lunes, 30 de noviembre de 2009

Aquellos gansters criollos.

Por Tania Díaz Castro.

Muy poco se ha escrito en la prensa oficialista sobre los bandoleros políticos, también llamados muchachos de gatillo alegre, que hicieron tantas graves travesuras a finales de nuestra República en ciernes.

Se trataba y de esto no hay duda alguna, de ciertos personajes provenientes en su mayoría de la clase media, ansiosos por participar de la política en grande.

Estos grupúsculos de pistoleros realizaban sus fechorías terroristas a través de conocidas organizaciones como Legión Revolucionaria Cubana, Acción Revolucionaria Guiteras, Joven Cuba, Unión Insurreccional Revolucionaria y otras que carentes de una verdadera ideología política, actuaban de manera violenta y desenfrenada a pleno sol.

Cuando Manolo Castro, veterano dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria, fue situado por el presidente Grau San Martín al frente de la Dirección General de Deportes, ya contaba con varios enemigos en las calles de La Habana. Murió de varios disparos hechos desde un auto que pasó veloz por la esquina de San Rafael y Consulado y su cuerpo quedó tirado sobre un gran charco de sangre en la acera del cine Cinecito, al estilo del filme El Padrino.

En el periódico habanero El Crisol salió más tarde la noticia de que un joven revolucionario llamado Fidel Castro Ruz era el autor del crimen. No fue sometido a juicio, pero sí a la prueba de la parafina, que por suerte para él lo declaró inocente.

Se piensa que debe culparse más a la prensa de la época por hacerse eco de aquellos hechos gángsteriles esporádicos, motivados casi siempre por ajustes de cuenta y rencillas personales, que a los gobiernos de esa época por admitirlos. Carlos Prío, por ejemplo, se esforzó en aplicar una ley dictada por él contra aquellos indómitos gángsteres criollos, utilizando el GRAS, Grupo de Represión de Actividades Subversivas, cuya finalidad no era precisamente reprimir opositores políticos y sindicatos como se dice.

El año 1952 estuvo coronado de actos terroristas. Explota una bomba en la casa de la señora María Luisa Gómez-Mena, es destruido el yate del senador Diego Vicente Tejera, resulta asesinado por varios pistoleros en un café de La Habana Alejo Cossío del Pino, propietario de Radio Cadena Habana; sufre un atentado fallido Rolando Masferrer, y explota una bomba en el bufete del doctor Pelayo Cuervo.

Fue el año que Fulgencio Batista, después de despojar de la presidencia constitucional a Carlos Prío, declara públicamente su intención de acabar con el gangsterismo.

Unos meses después, en julio de 1953, un grupo de revolucionarios, dirigidos por Fidel Castro, asalta el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba y son condenados a penas de hasta 15 años de cárcel.

De alguien escuché decir alguna vez que aquellos muchachos de gatillo alegre se adueñaron de las calles habaneras. Muchos no lo recordamos así. La Habana era una ciudad tranquila, alegre y próspera. Fue un poco después que lamentablemente las calles cubanas tuvieron un dueño. Uno solo.
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domingo, 29 de noviembre de 2009

La geriatría en zafarrancho de combate.

Por Alberto Luzárraga.

"El segundo jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Cuba prevé 'el aumento de la actividad subversiva del enemigo, encaminada a provocar desorden social e ingobernabilidad, aprovechando para ello la situación que se ha creado (…) como consecuencia de la crisis financiera y económica de carácter mundial (…) los efectos del bloqueo y las serias afectaciones' por el paso de los huracanes de hace un año". En el ejercicio de esta semana se vivirá un “periodo de crisis” de dos días (jueves y viernes), explicó Andollo, al referirse a la hipotética convulsión social. Las fuerzas armadas responderán a las acciones "que supuestamente el enemigo realizará como paso previo a la agresión militar en gran escala". La Jornada, México.

El texto habla por sí sólo. Se preparan para reprimir internamente con todo e inventan como de costumbre un 'ataque imperialista'. La geriatría gobernante no suelta sino en la tumba. La mesada de Chávez decrece y también el turismo barato. Los acreedores politizados, usureros u oportunistas ya no dan más leche a ese ternero insaciable y derrochador que es el socialismo. El escenario Rumanía ronda. Lo saben y se preparan. Falta ver si los militares más jóvenes obedecerán órdenes de dispararle al pueblo. Pienso que tal vez las tropas más fanatizadas sí lo harán en un principio. Nada en estos fenómenos funciona 100% para un efecto u otro. Es intrínsecamente desordenado e impredecible. Pero una vez puesto en marcha el proceso de represión pública, sus consecuencias externas son devastadoras. El barniz ya gastado de revolución popular desaparecerá dejando a sus apologistas externos con la realidad: En lo político una dictadura geriátrica y hereditaria. En lo económico, una dictadura de factura fascistoide plagada de generales mordelones y ricos asociados con lo peor del capitalismo mundial.

Como siempre los eventos cubanos tienen lugar en momentos de crisis mundial y económica. Los Estados Unidos se tendrán que enfrentar a una situación que quieran o no tocará a sus puertas. La política de posponer y pasarle el problema a la próxima administración está llegando a su límite natural.

Pero hay una justicia irónica en todo esto. El apoyo de buena parte de la academia americana al castrismo tendrá que enfrentarse a la realidad probablemente durante la presidencia de Obama una de sus causas preferidas por afinidad ideológica. Adiós entonces al 'modelo educativo y de salud cubano' que al estallar la libertad se desvelará en toda su mendacidad, sordidez, miseria.

La liquidación del castrismo será de gran beneficio para Estados Unidos y América Latina este continente en que aún no hemos crecido políticamente y permanecemos en un infantilismo que produce demagogos, caudillos, o populistas incompetentes y desenfrenados.

Todo llega y nuestro momento llegará plagado de incertidumbre, confusión, y esta vez devastación política, económica y moral.

Saldremos adelante pero hay que cantar claro y llamarle a las cosas lo que son. Los cómplices del castrismo inventarán un sinnúmero de modelos de transición y de adjetivos ridículos y rebuscados que la justifiquen. La realidad de la polis cubana es: un edificio ruinoso e infecto poblado por inquilinos explotados, confundidos, y ansiosos de salir de ese estado. La verdadera transición es derribar el edificio y mientras tanto buscarle acomodo a los inquilinos.

Esta metáfora en sentido práctico significa: derribar y remover el sistema actual de capitalismo de estado fascistoide y sustituirlo por un modelo de libre empresa en que la energía e imaginación creadora del cubano pueda prosperar. En resumen liquidar un mal negocio y comenzar otro bueno. En términos sencillos de eso se trata. No hay otra. Emborronar cuartillas hablando de transiciones teóricas, lentas y progresivas es perder el tiempo. A los políticos e inversionistas asociados con el régimen les conviene ganar tiempo. A los políticos que no quieren problemas cerca de sus costas o ejemplos que chocan con sus ideologías también les conviene ganar tiempo. Al pueblo de Cuba, no. Ya ha perdido bastante.

Como buscarle acomodo a los inquilinos es el problema que tendrá que enfrentar el gobierno que sustituya a Castro.
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Cartilla de racionamiento.

Por sin EVAsión.

A medida que declina el año y se acerca el 2010 se incrementa la incertidumbre popular en torno a un tópico que viene ocupando el centro de preocupación de  aquellos cubanos cuyas economías resultan más vulnerables a los acomodos  oficiales -hay quienes prefieren llamarles "reformas"- para tratar de paliar la crisis: la posible pronta desaparición de la cartilla de racionamiento.

Noviembre debutó golpeando la "canasta básica" de la dotación con la "liberación" de dos grandes protagonistas que por décadas han aliviado el hambre general: la papa y los chícharos, ahora a precios muy por encima de los llamados subsidios del siempre paternal Estado. Si cuando estos productos estaban normados por la cartilla el precio de la papa era de 40 centavos y el de los chícharos de 30 centavos  (por libra, en ambos casos), ahora se incrementaron a 1  y 3,50 pesos, respectivamente, por igual peso. La voz popular vaticina la gradual supresión de otros productos "encartillados" con el consecuente incremento de precios, como el imprescindible café y esos otros héroes populares, los huevos. Se especula que para el cercano año 2010 se eliminará por completo la cartilla de racionamiento -que aquí los más ingenuos prefieren llamar "libreta de abastecimientos"- y la elevación de los precios acentuará la inutilidad de los ingresos por concepto de salario y, por tanto, la obsolescencia y nulidad del trabajo asalariado estatal.

Otras disposiciones y rubros han venido afectando sensiblemente los magros bolsillos de la mayoría de los cubanos, como la supresión de los comedores obreros, que afecta directamente a los más humildes, quienes consumiendo por un precio módico el almuerzo del trabajo ahorraban los escasos víveres de la canasta familiar; e indirectamente a aquellos cuyas posibilidades de llevar su propio almuerzo desde el hogar también disminuyen ante la nueva avalancha alcista de los alimentos. Por otra parte, algunos especulan que la "liberación" de productos como la papa, el único del agro cuya producción y comercialización ha sido exclusivamente estatal, podría suponer una simultánea liberación del compromiso de producción por parte del Estado y una futura carencia del tubérculo en los mercados, acompañada de una nueva escalada en los precios: el círculo vicioso de la pobreza administrada desde el poder.

Es así que la eventual eliminación de la cartilla resulta, en definitiva, otro reflejo de lo absurdo de la economía cubana. Más allá de no ser un invento de este sistema, sino un recurso provisional creado en otros países para enfrentar economías de guerra y que fue suprimida tan pronto esos países remontaron las crisis en un período de tiempo relativamente corto; el caso de la cartilla cubana es todo lo contrario: lejos de tener carácter provisional, se ha mantenido por más de 47 años y su desaparición, en lugar de ser efecto de un despegue económico, significaría que ya la crisis es tan profunda y la infraestructura está tan arrasada que el Estado en bancarrota es incapaz de garantizar a la población siquiera los mínimos indispensables para la supervivencia. Cuba se ahoga en un océano de deudas al exterior y en una creciente y alarmante crisis económica y social al interior de la Isla, mientras el gobierno, que no ha declarado oficialmente el término definitivo de los llamados "subsidios",  tantea astutamente la capacidad de aguante de este pueblo, tal vez temeroso de que -como la cartilla- tanta mansedumbre pudiera no ser eterna.
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sábado, 28 de noviembre de 2009

Los cubanos se preparan para enfrentar un difícil año 2010 en materia económica.

Los cubanos se preparan para un difícil año 2010, en momentos en que el presidente Raúl Castro reduce las importaciones y recorta el gasto público para intentar sacar a Cuba de la crisis mientras crece la impaciencia en la población por el lento ritmo de las reformas económicas.

Los huracanes, la recesión global, las sanciones comerciales de Estados Unidos y la incapacidad de la economía para maniobrar pusieron fin a la recuperación de la crisis de la década de los noventa, detonada por la implosión de la Unión Soviética.

Economistas locales coinciden en que habrá poco o ningún crecimiento económico este año, por primera vez en más de una década, mientras Cuba batalla con la falta de efectivo que obligó al Gobierno a suspender pagos y congelar las cuentas bancarias de algunas empresas extranjeras que operan en la isla.

Castro, en un intento por equilibrar una contabilidad llena de pérdidas, ha reducido en un tercio las importaciones este año, alrededor de 5.000 millones de dólares (3.345 millones de euros), y recortó los presupuestos locales y el consumo de energía.

La Habana depende de las importaciones. De hecho, trae desde el exterior el 70 por ciento de los alimentos que consume, los que distribuye a precios subsidiados.

La austeridad era necesaria después de que el déficit comercial creció un 65 por ciento y su cuenta corriente -que mide la entrada y salida de divisas- pasó de un superávit de 500 millones de dólares (335 millones de euros) en el 2007 a un déficit de cerca de 2.000 millones de dólares (1.340 millones de euros) el pasado año, dijeron economistas locales.

El recorte del presupuesto impulsado por Castro pondría otra vez en números negros la cuenta corriente de este año y "él (Castro) tiene la intención de mantenerla de igual forma en el 2010", dijo un economista, indicando que la política de ajuste del cinturón no terminará pronto.

Castro, que reemplazó el año pasado a su hermano Fidel en la presidencia, ha dejado en claro que uno de sus objetivos es eliminar el paternalismo del modelo económico y social que heredó.

