Por Katia Monteagudo.
Apagón. La Habana Vieja, 20 de octubre de 2024
A dos semanas para que concluya 2024, el gobierno cubano acaba de admitir el fracaso de su estrategia para reimpulsar y corregir las principales distorsiones de la economía cubana, como parte del reacomodo de los «Lineamientos de la Política Económica y Social y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030» tras el fiasco de la Tarea de Ordenamiento Monetario (TOM).
En el recién finalizado IX Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el primer ministro Manuel Marrero Cruz afirmó que, a un año de haberse implementado la actual política, aún no se han alcanzado «los resultados necesarios, a pesar de todas las acciones desarrolladas».
Especificó que las disposiciones implementadas no fueron suficientes para generar resultados significativos en aspectos claves como la estabilización macroeconómica, la reducción del déficit fiscal y el aumento de la producción nacional. Tampoco hubo avances en la reducción de subsidios y en el control de la fiscalidad. Por otra parte, el funcionario señaló que la falta de insumos, combustibles y energía ha sido un obstáculo durante este año para la producción, mientras que los resultados de la zafra azucarera fueron particularmente decepcionantes.
El paquete de medidas con que se ha intentado salir de la profunda crisis económica que desde hace años vive el país incluyó aumentos en los precios de combustibles, electricidad, transporte público, así como la eliminación de subvenciones a la canasta familiar y la aplicación de algunos impuestos a servicios básicos.
«Tenemos la insatisfacción de que no se ha avanzado con la necesaria celeridad, sobre todo en aquellas cuestiones que más demanda la población», aseveró Marrero Cruz, quien justificó esta situación acudiendo al contexto global y, una vez más, a las medidas de presión del embargo económico de Estados Unidos.
En cualquier caso, subrayó voluntariosamente que, pese a la «insatisfacción» del momento actual, «esta trascendental tarea, conducida por el gobierno, y bajo la guía y control del Partido, continuará siendo el hilo conductor de[l] trabajo, conscientes de que es la alternativa más viable para enfrentar los retos de la recuperación y el reimpulso de la economía, en condiciones de guerra económica y de una agudización de la crisis económica y financiera a nivel mundial».
Una fila en La Habana para conseguir alimentos.
Tras analizar lo que trascendió de la citada reunión del PCC, el economista cubano Pedro Monreal resumió en X: «Ya se conoce que no es que haya habido poco avance, sino que en 2024 se ha retrocedido: decrecimiento económico y menor nivel de vida de los hogares».
Consideró, además, que resulta totalmente irrelevante lo informado en relación con avances en la estabilización macroeconómica del país. «En 2024 no hubo tal cosa, sino estanflación (decrecimiento del PIB + alta inflación)», sostuvo el experto, en cuya opinión «las causas internas de la crisis estructural y la carencia de políticas efectivas para superarla son un problema esencialmente político, sin salida probable con el modelo vigente».
En un reciente análisis, el también economista cubano Pavel Vidal, investigador principal del Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi), puso de relieve que «la economía cubana no sale de una recesión para entrar en otra, sin lograr superar de forma definitiva los niveles productivos prepandemia».
«Las cifras de decrecimiento de las exportaciones, la agricultura y las producciones manufactureras meten miedo», dijo Vidal, para quien «la emigración masiva, el deterioro de la infraestructura, los bajos niveles de inversión y de mantenimiento en maquinarias y equipos, y el colapso del sistema eléctrico, han reducido de forma permanente los niveles productivos a los que puede aspirar la economía en el mediano plazo».
Hasta agosto de este año, de acuerdo con el Índice de Precios al Consumidor (IPC), calculado por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), la inflación en la isla se ubicaba en una tasa anual del 30.1 por ciento. En 2023, la inflación cerró en 31.3 por ciento y, en 2022, en 39.1 por ciento.
«A pesar de que los datos oficiales de inflación subvaloran significativamente la verdadera inflación (dado que en su cálculo los mercados no estatales están subrepresentados), el IPC muestra la persistencia de la inestabilidad monetaria y una tendencia sostenida al incremento de los precios que no se ha podido detener. Dada la magnitud y permanencia en el incremento de los precios, está claro que las aisladas acciones tomadas por el Gobierno cubano no han sido suficientes para corregir los desequilibrios macroeconómicos que alimentan la inestabilidad monetaria», concluyó en su diagnóstico Vidal.
La inflación en los precios de los alimentos afecta a la mayoría de los cubanos, quienes obtienen sus salarios en una moneda muy devaluada.
En enero de este año, otros economistas entrevistados por El Estornudo advirtieron que 2024 iba a ser para los cubanos un año todavía más difícil que el anterior, tras la implementación de una nueva «terapia de choque», tal como fue definida la estrategia oficial para salir de la crisis económica.
«Económicamente hará más vulnerable a los cubanos», afirmó en esa ocasión Emilio Morales, presidente y CEO de The Havana Consulting Group & Tech (THCG & Tech), radicado en Florida, Estados Unidos. «No creo que escape de esta situación ningún segmento poblacional, todos se verán afectados. Aumentaran los problemas sociales, la pobreza y la delincuencia. Aumentará la inflación y disminuirá considerablemente el poder adquisitivo de la población».
Por su parte, Omar Everleny Pérez Villanueva, asesor académico del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo en Cuba, consideró entonces que la economía estos 12 meses estaría tan mal como en 2023, y tal vez más, «porque va a haber otra espiral inflacionaria», vaticinó: «las medidas no tienen fuerza en la esfera de la producción, que es lo necesario».
Ahora, los propios datos del gobierno cubano confirman el acierto de esos pronósticos. En noviembre, el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, adelantó en conferencia de prensa que la economía cubana volverá a contraerse este 2024 -un año plagado de interminables apagones, incluidos dos colapsos totales del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), además de dos fuertes huracanes y hasta un par de sismos en la región oriental del país.
La falta de combustible ha golpeado la isla durante todo 2024
«Hemos tenido meses de bajos niveles de producción por eventos energéticos y climatológicos, y este impacto nos va a ratificar que no debe crecer la economía», dijo Alonso Vázquez, quien quiso recordar que «el desarrollo económico de un país depende en gran medida de la energía, y nosotros hemos tenido afectaciones eléctricas durante todo el año… Por otro lado, no hemos contado este año tampoco con un suministro estable de combustible. Hay déficit de gasolina, de diésel, etcétera… y la economía para dinamizarse necesita de energía», insistió.
Esta sería la segunda caída anual consecutiva del Producto Interno Bruto (PIB), tras la contracción de 1.9 por ciento en 2023. Para este año, el gobierno había previsto un crecimiento de dos por ciento —una predicción inmediatamente cuestionada por diferentes expertos y organismos regionales.
En diciembre de 2023, el economista Pedro Monreal aseguraba en X: «el estimado oficial de crecimiento económico del dos por ciento en Cuba en 2024 es cuestionable. Un cálculo rápido indica que las exportaciones reales tendrían que crecer aproximadamente en un diez por ciento y la formación bruta de capital (inversión) en seis por ciento. Difícilmente ocurriría eso».
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