viernes, 24 de noviembre de 2023

Ropa vieja de cáscara de plátano: la nueva receta de la crisis cubana.

Tomado de cubanet.org

Ropa vieja de cáscara de plátano: la nueva receta de la crisis cubana.

Las recetas no convencionales siguen proliferando en las cocinas cubanas dada la inseguridad alimentaria que atraviesa la Isla. Las penurias que durante la crisis de los 90 dieron origen al bistec de frazada y el picadillo de cáscara de plátano, hoy han “inspirado” la ropa vieja, también de cáscara de plátano.

Todo empezó con una publicación que se popularizó en el grupo de Facebook “Recetas desde el Corazón”. Con alrededor de 256.000 miembros, la página fue la plataforma donde una usuaria compartió el platillo que ha causado revuelo.

La internauta cubana cuenta que supo de la ropa vieja hecha de plátanos mientras hacía cola en una panadería. Varias mujeres allí presentes conversaban sobre la escasez de alimentos y se preguntaban qué llevar a la mesa en esas circunstancias.

“Una señora explicó que podrían aprovechar las cáscaras de los plátanos haciendo ropa vieja. Sí, ropa vieja. Dio la receta y yo escuchando todo aquello. La curiosidad me inundó de pies a cabeza y me dije ‘tengo que probar esto'”, narró la internauta.

La carne de res es el ingrediente estrella de la ropa vieja, uno de los platos más representativos de la culinaria cubana. Sin embargo, ese producto por años penado por la ley en la Isla, es inalcanzable por estos días para la mayoría del pueblo.

De ahí que autora del post proponga una versión vegana de la receta. Al deshilachar las cáscaras del banano y cocinarlas, los cubanos estarían adoptando entonces un estilo de vida vegetariano, uno al que se han visto prácticamente obligados.

“Herví las cáscaras de plátano y después de haberse refrescado, les pasé un tenedor por la parte de adentro a todo lo largo creando surcos. Volví a pasar el tenedor entre estos surcos y la piel de la cáscara, sacando las fibras de proteína vegetal. Lo sofreí en una cazuela con aceite y le agregué puré de tomate, vino seco, sal a gusto y un poco de azúcar”, señaló la usuaria.

De acuerdo con la opinión de la cubana, la receta puede sacar a cualquiera de un apuro mientras disfruta de un sabor “exquisito” con posibilidades de ser mejorado si se incorporan “otros sazones y condimentos”.

La comunidad vegana en el mundo consume con frecuencia las cáscaras de plátano y otros alimentos similares para lograr texturas parecidas a la carne. A diferencia del pueblo en la Isla, los veganos escogen esa forma de alimentación por motivos morales y sanitarios, no por carencias o restricciones.


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miércoles, 22 de noviembre de 2023

Huevos en Cuba, solo para una élite.

Por Miriam Leiva.

Los huevos en Cuba son tan caros y exclusivos como las 69 obras maestras del gran orfebre ruso Peter Carl Fabergé, ordenadas por los zares Alejandro III y Nicolás II. En el apartheid alimentario de la Isla, también los huevos son elitistas. Se desconoce cuántos huevos llegan a las residencias de los dirigentes. 

Treinta huevos se venden en el mercado informal de Cuba por 3.000 pesos. Más baratos, por 2.700 pesos, aparecieron sorpresivamente en las pequeñas y bien abastecidas tiendecitas privadas de La Habana, el 20 de noviembre. Solo duraron unas horas, pues llegaron compradores cercanos y lejanos, avisados por las redes sociales de las mipymes y por familiares y amigos. 

La mayoría de la población solo puede adquirir los cinco o siete huevos mensuales vendidos con inestabilidad a través de la libreta de racionamiento. El salario medio en Cuba es de 3.828 pesos, y la pensión media de 1.840 pesos, frente a una inflación galopante. Los huevos, los espaguetis y las pizzas fueron los salvavidas priorizados por Fidel Castro durante el llamado Período Especial, pero los tres han desaparecido de los establecimientos del Ministerio de Comercio Interior, por lo que tienen altos precios en los mercados libre e informal. 

Muchas personas se preguntan cómo es posible que las mipymes puedan poner sus camiones para vender cajas de pollo en las esquinas de la ciudad, además de abastecer con variedad de carnes, quesos y muchos productos a las pequeñas tiendas situadas en los garajes de los edificios o en los locales alquilados al Ministerio de Comercio Interior y otros organismos. Las mipymes venden arroz, harina de trigo y otros productos a las empresas estatales carentes de financiamiento para importar, lo que ha sido reconocido en la Televisión Cubana con satisfacción por directivos de las fábricas cuyas producciones han estado detenidas. Esa forma de propiedad privada ha sido demandada por los cubanos desde hace años. ¿Cómo es posible que se limite a los campesinos para cultivar y vender, y se persiga a los vendedores ambulantes por elevar los precios por encima de los establecido oficialmente, mientras hay laxitud con las mipymes? 

En la sociedad se comenta si el Gobierno será propietario de la mayoría de ellas, a las que utilizaría para abastecer a quienes tienen dinero, mientras deja en la hambruna a la mayoría de la población. En agosto de 2020 los negocios no estatales en Cuba recibieron por primera vez la autorización para realizar operaciones de comercio exterior, supervisadas por empresas estatales. Entonces se aducía la urgencia de impulsar la economía y enfrentar la crisis generada por la COVID-19. Hasta ahora, se han firmado 15.497 contratos con trabajadores por cuenta propia, cooperativas, mipymes, entre otros actores, para poco más de 300 millones de dólares, según Vivian Herrera Cid, directora general de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.

De los “módulos” mensuales controlados, pero no incluidos en la libreta de racionamiento porque no se pueden garantizar, según ha expresado el viceprimer ministro Alejandro Gil, desapareció el pollo estadounidense en octubre, cuando la empresa CIMEX informó a la población que no se vendería junto al paquetico de picadillo, el litro de aceite, el detergente y las salchichas habituales. 

Esto parece el preludio del fin de la libreta de racionamiento. Si bien las cantidades de arroz, azúcar, frijoles, huevos y el supuesto picadillo solo alcanzan para una semana, ayudan a distanciar las compras a elevadísimos precios en el mercado libre. La eliminación del racionamiento debería realizarse por el incremento de la oferta a precios adecuados, lo cual no parece que se hará.

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sábado, 18 de noviembre de 2023

45º aniversario de la masacre de Jonestown: del paraíso socialista al suicidio revolucionario.

Por Yésica Sánchez.

La comuna socialista de Jonestown se tiñó de rojo el 18 de noviembre de 1978, la fecha en la que su líder -el reverendo Jim Jones- ordenó el suicidio colectivo de los miembros de la secta apocalíptica que él mismo había fundado como "acto revolucionario". "Acabemos con esto ya" fue la frase que dio el pistoletazo de salida al que está considerado como el mayor asesinato masivo de la historia. Más de 900 personas (entre ellas, alrededor de 200 niños) murieron, convencidos u obligados por su gurú.

Quienes conocieron a Jones lo definen como un predicador atento y carismático, al tiempo que un líder autoritario y oscuro. Nació el 13 de mayo de 1931 cerca de Lynn, en el estado de Indiana (Estados Unidos), y desde niño estuvo obsesionado con la religión. Creció en la fe de la Iglesia Evangélica Pentecostal, fue pastor de la Iglesia Metodista y en 1955 fundó el ‘Templo del pueblo’ en Indianápolis. Defendía las políticas integradoras y adoptó el socialismo como "Dios todopoderoso".

Hizo suya la lucha por la igualdad racial y la justicia social, lo que le fue muy útil para captar nuevos adeptos para si iglesia. Tanto es así que la mayor parte de sus fieles eran negros. Junto a su esposa Madeleine, adoptó a seis niños de diversas razas en busca de su promocionada "familia arcoíris", a la que criarían "en comunidad". Pero sus ideas innovadoras no terminaban de encajar con el carácter conservador de la región del Midwest norteamericano.

