miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sobre el poeta Gastón Baquero.

Por Lincoln Diaz-Balart.

Conocí a Gastón Baquero cuando yo tenía nueve años de edad, al mudarse mi familia para España. Gastón era un gran amigo de mis padres y mis abuelos, y raro era el día en que él no venía a comer a casa y a compartir con nosotros su maravillosa forma de ser, su caballerosidad, su cordialidad, su patriotismo, su sabiduría y su increíble talento.

Al ir pasando los años me di cuenta del extraordinario privilegio que significó en mis años de niñez y adolescencia la presencia de Gastón Baquero como miembro, en efecto, de mi familia extendida.

Cuando los comunistas tomaron el poder en Cuba, entre las primeras cosas que hicieron fue robarse la biblioteca de Gastón, una de las mejores bibliotecas privadas existentes en toda América en esos momentos. Después, en España, poco a poco Gastón fue construyendo otra maravillosa biblioteca. Gracias a los esfuerzos de Esperanza de Varona y otros dignos cubanos y norteamericanos, esa biblioteca de Gastón Baquero estará disponible para el estudio y el deleite de las futuras generaciones en la biblioteca de la Universidad de Miami.

Al llegar a casa en Miami al día siguiente de recibir la noticia del fallecimiento de Gastón, enseguida busqué un disco que él me regaló hace años, los grandes éxitos (“greatest hits”) de Ray Charles, el gran músico de jazz norteamericano. Gastón fue no solo uno de los más grandes literatos y escritores de la lengua castellana del siglo veinte, fue también un genuino “hombre del renacimiento” de nuestra época. Sabía de música, de cine, de arte plástico, de historia, de política, de religión. Pero sobre todo, sabía de Cuba y amaba a Cuba. Eso es lo que más admiraba de él.

Al llegar a casa en Miami la semana pasada también revisé un libro de Gastón con el título Darío, Cernuda y otros Temas Poéticos, que él le regaló en mayo de 1969 a mis padres con la siguiente dedicatoria, “Para Hilda y Rafael, con el cariño y la gratitud de quien tiene en ellos familia y patria”.

Todos los que tuvimos el privilegio de conocer a Gastón Baquero lo vamos a extrañar profundamente. Y Cuba ha perdido, trágicamente en el exilio, no solo a uno de los cubanos más brillantes de su historia, sino, también, a uno de sus hijos que más quiso a la patria.
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