Por Iván García.
La otra crisis en Cuba, aparte de la política y la económica, es estacionaria y es la del idioma. Ya se sabe que falta dinero y la comida escasea. Que vivimos disgustados, por un Gobierno que controla nuestras vidas como si fuesen nuestros padres. Y que una gran parte de los cubanos, sueña que su futuro está en Miami, Roma o Madrid.
Bien, todo eso lo entiendo. Pero no acabo de comprender por qué a diario hablamos un dialecto cortado y rápido, que sólo los nacionales entendemos. Un ejemplo, del "idioma" actualmente hablado en la isla es el siguiente diálogo.
Una mañana cualquiera. Dos amigos se encuentran en un parque de Centro Habana.
-Qué vuelta, asereco. -En na' y en to', mi ambia. -Estoy cazando a un gil pa' tirarle po' la cara el par de pedales yuma que me mandó el puretano, estoy en la fuácata. Se lo voy a soplar en 30 fula, pa' ver si me enrolo con la yegua del solar, que me tiene el coco seco.
El asereco, con un pantalón por debajo de la cintura, mostrando unos calzoncillos Nike, asiente y replica:
-La mu'puta le gusta hacerse la cabra. Si no es con polvo y baro no mueve el botacaca, una vez le metí el ditú por la boca y después que me quedé frito, me la dejó en los callos, cada vez que me acuerdo, me dan ganas de partirla en dos como un lápiz.
Se acerca un policía con cara de malo y un perro pastor alemán. Los dos amigos deciden irse.
-Voy a lele, te pillo en la vuelta.
Le da un beso en la cara a su amigo y le recuerda:
-No te hagas el paganini con el mango que es fu, dicen que no es na a la hora del cuajo.
-Copié, responde el asereco.
Yo, que me precio de conocer los entresijos del bajo mundo habanero, a ratos me quedo botado (sin entender).
A los cubanos que hace años viven fuera les costará traducir esta conversación.
Joder con el español. Un idioma que apenas se habla en La Habana. Hablamos una jerigonza.
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