"No nos engañemos más; si no hay la presión, si no existe la necesidad de trabajar para satisfacer mis necesidades, y me lo están dando gratis por aquí o por allá, nos quedaremos sin voz llamando al trabajo", indicó en un discurso en el Parlamento cubano el año pasado.

Castro, que fue durante casi medio siglo ministro de Defensa, reemplazó en marzo a gran parte del gabinete económico que heredó y colocó a oficiales militares activos o retirados en puestos clave.

Implementó algunas reformas en la agricultura, estructuras salariales y otras pocas áreas, pero los cambios han sido hasta ahora escasos y han beneficiado a sólo parte de los 11 millones de cubanos.

Muchos cubanos dicen que si Castro quiere eliminar cosas como la libreta de racionamiento de alimentos o los almuerzos gratuitos en los lugares de trabajo, debe permitirles aumentar sus ingresos, que actualmente promedian menos de 20 dólares (13,3 euros) mensuales.

En este contexto, han surgido rumores de que el presidente tomaría medidas como autorizar pequeños negocios y poner parte del sector minorista en manos de cooperativas semiprivadas, pero hasta ahora nada de eso se ha materializado.

Recientes discusiones populares convocadas por el gobernante Partido Comunista revelaron la creciente impaciencia frente a la incapacidad del Gobierno de proponer alternativas concretas y poner la casa en orden, dijeron participantes.

"Yo sé que la libreta tiene que desaparecer, pero hay que ver bien cómo se hace, porque hay mucha gente que depende de ella para comer, sobre todo los que no reciben divisas por ningún lugar", señaló Pedro, un jubilado de La Habana.

"Estoy muy de acuerdo con los cambios que se han hecho, pero me parece que faltan muchas cosas más que hay que cambiar", indicó Reinaldo, que ayudó a organizar los debates en una provincia del centro de Cuba, en una entrevista por teléfono.

Algunas personas que participaron en los debates firmaron que la burocracia estatal fue duramente criticada.

Aunque los agricultores elogiaron la descentralización del sector emprendida por Castro, el aumento de los precios que el Gobierno paga por sus productos y la entrega de tierras a unos 100.000 productores, criticaron el continuo control estatal sobre los suministros y la venta de los alimentos.

"El campesino nunca ha querido que le regalen las cosas. Lo que quiere es que le vendan lo que necesita para trabajar, para producir", aclaró Evelio, un agricultor del centro de Cuba, en entrevista telefónica.

Algunos trabajadores de varias fábricas se quejaron de que Castro está instando a producir más, pero el sistema estatal no les está proporcionando la materia prima necesaria.

"Yo no puedo planificar una cosa, porque dependo para ello de lo que me den, de lo que planifique el organismo superior, y ahí siguen los problemas", lamentó Carlos, obrero de una fábrica.
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viernes, 27 de noviembre de 2009

Castrocomio.

Por César Reynel Aguilera,

  1. Locuacidad / Encanto superficial.
  2. Egocentrismo / Sensación grandiosa de la autovalía.
  3. Necesidad de estimulación / Tendencia al aburrimiento.
  4. Mentira patológica.
  5. Dirección / Manipulación.
  6. Falta de remordimiento y culpabilidad.
  7. Escasa profundidad de los afectos.
  8. Insensibilidad / Falta de empatía.
  9. Estilo de vida parásito.
  10. Falta de control conductual.
  11. Conducta sexual promiscua.
  12. Problemas de conducta precoces.
  13. Falta de metas realistas a largo plazo.
  14. Impulsividad.
  15. Irresponsabilidad.
  16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad de las propias acciones.
  17. Varias relaciones maritales breves.
  18. Delincuencia juvenil.
  19. Revocación de la libertad condicional.
  20. Versatilidad criminal.
Cada vez que le enseño esta lista a un cubano, y le pregunto si conoce a alguien que se acerque a las características que describe, la respuesta que obtengo, invariablemente, es "Fidel Castro". Los matices y las palabras que acompañan a esa respuesta pueden cambiar, pero el nombre se repite con una regularidad de asombro.

Cuando explico, sin embargo, que esos son los criterios diagnósticos de Psicopatía  -postulados y validados, después de más de treinta años de estudios, por el Dr. Robert D. Hare, Profesor Emérito de Psicología en la Universidad de British Columbia- los interpelados me miran sin poder creerme.

La razón de esa incredulidad radica en el hecho de que mayoría de las personas tienen una imagen de los psicópatas mucho más cercana a los estereotipos de Hollywood que a la realidad. De hecho, si algo demuestra la literatura científica sobre ese tema es que nuestra vida cotidiana está llena de esos que el profesor Hare denomina psicópatas exitosos. Gente que no sólo están en la calle, sino que disfrutan de posiciones muy ventajosas en la pirámide del poder. Muchos llegan a ser altos ejecutivos de empresas, líderes de sectas o eso que insistimos en llamar "políticos".

Cualquier persona que haya tenido la oportunidad de conocer a Fidel Castro, más allá de la imagen mediática que él mismo se ha construido, y haya logrado hacerlo sin caer en las redes de sus manipulaciones, puede abundar en una infinidad de detalles que lo menos que deberían generar, dentro de las filas castristas, es unas cuantas dudas, un par de molestias o dos preguntas que sólo los tontos y los poderosos se negarían a explorar: ¿Es Fidel Castro un psicópata? Y si lo fuera, ¿son sus seguidores las primeras víctimas de sus manipulaciones?

Dos grandes obstáculos impiden, de inicio, responder a la primera pregunta. Para obtener un diagnóstico certero sería bueno contar con la cooperación del sujeto y eso, ya sabemos, resulta imposible. Al mismo tiempo, para que ese diagnóstico no pueda ser tildado de preferencia ideológica sería bueno que lo hiciera un psiquiatra cubano que viva, además, dentro de Cuba y sea reconocido por su independencia, su calidad profesional y su inmunidad a los vaivenes políticos. Ese psiquiatra, de más está decirlo, no existe.

El diagnóstico indirecto, sin embargo, ofrece tantos elementos confirmatorios que lo menos que podemos hacer es explorarlo. Estoy seguro que muchos lectores de este texto podrán entretenerse cazando los criterios de psicopatía con hechos muy bien conocidos de la vida del tirano. Su locuacidad, por ejemplo, está tan bien documentada que hasta un record Guinness tiene: el discurso más largo en las Naciones Unidas -más de cuatro horas de "blableo"- sin que nadie haya podido explicar, con certeza, que fue lo que dijo, y sin que nadie haya podido decirle, con elegancia: ¿Por qué no te callas?

Es posible, también, que el miedo a un diagnóstico indirecto sea una de las razones del control tan estricto que la revolución cubana ejerció, durante treinta años, sobre la Psiquiatría. Una especialidad médica que para poder ser estudiada requería de avales políticos e ideológicos muy similares a los exigidos para trabajar en la Seguridad del Estado. Sólo a finales de los años ochenta, ante un alarmante incremento en la incidencia de trastornos psiquiátricos en la población, ese control fue suavizado y algunos médicos pudieron ser psiquiatras sin tener vocación de chivatos.

A nivel de la enseñanza de esa especialidad, el tema de la psicopatía llegó a ser, también, un gran tabú. Yo recuerdo, cuando pasé esa rotación, el escaso tiempo que se le dedicó a ese trastorno; y lo plagadas que estuvieron esas conferencias de relativismo moral e inmunidad socialista. Para la psiquiatría castrista (al menos la que yo viví) los criterios diagnósticos de la psicopatía eran una construcción social que responde, según las enseñanzas del Marxismo-Leninismo, a los intereses de una clase dominante. Al mismo tiempo se insistía en que esa construcción social era el resultado de la necesidad de una sociedad enferma; algo que el socialismo, sano hasta el tuétano, no necesitaba. El punto álgido de esas conferencias fue el momento en el que aquella “profesora”, con sus ojos de obsidiana, intentó demostrar que Ronald Reagan era un psicópata; y se quedó sin saber qué decir cuando un estudiante preguntó si, al ser todo una construcción social, era lógico extrapolar los criterios de una sociedad al análisis de una persona que no pertenecía a ella. Y de ser posible eso, entonces, qué impedía a un americano, por ejemplo, demostrar que un miembro de nuestra sociedad (Dios lo librara de mencionar nombre alguno) era un psicópata.

Desde entonces muchas cosas han cambiado en el mundo, incluidos los conocimientos que tenemos sobre la psicopatía. Un trastorno del que ya se sabe que, por muy subjetivo que parezca en la lista de Hare, su existencia es real y puede ser demostrada con hallazgos objetivos en los cerebros de los psicópatas, y en los patrones neuro-psicológicos que estos comparten. Patrones que se repiten con independencia de las intenciones de los observadores, o los orígenes culturales y sociales de los observados.

Si algo está en el centro de todos los psicópata es la incapacidad para sentir empatía. Una característica que, por triste e ilógico que parezca, los convierte en seres extraordinariamente poderosos. Cuando una persona es incapaz de sentir, a nivel intelectual y afectivo, lo que otros seres humanos sienten, adquiere, de inmediato, una enorme ventaja en el trato con sus semejantes, una ventaja que deriva de la ausencia de poderosos frenos, inhibiciones, y chequeos de la realidad que cuando no existen, simplifican la vida social a una dinámica de presa y depredador.

Cuando una persona normal habla, su discurso es siempre modificado por las reacciones, reales o imaginadas, de su interlocutor. Si éste le hace saber, por ejemplo, que el discurso aburre, confunde, o hiere, lo más probable es que el discursante introduzca modificaciones o matices que alivien eso que su empatía le está haciendo sentir, como un espejo, a partir de lo que siente su interlocutor. En los psicópatas ese mecanismo no existe, y es por eso que cuando hablan, mienten, actúan, o manipulan, nada, ni nadie, puede hacerles sentir lo que sus víctimas -que ellos siempre imaginan como espectadores dichosos-. están sintiendo. Son imparables.

Fidel Castro es capaz de hablar, durante horas y horas, sin sentir la más mínima piedad por las personas que lo escuchan. Fidel Castro lleva cincuenta años actuando un papel de idealista y justiciero que hasta los genios de Hollywood que lo visitan se tragan sin ninguna dificultad. Fidel Castro es capaz de manipular, todo el tiempo que haga falta, a otro ser humano con tal de obtener de él, o de ella, algo que antes de empezar la manipulación ya el comandante consideraba como suyo. Al mismo tiempo, la mayor parte de las víctimas de las manipulaciones de Fidel Castro son, como la mayoría de las víctimas de los psicópatas, personas que resaltan por su bondad.

Es por eso que para que un castrista pueda reconocerse como víctima de un psicópata tiene que empezar por hacer un gran esfuerzo intelectual, y asumir un enorme precio psicológico. Muchos, sencillamente, no pueden hacerlo. A eso hay que sumarle que en el caso de Fidel Castro sus víctimas, cuando deciden emanciparse, tienen que enfrentar algo más que la voluntad de un hombre aquejado de un trastorno psicológico, tienen que enfrentar la reacción de una sociedad enferma.

Eso es algo no podemos olvidar, la incidencia de psicopatía se calcula, según estimados muy conservadores, en alrededor del 1% de la población. Eso quiere decir que en Cuba hay en estos momentos -asumiendo que en eso somos iguales al resto del mundo- alrededor de cien mil psicópatas. Nuestra diferencia con el resto de la humanidad radica en el hecho que nuestro país lleva medio siglo bajo un régimen, bajo una tiranía, que se caracteriza por seleccionar y promover sus cuadros de dirección política según las semejanzas que estos tengan con el gran líder. Si Fidel Castro ha logrado, entonces, convencer y promover a la mitad de esa masa de psicópatas con la que cuenta, estaríamos hablando de un ejército de cincuenta mil personas con serias limitaciones para la empatía, y una gran capacidad para manipular a sus semejantes. No existe un cubano que no los haya sufrido en carne propia.