Imagen utilizada para promocionar el 'Templo del Pueblo' (1972). 

De manera que se trasladó a California con un grupo de seguidores. Y posteriormente a San Francisco, donde supo relacionarse bien y sus adeptos se multiplicaron sustancialmente. Sin embargo, a principios de los 70, el admirador de Stalin protagonizó varios escándalos que hacían peligrar la supervivencia de su iglesia y decidió crear su propia utopía en Guyana. Un "paraíso socialista" ubicado en medio de la selva tropical, cerca de Venezuela y lejos del control de las autoridades estadounidenses.

El reverendo ordenó a los fieles de su iglesia que vendieran sus propiedades y con el dinero que le dieron compró los terrenos en los que se instaló la comuna. Un asentamiento al que Jim llamó ‘Proyecto Agrícola del Templo del Pueblo’, pero que todos conocían como Jonestown. Alrededor de un millar de personas se trasladaron allí desde California en 1974, persiguiendo el ideal socialista que su líder les había vendido. Pero lo que se encontraron allí estaba muy lejos de ser el paraíso prometido.

De las "noches blancas" a la revolución de la sangre.

En 1976, vieron la luz multitud de denuncias que apuntaban a que los residentes en Jonestown eran objeto de todo tipo de abusos, trabajos forzados y torturas. Y que los líderes de la secta hacían uso de distintas drogas para controlar a los adeptos. Algunos exmiembros del grupo incluso aseguraban que no les habían devuelto a sus hijos cuando decidieron marcharse del "proyecto". Acusaciones que desencadenaron la visita del congresista estadounidense Leo Ryan y la matanza de inocentes que le siguió.

Pero lo cierto es que Jim Jones, que estuvo ligado al Partido Comunista de Estados Unidos y en los últimos años se abrazó a las teorías de la conspiración, preparaba su macabro "acto revolucionario" desde hacía tiempo. Prueba de ello son las aterradoras ‘Noches Blancas’ que el pastor organizaba para los habitantes del asentamiento de Guyana y que no eran otra cosa que la simulación de un suicidio colectivo. De ahí que, cuando decidió ejecutarlo, el plan no falló.

El detonante: la visita de Leo Ryan.

El 14 de noviembre de 1978, una delegación encabezada por el congresista estadounidense Leo Ryan se dirigió a Jonestown en busca de respuestas, ante el clamor del incremento de las denuncias de abusos que se producían en el asentamiento. Jones se vio finalmente obligado a recibir al demócrata en una visita que se dibujaba amistosa pero tensa.

Lo hizo el 17 de noviembre, un día antes de la masacre. Según la información de la que dispone el FBI, la situación se complicó a raíz de que varios miembros de la comuna expresaron su deseo de marcharse. Eran demasiados para viajar en el mismo avión y Ryan quería que volaran todos juntos, por miedo a posibles represalias.

El congresista retrasó la salida del primer vuelo hasta que llegara el segundo avión. Una decisión con la que -sin saberlo- firmó su sentencia de muerte. El 18 de noviembre, mientras el grupo esperaba en una pista de aterrizaje local, llegaron -en un camión- varios hombres de la comuna armados que abrieron fuego contra ellos.

Entre ellos se encontraba Larry Layton, el único miembro del ‘Templo del Pueblo’ que fue juzgado en Estados Unidos por los actos criminales de Guyana. Finalmente fue extraditado y sentenciado a cadena perpetua. La matanza de Jonestown fue la peor pérdida de civiles estadounidenses hasta que los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El acto revolucionario de la muerte.

Tras asesinar a cuatro componentes de la delegación estadounidense y herir a varios miembros de la secta que querían abandonar el "proyecto", Jones se dio cuenta de que no había marcha atrás.

Había llegado el fin de su liderazgo y de la iglesia que había fundado. Así que decidió que era el momento de perpetrar su macabro plan. Un par de horas después, Jim ordenó el suicidio colectivo de sus fieles como "acto revolucionario".

Unos murieron convencidos y otros -muchos- fueron forzados a hacerlo. El parecer de los miembros del ‘Templo del Pueblo’ a este respecto no era unánime, como reflejan las grabaciones que se conservan del verano de 1978. En cualquier caso, un total de 909 cadáveres -entre ellos los más de doscientos niños- yacían amontonados en el suelo del asentamiento cuando llegó el ejército guayanés.

Los adultos tomaron una bebida de Kool-Aid (mezcla en polvo para preparar refrescos de distintos sabores) que había sido envenenada con cianuro. A los menores más pequeños y a los bebés les inyectaron la fórmula letal con jeringuillas. El cuerpo sin vida de Jim Jones estaba sobre su "trono", pero con un tiro en la cabeza. No hay certeza sobre quién efectuó el disparo -si él mismo u otra persona-, pero se cree que el objetivo era eludir la muerte agónica a la que condenó a los miembros de su secta.

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jueves, 16 de noviembre de 2023

La Habana es una ciudad fantasma.

Por Jorge Ángel Pérez.

Existen ciudades fantasmas, ciudades que solo viven en los recuerdos, en la imaginación, en el dolor. Algunas ciudades dejaron de ser ciudades y no les quedó otro remedio que vivir en el pasado de la memoria. Hay ciudades olvidadas y ciudades muertas, existen las ciudades del recuerdo, esas que ni siquiera son la sombra de lo que antes fueron; ciudades que existen solo en evocaciones y en sueños, en nostalgias fervorosas. Existe La Habana… ¿Existe?

Existen las ciudades de la memoria, existen las tristes ciudades de la memoria. Existe una ciudad de la memoria que se llama La Habana, una Habana que es joven todavía, si se la compara con otras urbes milenarias, y sin embargo parece anciana, moribunda, y vive solo de las evocaciones. Existe una Habana del recuerdo y de los sueños, una Habana que no existe ya, que está solo en las cabezas de sus amantes. Existe una Habana que nos lleva a pensar en un paisaje después de la batalla, una ciudad que se parece a las ciudades habitadas por fantasmas.

Existe una Habana desgarrada y triste que ha perdido su color y los mejores aromas, sus aires buenos, misericordiosos. Yo estoy viendo a una Habana que nunca imaginé, una Habana que no es grata, que es chabacana, que es burda y vaga. Existe una Habana grosera y rústica. Existe una Habana que resulta cada vez más triste y repleta de soledades y congojas. Existe una Habana pesarosa, introvertida.


Estoy mirando a una Habana triste y más que todo solitaria, que se esconde, que no quiere ser visible; una ciudad sin músicas, sin alegrías, sin rumbantelas ni alborozos, sin alborotos. La Habana que miramos ahora es la de calles vacías y tristezas múltiples. La Habana de ahora es una ciudad fantasma y de oscuridades plenas. La Habana es una ciudad hambreada y sobre todo inmunda y, más que todo, insociable. La Habana de ahora es la de desgracias en sucesión.

Yo he caminado las calles de La Habana y la miré solitaria, la contemplé vacía, casi evacuada. He caminado La Habana que se exhibe en sus estertores, en ahogos. La Habana es hoy un fantasma, una ciudad de subsistencias, de inestabilidades y hambres. Y tanto es así que los habaneros ya no quieren mostrarse, no quieren salir a la calle, no quieren exponerse a esa soledad mortuoria que confirma los dolores de la ciudad. La Habana es una ciudad que se guarda, una ciudad que se esconde, que muere sola y escondida.

La Habana parece buscar la sobrevida y parece encontrar la “sobremuerte”. La Habana se ha espantado, se ha guardado en lo más oscuro de sus casas. La Habana está aterrada y sobre todo entorpecida. Yo he visto a una ciudad que va muriendo en sus mutismos, en sus espasmos nerviosos. Yo he constatado el silencio de la calle Prado, su vaciamiento. Yo he examinado a esos cariacontecidos que aún deambulan sin remedio por la ciudad, que se mueven torpemente, que no se mueven.

