero luego, el estado del cadáver, las reconstrucciones ambiguas y contradictorias (de las autoridades cubanas) nos hicieron pensar que la hipótesis del accidente automovilístico no era la causa de la muerte”, dijo.

Así inició el calvario de esta familia italiana que no sólo perdió a Antonio en Cuba, sino la paz, para siempre, a manos de una dictadura que hizo llegar sus tentáculos de poder hasta la nación europea, obligándolos a vivir un verdadero infierno.

“Éramos una familia, y desde la muerte de mi hermano ya no lo somos: mi papá enfermó y murió, mi mamá enfermó gravemente, mi ex esposa perdió un hijo que estaba esperando en el sexto mes de embarazo, mi otro hermano se enfermó. Mi hermano está muerto, tal vez no nos merecíamos esto. Ciertamente no merecíamos que vinieran a amenazarnos, que vinieran a amenazar a mi madre con matarnos a mí y a mi otro hermano. No merecíamos las llamadas nocturnas, los intentos de intrusión nocturna en casa, las repetidas amenazas a lo largo de diez años, no lo merecíamos. Espero que ningún joven cubano sufra la misma suerte que mi hermano, que ninguna familia cubana sufra la misma suerte que mi hermano”, explicó Michele.

Una historia de terror.

En junio de 1994 la familia Ciacciofera fue conocida por todos los medios italianos. La macabra historia entorno a la muerte de Antonio parecía sacada de una película de terror: “tenga presente que mi hermano llegó sin ningún órganos, ninguno, incluso vaciaron su cerebro, con heridas en todo el cuerpo, y al hacer la autopsia, la idea de que el sistema de salud cubano siempre se considera de alto nivel, sumamente eficiente, contrasta con la crudeza de la autopsia realizada en La Habana. Mi hermano fue vaciado por dentro, el cadáver de mi hermano fue despojado de tal manera que no permitía ningún tipo de análisis”, precisó Michele.

¿Cómo es posible tanta crueldad?, es la pregunta que aún se hace el hermano de Antonio, y por la cual nunca obtuvo respuesta, pues la falta de colaboración de las autoridades cubanas y las presiones “diplomáticas” obligaron a la magistratura de Palermo a cerrar la investigación en el año 1996. A pesar de las infructuosas gestiones del entonces alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, que escribió directamente a Fidel Castro, la respuesta que llegó a Sicilia fueron el jefe del departamento legal de la cancillería de Cuba con funciones de viceministro, José Peraza Chapeau, y el embajador de Cuba en Italia, que en ese momento era Mario Rodríguez Martínez, con fotografías y algunos documentos que intentaban respaldar la tesis del accidente de tránsito.

“Eran tan contradictorios los documentos que presentaron que reforzaron la idea de la magistratura de que la causa de la muerte no había sido un accidente de tránsito”, explicó. En consecuencia, la magistratura de Palermo presentó en más de una ocasión una carta rogatoria a Cuba, que pedía examinar el vehículo y hacer algunos interrogatorios en la Isla, pero el régimen siempre se opuso.

Estos funcionarios, incluso, “intentaron sobornar a mi padre dos veces ofreciéndole dinero. Mi padre era una buena persona, somos buenas personas, realmente no necesitamos dinero. Esperábamos justicia, verdad y democracia, pero no fue posible. Nosotros siempre dijimos a estos señores cubanos que se quedaran con el dinero, no somos gente corruptible”, afirmó Michele.

Las contradicciones.

¿Qué quería ocultar el régimen de Cuba? Seguramente algo muy macabro, ya que Antonio fue reconocido por sus familiares a través de los cabellos y de la radiografía de los dientes. Pero, para intentar entenderlo, Michele Ciacciofera explicó algunas de las contradicciones de la reconstrucción de los hechos presentada por Cuba: “Mi hermano, junto con otros tres pasajeros, habría tenido un accidente de tránsito el día 16 al mediodía, pero a las 13.00 horas habría sido devuelto el auto, según la certificación de Transautos (empresa que alquiló el vehículo en donde presuntamente viajaba Antonio)”. Extrañamente en el recibo de entrega, que llegó a Italia entre las pertenencias de Antonio, no se reportaba ningún daño.