Confieso que llevo mucho tiempo leyendo y pensando sobre este tema. Una de las razones que me impedía escribir sobre el mismo es que Fidel Castro, más allá de cualquier trastorno que pueda tener, es un ser humano. Y si bien la medicina que yo estudié en Cuba hizo todo lo posible por enseñarme que los enemigos no son personas, nunca logré, gracias a la influencia de familiares, amigos y algunos profesores, convencerme de semejante disparate. Pero no dejo de reconocer que ese es uno de los grandes problemas a la hora de hablar sobre psicopatía, un trastorno caracterizado por la disrupción de esa forma de ser que nos permite tener piedad por los demás, una desviación que es capaz de usar esa piedad, entre otras cosas, para convertirnos en víctimas.

La palabra clave es trastorno. Los psicópatas no padecen, los psicópatas no sufren, los psicópatas presentan un trastorno que los convierte en máquinas de hacer sufrir y padecer. Nuestra piedad debe ser, siempre, para con las víctimas. Por eso reconozco que la verdadera razón que me ha llevado a escribir sobre este tema son las noticias que llegan desde Cuba. El sitio y los insultos a unos opositores que ayunaban, la paliza a Yoani Sánchez, el acto de repudio contra su esposo, y esas turbas gritando, una vez más, que la calle es de Fidel, todo eso me ha llevado a sentir, como una pesadilla, el renacimiento del manicomio castrista que viví durante treinta dos años, y que mi familia, en algún momento, aprendió a identificar con una sola palabra.
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La Perla del castrismo.

Por Tania Díaz Castro.

Si mencionáramos los fallos que ha tenido el régimen castrista con su magra industria a lo largo de 50 años, no hay para cuando acabar. Fallos que inspiran mucho más que pena.

Empecemos por un famoso producto que se vende en el mundo entero: el cereal de maíz, más conocido como Corn flakes. Durante las primeras dos décadas del castrismo se produjo una especie de Corn flakes que llamábamos Hojuelas de maíz, pero que los niños apenas podían masticar, por lo mal elaborado que estaba. Para nada la incipiente y pésima industria castrista podía competir con las famosas fábricas de cereales de Estados Unidos.

En otra ocasión, Fidel Castro expresó su deseo de producir Alka-Seltzer, un digestivo conocido en todo el mundo, y que los cubanos dejamos de ver, porque bajo el castrismo nunca pudo producirse nada que se le pareciera.

Llama la atención que ni siquiera una pasta de dientes aceptable hemos podido fabricar desde que llego la revolución. La pasta de dientes cubana tiene una interesante historia.

Muy al principio de los 60 los cubanos dejamos de ver aquellas marcas con distintos  sabores a que estábamos acostumbrados: Colgate, Kolinos, Forhan’s, Gravi y muchas otras. Durante los primeros veinte años de revolución debimos conformarnos con recibir una vez al mes, y para toda la familia, a través de la libreta de racionamiento, un pequeño y extraño tubo plateado, sin nombre ni datos de sus componentes. El producto tenía un desagradable sabor a leche de magnesia pero era la pasta dental que “nos tocaba” y lo llamábamos Perla, aunque no apareciera su nombre.

En los años 80, nuestro único producto dental comenzó a venderse con el nombre Perla impreso en letras azules, pero mantenía el mismo sabor del laxante.

Pasó el tiempo y aquel tubo de pasta Perla se convirtió en Dentex, muy parecido por su apariencia a los del capitalismo, con su etiqueta impresa en varios colores y un nombre con sonido extranjero. Hoy, los cubanos compran, a través de la libreta, un tubo de pasta marca Dentex, con flúor, según dice la etiqueta, fabricado por Suchel, en la antigua fábrica Crusellas.

Cuando vi por primera vez el nuevo tubo, de tan buen aspecto y tan parecido a los que se venden en moneda convertible, sentí alegría al pensar que al fin tendríamos una pasta de dientes agradable.

Al usarla, comprobé que Dentex viene en un envase más bonito, pero tiene el mismo sabor a laxante que Perla. Nada, optimista empedernida que soy, que a estas alturas aun soy capaz de hacerme ilusiones.
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Cuba atrapa a 15 empresas gallegas en un "corralito" de 260 millones.

Por Miguel A. Rodríguez.

La diplomacia española está redoblando sus esfuerzos para convencer al Gobierno cubano de que desbloquee en el Banco Financiero Internacional cerca de 400 millones de dólares (unos 266 millones de euros) propiedad de las casi 300 sociedades españolas que operan en el país caribeño. Al menos 15 empresarios gallegos se han visto atrapados en este corralito, que amenaza con prolongarse por tiempo indefinido. Algunas de estas firmas llevan casi un año sin poder disponer de su dinero, lo que en algunos casos está abocando a los patronos a plantearse seriamente la posibilidad de abandonar la isla, cuya economía atraviesa uno de sus peores momentos de los últimos años.

Estimaciones no oficiales apuntan a que los quince empresarios gallegos presentes en el país comunista podrían tener retenidos algo más de 30 millones de euros. De momento, el Ejecutivo que preside Raúl Castro explica el bloqueo de las cuentas por la falta de divisas registrada en Cuba.

La diplomacia española trata de evitar a toda costa el deterioro de las relaciones de las empresas del país con el Gobierno cubano, pero fuentes próximas al Ejecutivo informaron que se viven «momentos de gran tensión» por la situación de algunos empresarios.

Los socios y propietarios de las sociedades españolas en Cuba han trasladado al Ejecutivo de Zapatero una foto fija del conflicto muy poco alentadora.

En la última reunión anual de la asociación de empresarios españoles en Cuba, que preside el vigués Víctor Moro Suárez, se recordaron las palabras pronunciadas pocos días antes por el ministro Miguel Ángel Moratinos, en su reciente viaje a Cuba, cuando hizo un llamamiento al presidente Raúl Castro para que libere los saldos retenidos en el Banco Financiero Internacional (BFI). La posición de la patronal española no agradó a los mandatarios cubanos, que han incrementado la presión a las sociedades de capital español en las últimas semanas.

Cientos de firmas extranjeras en la isla caribeña llevan meses sin poder transferir saldos retenidos en la banca cubana a sus cuentas en los países de origen. En total, el corralito cubano podría superar los 800 millones de dólares, según algunas fuentes.

Entre las empresas gallegas afectadas se encuentra el grupo alimentario Vima, propiedad del propio Víctor Moro Suárez, que es el principal proveedor del mercado hotelero caribeño, con presencia en Jamaica, las Bahamas, Brasil, México y Panamá, además de en Cuba. Pescanova mantenía un acuerdo de exclusividad a 30 años para comercializar langostino cultivado en la isla, fruto de un convenio suscrito con Caribex, gracias a la absorción de Pescafina. También comercializó langosta criada en Cuba. En el 2002, cuando Pescanova adquirió la burgalense Antártida, vendía más de 20.000 toneladas de langostino cubano.

La firma viguesa de repuestos del automóvil Recalvi también mantiene operativa una filial del grupo en Cuba, donde se ha convertido en uno de los principales abastecedores del mercado.

El grupo de componentes de automoción Copo, con sede en Vigo, abrió en el 2001 la firma Dujo CopoFlex en la Habana, una de las principales proveedoras de colchones en la isla.

Otra decena larga de empresarios gallegos realiza operaciones comerciales periódicas desde hace años en Cuba, en sectores fundamentalmente relacionados con la alimentación y las materias primas.
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jueves, 26 de noviembre de 2009

Un gallinero en forma de relajo.

Por Luis Alberto Ramírez.

Cuando las tropas americanas estaban a punto de tomar Bagdad un periodista iraquí le preguntó al ministro de Hussein, Alí el Químico, qué pensaba de la ofensiva americana, el tipo le respondió: ¡Estamos ganando! El periodista insistió: ¿Y las tropas americanas que están llegando a Bagdad? El Químico dijo más fresco que una lechuga: ¡Vienen a rendirse!

El cinismo de esta gente (me refiero a los delincuentes que se hacen de las riendas de un país por casualidad, por bandoleros o por un bache de la historia) no tiene límites; ellos manejan el poder y se dan el lujo de manejar al mismo tiempo el cinismo a su antojo, todos son la misma cosa, no importa a que parte del mundo pertenezcan, que religión profesen, sean de cualquier ideología o simplemente hereden las riendas de una nación por obra y gracia de sus nexos familiares. El caso es que el país que se vea en la penosa necesidad de padecer de un espécimen de este tipo se muere si no interviene a tiempo el certero bisturí de una potencia extranjera.

Cuba es la muestra más visible de esta epidemia que amenaza con contaminar el continente sudamericano. En Cuba usan todo tipo de herramientas malévolas para atemorizar al pueblo, desde mítines de masas enardecidas en contra de los que poseen la razón y la verdad, hasta la cárcel, y el paredón si la situación lo amerita, si el escarmiento puede de alguna manera hacer metástasis en la conciencia y los temores nacionales.

La situación, después del paso de cetro entre hermanos, se ha puesto peor, a despecho del pensamiento pragmático de los cubanologos a nivel mundial, Raúl ha hecho todo lo contrario de lo que el mundo esperaba, incluso los cubanos. A principio fue poco a poco sembrando esperanzas en la conciencia nacional, e ilusiones en la opinión foránea; llegó hasta brindarle un ramo de olivo al presidente americano y prometió tantas cosas que de haberlas cumplido hubiera garantizado un acercamiento positivo con su enemigo del norte, que quizás hasta lo hubiera comprometido a levantar sus vilipendiadas sanciones económicas. Le hubiera dado un alivio al pueblo cubano que durante cincuenta años no ha tenido unas merecidas vacaciones, y hasta se hubiese podido legitimizar como buen gobernante en la conciencia nacional. Sin embargo, ha hecho todo lo contrario, ¿por qué?

Porque son delincuentes con el poder de un país en sus manos. Usan el cinismo porque es el arma más versátil y útil para alguien con un comportamiento antisocial y antihumano. Yo podría llenar este comentario con acontecimientos que han ocurrido en los últimos días en Cuba que demuestran hasta que punto puede ser usado el cinismo en defensa de una falacia, de una mentira, de un crimen social. Pero no me alcanzaría el espacio, solo con mencionar tres me bastan: El primero tiene que ver con el secuestro de Yoani Sánchez y la golpiza que le dieron esgrimiendo que ellos tienen el poder y no les da la gana de que nadie gane protagonismo a ningún nivel sin la autorización del estado. Aquí el cinismo es usado a hurtadillas, arremeten en contra de la valiente pero frágil mujer y no se hacen responsable de los hechos, incluso, ni siquiera le permiten obtener un informe medico de sus lesiones, lesiones provocadas a propósito, un abuso social ciudadano al cual no responden como cual cobardes y asustadas ratas.

El otro tiene que ver también con la familia Sánchez. El esposo de la valiente bloguera pide de manera cibernética un duelo verbal con los agresores y, como aparentes valientes mancebos, aceptan el duelo y proponen como campo de honor la esquina de la avenida de los presidentes y la calle 23 en el Vedado. Sin embargo, en lugar de comportarse como caballeros, preparan una turba, la enaltecen, y se la echan encima de Reinaldo Escobar, esposo de Yoani para que lo linchen emocionalmente y lo atropellen físicamente. He ahí la pura y fiel imagen del cinismo gubernamental, a falta de la verdad, a falta de argumentos, la fuerza bruta.

Ahora, el colmo del cinismo se cierne sobre los subsidios gubernamentales, Me gustaría preguntar, cual neófito: ¿Cuáles subsidios gubernamentales? Una mentira repetida muchas veces puede parecer cierta, pero jamás puede llegar a ser verdad.

Existe desde hace muchos años una guerra sicológica entre el gobierno de Cuba y el pueblo. Por la parte gubernamental el estado hace como si gobernara y los cubanos se hacen los gobernados, al final, es como dijera el poeta popular: “Cuba es un gallinero en forma de relajo, y todo el que está arriba caga al que está abajo”. No hay medicina gratis, ni alimentación subsidiada cuando el único empleador que existe no paga lo que obrero produce; lo menos que puede hacer el patrón, es cuidar la salud de quien produce. No hubo jamás un esclavista que dejara morir por hambre o enfermedad a sus medios básicos de producción, si tenía la solución a su alcance. En Cuba el estado no es paternalista, es justamente todo lo contrario, el estado cubano es netamente esclavista, en toda la extensión de la palabra; el gobierno cubano es uno de los peores esclavistas que ha sufrido la humanidad. Forma obreros sólo con el propósito de explotarlos, los entrega como usufructo a los inversionistas extranjeros y les congela el 98 por ciento de su salario. Forma médicos y los exporta como mercancía; especialistas, jineteras y hasta exporta disidentes y luego los deja entrar a Cuba y les roba todo lo que llevan en sus alforjas. ¿Eso se llama paternalismo? Está muy jodida la real academia de la lengua española si define una aberración tan grande como paternalismo.