La Habana está vacía. La Habana tiene la apariencia de la muerte. La Habana es una decadencia, la postrimería, la más perfecta apariencia del fin. La Habana es un espectro, una ciudad muerta, es la desolación de sus habitantes. La Habana me hace pensar en Chernóbil, cada vez se parece más a esa ciudad, incluso más joven, que enfermó, que hoy es solo una mole de concreto inhabitada.

La Habana es una ciudad muerta, desolada, tanto como Chernóbil tras el desastre. La Habana es una ciudad parecida al vacío, a lo insubstancial. La Habana es una ciudad enferma que se esconde en su desplome, en sus múltiples caídas. La Habana, los habaneros, se encierran, se resguardan. ¿Para qué salir? ¿Para qué desandar una ciudad que no hace más que mostrar sus estertores?

La Habana podría ser, fantasmalmente, mucho más grande que esa ciudad que los chinos levantaron en un santiamén para albergar a quienes producirían carbón, y carbón, y que luego albergara a muy pocos, a casi nadie. China levantó a Ordos Kangbashi para albergar a los hacedores de carbón, pero solo encarnó al vacío, a la soledad. Ordos Kangbashi es una ciudad vacía, y también La Habana.

La Unión Soviética y China construyeron ciudades que se volvieron fantasmagóricas, pero Cuba ni siquiera eso pudo hacer, o quizá sí, si es que pensamos en la Ciudad Nuclear de Juraguá, una ciudad ahora fantasma que quiso ser nuclear, pero Dios nos protegió de los desastres que podrían acontecer. Hoy, por suerte, es solo un fantasma, una añoranza comunista. 

Y La Habana, la ciudad que fue tan bella, la que aún asombra a algunos, se muestra triste, pesarosa. Esa joven de un poco más de 500 años se empeña ya en mostrar sus estertores, y sus habitantes evitan constatar el desastre, se resguardan. La bullanguera se esconde; esconde la tristeza, la desesperación. La Habana bulliciosa y tan alegre no existe más.


La ciudad, sus ciudadanos, se esconden del desastre, evitan mirar sus calamidades y a los calamitosos que la habitan. La Habana es solo una ciudad de la memoria. La Habana, su gente, se esconde y hace notar el vacío de la ciudad que muere. La gente en La Habana se resguarda en esas cuevas que son las casas. Los habaneros, quizá los cubanos todos, se esconden para no enfrentar el desastre.

Los cubanos, en sus ciudades, se esconden, para conseguir algo de tranquilidad y paciencia. Los habaneros, la mayoría de los cubanos han escogido la “tranquilidad” de sus casas para esperar el avance del desastre y quizá la muerte. Los cubanos, como los perros, se arrinconan para soportar los dolores y la llegada de la muerte sin ser notados. La muerte es quizá el más íntimo de los actos de la vida, y quizá por eso La Habana abandona la calle y se pone a buen resguardo en los rincones, como los perros.

El encierro es, a no dudarlo, una representación de la muerte. La casa es una representación del sepulcro, la ciudad es una representación del camposanto, aunque sería mejor llamarlo cementerio. La Habana es un cementerio, sin la tranquilidad del cementerio, con las angustias de una vida en un país nefasto. La Habana es el vacío, la “ciudad maravilla” es un camposanto.  


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Cuba va en picada.

Por Iván García.

Frente al edificio donde vive Guzmán, 69 años, ex combatiente de la guerra en Angola, en 17 entre 10 y 12, en la barriada habanera del Vedado, se abrió un elegante comercio privado «Una libra de filete de res cuesta 3 mil pesos (12 dólares al cambio en el mercado informal), un juego de sala con dos butacas 200 mil pesos (800 dólares) y una caja de bombones vale una millonada. Casi todos los dueños de esos negocios son parientes o hijos de mayimbes”, afirma Guzmán.

“El país se hunde y la partía de sinvergüenzas que nos gobiernan se la pasan diciendo mentiras y hablando mierda. Los que creíamos en Fidel y arriesgamos nuestras vidas peleando en otros países, ya no contamos. Solo somos útiles como propaganda política o para que nos pongan una medalla de calamina en alguna conmemoración”, se queja Guzmán.

En esa zona del Vedado proliferan numerosos negocios privados que van desde fotógrafos y organizadores de fiestas de quince años, diseñadores de muebles hasta boutiques de ropas de marca.

“Quisiera que hubiera elecciones y pudiéramos escoger al presidente. Estoy a favor de cambios que mejoren nuestras vidas. Pero no puedo estar de acuerdo con esos inventos que han empobrecido aún más la vida de los cubanos. Ninguna medida de Díaz-Canel ha funcionado. Ni la Tarea Ordenamiento, ni las 63 medidas para aumentar las producciones agrícolas ni la apertura de las MIPYMES. Solo han beneficiado a los que reciben remesas o viven del robo y el invento. Los jubilados y los trabajadores estatales tienen que ver las cosas detrás de los cristales”, apunta Guzmán.

La crisis económica en la Isla no acaba de tocar fondo. Cuando parece que las cosas no pueden ir peor, se desciende un escalón más bajo. La gente no ve mejora. Y el precio de los alimentos no para de aumentar.

Según el VI Informe sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba, considerando los ingresos totales del hogar, el 88% de la ciudadanía vive en situación de extrema pobreza y el 62% dijo tener problemas a la hora de comprar lo más esencial para sobrevivir.

En esa encuesta, un 78% manifestó que por falta de dinero o por la escasez de alimentos se había saltado alguna comida diaria, solamente el 5% había conseguido medicinas en las farmacias y el 15% tomó medicamentos vencidos.

La crisis en Cuba va más allá de lo económico. Es sistémica. Y afecta a todos los estamentos de la sociedad, empezando por la elaboración de alimentos, descapitalización de las industrias, abrupto retroceso en la agricultura, ganadería, avicultura y la pesca y terminando con un brutal descenso en educación, salud pública y asistencia social.

No hay que ser un especialista para percatarse que debido a las pésimas políticas implementadas por el régimen, el país está al borde del colapso. El embargo económico y financiero de Estados Unidos, originado por los impagos del gobierno revolucionario de Fidel Castro a las confiscaciones de propiedades estadounidenses, dificultan la obtención de créditos y la integración en mecanismos como el FMI o el Banco Mundial.

Pero un alto porcentaje de la debacle actual en Cuba es responsabilidad de quienes la gobiernan.

Después de una etapa más o menos exitosa en los primeros años de la llamada revolución cubana -gracias al subsidio soviético que multiplicó por cinco el Plan Marshall a Europa después de la Segunda Guerra Mundial-, la ineficaz gestión de dirigentes y funcionarios terminó sepultando la agricultura y las producciones ganaderas, porcinas, avícolas y pesqueras. El 90 por ciento de las cosechas agrícolas han caído a la mitad o más. La industria azucarera, orgullo de la nación durante varios siglos, es incapaz producir siquiera las 600 mil toneladas destinadas al consumo interno.

Si las autoridades no aplican profundas reformas económicas, el desastre en Cuba es inminente. La prolongada crisis ha impactado con severidad en los valores y la moral de las personas. En los primeros diez meses de 2023 habían ocurrido 71 feminicidios, veinte más que en España con una población de 48 millones de personas. También han aumentado los robos con fuerza en viviendas ocupadas, asaltos y crímenes violentos.

Yilena, enfermera, confiesa que “son tantos los problemas que he pensado en suicidarme. No hay tranquilidad por ninguna parte. Apagones, escasez de agua, caótico servicio del transporte público, hospitales sin medicamentos básicos, escuelas sin maestros y con una enseñanza de muy baja calidad. Sin contar la lucha diaria en busca de comida. Por eso la gente está emigrando. Cuba se ha convertido en un manicomio”.

