martes, 24 de noviembre de 2009

Medidas energéticas.

Por Miriam Celaya.

Una curiosa cualidad del surrealismo socialista es que cuando una cree que ya lo ha visto todo la realidad te sorprende superando con creces cualquier desvarío de la imaginación. He aquí que según avanza la crisis general en Cuba y los hacendados de la resquebrajada cúpula ven disminuir las escasas monedillas destinadas a la distribución de la pobreza popular, arrecian las “medidas” para tratar de prolongar el limbo social que garantiza su permanencia en el poder.

Ahora el ahorro se ha convertido en el más importante rubro de la economía cubana y -como siempre ocurre- es también la meta principal de cada institución, centro de trabajo o entidad estatal. Ahorrar, dice la prensa oficial, es la palabra de orden, la opción de la supervivencia (¿de quién?) y una forma de ponernos a tono con la ecología. Sí, porque aquí cada adversidad se convierte de pronto en la oportunidad de hacernos virtuosos: debemos ahorrar energía porque somos unos despilfarradores irresponsables; en lo sucesivo, seremos defensores del equilibrio ecológico evitando la contaminación producida por el uso y abuso del combustible fósil que se utiliza para producir esa energía.

En lo que sí han sido enérgicas las autoridades es en la aplicación de medidas contra los derroches. En lo adelante, las oficinas de numerosos centros que ya habían sufrido “recortes” y solo se les permitía conectar los equipos de aire acondicionado a partir de la 1 de la tarde, ahora tienen absolutamente prohibido encenderlos a ninguna hora del día, tampoco se permite conectar los refrigeradores destinados al uso de los trabajadores; no importa si los equipos -en los que se invirtió una cantidad determinada de capital en divisas- se deterioran y se rompen por falta de utilización, la orden del momento es ahorrar… a cualquier costo. A este tenor, en algunas zonas del país se han instaurado largas horas de apagones y hasta existen empresas a las que se ha cortado el suministro de electricidad porque “se han sobregirado en el consumo”, adicionalmente, como profilaxis retroactiva, la prensa se encarga de divulgar cuáles son las provincias incumplidoras (y en consecuencia, más castigadas) y cuáles las destacadas.

Pero acaso una de las medidas más desatinadas en medio del gran desatino nacional es que el Centro Universitario José Antonio Echeverría (CUJAE), en el que se forman estudiantes de carreras técnicas de nivel superior, deberá cerrar desde el día 18 de diciembre hasta el nuevo año 2010 debido a que allí se ha producido un sobreconsumo eléctrico y no tendrán suministro energético suficiente para cubrir todo el calendario docente del mes de diciembre. Claro, los programas de estudio deberán mantenerse y cumplirse, así que en el mes de enero los profesores y estudiantes tendrán que enfrentar alguna reestructuración que permita impartir en menos tiempo la materia que deberían haber vencido en el período establecido por el programa original, con el correspondiente deterioro de la calidad en la enseñanza y el aprendizaje: un precio que deberán pagar, en primer lugar, los futuros ingenieros que allí se forman.

No sabemos si se habrá previsto la cuantificación de las pérdidas económicas en que se ha incurrido ya por concepto de “ahorro” y las que se seguirán produciendo, pero confiamos en que nuestros dirigentes darán, como nos han demostrado siempre, alguna respuesta inteligente a lo que está por venir. Tengo la seguridad de que al menos en lo tocante a la energía, se está trabajando mucho en la búsqueda de soluciones o en la creación de nuevas medidas de ahorro;  así lo refrendan las numerosas luces y equipos de aire acondicionado que permanecen encendidos día y noche en las oficinas del Ministerio de la Industria Básica, en la avenida de Carlos III, Centro Habana. Soy testigo de esa consagración.
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