Es una inmensa tragedia que el gobierno de Cuba maneje tan hábilmente la semántica, los significados de las palabras, las cosas a su antojo y conveniencia, pero más patético aun es que haya medios de información en el mundo que se hagan eco de una tan grande aberración.
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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Conga roja en 23 y G.

Por Miguel Cossio.

La violenta conga roja del viernes último contra el periodista Reinaldo Escobar en 23 y G, La Habana, vuelve a poner sobre el tapete la pregunta nacional: ¿cómo hallar una vacuna efectiva para esa especie de influenza porcina, que es el castrismo, inoculada ya en el cuerpo de la sociedad cubana?

En el plano táctico, Raúl Castro ha enviado un mensaje mafioso de que la calle es suya. Y a nivel estratégico, le ha dicho al presidente Barack Obama que no va a cambiar nada, ni va a hablar con él ni con nadie de derechos humanos o democracia.

Si uno repasa las imágenes del acto observará dos fenómenos conocidos pero exacerbados para la ocasión por la voluntad oficial: el uso de jóvenes como carne de cañón propagandístico y la reincorporación de la conga, como ariete musical de represión política. Alrededor de la turba, los agitadores repiten las mismas consignas y versos patrióticos, como los de Bonifacio Byrne.

Es la chambelona castrista, el aé, aé, aé degradado al pa'lo que sea, Fidel, pa'lo que sea, que resume el retroceso en el retroceso, en que se revuelca el régimen en su largo estertor. La vuelta histórica a la porra del machadato. A la música como dama de compañía de la represión. La ratificación de que, frente a nuevas situaciones, el raulismo apela al pasado, el empellón, el pescozón. El miedo para arrinconar cualquier intento de periodismo ciudadano en la esquina del activismo político, y tal vez en la cárcel o el exilio. Porque allá hasta el suspiro es político.

Y porque a fin de cuentas el mitin de repudio es la prueba más auténtica de la producción oficial: un ser colectivo perverso, capaz de arrastrar en público a quien disienta y orar después, en lo oscurito, por la muerte del sistema.

Uno se pregunta cuál podría ser el antídoto para este tipo de influenza porcina mezclada con cierto vampirismo colectivo a la inversa, que a plena luz del día ha desarrollado gusto por la represión y la sangre del que disiente (opositores, periodistas o Damas de Blanco).

El castrismo, acostumbrado a silenciar por medio de la cárcel, la censura, los mítines de repudio, el uso arbitrario del poder y la aplicación de una legislación fascista, nunca imaginó, ni previó que podrían salir voces contestatarias, como la de Yoani Sánchez, nada menos que de representantes de las nuevas generaciones, los jóvenes que supuestamente educó bajo la premisa de "seremos como el Ché".

e ahí que lo de la calle es de Fidel y de los revolucionarios, como le gritaban las turbas a Escobar, es el regreso a las fórmulas del pasado. El cambio en la sociedad cubana no está en la calle, territorio dominado por el pasado. La vacuna está en la cabeza de los cubanos, incluso en la de los propios represores. Y en los medios y en la imagen internacional, que a través de los blogs, Youtube y otras vías se puede ir asentando poco a poco en el pensamiento nacional.

Dice el compañero Ramiro Valdés que, para el gobierno, la tarea es domar el potro salvaje de las nuevas tecnologías. Ignora que en el mundo actual ningún país, ningún rincón está blindado contra la información, por muy cerrado que un régimen tenga el acceso. Esa es una lección que no ha asimilado. Una lección que en términos de imagen ya le ha costado cara.
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Más venganzas.

Por Laritza Diversent.

En la estación de policía, el oficial de guardia orientó a los agentes que llevaran a Rafael y a Dennis al hospital Miguel Enrique, situado en el mismo municipio, Diez de Octubre. Los dos estaban golpeados, con moretones en el rostro, rasponazos y quemaduras por fricción. Debían recibir atención médica y un certificado por lesiones y aliento etílico.

En el centro hospitalario, Rafael continúa ofendiendo a los oficiales. Uno de ellos, molesto, dice cómo llevará a cabo su venganza. Reconoció que Dennis no lo había golpeado, pero como él podía más que los dos marginales juntos, acusaría a Dennis de atentado.

Después de la valoración de los médicos, los condujeron de nuevo a la unidad policial. A Dennis lo encierran solo en un calabozo, para esperar que se le bajara la hinchazón. Hasta ese momento, nadie le preguntó nada, ni siquiera su nombre.

Al día siguiente, Dennis se percata que Rafael, al dar las generales de su amigo, había dado un nombre falso. Dennis reconoce que calló cuando la instructora Alejandrina, lo llamó por Roger. Sintió miedo. Y para supuestamente no empeorar su situación, firmó con ese nombre.

Sin saberlo, acababa de cometer su segundo delito, el de desobediencia, según la legislación penal vigente. No presentó documentos falsos, y tampoco la ley, en el momento de declarar, exige a los acusados ajustarse a la verdad. En todo momento, los órganos de justicia tiene la obligación de investigar y probar.

En dos ocasiones más, en cuatro meses, Dennis fue detenido por no llevar encima ningún documento identificativo. La instructora ya sabía que su nombre no era Roger. La primera vez, lo soltó. La segunda, decidió encerrarlo. Es cuando Dennis da sus datos. Buscan en sus antecedentes penales y sólo encontraron una multa de 20 pesos sin pagar.

A partir de ese momento, la instructora Alejandrina le aseguró que iría prisión. Bajaba a los calabazos sólo para repetirle: “Yo puedo más que tu, te voy hacer pagar todo lo que me hiciste pasar a mí”.

Con anterioridad, Alejandrina había confirmado a los familiares de Dennis, el testimonio dado por éste, de que los agentes lo habían golpeado. Al principio, ella sintió pena y lástima por un hombre joven, a quien además de recibir una golpiza, injustamente lo querían acusar de atentado.

Pero el nombre falso de Roger complicó la situación. Tal vez la instructora se ganó un regaño y, en venganza, decidió actuar contra Dennis Guerra. Los hechos hasta aquí relatados, no fueron expuestos ante el tribunal el día del juicio. Ni la parte acusadora ni la defensora hicieron referencias al mal proceder de la policía.

No se presentó como testigo el “caballito” de tránsito vial, ni se mostró el certificado médico de las lesiones recibidas por Dennis. Tampoco fue presentado el viejo Rafael, responsable principal de lo ocurrido el 3 de enero de 2009.
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Se habla de debate.

Por Miguel Iturria Savón.

El diario Juventud Rebelde, la revista Temas y el portal Cuba debate hablan a veces de debates. Supongo que sea el preámbulo de un tema soñado y pospuesto por la necesidad de supervivencia del grupo que se aferra al poder hace décadas. Tal vez la dinámica del siglo XXI, algunos reacomodos, negocios o intereses internaciones los conduzca en breve por el camino del diálogo y la apertura, para lo cual conviene rediseñar a la prensa insular, sujeta aún a batallas ideológicas, héroes y estadísticas poco creíbles.

Hablar de debates mientras se le niega el espacio a las fuerzas alternativas interesadas en democratizar a la sociedad, sacudir la parálisis institucional y liberar al mercado y a los ciudadanos de tantos controles absurdos, es una forma de ganar tiempo, omitir los hechos adversos y posponer los cambios que necesita la nación. La prudencia y el pragmatismo tienen sus límites.

A debatir se aprende debatiendo los problemas y las medidas que desaten el interés de la mayoría. Los temas de una revista académica que convoca un panel mensual de preguntas y respuestas, o algunas crónicas y acuses de recibo sobre aspectos tabúes en un diario capitalino quizás sean el inicio del deshielo. Un deshielo inmune al calor y a las voces soterradas.

Hay mucho lastre ideológico todavía, demasiado control sobre los medios de información y cuestiones prohibidas como la represión contra la oposición pacífica, los presos políticos y la ausencia de los derechos civiles en un país donde hasta los sindicatos son agencias de la Administración y el Partido comunista.

¿Cómo hablar de debates si la prensa obvia esos problemas y esquiva la corrupción, la centralización estatal, los precios abusivos, el cierre del mercado libre, las causas reales del desempleo y la miseria de millares de ancianos y mujeres que se prostituyen?

Ya se habla de ortografía, bullicios callejeros, pérdida de la jornada laboral y hasta de basureros urbanos y problemas con la vivienda. Se vocifera sobre pelota, el embargo comercial de los Estados Unidos y de los miles de médicos y maestros enviados por el gobierno cubano a otros países para enfrentar epidemias.

Más que debatir problemas esenciales la prensa, la radio y la televisión cuentan viejas historias que embellecen el discurso del poder. Si hay debate no es en estos medios, sino en las calles, las casas y ciertas instituciones. Internet, por ejemplo, pese al acceso limitado por precios y regulaciones del Ministerio de comunicaciones.

No percibo la polémica en Juventud Rebelde, en Temas ni en el portal Cuba debate, lastrados por el control oficial. Lo veo en algunos blogs y páginas virtuales que usan el ciberespacio sin permiso estatal. Es el caso de Generación Y, de Yoani Sánchez; del Semanario digital Primavera que dirige Juan González Febles, y de decenas de ciudadanos que escriben sobre los problemas del país.

Hay mucho ruido y pasión entre los bloggers, bitácoras personales, crónicas, fotos, enfoques contrapuestos, análisis y hasta especulaciones. Así es el diálogo en su comienzo, sin hegemonía orientada.

La polémica no predomina todavía. Más que gestos hacen falta medidas y sucesos que desaten los cambios y el debate público. El país se mueve a paso lento sobre el eje oxidado del socialismo, cuyas verdades repite la prensa hasta el cansancio. Criticar las formas y evadir los problemas equivale a excluir y escamotearle la voz a tantos ciudadanos y páginas prohibidas, omitidas por el Granma y otros medios que hablan de debate.
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martes, 24 de noviembre de 2009

Medidas energéticas.

Por Miriam Celaya.

Una curiosa cualidad del surrealismo socialista es que cuando una cree que ya lo ha visto todo la realidad te sorprende superando con creces cualquier desvarío de la imaginación. He aquí que según avanza la crisis general en Cuba y los hacendados de la resquebrajada cúpula ven disminuir las escasas monedillas destinadas a la distribución de la pobreza popular, arrecian las “medidas” para tratar de prolongar el limbo social que garantiza su permanencia en el poder.

Ahora el ahorro se ha convertido en el más importante rubro de la economía cubana y -como siempre ocurre- es también la meta principal de cada institución, centro de trabajo o entidad estatal. Ahorrar, dice la prensa oficial, es la palabra de orden, la opción de la supervivencia (¿de quién?) y una forma de ponernos a tono con la ecología. Sí, porque aquí cada adversidad se convierte de pronto en la oportunidad de hacernos virtuosos: debemos ahorrar energía porque somos unos despilfarradores irresponsables; en lo sucesivo, seremos defensores del equilibrio ecológico evitando la contaminación producida por el uso y abuso del combustible fósil que se utiliza para producir esa energía.

En lo que sí han sido enérgicas las autoridades es en la aplicación de medidas contra los derroches. En lo adelante, las oficinas de numerosos centros que ya habían sufrido “recortes” y solo se les permitía conectar los equipos de aire acondicionado a partir de la 1 de la tarde, ahora tienen absolutamente prohibido encenderlos a ninguna hora del día, tampoco se permite conectar los refrigeradores destinados al uso de los trabajadores; no importa si los equipos -en los que se invirtió una cantidad determinada de capital en divisas- se deterioran y se rompen por falta de utilización, la orden del momento es ahorrar… a cualquier costo. A este tenor, en algunas zonas del país se han instaurado largas horas de apagones y hasta existen empresas a las que se ha cortado el suministro de electricidad porque “se han sobregirado en el consumo”, adicionalmente, como profilaxis retroactiva, la prensa se encarga de divulgar cuáles son las provincias incumplidoras (y en consecuencia, más castigadas) y cuáles las destacadas.