Norberto, campesino, está convencido que la crisis alimentaria es inducida por el gobierno. «Díaz-Canel es el máximo culpable de tantos disparates. Si en vez de exportar dos mil millones de dólares en comprar alimentos, ese dinero se invirtiera en producir alimentos en el país, otro gallo cantaría. ¿Tú sabes por qué el Estado no lo hace? «, se pregunta y el mismo responde: «Porque GAESA gana más dólares con la reventa de comida procesada que invirtiendo en la agricultura”.

Los números le dan la razón. El régimen de La Habana invierte 16 veces más en la construcción de hoteles que en la agricultura, salud pública o educación. Gustavo, economista, opina que «esa es una de las causas por las cuales Cuba va en picada. Si apenas inviertes en producir alimentos, infraestructuras públicas, salud, educación y asistencia social para más de 700 mil cubanos desamparados, simplemente el país se hunde. La pregunta que se hacen todos los expertos es ¿cuál es la razón para implementar una estrategia tan disparatada?”.

Gloria, ama de casa y madre de tres hijos, cree que el régimen actúa de esa manera por maldad. «Nos usan como si fuéramos animales de laboratorios, para realizar ensayos con nosotros”, dice mientras muestra su refrigerador vacío, solo con pomos de agua. “No tengo nada que darle de comer a mis hijos. Tengo que salir a la calle a conseguir una bolsa de pan y tres huevos y prepararle un pan con tortilla a cada uno. Es un crimen lo que está haciendo el gobierno con la gente, sobre todo con los niños».

Guzmán, el ex soldado que peleó en Angola, espera que con la venta de un centenar de jabas de nailon y algunas cajetillas de cigarros en la esquina del nuevo comercio privado, pueda comprar un paquete de croquetas. La carne de res no está a su alcance.

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miércoles, 15 de noviembre de 2023

El debate.

 Por Zoé Valdés.

Jacques Attali –no confundir con Gabriel Attal, ministro de la Educación y de la Juventud en Francia, de los pocos que está haciendo bien su trabajo– fue de los hombres más influyentes y cercanos al presidente François Mitterrand, sigue siendo influyente, pese a su edad, que en algunos casos, como en este, reafirma aquella frase de no sé quién, «los viejos idiotas de hoy son los jóvenes idiotas de ayer», además se puede afirmar que es uno de los más entusiastas armadores de ese proyecto loco de las «migraciones» invasivas, como si los hombres fueran pájaros, y llama «migrantes» a los inmigrantes, y cree que la salvación del planeta radica en el reemplazamiento poblacional mediante esos «movimientos migratorios» que sólo benefician a las mafias y al tráfico humano… Pues bien, Jacques Attali publicó recientemente un artículo ilustrado por una «imagen» de Goya, el titulado Tres de mayo, el contenido del artículo no emparejaba mucho con la «imagen», pero Goya siempre viste bien a los pretendidos intelectuales de postín.

No saben lo mal que me cae leer «imagen» para definir una obra monumental del arte universal. Bien pudieran haber escrito «obra», o «pintura», pero cuando escriben «imagen», pues tal vez creen que eso fait cool y quizás moderno, digo yo… El hecho es que ahí está esa obra tan poderosa del arte universal español, y al verla pensé de súbito en la calle… Las calles. Al revisar los vídeos en YouTube (no veo nada que tenga que ver con la prensa oficial gubernamental) de los medios y plataformas independientes, relacionados con las manifestaciones en Ferraz y en distintos lugares de España, me dije que qué gran obra hubiera dado el pincel de Goya al narrar estos acontecimientos. A menudo hago estas comparaciones en mis visitas a los museos, e imagino una u otra actualidad para cada pintor de antaño. Es un juego interesante, háganlo…

Pero no existe hoy en día nadie, ningún artista, a la altura de Goya, como no existe tampoco un pueblo en otra parte, sólo en España, como el que yo vi en las calles, por fin entendiendo de qué va la cosa; manifestaron pacíficamente y cuando los encapuchados pagados por Soros y por el régimen del autócrata corrupto llegaron para reventar las manifestaciones, el pueblo mismo los echó a gritos y a gestos airados. Nada de violencia, ni una vidriera rota, ni un basurero encendido, ni un policía herido de muerte o inválido de por vida por culpa de un mal trastazo adrede de un golpista. El pueblo de Goya, sin duda alguna. Ojalá, si se repitieran elecciones, ese mismo pueblo no la cagara de nuevo y no se pusiera a la altura de este que llaman artista multimillonario que corta vacas en fragmentos iguales y les pega diamantes a las calaveras (olvidé a propósito su nombre).

Puerto Rico es la Isla del Encanto, Cuba devino la Isla del Espanto, por culpa de un autócrata psicópata del cual el que hoy ocupa la Moncloa ha bebido bastante… En Cuba las manifestaciones estuvieron estrictamente prohibidas por el régimen comunista durante más de sesenta años hasta el 11 de julio del 2021 en el que gran parte del pueblo se echó a las calles también pacíficamente y desarmado; el resultado fueron dos muertos, una madre suicidada al enterarse de que le mataron al hijo, y más de mil cien presos políticos, entre los que se incluyen menores, el pelele suplente alentó a una guerra civil y Putin salió a cacarear a favor de los represores… Con el pretexto de «la calle es de los revolucionarios», mantra castrista, volvieron a vaciarse las calles de la isla. Los revolucionarios por fin no son más los viejos barrigones dirigentes comunistas, entre otras cosas porque ninguna revolución dura 65 años; los verdaderos revolucionarios son los que aquel día salieron a liberar a Cuba sin más armas que sus almas. Pero dentro de un régimen tiránico no sólo se doblega hasta al lenguaje, además nada es lo que parece, como en la novela de Orwell, 1984, que en Cuba ya se ha sobrepasado con creces. Bien, les sueno toda esta cantilena para subrayar una y otra vez, que España ya está en esa vía, y que ya es de facto e infarto una dictadura de corte comunista donde el dictador y sus secuaces intentan venderle al mundo que los melones son peras y las uvas manzanas.

No obstante, todavía tenemos al pueblo español, aunque no aparezca un Goya por ninguna parte, porque Goya sólo hubo uno, y cualquier intento sería forzosamente desastroso… Entonces el pueblo español está ahí, presente, ha tomado las calles con todo el derecho que les corresponde, aunque la prensa oficialista sanchista cuente el cuentecito desde la ultraextrema izquierda (más de 150 millones de víctimas) de otra vez, recórcholis, qué aburridos, de la «violencia de la ultraextrema derecha» y los escritorzuelos cortesanos de toda la vida xuiteen que esa gran masa que reclama la verdad y exige derechos es toda nazi, mientras por otro lado alaban a los verdaderos nazis actuales, que son los terroristas de Hamas y los invasores putinescos.

He recobrado algo de esperanza al ver la calle plena de resistentes, y me digo que igual se salva España, entonces sólo me queda decidir cuándo estaré también en la calle, como una más y de ninguna forma callada. ¿De quiénes son las calles? De los españoles, faltaría más, y yo lo soy, pésele a quien le pese.

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El asesinato de Sandalio Junco, el más siniestro episodio del PSP.

Por Luis Cino.


Sandalio Junco.

El asesinato del líder sindical Sandalio Junco, en 1942, es probablemente el episodio más siniestro de la tortuosa historia del Partido Socialista Popular (PSP), el partido de los comunistas cubanos creado en 1925 y absorbido por el régimen castrista a inicios de la década de 1960.

Nacido en 1894, Sandalio Junco, de joven trabajó como panadero. En 1925, siendo líder sindical,  fue de los primeros integrantes del Partido Comunista. 