El joven Ciacciofera “fue decapitado, tenía fracturas por todos lados”, afirmó su hermano, e indicó que el médico legal que hizo la autopsia italiana aseguró que los traumas del cuerpo eran incompatibles con los de un accidente de tránsito, “porque incluso en caso de que se voltee un vehículo, falta la energía cinética para este tipo de traumas, pues sólo existiría si el vehículo hubiese caído por un barranco”, lo cual no había ocurrido.

Otro dato clave de la historia son los pasajeros que viajaban con Antonio, dos españolas (Ana López Ribas y Ana Cerceda Costales) y un peluquero cubano que hoy vive en Miami (Tomas Lauzarique Castillo). En particular, Michele destaca el rol de la española Ana López, pues según la reconstrucción de los hechos tenía heridas graves que presuntamente no habrían sido tales, y quien realizó una llamada a Michele que aún hoy resulta inexplicable.

“Ana López habría tenido una lesión en la columna muy grave, que se consideraba en peligro de muerte, o se esperaba que sufriera pérdida de las habilidades motoras de por vida. Las otras dos personas, otra española y un cubano, no sufrieron ningún daño. Aclaro que la española en cuestión no corría peligro de muerte, camina tranquilamente, por lo que no es cierto que se haya roto la columna vertebral”.

También “nos dijeron desde Cuba que habían abierto un procedimiento penal por homicidio en carretera por la manera en la que española Ana López habría conducido el auto, a muy alta velocidad por una carretera provincial, intentando esquivar un autobús que luego dijeron era un camión militar. Habría chocado contra el costado de la carretera, el auto se habría volcado y se habría destruido con mi hermano dentro”. La familia Ciacciofera exigió explicaciones a Cuba sobre el presunto procedimiento penal contra Ana López, pero nunca recibió respuestas: “probablemente porque nunca fue abierto, porque no hubo tal accidente de tránsito”.

Michele Ciacciofera señaló además que no encontraron manchas de sangre en la ropa de su hermano porque “en Cuba pensaron bien en lavarlas. Sin embargo, los zapatos tenían manchas de sangre, pero extrañamente no estaban en el tejido de los zapatos, estaban por debajo, en la suela, como si mi hermano hubiera pisado su propia sangre”.

Lo más tenebroso de la historia es la inexplicable llamada que recibió Michele: “Al día siguiente de la muerte de mi hermano, el día 20, Ana López, que era la persona que conducía el auto, llamó a mi casa y habló conmigo, y denunció que estaba en peligro en Cuba, que se habría refugiado en el consulado italiano; lo cual ya era extraño porque es ciudadana española, y dijo que me explicaría en otro momento qué le había pasado realmente a mi hermano. Me dijo: no creas la versión que te darán, a tu hermano lo mataron los médicos, probablemente aludiendo a la sustracción ilegal de los órganos”.

La justicia que nunca llegó.

En este caso resulta increíble que la justicia italiana quedara replegada a los designios del régimen cubano, y obviamente es lo que más perturba a Michele Ciacciofera: “Italia no se comportó como un país democrático. Y Cuba se comportó como una dictadura mafiosa, ese es el punto”, dijo.

En torno a este caso se generaron decenas de resoluciones e interpelaciones parlamentarias con solicitud de respuesta por escrito, incluso el Parlamento italiano pidió la conformación de una comisión de investigación que nunca se hizo. La respuesta del gobierno de turno fue absoluto silencio. “Las únicas respuestas del gobierno italiano en 1994 las dio el viceministro Enzo Trantino, que tendió a secundar la versión de Cuba, a pesar de que el Poder Judicial pensaba lo contrario e intentaba investigar. Los años siguientes, Patrizia Toia se esmeró en dar la misma respuesta que Trantino, pero al final de la interpelación dijo que era imposible continuar con la investigación por la falta de cooperación de las autoridades cubanas”.

Luego de 26 años de la trágica muerte de Antonio, Michele no renuncia en su búsqueda de la verdad: “Quiero saber de qué murió mi hermano, por qué lo trataron así y por qué impidieron las rogatorias. No me explico por qué Italia permitió que un ciudadano italiano fuese tratado así”, y alertó que la justicia no sólo debería castigar a los responsables, sino que también es importante que la opinión pública conozca estos hechos para que no se vuelvan a repetir. “Le pido a Italia que los países que se comporten de esta manera sean sancionados, porque todo aquel que sea cómplice de alguien que comete un delito está en el mismo nivel”, puntualizó. 

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