Pero acaso una de las medidas más desatinadas en medio del gran desatino nacional es que el Centro Universitario José Antonio Echeverría (CUJAE), en el que se forman estudiantes de carreras técnicas de nivel superior, deberá cerrar desde el día 18 de diciembre hasta el nuevo año 2010 debido a que allí se ha producido un sobreconsumo eléctrico y no tendrán suministro energético suficiente para cubrir todo el calendario docente del mes de diciembre. Claro, los programas de estudio deberán mantenerse y cumplirse, así que en el mes de enero los profesores y estudiantes tendrán que enfrentar alguna reestructuración que permita impartir en menos tiempo la materia que deberían haber vencido en el período establecido por el programa original, con el correspondiente deterioro de la calidad en la enseñanza y el aprendizaje: un precio que deberán pagar, en primer lugar, los futuros ingenieros que allí se forman.

No sabemos si se habrá previsto la cuantificación de las pérdidas económicas en que se ha incurrido ya por concepto de “ahorro” y las que se seguirán produciendo, pero confiamos en que nuestros dirigentes darán, como nos han demostrado siempre, alguna respuesta inteligente a lo que está por venir. Tengo la seguridad de que al menos en lo tocante a la energía, se está trabajando mucho en la búsqueda de soluciones o en la creación de nuevas medidas de ahorro;  así lo refrendan las numerosas luces y equipos de aire acondicionado que permanecen encendidos día y noche en las oficinas del Ministerio de la Industria Básica, en la avenida de Carlos III, Centro Habana. Soy testigo de esa consagración.
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viernes, 20 de noviembre de 2009

La falta de divisas asfixia a los cubanos.

Por Mauricio Vicent.

Cuba se adentra de nuevo en la negrura de la crisis. La falta de liquidez, que siempre ha sido la espada de Damocles de la economía cubana, es ahora asfixiante. En los últimos nueve meses el intercambio comercial se redujo un 36%, y de esta caída el 80% corresponde a las importaciones. El desabastecimiento en las tiendas de divisas es general y hay recortes leoninos en el consumo eléctrico para evitar los apagones. Algunas empresas han cerrado. El Gobierno ha comenzado a eliminar subsidios y gratuidades sociales, y se pide a la gente "apretarse el cinturón" porque las restricciones en 2010 serán mayores.

Los llamados al ahorro y a la austeridad son normales y cíclicos en Cuba. Pero esta vez el río parece que lleva piedras. La situación financiera de Cuba es grave. "Muy grave", asegura un economista que no quiere publicidad. Confirma lo que es sabido desde hace meses en despachos de hombres de negocios y embajadas: ya son cientos los empresarios extranjeros que no pueden transferir el dinero que tienen depositado en sus cuentas en bancos cubanos. No hay fondos. Se calcula que hay alrededor de 600 millones de dólares (unos 400 millones de euros) inmovilizados, la mitad de ellos españoles. Pero es sólo una estimación.

El propio Raúl Castro reconoció en octubre al ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que la situación es muy delicada. El presidente cubano dijo a Moratinos que su país cumplirá sus compromisos, pero advirtió que no hay soluciones de inmediato y que habrá que negociar calendarios en cada caso.

Según economistas independientes, este año por primera vez el Producto Interior Bruto (PIB) de la isla podría decrecer después de varios años de números positivos. En 2006, el crecimiento fue del 12,1%; en 2007, del 7,3%, y del 4,3% en 2008. Este año las autoridades pronosticaron un 6% de aumento del PIB, pero después lo redujeron a un 1,8%.

Según el Gobierno, varios factores influyen en la crisis actual: la recesión internacional; la caída de los precios de sus productos de exportación, cuando han subido los de los alimentos y combustibles que importan; las secuelas de los huracanes que arrasaron la isla el año pasado, dejando pérdidas equivalentes a un 20% del PIB; y los efectos del embargo estadounidense. No se menciona otro asunto que para muchos es vital: la ineficiencia demostrada de la economía socialista y la falta de reformas que reactiven la productividad.

Las importaciones cubanas, que el año pasado llegaron a los 14.000 millones de dólares, este año se reducirán cerca de 4.000 millones. Otra cifra: en el mes de agosto, las importaciones de España cayeron un 60%.

En la calle, los efectos de la crisis son visibles. En los anaqueles de las tiendas de divisas, donde obligatoriamente hay que comprar artículos de primera necesidad (desde el aceite de cocinar al champú), cada vez hay menos cosas, y a precios excesivos para la mayoría. Las mercancías faltan. Y en la misma medida se incrementan las exhortaciones al ahorro, sobre todo de energía eléctrica. Cada empresa y cada provincia tienen un estricto plan de consumo que se revisa a diario. En las tiendas y centros laborales del Estado se prohíbe usar el aire acondicionado durante gran parte de la jornada, y empresas que no aportan divisas a la economía han sido cerradas.

El Gobierno, mientras tanto, empieza a desmantelar el sistema de subsidios y gratuidades sociales. La eliminación de los comedores obreros, que ha comenzado como experimento en cuatro ministerios, se extenderá a los 24.500 comedores que existen en todo el país (con la medida se espera ahorrar 350 millones de dólares).

La semana pasada, salieron de la libreta de racionamiento los guisantes y las patatas, que ahora se comercializarán mucho más caros. Y es sólo el principio. El vicepresidente cubano, Ricardo Cabrisas, reconocía a principios de mes al comisario europeo de Cooperación, Karel de Gucht, que sólo quedarán las gratuidades reconocidas por la Constitución, es decir, la educación y la salud.
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Oleada de viajes a Cuba tras la apertura en EU.

Por Gerardo Arreola.

El interés de ver a la familia pudo más que la crisis. Después de que Barack Obama abrió las puertas, los cubanos que viven en Estados Unidos han arribado a la isla como nunca y sus viajes pueden llegar este año al nivel sin precedente de 200 mil, estima Francisco Aruca, veterano operador de esos vuelos chárter.

Participante en los diálogos de la emigración con el gobierno cubano, como los de 1978, 1994 y 1995, Aruca piensa que un nuevo encuentro tendría que ampliar la agenda a puntos como el interés de los emigrados por comprar vivienda, hacer efectivo un seguro médico o invertir en la isla, o al caso de los balseros que se fueron en los pasados 15 años y a quienes La Habana no permite volver al país.

La vida de Aruca, de 68 años, resume un tramo álgido de la historia cubana reciente. Apoyó a la insurrección que triunfaría en 1959, pero se unió a los católicos que se opusieron al nuevo poder. Cayó preso, fue condenado a 30 años de cárcel y se fugó sorprendentemente de la fortaleza colonial de La Cabaña, aprovechando un día de visita familiar. Estuvo asilado un año y medio en la embajada brasileña, se exilió en Estados Unidos, donde se graduó de economista y trabajó, hasta que en la década de los 70 se convenció de que los emigrados tenían que hablar con el gobierno cubano, idea que impulsó a través de la revista Areíto. En 1979 creó la agencia de viajes chárter Marazul, que enlaza las dos orillas del estrecho de la Florida. Ahora, en Miami, tiene un programa radial de comentarios políticos, que comparte con el periodista Edmundo García.

Aruca habló en La Habana con La Jornada y recordó que en 1979, bajo el gobierno de Jimmy Carter, hubo festejo cuando llegaron a la isla 100 mil pasajeros cubanos desde Estados Unidos. En la época de Bill Clinton también hubo alza, pero nunca como ahora. Si se confirma el ingreso de 200 mil cubanos desde Estados Unidos, este año serían el segundo mayor flujo de turistas a la isla, sólo después de los canadienses.

En abril pasado Obama cumplió su promesa electoral de eliminar todas las restricciones -endurecidas por George W. Bush- a los viajes de los cubanos a su país. Aruca dice que ahora hay cerca de 50 vuelos semanales, entre los que vienen de Miami a La Habana (al menos 31), los que aterrizan en las provincias de Camagüey, Cienfuegos, Santiago de Cuba y Holguín y los que llegan a la capital desde Nueva York y Los Ángeles.

Recuerda que eran tan asfixiantes las restricciones en el gobierno de Bush, que los cubanos viajaron a la isla por terceros países, como México o Bahamas. Sólo por esa vía pudieron haber volado unas 10 mil personas al año. En Gran Caimán, el avión a La Habana salía después de que llegaba el de Miami, porque venía cargado de cubanos. Y apunta que también se usaron trucos, como fingir viajes por motivos religiosos, de autorización más flexible en la época.

-¿Eso cambió con la liberación actual?

-Ahora se hace legal lo que antes era ilegal. Aun así, hasta donde sabemos, siguen viniendo miles de cubanos por terceros países. Mi opinión es que todo lo hacen para quitarse de arriba toda la chiveta (problema) que puede haber en Miami en términos de equipaje.

-¿Cuáles son las regulaciones de equipaje para acá?

-En la época de Bush decían más claro que nunca que los pasajeros que venían a visitas familiares se suponía que no trajeran exceso. Siempre se han permitido 44 libras (casi 20 kilos). Por encima de eso se cobra exceso. Nosotros estamos cobrando un dólar la libra, antes se cobraban dos. Ahora, todavía no está claro cuánto exceso de equipaje se puede traer y por eso hay gente que sigue viniendo por terceros países. Parte de las regulaciones se refiere a exportación de productos de Estados Unidos.

“Y si al Tesoro le da la gana, puede decir que ese exceso de equipaje es exportación de productos, porque obviamente no son efectos personales. Por lo tanto, seguimos bregando con áreas grises, que dependen de la implementación.”

-¿Qué ha influido más entre los cubanos que viven en Estados Unidos: el interés de viajar a Cuba o el peso de la crisis?

-Está predominando el interés de viajar. Eso no nos sorprendió. El cubano es un tipo para el cual su familia es muy especial. Los cubanos que llegaron a comienzos del periodo revolucionario no son así, porque no dejaron familia. El cubano que llegó hasta el 61, 62, se llevó hasta el gato. El cambio empezó, sobre todo, a partir de 1980. Desde entonces, el que sale es muy diferente. Y esa gente sí que no se pudo llevar a todo el mundo y, por tanto, quiere venir. Añadiría que eso quedó demostrado cuando el desplome del mundo socialista, cuando vimos que su familia y sus amigos eran además sus socios. Muchos de los hornos que hacían pizzas cuando se abrieron los paladares (restaurantes familiares) y muchos de los equipos para talleres personales que empezaron a arreglar automóviles se compraban con moneda fuerte y ésta la mandaban los familiares. Ya sea que lo hacían por amor y quedaba ahí, o lo hacían diciendo guárdame el 20 por ciento, el 30.

-Eso es lo que se ve en las encuestas…

-Cuando te dan sus respuestas entre cubanos inscritos para votar… a lo mejor 52 por ciento todavía están en contra de que se permitan los viajes a Cuba de familias cubanas y de estadunidenses en total. Ahora, haces una encuesta entre cubanos de Miami, del condado de Dade, cubanos inscritos o no inscritos, 65 por ciento están diciendo que se permita viajar hasta a los estadunidenses. Todo indica que el futuro es en esa dirección en Miami. La derecha cubana lo sabe, lo reconoce, pero la derecha es un problema de tiempo.

-¿Cuánto tiempo pueden quedarse acá los cubanos que vienen de Estados Unidos?

-Pueden venir cuantas veces quieran, por el tiempo que deseen. Antes de esta regulación Cuba ya había establecido el pasaporte habilitado. Ya no existe el permiso de entrada. Se pedía aquí, directamente en La Habana, o a través de la Sección de Intereses, pero los de viajes familiares se obtenían a través de (la agencia de viajes cubana) Havanatur. Cuando llegabas al aeropuerto te estaban esperando con una lista de nombres. Era una contradicción y una ofensa, porque un ciudadano no tiene por qué estar pidiendo permiso a su gobierno para entrar al país. Eso ya no existe. Con el pasaporte habilitado un cubano puede venir. Te lo dan por seis años y se renueva cada dos, y puedes usarlo desde cualquier nación del mundo. El que viene puede quedarse hasta por 90 días. O sea, a los 89 días te pasas dos días en México y puedes regresar.

-Como veterano de los diálogos del gobierno cubano con la emigración, ¿cómo ve ahora ese proceso?