Por oponerse a la dictadura de Gerardo Machado tuvo que exiliarse en México. Para entonces, ya Junco había sido sancionado por la dirigencia comunista, al igual que Julio Antonio Mella, su compañero de causa, a quien el partido expulsó por indisciplina por haber realizado una huelga de hambre sin su consentimiento.

Entre 1927 y 1932 Sandalio Junco viajó varias veces a la Unión Soviética, la primera de ellas acompañado por Mella. Allí, en 1931 pasó un curso de varios meses en la Escuela Leninista Internacional. 

Sandalio Junco se fue de la Unión Soviética decepcionado por el régimen de Stalin y convertido en un firme partidario de la Oposición de Izquierda que encabezaba Lev Trotsky. 

Ya en Cuba, imbuido de las ideas trotskistas, entró en desacuerdo con el Partido Comunista y polemizó con su líder, el poeta Rubén Martínez Villena, acerca de la posición que debían adoptar los comunistas en la lucha contra el régimen de Machado. Debido a ese enfrentamiento, encabezó la Oposición de Izquierda, una disidencia del Partido Comunista, del cual se separó en 1932 al crear, junto con Pedro Varela, el Partido Bolchevique Leninista, que apoyó la huelga general de agosto de 1933, a diferencia del Partido Comunista que pactó con Machado.   

Las diferencias de Junco con los comunistas se agudizaron cuando estos se aliaron a Fulgencio Batista en una coalición que ganó las elecciones de 1940 y participaron en su gobierno con dos ministros sin cartera. 

El periódico Hoy, órgano del Partido Comunista, emprendió una feroz campaña contra Sandalio Junco, a quien por ser el presidente de la Comisión Obrera del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), que era considerado por los comunistas como “un partido burgués”, acusaban de “divisionista, quintacolumnista, agente patronal y traidor a la clase obrera”.

Cuando se anunció que el 8 de mayo de 1942 sería conmemorado el séptimo aniversario de la muerte de Antonio Guiteras en un acto en el ayuntamiento de Sancti Spíritus donde el orador principal sería Sandalio Junco -por haber sido el líder de la sección obrera de La Joven Cuba, la organización de Guiteras -los comunistas advirtieron que boicotearían el acto e impedirían que Junco hablara. Pero nadie imaginó que irían más allá de las amenazas, los insultos y el escándalo.     

Isidro Pérez, Domingo Cordero, Armando Acosta y Catalino Monteagudo, todos militantes del Partido Unión Revolucionaria -el nombre que había adoptado el Partido Comunista para unirse a la coalición de Batista- acudieron armados al acto en el Ayuntamiento y empezaron a sabotearlo desde que empezó. 

Armando Acosta gritó varias veces a Sandalio Junco: “¡Negro traidor, lacayo del imperialismo!  Cuando Charles Simeón, el orador que antecedía a Junco, estaba iniciando su discurso, Isidro Pérez sacó una pistola y disparó contra Junco, que resultó muerto. 

Cordero y Monteagudo también sacaron sus armas y empezaron a disparar. Según testigos presenciales, los matones, antes de huir, efectuaron 60 disparos. Además de Junco, hubo otros dos muertos y varios heridos.  

Inmediatamente, los líderes comunistas Blas Roca y Juan Marinello negaron la implicación del partido en el atentado.

Eduardo Chibás, que aún no se había separado del Partido Auténtico, fue el encargado de despedir el duelo de Junco. 

Las autoridades demoraron las investigaciones. Al parecer, Batista no quería quedar mal con los comunistas, que integraban su gobierno.

Isidro Pérez fue detenido y procesado por el asesinato. Primero estuvo preso en La Habana y luego fue trasladado a la cárcel de Sancti Spíritus, donde el régimen penal era más suave. De allí lo sacó el 23 de diciembre de 1958, cuando las guerrillas anti-batistianas tomaron la ciudad, Armando Acosta, su compinche en el asesinato de Junco, quien lo sumó al Ejército Rebelde con el grado de teniente.      

Acosta, que era capitán del Ejército Rebelde, fue ascendido a comandante por la toma de Sancti Spíritus. Murió en 2009, a los 88 años.

En su muy documentado libro El Soviet Caribeño, César Reynel Aguilera asegura que Wilfredo Velázquez Cabrera, nacido en 1935, discípulo de la Escuela Leninista Internacional y jefe de la comisión militar del Partido Comunista en Las Villas, estuvo involucrado en el asesinato de Junco. Y como Armando Acosta también fue acogido en el seno del castrismo. En 1958, según Aguilera, Wilfredo Velázquez, junto con Félix Torres y bajo la dirección de Ramón Nicolau y Osvaldo Sánchez, creó una guerrilla comunista en Las Villas. Y luego del triunfo de la revolución tuvo un activo papel en la lucha contra los alzados anticastristas en el Escambray.

Por la aversión que siente el régimen castrista hacia el trotskismo, Sandalio Junco es ignorado por la Cuba oficial. Ni siquiera le reconocen el mérito de que fue el primero en enfocar el tema racial desde un punto de vista marxista, lo que lo convertiría en un antecesor de Frantz Fannon.  

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Tres libras de arroz, tres de azúcar. Cubanos opinan sobre la crisis en las bodegas.

Por cubanet.org

Mujeres cubanas, residentes en Guantánamo, hablaron ante las cámaras de CubaNet sobre la crisis alimentaria que atraviesa el país, y la escasez de alimentos incluso en la canasta básica, que compran en las bodegas del régimen.

Una de las entrevistas, al referirse al atraso en la venta de los productos por la libreta de abastecimiento, considera que este atraso “va a perdurar porque el país tiene pocos recursos”, discurso que las autoridades repiten una y otra vez por sus diferentes medios informativos.

Esta mujer cree que es importante un control eficiente y equitativo sobre los pocos recursos disponibles. Explicó que, en la actualidad, los productos llegan a la bodega y desaparecen rápidamente, sin que se garantice que todos tengan acceso a ellos. Atribuyó esta situación a la falta de control por parte de los dirigentes municipales.

“Lo que falta es el control de los dirigentes de este municipio”, dice. “Están vendiendo los recursos de forma liberada, y eso no está bien. Todo tiene que ser controlado para que todo el mundo alcance algo”, dijo en este sentido.

Mencionó específicamente la venta liberada de harina de maíz y expresó su preocupación por la corrupción en el país debido a la falta de control.

Además, resaltó que los salarios y pensiones no son suficientes para adquirir productos a los precios actuales, señalando la dificultad económica que enfrentan los jubilados.

Otra de las entrevistadas compartió sus experiencias sobre la disparidad en la llegada de alimentos en el municipio y dijo que hay que esperar para ver si los productos prometidos realmente llegan.

“Han llegado tres libras de arroz, tres de azúcar, el chícharo y el café. Hay que esperar a ver” si llega más, dice con conformidad ante su situación, sin ni siquiera referirse a productos de una alimentación básica como leche, carne, huevos…

La tercera tercera entrevista, una pensionada que vive sola con su nieto; después de haberse enfermado “la sacaron del trabajo”, dice: “Ya te puedes imaginar el trabajo que yo paso”. Sin embargo, parece conformarse con que “los productos van llegando poco a poco”. Y menciona, como otra de las entrevistadas, solo las “tres libras de arroz y tres de azúcar”.

En septiembre pasado el régimen cubano reconoció en la Mesa Redonda que la crisis económica que atraviesa el país no permite garantizar a los cubanos los alimentos de la canasta básica normada.

Durante la emisión del programa oficialista el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, señaló que la “economía está en una situación compleja” y declaró: “No tenemos la divisa ni la capacidad para mantener, con los niveles de precios actuales, la importación de algunos productos para la canasta, incluso cárnicos, el pollo y MDM (masa deshuesada mecánicamente), que está por encima de 1.000 dólares por tonelada”.

