Por Iván García.
Hace una semana, cuando Marcos, 56 años, dueño de un negocio ilegal de juegos de apuestas, se llegó al bullicioso parque Córdova, en el barrio de La Víbora, para chatear con un amigo que reside en Miami, sobre una conexión audiovisual de internet, el asombro le hizo preguntarse si no estaba soñando.
Tal vez en algún paraje extraviado de África o de la selva amazónica existan personas que todavía se sorprendan de las posibilidades de internet. En un planeta con tantos teléfonos móviles como habitantes, la brecha que provocan las enormes diferencias en el acceso a novedosas tecnologías, ha desenganchado a varias naciones del desarrollo económico, cultural y científico.
La subutilización de la red de redes en Cuba solo es comparable con aquellas sectas puritanas que se atrincheran en una comuna y renuncian al transporte automotor, la televisión y los antibióticos.
El mejor capital de la Isla, según la narrativa del régimen, es el factor humano. El país cuenta con más de un millón de graduados universitarios y un nivel escolar promedio de doce grados. Pero ¿de qué sirve esto si en el siglo XXI infinidad de cubanos desconocen las ilimitadas potencialidades de internet?
Con una economía en crisis estacionaria debido a la pésima gestión gubernamental, sin grandes recursos naturales e infraestructuras en mal estado por falta de mantenimiento, la opción de los start-up tecnológicos que encadenen un crecimiento turístico y un comercio electrónico local, debieran ser una prioridad.
Pero el temor de la autocracia, que siempre ha mirado con ojeriza a internet y supone que es un auténtico caballo de Troya diseñado por la CIA, no solo ha puesto a la Isla a la cola de países con reducido acceso, también está hipotecando el futuro nacional.
Emprendedores como Reinaldo, dueño de un bar-restaurante al sur de La Habana, que después de diseñar un sitio web, sus ventas aumentaron un 25%, no son muchos en Cuba.
Han sido los propietarios privados, sobre todo los que radican en la capital o ciudades cercanas a polos turísticos, los pioneros en utilizar internet en algo más que una herramienta meramente informativa.
Alrededor del 90% de las empresas estatales utilizan la red de redes por puro formalismo. Visite sus páginas y comprobará el mal uso que hacen de internet para conseguir posibles compradores o inversionistas.
El comercio electrónico en Cuba es limitadísimo. Solo funciona de cara al exterior. En muy pocas tiendas se ofrece un surtido de alimentos y electrodomésticos, entre otros, que pueda ser adquirido online por emigrados cubanos desde el extranjero.
El servicio, además, es caro, lento e ineficaz. En el mall de Carlos III, en el corazón de La Habana, en teoría existe comercio electrónico. “Pero el trabajo es muy deficiente. A veces demoran dos o tres semanas en despacharte las compras”, apunta Olga Lidia, cliente habitual, pues su hija que vive en Canadá le envía mercaderías por esa vía.
Según un jefe de piso de Carlos III, la falta de transporte y “el poco combustible que nos asignan son las causas de que las ventas por internet marchen mal o apenas funcionen”.
El uso de internet en el sistema de enseñanza nacional es escandalosamente bajo. Las escuelas primarias, secundarias y preuniversitaris no tienen acceso a la autopista de información.
Las universidades cuentan con salas de internet, pero las conexiones son tan lentas que impiden desplegar todas las posibilidades de la red. Su utilidad es bastante cuestionable.
“A cada alumno le corresponde una determinada cantidad de horas al mes. Pero las máquinas están viejas, rotas o apenas funcionan. Un trabajo investigativo o de clase casi nunca lo puedes hacer ahí. Por lo general, internet se utiliza para chismear en Facebook, leer noticias deportivas o chismes del corazón. Ni se te ocurra entrar mediante proxis a sitios bloqueados por el gobierno como Martí Noticias, 14yMedio o Diario de Cuba. El explote puede ser grande”, dice un estudiante de ingeniería en telecomunicaciones.
Infomed, una vasta red de intranet local para especialistas médicos, tiene filtros para detectar el acceso a páginas que el régimen considere contrarrevolucionaria o periódicos ‘oligárquicos que forman parte de la campaña de tergiversación contra Cuba’. Un médico expresa que “incluso en los correos electrónicos tienes que escoger muy bien tus palabras, pues te pueden cortar el servicio”.
En los centros laborales con acceso a internet, el personal autorizado a utilizarlo, debe firmar un Código de Ética que los compromete a ‘darle un uso apropiado acorde con los principios de la revolución socialista’
“Hay que estar inventando. No se pueden abrir cuentas de correo internacional ni enviar emails a parientes en el extranjero. Se hace, pero si te cogen te sancionan, pierdes la estimulación en divisas del mes y te quitan internet”, dice un ingeniero de ETECSA, monopolio de las telecomunicaciones en Cuba.
¿Qué va quedando? Pues lo rudimentario. Como utilizar ‘el paquete’, un contenido audiovisual que roza la frontera de la clandestinidad; copiar propuestas de compra/venta en los sitios Por la libre o Revolico y luego, off line, adquirir ropa, un televisor de pantalla plana o un teléfono inteligente.
Después de junio de 2013, con la comercialización de internet en cientos de zonas wifi, más de un millón de usuarios se abrieron cuentas Nauta.
El costo inicial de una hora de conexión era de 4.50 pesos convertibles, el equivalente a una semana de trabajo de un profesional. Pero en 2015 se rebajó a 2 cuc, aproximadamente el salario de tres días de un obrero de la construcción.
Un especialista de tráfico de redes, comenta que “el 80 por ciento del flujo de internet en Cuba es para conectarse a redes sociales; buscar empleo en el exterior; apuntarse en sorteos internacionales para emigrar; hablar con familiares en otros países; contactar con sitios de compras y ventas cuyos sus servidores radican en el extranjero, o leer prensa deportiva, sobre todo ESPN y Marca. Usar internet como medio de investigación, para bajar libros en pdf, leer diarios internacionales y blogs hechos en Cuba solo lo hace un 20 por ciento de los usuarios”.
En cualquiera de las zonas wifi diseminadas por toda la geografía nacional, la mayoría de las personas va a navegar solo para chatear con amigos o parientes residentes en el exterior.
Marcos, el dueño de un negocio ilegal de juegos de apuestas, es un convencido de que conectarse a internet en Cuba es viajar desde el pasado al futuro mediante un clic.
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