-Está pendiente una nueva reunión. La última que hubo, en marzo de 2008, fue de gente más bien solidaria con la política cubana y contra el embargo. Todas las anteriores siempre han tenido un carácter político, opuesto a la política exterior estadunidense, aunque mucha gente que estaba en esa posición también tuviera diferencias con Cuba. Ahora me gustaría que se entienda en la isla que hay puntos legítimos de parte de los cubanos que viven en el exterior.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, que se pueda venir a Cuba y comprar aquí una vivienda, que se puedan tener aquí servicios de salud. Puedes estar seguro de que un número enorme de cubanos en Miami no tienen esos servicios. Estoy convencido de que va a llegar el día en que una compañía de seguros en Estados Unidos diga la hospitalización es en Cuba. Ya eso bajaría los costos enormemente y, por supuesto, significa un acuerdo con Cuba. Otros ejemplos: venir a retirarse, el regreso de los balseros después del 95, la posibilidad de la inversión acá…

-¿Qué regreso de balseros?

-Los que salieron en balsa después de los acuerdos migratorios de 1994 y 1995. La cifra exacta no se conoce, pueden ser 20 o 30 mil. A ellos no los han dejado regresar, hace 15 años que no visitan a sus familias. Están peor que la gente de Mariel, que sólo esperaron cinco, seis años. Nuestra posición es que se evalúe una política migratoria que acabe de darse cuenta de que 95 por ciento de esa gente lo que quiere es venir en paz. Edmundo García fue a una reunión que hubo hace poco en Nueva York con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, y le preguntó sobre este caso. Y éste le contestó, casi textualmente, que es un problema al que hay que buscarle solución, siempre y cuando no cree un conflicto con el gobierno estadunidense. Pero Estados Unidos sabe que Cuba no estimula las salidas ilegales.

-¿Un nuevo encuentro implicaría abrir la agenda?

-Como mínimo debiera tratar de encontrar cuáles son estos puntos. De qué manera más metódica puede el gobierno cubano abordar las necesidades de sus emigrados.

-¿En alguna de esas reuniones se han tocado las regulaciones migratorias que se aplican en Cuba, como el permiso de salida?

-En 1978, definitivamente. Después se abren los vuelos de la comunidad. Fue uno de los acuerdos. También se liberó como a 3 mil presos políticos. En las de 94 y 95 se volvió a hablar de facilitar las salidas, pero más que nada de la inversión de los emigrados.

-¿Qué han hablado de la próxima reunión?

-No se ha anunciado, pero ya se ha dicho a nivel privado. Bruno Rodríguez le dijo a Edmundo que está planeada para el 27, 28 y 29 de enero. Esa reunión ya se había convocado para abril, luego se pospuso para noviembre y ahora para enero. Me inclino a creer que va a empezar a dar pasos en la dirección de acercarse a la emigración, lo que no sé es hasta dónde va a llegar. Y no hay agenda todavía, que yo sepa. Cuba no se caracteriza por hacer agendas tres meses antes.

-¿Qué tan cercana se ve la autorización para que todos los estadunidenses puedan viajar a Cuba?

-No estoy seguro de que logre aprobarse, aunque hay cambios: por primera vez la industria estadunidense de viajes, inclusive grandes corporaciones como Orbitz y asociaciones que representan aerolíneas, empresas turísticas, ya no es que dicen que están en favor, sino que están trabajando para que se abra.

-Se está moviendo el sector…

-Sí, activamente. Lamentablemente el proceso político estadunidense está muy matizado por el dinero. Los lobbys hacen contribuciones. En el pasado el lobby cubanoestadunidense de derecha compraba los votos de decenas de congresistas demócratas. No veo la apertura por la vía legislativa, tengo serias dudas de que se apruebe, aunque se sabe que Obama no la vetaría. Hasta donde yo sé, el dinero que gasta la industria privada de viajes a favor de que levanten la prohibición para ir a Cuba se ha hecho en el espíritu de la ley. El lobby cubano le suelta plata a quien tenga que soltársela.

-¿Cómo pudo abrir Clinton?

-Lo que hizo Clinton -y hay gente que dice que por ahí puede que venga ahora- fue el programa people to people, visitas de pueblo a pueblo. Empezó a facilitar la relación entre profesionales, como arquitectos e ingenieros de Estados Unidos con sus colegas cubanos. Hay analistas y congresistas que dicen que ahora ésa es la vía. Carter pudo abrir totalmente porque entonces no había ley Helms-Burton, que es lo que obliga ahora a que sea necesaria una acción legislativa.
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jueves, 19 de noviembre de 2009

El régimen reconoce congelación de cuentas de corporaciones extranjeras.

Por Gerardo Arreola.

Cuba reconoce, por primera vez, haber congelado cuentas de empresas extranjeras. Los fondos se calculan en mil millones de dólares, estiman fuentes financieras. Un año después que estalló la crisis, el gobierno cubano reconoció este lunes por primera vez en público, aunque tácitamente, la congelación de cuentas bancarias de cientos de empresas extranjeras, pero se abstuvo de ofrecer señales de cuándo repondrá esos fondos, que fuentes comerciales calculan en cerca de mil millones de dólares. “Aun cuando la complejidad de la situación actual nos ha obligado a adoptar diversas medidas restrictivas, incluido el retraso en el pago a suministradores, éstas tienen carácter coyuntural y puedo asegurarles que tenemos la mayor voluntad de diálogo con nuestros socios económicos y que Cuba continuará siendo un mercado confiable y cumplidor con sus compromisos”, dijo el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca. El canciller español Miguel Ángel Moratinos dijo aquí hace dos semanas, después de hablar con el presidente Raúl Castro, que el mandatario se comprometió “personalmente” a descongelar las cuentas de las empresas españolas. Hacia noviembre de 2008 algunos empresarios extranjeros notaron retrasos en sus transferencias al exterior, sobre saldos positivos en sus cuentas en los bancos Financiero Internacional y Metropolitano. Los casos crecieron y se convirtieron en una norma que dominó 2009, provocando un hoyo negro cuya vía de solución aún se desconoce. Fuentes empresariales dijeron que en las últimas semanas algunas firmas han recibido avisos de que sus cuentas serán respaldadas parcialmente, a cambio de que reanuden suministros a la isla. “El problema es que seguimos con fondos bancarios que se han convertido en papel y no sabemos qué terreno pisamos ahora”, dijo un hombre de negocios. En esas cuentas las empresas extranjeras han recibido los pagos de sus acreedores en la isla, por lo cual la crisis no es por adeudos, sino por la pérdida de valor de depósitos bancarios, lo que ha provocado un estado de incertidumbre sobre la solvencia de los bancos. La mayoría de los proveedores extranjeros afectados paralizaron sus embarques. Algunos insistieron en reclamar sus fondos y cobraron, pero perdieron su licencia de operación en el país. Malmierca inauguró la feria comercial anual de La Habana, en la que informó que al tercer trimestre el intercambio de la isla se redujo en 36 por ciento respecto del mismo periodo del año anterior. Agregó que en esa caída, 80 por ciento corresponde a las importaciones. No están disponibles los datos comerciales actualizados, pero el año pasado Cuba exportó bienes por 3 mil 780 millones de dólares e importó 14 mil 500 millones de dólares, según informes oficiales. Malmierca dijo que el retroceso se debe a dificultades de financiamiento, encarecimiento de las importaciones, la crisis global y el bloqueo estadunidense. Por una excepción legal Cuba compra alimentos a Estados Unidos, pero este año la factura cayó 37 por ciento, para llegar a 590 millones de dólares, informó el presidente de la importadora Alimport, Igor Montero. Tras ocho años de ausencia en la feria, la Unión Europea (UE) abrió un pabellón, que fue inaugurado por el comisario europeo para el Desarrollo y la Ayuda Humanitaria, el belga Karen de Gucht. El canciller Bruno Rodríguez repitió a De Gucht la petición cubana de cesar la “posición común” de la UE, que condiciona la ayuda comunitaria a cambios políticos en la isla, pero reconoció el “desarrollo positivo” de las relaciones entre Bruselas y La Habana. De Gucht dijo que espera discutir “las condiciones para dar nuevos pasos” en la cooperación bilateral
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Crisis energética en Cuba.

Por Marc Frank.

Cuba ordenó a todas las empresas estatales adoptar "medidas extremas" hasta fines de año, con la esperanza de evitar los temidos apagones que enfrentó la isla tras el colapso en 1991 de su antiguo benefactor, la ex Unión Soviética. Funcionarios del Gobierno han advertido que la isla enfrenta una situación "crítica" por la escasez de energía, que obliga al cierre de fábricas y talleres, según un documento oficial al que Reuters tuvo a acceso. "La situación que confrontamos con la energía eléctrica es crítica y de no adoptarse medidas extremas tendremos que recurrir a los apagones programados, afectando a la población", según una nota del Consejo de Ministros a la que Reuters tuvo acceso. "Los directores de Uniones y Empresas (...) realizarán un análisis de las actividades que paralizan o redimensionan, dejando aquellas que garantizan exportaciones, sustitución de importaciones y servicios básicos a la población", dijo otro documento de la Industria Ligera. El Gobierno había advertido en el verano que podría recurrir a los indeseados apagones si se mantenía el excesivo consumo energético. Las autoridades de la isla instaron en junio pasado a reducir en al menos un 12 por ciento el consumo eléctrico en oficinas y fábricas, que son controladas en un 90 por ciento por el Estado, o enfrentar cortes eléctricos obligatorios. La prensa estatal publicó poco después cifras que evidenciaban la eficacia de las medidas para el ahorro de energía y disminuyeron las advertencias. El presidente Raúl Castro ha dicho que la intención no es repetir la experiencia de la década de 1990, cuando la desaparición de la Unión Soviética y la pérdida del suministro estable de petróleo llevó a prolongados apagones en el sector residencial. La única explicación hasta ahora es que el país no puede consumir más combustible del que el Gobierno puede pagar. La situación no es tan grave como en la década de 1990, debido a que la isla recibe 93.000 barriles diarios de petróleo, o casi dos tercios de lo que consume, de su aliado Venezuela. Cuba paga su factura petrolera con el suministro de personal médico y otros profesionales al país sudamericano. Cuba, como otros países del Caribe, ha sido duramente golpeada por la crisis financiera mundial, reduciendo los ingresos de las principales exportaciones, agotó créditos y redujo las inversiones extranjeras. El Gobierno comunista de la isla también se enfrenta a duras sanciones de Estados Unidos, incluyendo la incapacidad para acceder a las instituciones financieras internacionales. Cuba aún se recupera del embate de tres huracanes en el 2008, que dejaron pérdidas por más de 10.000 millones de dólares, según cifras oficiales. Para enfrentar la crisis financiera global, el país ha reducido gastos e importaciones, suspendió los pagos de la deuda y congeló cuentas bancarias de empresas extranjeras. La pasada semana, la isla informó que se había reducido el comercio en un 36 por ciento, debido principalmente a un recorte de más del 30 por ciento de las importaciones.
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Las importaciones se desploman y se agrava el desabastecimiento.

Por Mauricio Vicent.

Cuba se adentra de nuevo en la negrura de la crisis. La falta de liquidez, que siempre ha sido la espada de Damocles de la economía cubana, es ahora asfixiante.