Sin embargo, mientras los cubanos de a pie espera a que llegue, con atraso, el arroz y el azúcar a la bodega, ocurren en Cuba eventos como “Le Dîner en Blanc” (DEB), una famosa cena gourmet donde se oferta langosta, pastas y cordero.


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lunes, 13 de noviembre de 2023

Lawton: Un barrio habanero y su historia.

Tomado de cubanet.org

El reparto Lawton en el actual municipio capitalino de Diez de Octubre, originalmente fue conocido como Reparto Ferrer y formaba parte del barrio de Arroyo Apolo, otrora subdivisión de La Habana que data de 1859.

La historia de Lawton se remonta a esa fecha, cuando Lázaro Ferrer y Herrera ideó la división en solares de la finca San Pedro Apóstol en Jesús del Monte, que dio origen a la barriada. Las primeras calles en emerger en 1860 fueron las conocidas Milagros y Santa Catalina. Posteriormente, Ferrer cedió un área de 10.000 metros cuadrados al Ayuntamiento para fines públicos, donde se construiría el parque Buttari.

En 1864, Ferrer presentó la documentación para la urbanización, pero el expediente desapareció. No fue hasta octubre de 1905 que el arquitecto municipal informó sobre la validación de un plano del reparto hecho en 1900 por el ingeniero jefe de la ciudad, Guillermo Lawton. Ello llevó a la designación indistinta del reparto como Lawton o Ferrer hasta que este último nombre desapareció.

La urbanización experimentó cuatro expansiones hasta 1919. La primera, en enero de 1912, incluyó la estancia Cruz del Timón, ampliando las calles originales e involucrando también calles muy conocidas hoy como Dolores, Porvenir y avenida Acosta.

La segunda expansión incorporó la hacienda El Tejar, propiedad de Guillermo Lawton. En 1915, la tercera ampliación donó espacio para la posterior construcción del estadio Rafael Conte entre las calles Dolores, Tejar, 13 y 14. En 1919 se llevó a cabo la cuarta ampliación del reparto Lawton.

La barriada contaba con zonas célebres por su gran actividad, entre ellas la esquina de San Francisco y Novena, conocida como la de los Motoristas debido a la bodega que compartía espacio con el punto de despacho de tranvías del paradero de Lawton.

Otra área animada estaba en el tramo de la calle San Francisco entre Armas y Lawton, donde se encontraba un cine, varias cafeterías, una tienda llamada La Casa Henry, dos puestos de fritas, una escuela pública (la 96) que albergaba una academia de idiomas por las tardes, y una clínica propiedad de Miguel Morales, quien se convirtió en médico gracias a su trabajo como conductor de tranvías durante sus días de estudiante.

En esa misma calle, cruzando Armas, se encontraban varias tintorerías, entre ellas destacaban La Perla, El Río de Oro y Mijares. También en San Francisco y Lawton había un tren de lavado de chinos que tenía un método peculiar de etiquetado con tinta china, así como un sistema de lavado y planchado que utilizaba grandes rodillos impulsados por una manivela.

Algunos vecinos famosos de Lawton son el comandante Camilo Cienfuegos, cuyo nombre tomó la calle Dolores, y el poeta Roberto Fernández Retamar.

Asimismo, vivieron allí el general Enrique Loynaz del Castillo, en San Francisco esquina a Octava; el poeta Emilio Ballagas; el doctor Luis Ortega, eminente clínico, en la calle Bellavista; y los reconocidos periodistas Eladio Secades y Ciro Bianchi.

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El Rubicón de los cubanos (i).

Por Alberto Méndez Castelló.

“Lo que hace falta es comida”, escuché decir a una mujer la semana pasada, en una cola para luego de meses de desabastecimiento, comprar aceite racionado; “habiendo comida no hay problemas”, dijo un afrodescendiente, viejo, subalimentado y, acto seguido, un joven, que vestía la camiseta de un famoso equipo de futbol español, confirmó: “Así mismo, teniendo comida en Cuba no hay problemas”. “Ah, no jodan ustedes… ¡Lo que sobra en Cuba es comida, miren lo barrigones que están los jefes! Y el que tiene dinero compra toda la comida que quiera, traída por el Mariel, de Estados Unidos… ¿O ustedes no saben que aquí hay comunistas que tienen de todo para vender…?”, dijo, iracundo, un hombre como de 40 años, al que visiblemente molesto, el afrodescendiente contestó: “Los dirigentes tienen que comer, porque si no, cómo se van a pasar las noches y las madrugadas reunidos, buscando soluciones para los problemas del pueblo”. 

Y, aunque esas expresiones parezcan literatura del absurdo, no es ficción. Ocurrió en mi presencia, de forma pública y notoria. Hay testigos de aquel afrodescendiente, defendiendo a los dirigentes barrigudos, “reunidos”, buscando “soluciones para los problemas del pueblo”. Esta escena mil veces repetida durante más de medio siglo, forma parte de nuestra cotidianidad, es parte del panorama socioeconómico y sociopolítico del castrocomunismo, y particularmente del cubano y de lo cubano, desde el ya lejano 12 de marzo de 1962, cuando mediante la Ley No. 1015, entró en vigor el racionamiento, agravado luego por la llamada “ofensiva revolucionaria”, iniciada el 13 de marzo de 1968, mediante la que fueron expropiadas bodegas, tiendas de víveres, carnicerías, todos los pequeños negocios privados que aun existían luego de que el Estado totalitario expropiara las grandes industrias, cadenas de tiendas, comercios y almacenes mayoristas, haciendo de la cubana, una sociedad de economía cerrada, estatista.

Reducido hoy el racionamiento a un puñado de arroz, otro de azúcar, y acaso, algunos huevos o un poco de café mezclado con chícharos, es el racionamiento uno de los muchos ejemplos de la condensación, hasta la solidez, del estadio sumiso de los cubanos, sin par, o pocas veces visto en tal grado de genuflexión ante un gobierno fracasado, y no por el “bloqueo yanqui”, como algunos llaman al embargo estadounidense, sino por el terco empecinamiento del régimen comunista, que para perpetuarse en el poder, mantiene el monopolio totalitario en la vida toda de la nación, sobre la que insidiosamente, cae la centralización del comercio de importación y por efecto bumerán sobre el ser humano, reduciendo sus valores intrínsecos.

De forma penosa, lastimosamente cruel, por su alejamiento de la condición humana y su cercanía con el enchiqueramiento, ese del animal de corral, de establo, más que con el estado libre de la res selvática, expresiones o comentarios como los citados al inicio de este artículo, al estilo de, “teniendo comida en Cuba no hay problemas”, son de uso corriente en cualquier calle de cualquier ciudad cubana e, incluso, entre no pocos cubanos que residen en Miami, en Madrid u otras ciudades del mundo, y aunque dichas en países civilizados, esas palabras desde el punto de vista del ser humano y su contexto, conllevarían la atención urgente de sociólogos y psiquiatras, por el gravísimo estado de mendicidad cívica y enajenación social que implican, no sólo en quienes las expresan, sino como retrato de la nación toda.

Si entendemos por nación ese cuerpo popular que habita un mismo país y está constituido bajo un mismo soberano o gobierno, según el concepto de Noah Webster, entonces en ese cuerpo popular, entiéndase las personas sujetas a una administración gubernamental, no puede existir un verdadero discernimiento si el criterio individual, la conciencia del ser humano, sujeto a deberes pero también libre por derechos, es objeto de secuestro por la clase política en el poder, llevando a la persona a escala nacional a padecer abulia, cinismo y hasta síndrome de Estocolmo, esto es, apego por su captor, lo que conducirá a un “cuerpo popular” insano, porque la intención de sus actos, jurídicamente hablando, está obstruida por el error, la ignorancia, o, la simulación, en una república que no es tal, sino rebajada hasta el mero “montón de gente”, sujeta a la hipocresía, el fraude, la amenaza, e incluso a la lesión y la muerte de forma “legal,” mediante fusilamientos por sentencia de los tribunales, o mediante crímenes cometidos entre coterráneos por móviles pasionales o por lucro, inducidos todos por un medio hostil a la persona. Y estos no son sucesos nuevos. Ocurrieron durante las dos dictaduras que padeció Cuba entre 1933 y 1958, y ocurren en la dictadura castrista que padecemos desde 1959 hasta el presente. Es nuestra tara. Y no por falta de herramientas, sino de aplicación al limarla.

