lunes, 9 de noviembre de 2020

Intervención cubana en Angola: A 45 años de la Operación Carlota.

Por Luis Cino.

Fidel Castro, entre soldados cubanos y angolanos en 1986.

La Operación Carlota, nombre que recibió  la intervención militar cubana en Angola, se inició hace 45 años, el 5 de noviembre de 1975. 

Ese día, un primer destacamento de 82 súper entrenados efectivos de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, vestidos de civil, volaron de La Habana a Luanda en un avión Bristol Britannia de Cubana de Aviación. Fidel Castro los despidió, con el mayor secreto, en el aeropuerto de Rancho Boyeros.

La misión del destacamento cubano y de los otros que enseguida lo siguieron era contener la incursión en territorio angolano de los ejércitos de Sudáfrica y Zaire y conseguir que se apoderaran de Luanda las fuerzas del MPLA, y no las de sus rivales, la UNITA y el FNLA. 

Los tres movimientos guerrilleros nacionalistas que combatieron a los portugueses, el MPLA de Agostinho Neto, la UNITA de Jonás Savimbi, y el FNLA de Holden Roberto, habían logrado un precario acuerdo en vísperas de la independencia, pero se rompió a la hora de formar gobierno.

Lo que pudo ser otra guerra civil más en el continente africano, se convirtió en un conflicto de alcance internacional, donde la Unión Soviética y Cuba apoyaron al MPLA, mientras que Estados Unidos, Sudáfrica y China, en una rara concertación, favorecieron a la UNITA. 

Los cubanos, con sus victorias en Cabinda, al norte, y Quifandongo, al sur, consiguieron que los comunistas del MPLA instalaran su gobierno en Luanda, pero para apuntalarlo tuvieron que permanecer en Angola durante 15 años, sin nunca lograr el control total del territorio angolano.  

Las guerrillas de Jonás Savimbi se convirtieron en la más terrible pesadilla de los mejores generales cubanos. Las minas antipersonales y las emboscadas de la UNITA son recuerdos pavorosos presentes en los relatos de los cubanos que pelearon en Angola. Refieren que gran parte de la población local ayudaba a la UNITA. Muchos que por el día se mostraban como simpatizantes del MPLA, cuando caía la noche se tornaban en  seguidores de Savimbi, quien por motivos étnicos, tenía mucho arraigo en el sur. 

Angola fue el equivalente para Cuba de lo que Vietnam fue para los Estados Unidos o Afganistán para la Unión Soviética. 

Entre 1975 y 1990, 350.000 soldados cubanos pasaron por Angola, un país 11 veces mayor que Cuba y a 11.000 kilómetros de distancia, Océano Atlántico de por medio. Un empeño militar de tal envergadura, como jamás había sido emprendido más allá de sus fronteras por un país del Tercer Mundo, fue posible gracias al control totalitario de la sociedad cubana por parte del régimen de Fidel Castro y al equipamiento logístico soviético.  

Para 1976, Cuba llegó a totalizar alrededor de 70.000 soldados en Angola. Luego de consolidado el régimen de Neto, la cifra se estabilizó en unos 40.000. 

En noviembre de 1987, la situación en Angola se deterioró dramáticamente con el fracaso de la ofensiva sobre el río Lomba y el avance de los sudafricanos en apoyo de la Unita. Fidel Castro, que dirigía desde La Habana todos los pormenores de la guerra, ordenó que las fuerzas cubanas y las de FAPLA consolidaran un bolsón de resistencia en Cuito Cuanavale.  

En los primeros días de diciembre de 1987, en la “Operación XXXI Aniversario de las FAR”, el Gobierno cubano envió a Angola 500 tanques, cientos de piezas de artillería y 50.000 soldados, lo que inclinó de forma drástica la correlación de fuerzas a favor de Cuba.

El 28 de julio de 1988, demoledores golpes aéreos de los MIG 23 cubanos contra las fuerzas sudafricanas en Calueque y Rucaná, cerca de la frontera con Namibia, marcaron la derrota de Sudáfrica en Angola. 

El Gobierno cubano reclama como un triunfo decisivo la enconada resistencia que ofrecieron sus soldados y los de las FAPLA, encerrados durante meses en el perímetro defensivo de Cuito Cuanavale. Fue, en realidad, una costosa victoria pírrica que pudo originar una hecatombe de incalculables consecuencias. Fidel Castro reveló en 2006 que el gobierno sudafricano, ante su crítica situación militar en el sur de Angola, llegó a analizar el empleo de armas nucleares contra las tropas cubanas y que el plan de contingencia de la Isla ante tal eventualidad habría sido la voladura de una gigantesca represa en la frontera, lo que hubiera ocasionado que millones de litros cúbicos de agua hubieran arrasado varias ciudades de Angola y Sudáfrica.

La firma de los acuerdos de paz entre Cuba, Sudáfrica, Angola, Estados Unidos y la Unión Soviética en 1988 fue uno de los últimos episodios de la Guerra Fría.

Según cifras oficiales cubanas, 2.655 cubanos murieron en Angola. Sus restos fueron repatriados a Cuba y sepultados en diciembre de 1989.

Miles de cubanos regresaron de Angola mutilados, con los nervios destrozados y víctimas de extrañas patologías, a un país que luego del derrumbe de la Unión Soviética, se adentraba en la peor crisis de su historia.

Tras el retiro de las tropas cubanas de Angola, la UNITA siguió la guerra contra el gobierno de Eduardo Dos Santos, el corrupto sucesor de Agostinho Neto. Los acuerdos de paz de Lusaka de 1994 entre el MPLA y la UNITA no se pudieron poner en práctica hasta ocho años después. La guerra civil no concluyó hasta después de la muerte de Savimbi, quien fue ultimado por una patrulla gubernamental que se topó casualmente con él en la selva de Moxico, en febrero de 2002. Entonces, UNITA aceptó convertirse en un partido político. Porque Angola, que ha modificado cinco veces la constitución, desde 1992 renunció al marxismo-leninismo y abrazó el multipartidismo y la economía de mercado. 

Hoy, Angola, a pesar del petróleo y los diamantes, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo. La esperanza de vida de sus habitantes es una de las más bajas del continente africano.

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