En los últimos nueve meses el intercambio comercial se redujo un 36%, y de esta caída el 80% corresponde a las importaciones. El desabastecimiento en las tiendas de divisas es general y hay recortes leoninos en el consumo eléctrico para evitar los apagones. Algunas empresas han cerrado. El Gobierno ha comenzado a eliminar subsidios y gratuidades sociales, y se pide a la gente "apretarse el cinturón" porque las restricciones en 2010 serán mayores. El Estado sólo mantendrá la gratuidad en salud y educación Los llamados al ahorro y a la austeridad son normales y cíclicos en Cuba. Pero esta vez el río parece que lleva piedras. La situación financiera de Cuba es grave. "Muy grave", asegura un economista que no quiere publicidad. Confirma lo que es sabido desde hace meses en despachos de hombres de negocios y embajadas: ya son cientos los empresarios extranjeros que no pueden transferir el dinero que tienen depositado en sus cuentas en bancos cubanos. No hay fondos. Se calcula que hay alrededor de 600 millones de dólares (unos 400 millones de euros) inmovilizados, la mitad de ellos españoles. Pero es sólo una estimación. El propio Raúl Castro reconoció en octubre al ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que la situación es muy delicada. El presidente cubano dijo a Moratinos que su país cumplirá sus compromisos, pero advirtió que no hay soluciones de inmediato y que habrá que negociar calendarios en cada caso. Según economistas independientes, este año por primera vez el Producto Interior Bruto (PIB) de la isla podría decrecer después de varios años de números positivos. En 2006, el crecimiento fue del 12,1%; en 2007, del 7,3%, y del 4,3% en 2008. Este año las autoridades pronosticaron un 6% de aumento del PIB, pero después lo redujeron a un 1,8%. Según el Gobierno, varios factores influyen en la crisis actual: la recesión internacional; la caída de los precios de sus productos de exportación, cuando han subido los de los alimentos y combustibles que importan; las secuelas de los huracanes que arrasaron la isla el año pasado, dejando pérdidas equivalentes a un 20% del PIB; y los efectos del embargo estadounidense. No se menciona otro asunto que para muchos es vital: la ineficiencia demostrada de la economía socialista y la falta de reformas que reactiven la productividad. Las importaciones cubanas, que el año pasado llegaron a los 14.000 millones de dólares, este año se reducirán cerca de 4.000 millones. Otra cifra: en el mes de agosto, las importaciones de España cayeron un 60%. En la calle, los efectos de la crisis son visibles. En los anaqueles de las tiendas de divisas, donde obligatoriamente hay que comprar artículos de primera necesidad (desde el aceite de cocinar al champú), cada vez hay menos cosas, y a precios excesivos para la mayoría. Las mercancías faltan. Y en la misma medida se incrementan las exhortaciones al ahorro, sobre todo de energía eléctrica. Cada empresa y cada provincia tienen un estricto plan de consumo que se revisa a diario. En las tiendas y centros laborales del Estado se prohíbe usar el aire acondicionado durante gran parte de la jornada, y empresas que no aportan divisas a la economía han sido cerradas. El Gobierno, mientras tanto, empieza a desmantelar el sistema de subsidios y gratuidades sociales. La eliminación de los comedores obreros, que ha comenzado como experimento en cuatro ministerios, se extenderá a los 24.500 comedores que existen en todo el país (con la medida se espera ahorrar 350 millones de dólares). La semana pasada, salieron de la libreta de racionamiento los guisantes y las patatas, que ahora se comercializarán mucho más caros. Y es sólo el principio. El vicepresidente cubano, Ricardo Cabrisas, reconocía a principios de mes al comisario europeo de Cooperación, Karel de Gucht, que sólo quedarán las gratuidades reconocidas por la Constitución, es decir, la educación y la salud.
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miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Preparados para el libretazo?

Por Odelín Alfonso Torna.

Cualquier orientación del Partido Comunista o el Gobierno que caiga sobre nuestras espaldas, difícilmente logrará cogernos movidos. Lo que viene, venga de donde venga, suele primero canalizarse a fuerza de experimentos sobre la sociedad. Y luego, fuese cual fuese el parecer del público encuestado soplo a soplo, la medida gubernamental caerá por su propio peso.

Sobre la libreta de racionamientos, engendro de la “revolución cubana” que vio la luz el 24 de marzo de 1962, muchos se preguntan si desaparecerá o no. Se dice que sus días están contados, que se limitará sólo a algunos productos, o que serán los jubilados, casos sociales y enfermos que requieran una dieta especial, los únicos portadores del documento.

¿Dejara de existir dicho documento? ¿Perdería el proletariado su segunda cédula en importancia después de la identificación personal?

Con la libreta sobrevivimos a golpe de calorías importadas o de laboratorio, compramos el pollo de navidad y fin de año. Con la libreta conseguimos un desglose habitacional, un cambio de dirección, un paquete de almohadillas sanitarias o de vez en cuando, un termómetro chino en la farmacia del barrio.

Todavía existen detractores que se resisten a la idea de seguir con la libreta de productos normados, por considerarla una cruz que el poder centralizado arrastra por más de 50 años. Pero en cuanto a desaparecer los racionamientos tradicionales por habitante, que también se añade a la eliminación paulatina de los comedores obreros y a las chequeras temporales de enfermos y desvalidos, debo sugerir que desataría la hambruna entre el 70 por ciento de la población.

Sé de núcleos familiares que venden su cuota mensual de arroz, leche en polvo, granos, café y cigarros. Es cierto que algunos lo hacen para alimentar vicios y sinvergüencerías de toda índole; pero la mayoría, con ese dinero suplen otras necesidades básicas como medicinas o alimentos no comercializados por el Estado.

¿Cuántos cubanos estamos preparados para ese libretazo que se avecina?

Si la eliminación de la libreta de racionamientos significa convertir los subsidios históricos en una oferta liberada, tan prohibitiva como la economía informal, ¿hasta dónde estiraríamos el salario mensual?

Dicen que para el mes de diciembre se unen a los ya liberados chícharos y la papa, el aceite a 18 pesos la libra, el paquete de café a 8 y los frijoles colorados a 6 pesos.

Es posible que estemos preparados. De hecho, cada familia cubana consume alimentos a sobreprecio porque lo racionado se agota los primeros 12 días del mes. Teóricamente la balanza se inclina a favor del Estado, quien tiene que importar el 80% de los alimentos subsidiados. A falta de otros víveres imprescindibles, el cubano promedio consume alrededor de 150 libras de arroz por año.

Me considero en el bando de los que apuestan porque se mantenga la cartilla de racionamiento. Prescindir de esta, o en el mejor de los casos, limitar sus cuotas, sería un desajuste total para la economía del hogar; más cuando signifique comprar a tiempo completo arroz, granos, azúcar, café, pasta dental y jabón a sobreprecio.

De todas formas, intencional o no, el asunto no pasa de ser un rumor. Ahora, de que estemos preparados para el libretazo final, está por ver. Si por fin se deciden al menos que nos dejen coger el último cuarto de pollo para Nochebuena.
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La burla de 'papá estado' .

Por Yaxys Cires Dib.

La última consigna del régimen es que no se puede esperar todo de "papá estado" y hay que reconocer que no le falta razón. Sin embargo, para no caer en los espejismos y despistes de siempre deberíamos preguntarnos: ¿qué ofrece actualmente "papá estado" a los ciudadanos?

La interrogante no sería necesaria si a cada rato no tuviéramos que leer noticias sobre el deterioro, reducción o posible desaparición de servicios o subsidios que el estado cubano ha ofrecido. Desde hace año, esta situación se hace patente en sectores esenciales para la propaganda del régimen como es el sistema de salud, afectado por la precariedad de sus instalaciones, escasez de medicamentos y por los problemas de personal. Las dificultades se hacen extensivas hasta el vaso de leche que se prometió y que no se ha proporcionado.

El remedio, la libertad.

En todo caso, hablemos de desidia o de paternalismo, el remedio es la libertad. Ante un estado que se repliega cada vez más, quedándose solamente en el adoctrinamiento y control, similar al de un padre de familia que no garantiza la alimentación de su prole, pero si está con la correa en mano para decirle lo que tiene que hacer, la necesidad de libertad no es sólo acuciante para evitar la dependencia, sino para subsistir. Se necesita libertad para no depender de papá, pero también porque papá se preocupa cada vez menos.

Es fácil, si el régimen no quiere que la gente dependa del Estado la persona ha de tener el derecho a pensar, decidir y actuar libremente. Lo primero que el actual régimen cubano debería hacer es despenalizar la iniciativa privada, establecer un marco jurídico que permita crear empresas y poder desarrollar libremente actividades mercantiles. Además, habría que ofrecer garantías, para asegurar que "papá estado" no se adueñará nuevamente de las propiedades y derechos de los ciudadanos.

También debe permitirse la libertad de prensa, para que los medios ejerzan el auténtico derecho a criticar las malas políticas; en definitivas, tal y como dice son más prósperas las sociedades donde mayor libertad de prensa y expresión existen. Lo contrario es lo que quedó patente recientemente cuando Juventud Rebelde eliminó de su edición un artículo que criticaba "la excesiva centralización".

Justicia social.

Sin embargo, la solución también tendría que ver con la justicia social. Precisamente, porque para saber el verdadero grado de dependencia de los ciudadanos el gobierno debería decir a los trabajadores cuál es el valor real de su trabajo y en caso de que el pago sea menor que el mismo (que lo es), decir a dónde va a parar la diferencia. Las cifras exactas. Esa sería una de las medidas anti-paternalismo más importantes. Ahí nacerían preguntas obligatorias: ¿se corresponde la parte que dejan de pagar a los trabajadores con la cantidad y calidad de los servicios que ofrecen? ¿Realmente existe la gratuidad, y por tanto dependencia, como "papá estado" dice?

Cuando se cumplan las dos premisas anteriores, es decir, libertad y justicia social, entonces se podrá hablar de responsabilidad e independencia. Sería ese el momento y no ahora cuando los dirigentes y sus portavoces estarían legitimados para pedir a los trabajadores que no esperen todo de "papá estado" (aunque cada vez se espera menos). También sería el momento de hablar de impuestos, de eliminación de subsidios y una serie de acciones y sacrificios de los que se habla hoy faltando a cualquier sentido de solidaridad.

Arreglar el entuerto cubano lleva determinación y no estar dando brochazo por doquier para ver qué dice la gente y entretener a las agencias noticiosas. Hay muchas medidas que se pueden tomar, por ejemplo, ahora que cierran los comedores obreros, se debería dar la posibilidad de abrir negocios gastronómicos. Pero también hay que ser humilde para reconocer que se necesita de la participación más activa de la sociedad civil en determinados servicios. Si algo ha demostrado la sociedad civil es que sabe reinventarse y responder a las necesidades que van surgiendo y a las cuales "papá estado" no puede, no quiere o se le ha olvidado responder.
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jueves, 12 de noviembre de 2009

Cinco días que conmovieron a la embajada de Estados Unidos en Cuba.

Por Gerardo Reyes.

Pasajeros procedentes de La Habana desembarcan de un avión de Pan American en el aeropuerto de Miami en enero de 1961. Los viajeros abandonaron la capital cubana luego de la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.

La pregunta quedó sin resolver.

Ninguno de los miembros del somnoliento equipo del embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl E. T. Smith, se atrevió a dar una respuesta definitiva cuando el diplomático preguntó si alguien tenía idea de qué clase de gobierno impondrían los rebeldes del Movimiento 26 de Julio que a esa hora escalaban al poder en La Habana.

Eran las 10 de la mañana del primero de enero de 1959 y Estados Unidos no sabía si Fidel Castro era comunista.

"Nuestra información sobre el asunto hasta hoy es peligrosamente inconclusa'', escribió Smith un mes antes, en un telegrama secreto, al pedir ayuda a sus jefes en el Departamento de Estado para establecer "más allá de cualquier duda'' en qué medida el movimiento de Castro estaba penetrado por el comunismo internacional.

Quizás fue esa desorientación política, esa peligrosa incertidumbre, la que determinó en gran parte la angustia y confusión que se vivió en la sede diplomática en los días siguientes al triunfo de la revolución, cuando miles de estadounidenses, entre residentes, estudiantes y turistas, pedían información a su gobierno sobre cómo salir de la isla.

Los tropas de Castro y la embajada, los dos centros de poder más organizados en medio del desconcierto, no sabían en qué dirección se movería el otro y cada uno seguía muy de cerca las maniobras del contrario.

Armados de desconfianzas y expectativas, ambas fuerzas pulsaron su autoridad procurando imponer sus órdenes. Estados Unidos estuvo a punto de enviar submarinos y fragatas de guerra para rescatar a los americanos. Pero al final, ambos poderes terminaron por entenderse en las cosas prácticas sin un solo disparo ni un rasguño de por medio.

La feroz batalla ideológica vendría después y estaría marcada por esa misma sensación de oscurantismo que confesó Smith en su telegrama, pero esta vez a nivel presidencial.

En efecto, el propio presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, a menos de cinco días del triunfo de la revolución, se reunió con el director de la CIA, Allen Dulles, para reclamarle que ‘‘por una u otra razón los elementos principales de la si-tuación cubana no le habían sido presentados'', según un reporte de la reunión.

Los detalles de cómo se vivieron esas horas de tensión tras las paredes del edificio de la embajada de Estados Unidos en el malecón habanero quedaron plasmados en laboriosos informes que llevan sellos de "secreto'' y "ultra confidencial'', escritos por los funcionarios diplomáticos en escapadas fugaces de la febril jornada de evacuación.