Se sabe, no son las tiranías, comunistas ni de ninguna otra filiación política, dadas a otorgar libertades, sino a coartarlas. Y compréndase la existencia en una dictadura como la falta de libertad perpetua aunque usted pueda ir caminando por una calle o permanezca en su casa, con su familia, pues, es la limitación de la libertad, el apremio físico, psicológico, la fuerza o la intimidación, ejercida sobre el sujeto para que preste su consentimiento en la celebración de un acto político, jurídico, o en la conjunción de ambos, en el que, sin la intervención de esa exigencia sobre la persona, limitante de libertad, tácita o presunta, nunca, jamás, se hubiera celebrado tal anuencia, o se hubiera proclamado de otro modo.

Y como es sabido no existe en la persona voluntad para ejercer un acto propio de sí misma, sino una simulación, cuando se ejerce cualquier fuerza, sea física o psicológica sobre el individuo, porque es vicio del consentimiento, porque la persona ejerce una voluntad que no es libre ni espontánea, aunque asuma esa apariencia, porque la persona amenazada con un mal futuro, por instinto de conservación, asume que puede ocurrir tal iniquidad de no dar su consentimiento. En el próximo artículo veremos cómo cruzar el Rubicón de los cubanos, que no es, según creen algunos, un caldero de comida dentro de la Isla o al otro lado del Estrecho de la Florida.

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sábado, 11 de noviembre de 2023

"La teoría del 'decrecimiento' no es más que neo-malthusianismo."

Por Diego Sánchez de la Cruz.

Hans-Jörg Naumer es el director global de análisis temático y mercados de capitales de Allianz Global Investors. En los últimos años ha publicado distintos trabajos sobre la importancia de abordar la política medioambiental a través de mecanismo de mercado y no con medidas intervencionistas. Libre Mercado se ha entrevistado con Naumer, en el marco de una conversación facilitada por el Instituto Juan de Mariana que ha servido para tocar a fondo sus investigaciones sobre estas cuestiones. El resultado es el siguiente.

En su país, Alemania, se habla cada vez más del "decrecimiento" como única salida a los problemas medioambientales. ¿Por qué considera que esta tesis, que está muy de moda en las filas de la izquierda, está equivocada?

Sin duda, la idea del "decrecimiento" ha cobrado fuerza en Alemania y se empieza a escuchar mucho en otros países, pero su mensaje central esencialmente neo-malthusiano: el planeta tiene unos recursos finitos, de modo que, o paramos la actividad económica, o nos extinguimos… Es una filosofía simplista, porque solamente concibe una forma de revertir el aumento de las emisiones de carbono: frenando por completo la producción.

Siempre tenemos que intentar vivir de una forma sostenible, es decir, tomando en cuenta cuestiones medioambientales relevantes. Sin embargo, ¿quién se puede permitir algo como el "decrecimiento"? Puede que en algunos países ricos haya una minoría que defiende esto, pero ¿y el resto de la gente, están de acuerdo con que se desplome su nivel de vida? ¿Y qué hay de muchos otros países que ni siquiera son lo suficientemente desarrollados como para que algunos planteen este tipo de absurdos?

Hay, además, otra cuestión importante encima de la mesa. El crecimiento demográfico va a continuar hasta aproximadamente el año 2100. Por lo menos, veremos un aumento de 2.500 millones de personas en la Tierra. Y, a más gente, más "decrecimiento" tendríamos que asumir, si ese es el único camino que contemplamos para enfrentar estas situaciones.

Se habla mucho de los objetivos ESG de sostenibilidad y medio ambiente. Pues bien, uno de los más importantes es el referido a la reducción de la pobreza y, si eso es lo que queremos conseguir, tenemos que apostar por el crecimiento. De hecho, hoy somos unos 8.000 millones de personas y, aunque la pobreza ha bajado mucho, hay 3.000 millones que siguen viviendo en una situación delicada y que necesitan más crecimiento.

También escuchamos a menudo los llamados de algunos países a lidiar con los asuntos medioambientales a través de grandes programas de "redistribución". Sin embargo, a lo largo del tiempo, hemos podido ver que los países no salen adelante con transferencias, sino a través de su propio crecimiento económico.

Desde luego que eso es así. El fin del crecimiento nos situaría en un juego de suma negativa, porque todos seríamos más pobres. En Occidente vemos que el PIB per cápita de los hogares llega a ser cuatro veces mayor que en los países emergentes y seis veces más altos que en las naciones pobres. En la práctica, un programa de "redistribución" de este corte significa que en Alemania o en España tengamos que vivir con una renta de 10.000 o 15.000 euros al año.

Además, este tipo de planteamiento no toma en cuenta la reacción de los productores, que sin duda dejarían de actuar si les van a arrancar el fruto de su trabajo de forma tan pronunciada, y tampoco toma en cuenta el aumento de la población que hemos comentado antes y que, a lo largo de los próximos ochenta años, obligaría a hacer recortes aún mayores para buscar ese empobrecedor equilibrio redistributivo.

Cuando uno se fija en la evolución de las emisiones de CO2 de los países ricos, no solamente encuentra que no van a más, sino que sorprendentemente evolucionan a menos. En términos relativos, la caída es muy acusada en relación con la subida del PIB. Sin embargo, este hecho tan importante está siendo silenciado o ignorado en los grandes debates climáticos.

Como economista, tengo claro que es importante avanzar por el camino de la descarbonización. Sin embargo, precisamente por eso tenemos que tener en cuenta que la producción económica en las economías de mercado ya es hoy mucho más sofisticada en ese aspecto. Desde los años 60, la eficiencia energética de nuestros bienes de consumo se ha multiplicado por cinco o seis.

En el caso de Estados Unidos, las emisiones de CO2 se desacoplaron del crecimiento del PIB en torno a los años 80, mientras que en países como España se observa un fenómeno similar desde comienzos del siglo XXI. Esto confirma que podemos crecer más generando menos emisiones y, de hecho, lo que hemos conseguido es llevar las emisiones a niveles de hace décadas y, de forma paralela y simultánea, seguir agrandando nuestra producción.

A veces se plantean "soluciones climáticas" que no solucionan nada, pero sí le hacen la vida mucho más complicada a la gente, caso por ejemplo de la prohibición de los vuelos nacionales que se está barajando en España. De igual modo, se defienden "confinamientos climáticos" porque en 2020 bajaron las emisiones de CO2 coincidiendo con la pandemia, pero se ignora que esa caída fue solamente coyuntural y que, además, el empobrecimiento asociado a las restricciones covid ha reducido nuestra capacidad de invertir en tecnologías más eficientes desde el punto de vista energético.

No sacamos nada con este tipo de medidas, en Alemania se nos proponen cosas parecidas con los vuelos y también se habla de limitar la velocidad en las autopistas, que es algo casi sagrado para muchos de nuestros ciudadanos… Karl Popper nos advirtió de la importancia de contener el desarrollo de grandes estructuras de gobierno que controlen nuestras vidas por completo.