Los documentos han sido desclasificados, y hoy, 50 años después, ofrecen una fascinante perspectiva de un momento que cambió la historia de ambos países.

El Nuevo Herald examinó decenas de dichos documentos en los Archivos Nacionales de Washington.

Minutos antes de que el avión que llevaba al depuesto dictador Fulgencio Batista a Republicana Dominicana partiera del aeropuerto de la base militar de Columbia, a las 4 de la mañana, la embajada recibió una llamada del ministro de Relaciones Exteriores, Gonzalo Güell, anunciando la salida del país del mandatario.

Antes del amanecer los principales funcionarios diplomáticos se reunieron en la embajada y autorizaron la difusión radial de una advertencia a los ciudadanos estadounidenses para que permanecieran en sus casas y hoteles.

"Se esperaba en general que el colapso del gobierno de Batista resultaría en un quebrantamiento de las fuerzas del orden y desataría pasiones violentas que traerían el caos y el derramamiento de sangre a la ciudad hasta que el orden fuese establecido por las fuerzas de la revolución'', escribió Smith en su resumen de la jornada.

Al triunfo de la revolución, el primero de enero de 1959, el reto logístico de la embajada era enorme. Cuba albergaba a 7,839 residentes y 1,300 turistas estadounidenses, la mayoría de los cuales quería saber qué hacer, a dónde ir, qué pasaría con ellos.

Por eso no fue sorprendente, aunque sí agotador, que en los primeros cuatro días de enero, la embajada recibiera 12,000 llamadas telefónicas en los seis aparatos que funcionaron día y noche en la Oficina de Bienestar (Welfare Office), de acuerdo con un reporte de esa dependencia.

Ante la noticia, los sentimientos de los norteamericanos tenían diferentes tonalidades de nerviosismo. Algunos lo tomaban tranquilamente, como una aventura, pero muchos querían salir de la isla de inmediato, intimidados por las aún frescas versiones de los secuestros de personal civil y militar cometidos por los rebeldes.

Probablemente la mayor provocación en ese sentido ocurrió en la tarde del 27 de junio del año anterior, cuando los guerrilleros secuestraron a 24 pasajeros de un autobús de la base naval de Guantánamo, entre quienes se encontraban 11 marinos. Los demás eran trabajadores civiles de la base.

Indignado, el embajador Smith, quien había sido campeón de boxeo en sus años de universidad, consultó con sus supervisores la posibilidad de divulgar un comunicado en el que se contemplaba la acción militar si el Movimiento 26 de Julio no liberaba a los detenidos.

El Departamento de Estado pidió calma y consideró que la amenaza crearía una tensión problemática para los rehenes, que finalmente fueron liberados.

Smith nunca estuvo a gusto con la actitud relajada de su gobierno ante la creciente amenaza del movimiento revolucionario cubano. Aseguraba que Castro no hubiera podido llegar al poder sin la ayuda de Estados Unidos. El ex financista de Wall Street que fue alcalde de Palm Beach, renunció a su cargo en la embajada a los pocos meses del triunfo de la revolución. Falleció en 1991.

"Era un hombre pragmático que no tuvo tiempo de mostrar el carácter de interventor norteamericano de los embajadores anteriores; parecía diferente, ése era el sentir de la gente de a pie del movimiento'', señaló el historiador José Alvarez, quien militó en el Movimiento 26 de Julio.

Mientras el representante de los rebeldes en Estados Unidos, Ernesto Betancourt, defendía el carácter civilizado de la revolución, el asedio a las empresas estadounidenses no se podía ocultar. Centrales azucareras y complejos mineros como la planta de níquel en Nicaro, fueron constantemente objeto de sabotajes.

Según un informe de octubre de 1958 del Departamento de Estado, las pérdidas de las empresas estadounidenses por las acciones de los rebeldes en los nueve meses corridos de ese año sumaban $2.2 millones (unos $14 millones de hoy). Las más afectadas eran las centrales azucareras, por la destrucción de las plantaciones de caña.

Cada vez que alguna de estas incursiones tocaba intereses de Estados Unidos, funcionarios del Departamento de Estado y diplomáticos de La Habana protestaban ante Betancourt, representante del Movimiento 26 de Julio en Washington y recaudador de fondos para los rebeldes.

Ante él se quejaron de los secuestros no sólo de los marinos sino de dos empleados de Texaco en Santiago; del cobro de $10,000 a un complejo azucarero por parte del movimiento para financiar la compra de armas, y de la distribución de propaganda antiestadounidense.

Betancourt, según los reportes, se disculpaba, acogía las denuncias y prometía que se las comunicaría a los jefes revolucionarios, pero también se quejaba de la actitud hostil de Smith, de quien resentía que se refiriera a los rebeldes como "bandidos''.

Decepcionado del gobierno de Castro, Betancourt abandonó años después Cuba y en Estados Unidos, donde ocupó la dirección de Radio Martí, se dedicó a denunciar los abusos del régimen y los presuntos nexos del gobierno cubano con el narcotráfico y el lavado de dinero.

El embajador Smith tenía listo un plan de evacuación en el que todo estaba previsto, menos que el nuevo gobierno se opusiera a la salida de barcos y aviones de la isla. Castro y sus comandantes argumentaban que esa operación suponía un incumplimiento de la huelga general decretada ya que se requería de personal cubano que ayudara en el despacho de las naves.

Un telegrama enviado a Washington por Smith a las 6:43 de la tarde del primero de enero resumía así la situación de La Habana:

"Tenemos más de 200 americanos, la mayoría turistas, en hoteles del centro de la ciudad, y algunos estudiantes, pidiendo asistencia a la embajada para regresar a Estados Unidos. El aeropuerto y el puerto de La Habana están cerrados. No hay taxis disponibles. Las calles están controladas por elementos irresponsables, la mayoría de los cuales están armados. Requerimos el envío de embarcaciones navales o comerciales para despachar los mencionados estadounidenses''.

Un capitán de la Armada de Estados Unidos, identificado como Harris, anunció el despacho de un submarino y dos fragatas de guerra desde Key West para coordinar la evacuación, como preámbulo a la salida de otra embarcación con 250 marinos. Pero el plan causó espanto en Washington, donde consideraban que la publicidad sobre semejante despliegue de fuerzas sólo serviría para provocar una ruptura de las ya difíciles comunicaciones con los rebeldes.

El Departamento de Estado suspendió la operación y acogió una nueva solicitud del embajador: el envío del transbordador City of Havana desde Key West para recoger a mujeres, niños y hombres mayores de 38 años.

Al mismo tiempo, la embajada empezó a hacer gestiones para el traslado de ciudadanos americanos por vía aérea. Contaba con el ofrecimiento de la aerolínea Panamerican de poner en funcionamiento un puente aéreo entre Cuba y Estados Unidos.

Desde Key West se anunció que el transbordador arribaría a La Habana en la tarde del 2 de enero. Pero a las 11 de la mañana, la comandancia de Castro le comunicó a la embajada que no autorizaba la llegada del barco ni la salida de aviones de PanAmerican para que la huelga continuara en pleno.

La embajada explicó que el embarque de pasajeros en el transbordador no requeriría del trabajo de ningún empleado.

Un poco antes de llegar la embarcación al puerto, los rebeldes autorizaron la evacuación, y para ello escoltaron al personal evacuado.

Tras una maratónica jornada , a las 8:45 p.m. el City of Havana, con 508 pasajeros, salió sin ningún inconveniente rumbo al sur de la Florida. La autorización fue dada por un comandante del M-26-7 y dos oficiales de la marina, uno de ellos de apellido Ponce y el otro Linas.

Hasta ese momento, varios vuelos de Cubana de Aviación procedentes de Miami habían aterrizado en el aeropuerto de La Habana, llenos de exiliados cubanos que habían combatido a la dictadura de Batista y que regresaban a celebrar el triunfo de la revolución. La operación había sido autorizada por los comandantes rebeldes, pero con una condición que enfureció a la embajada: los aviones debían volver a Miami sin pasajeros.

La embajada esperaba que esas mismas aeronaves fuesen utilizadas para despachar a unos 800 turistas y residentes que esperaban en varios hoteles de La Habana.

En ese punto, Smith propuso una solución del mismo tenor de la que impusieron los rebeldes.

"Se recomienda que el Departamento de Estado prohíba la salida de más cubanos de Estados Unidos hasta que se permita a los estadounidenses salir de Cuba'', escribió en un mensaje al mediodía del 2 de enero.

No está claro si los revolucionarios conocieron esa amenaza. Lo cierto es que cedieron, pero pocas horas después el comandante rebelde Diego revirtió la decisión, sin dar mayores argumentos.

"No tiene idea de las repercusiones internacionales de sus actos'', escribió Smith.

En las calles de La Habana se presentaban tiroteos entre los rebeldes y reductos de la policía de Batista. En esas condiciones, el embajador no encontraba un interlocutor válido del Movimiento 26 de Julio para examinar las opciones de evacuación.

Entre tanto, la embajada era inundada con reportes de nuevos grupos de estadounidenses urgidos por abandonar la isla y versiones de que la comida en los hoteles empezaba a escasear. Desde Varadero se informaba que 80 estadounidenses esperaban ansiosos algún medio para ser evacuados.

"Hasta ahora imposible encontrar persona suficiente autoridad permita vuelos comerciales estadounidenses o al menos obtener comida para americanos en hoteles'', indicó Smith en un telegrama enviado a las 5:32 p.m. del 3 de enero.

Desde Washington, el Departamento de Estado respondió:

"Esperamos que los representantes de Castro entiendan que cada acción de ellos está siendo observada de cerca en este país y que cualquier desliz de su parte puede perjudicar en forma permanente los sentimientos hacia ellos de parte de todos los estadounidenses''.

A medianoche, por sugerencia de Carlos Piad, simpatizante de la revolución, se logró hacer contacto con el coronel Vicente León, quien fue identificado como jefe de la policía nacional del régimen de transición. León dijo que comprendía la situación pero que en ese momento sus compañeros, incluido el comandante Diego, estaban repeliendo los ataques armados o en un puesto de policía de La Habana.

Dos horas después, Julio Duarte, un coordinador civil del movimiento insurgente que había viajado en la noche desde Santiago a La Habana por instrucciones de Raúl Castro, autorizó la salida en avión de los ciudadanos estadounidenses, aunque advirtió que los británicos y canadienses no tendrían el mismo tratamiento, en represalia por la reciente venta de armas a Batista hecha por su gobierno.

Tres equipos de funcionarios consulares y del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) se presentaron en los hoteles Capri, Hilton y Nacional, Riviera y Presidente para adelantar la documentación de los pasajeros.

Una caravana de carros de la embajada se unió al convoy de los rebeldes que escoltaron a los evacuados desde el Hotel Nacional hasta el aeropuerto Rancho Borreros. La caravana empezó a las siete y media de la mañana.

El primer vuelo, operado por Cubana de Aviación, salió a las 9 de la mañana y a partir de ese momento se despachó un avión cada 20 minutos a Miami, con excepción de un vuelo que llevó a 90 personas a Nueva York. Los pasajeros debían pagar el boleto a precios normales.

A la 1 pm. del 4 de enero, el transbordador City of Havana salió con 300 estadounidenses más.

"Nos complace anunciar que ningún estadounidense ha sufrido heridas'', reportó Smith ese día.

Sin embargo, anotó con cierto disgusto que, aunque había espacio en la embarcación para más familias, no se utilizó porque muchos jóvenes preferían hacer el viaje en avión.

A las 5:09 de la tarde del 3 de enero, la embajada reportó la evacuación de 1,722 personas. El último vuelo con estadounidenses salió dos días después, a las 11 p.m. La huelga había sido levantada.

En total, la embajada tramitó la salida, por mar y aire, de 2,073 personas, de las cuales 813 partieron en barco a Key West; 1,080 por avión a Miami desde La Habana y Varadero, y 180 a Nueva York.

"No hay más planes de evacuación en este momento en vista terminación de la huelga, pero la embajada prepara nuevas operaciones si la situación se altera'', escribió Smith.

Era la 1:49 de la madrugada del 5 de enero y Smith ya tenía una respuesta a la pregunta que no había podido responder cuatro días antes respecto a la naturaleza del gobierno que, para entonces, ya estaba encaramado en el poder.
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