Reflejar los precios del carbono en la actividad económica es la mejor forma de gestionar estas cuestiones. En los sectores europeos que están sujetos al mecanismo de compra de derechos de emisiones de CO2 estamos exigiendo unos 80 euros por la tonelada de CO2. Hay dos problemas con esto: por un lado, la cantidad ha subido mucho coincidiendo con una situación económica muy delicada; por otro lado, el mercado de derechos de emisiones es solamente europeo y, si bien parece poco probable que se desarrolle un sistema global, sería deseable que otros bloques económicos se alíen de forma voluntaria para poner en común estos sistemas.

Con el precio del CO2 fijado, los productores se pueden ocupar de competir entre sí en busca de soluciones más eficientes. Esa es la solución más inteligente porque, como nos explicó F. A. Hayek, el conocimiento no está concentrado sino distribuido entre todos nosotros, de modo que esta es la mejor manera de buscar soluciones.

Siempre he dicho que, a la hora de aprobar medidas climáticas, impera la aplicación de nuevas restricciones y escasea la aprobación de medidas compensatorias que reduzcan otros costes fiscales y regulatorios para que las empresas puedan amortiguar el golpe. Es decir, si añadimos más palos y nunca ofrecemos zanahorias, el resultado no es otro que un intervencionismo creciente que complica la inversión privada en este campo y en toda la economía.

En los últimos años hemos vivido, en efecto, un problema importante en lo tocante a la libertad económica. Por ejemplo, si nos referimos a la globalización, que ha hecho mucho para favorecer el libre comercio y los intercambios a nivel mundial, estamos viendo que cada vez se habla más abiertamente de que vamos camino a una cierta "desglobalización". Se habla también de "friendshipping", un término que alude a que deberíamos concentrar nuestros acuerdos y lazos comerciales en bloques de países afines en clave política, social o cultural.

En Estados Unidos, por poner un ejemplo concreto, las medidas para lidiar con la inflación o lidiar con las cuestiones climáticas se concentran en un amplio programa de subsidios. Ese no es el camino. Peor aún, en Europa a menudo se responde a ese tipo de agenda con medidas similares, de modo que terminamos con más subsidios allí y también aquí. Todo eso son distorsiones que, en efecto, resultan contraproducentes. Y luego está el papel de China, que al menos ha anunciado un programa de reducción de emisiones, pero que hoy por hoy es el principal generador de emisiones de dióxido de carbono.

Los tipos de interés han subido para intentar contener la inflación que llegó de la mano de una política monetaria laxa. ¿Hasta qué punto las finanzas "verdes" no son ahora más costosas y menos rentables a raíz del encarecimiento de la financiación?

De entrada, tenemos que estar felices de que se haya terminado la época de los tipos cercanos a cero, porque la política monetaria ha sido errónea y ha generado grandes distorsiones, provocando daños en los mercados de capitales y animando a los gobiernos a gastar de forma imprudente e insensata. Por lo tanto, aunque ahora las condiciones de financiación son menos atractivas, lo cierto es que el marco anterior no era razonable ni sensato.

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domingo, 5 de noviembre de 2023

El calentamiento global es una fabricación total de periodistas sensacionalistas y políticos deshonestos.

Por Ana Hernández.

En un mundo donde el cambio climático se ha convertido en un tema central de discusión, el Dr. John F. Clauser, galardonado con el Premio Nobel de Física en 2022, por sus investigaciones en mecánica cuántica, desafía la narrativa predominante. En una entrevista con "American Thought Leaders" de The Epoch Times, el Dr. Clauser aborda varios mitos comunes sobre el "cambio climático" y su impacto en la sociedad, así como la responsabilidad de periodistas y políticos en la desinformación científica.

Desde la supuesta intensificación de eventos climáticos extremos hasta la efectividad de la geoingeniería, el Dr. Clauser ofrece una perspectiva científica contraria a la corriente a favor del "cambio climático". Argumenta que la preocupación por el calentamiento global es una construcción mediática y política, y que muchos eventos climáticos extremos no están aumentando en frecuencia como se afirma por los medios y los políticos de manera contundente. Además, cuestiona la eficacia de costosos proyectos de geoingeniería en la mitigación del cambio climático.

El Dr. Clauser destaca cómo una infraestructura burocrática y económica se ha desarrollado en torno a la narrativa del "cambio climático", y cómo aquellos que han tomado decisiones costosas basadas en esta narrativa pueden sentirse incómodos al enfrentar una evidencia contraria. Así en palabras del Dr. Clauser "la preocupación por el calentamiento global es una fabricación total de periodistas sensacionalistas y políticos deshonestos.".

Clauser afirma que actualmente existe un choque entre la verdad científica, basada en la observación y la experimentación rigurosa basada en datos sólidos y verificables, y la verdad percibida que es la verdad de los políticos y los periodistas, una verdad que se moldea para servir intereses económicos y políticos. La "percepción de la verdad" se ve influenciada por la capacidad de vender una idea o producto, siendo maleable y ajustable a objetivos específicos, incluso si carece de fundamento en la realidad.

El Dr. Clauser destaca cómo esta distinción se convierte en un desafío en campos como el "cambio climático", donde la percepción de la verdad se utiliza para impulsar agendas políticas y económicas. Esto subraya la importancia de basar nuestras creencias en la verdad respaldada por evidencia sólida en lugar de aceptar narrativas construidas por intereses particulares y, basadas en "una información deshonesta difundida por los políticos". En un mundo donde la información se vuelve cada vez más maleable, aboga por un retorno a la verdad basada en hechos concretos y observaciones meticulosas.

Destaca la falta de árbitros en este campo y la creciente propagación de desinformación científica, que se aprovecha de la percepción de la verdad para promover agendas y productos. Según el Dr. Clauser, "los políticos se están convirtiendo en autodenominados científicos y promueven la desinformación científica donde simplemente inventan información científica. Esto es muy común en la ciencia del clima, es muy común en la medicina y es particularmente común en economía.".

El debate que plantea el Dr. Clauser recuerda a los científicos la importancia de buscar la verdad a través de observaciones y experimentación rigurosa, en lugar de basarse en narrativas políticas o económicas. La conversación arroja luz sobre las complejidades del cambio climático y cuestiona la influencia de los intereses en la ciencia y la política.

El Dr. Clauser, miembro de la junta directiva de la "Coalición CO₂" de Arlington, Virginia, compartió también su perspectiva sobre el CO₂ como una entidad beneficiosa, respaldada por ejemplos concretos, como la capacidad del CO₂ para acelerar el crecimiento de las plantas en invernaderos. Sin embargo, señaló que los actuales esfuerzos masivos para limitar el CO₂ y el metano en la atmósfera y en el medio ambiente son "un enorme desperdicio masivo de recursos muy valiosos que podrían estar siendo utilizados para mejores propósitos humanitarios.

Hay una pérdida total de dinero, tiempo y esfuerzo. Está estrangulando a la industria. Las políticas de la EPA son un desastre total. Todas estas políticas deberían detenerse de inmediato, en mi opinión. Mi sospecha es que lo que estoy diciendo aquí será totalmente ignorado, porque a la gente no le gusta que le digan que han cometido grandes errores de esta magnitud."

El Dr. Clauser también abordó el tema de la censura y la desinformación en el ámbito científico, indicando que, "parte del trabajo sobre el cambio climático ha sido censurado" y, destacó la importancia de permitir la diversidad de opiniones y el diálogo científico abierto.

El Dr. Clauser concluyó indicando la necesidad de corregir las políticas gubernamentales relacionadas con el cambio climático y advirtiendo sobre la amenaza de la desinformación científica, especialmente en la era de la inteligencia artificial, que a menudo perpetúa información errónea. Instó a un retorno a la verdad basada en datos concretos y observación meticulosa, alertando contra las peligrosas implicaciones de la censura y la creación de una realidad alternativa basada en intereses políticos y económicos.

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Carlos Hevia: el hombre que fue presidente de Cuba por tres días.

Por Damián Fernández.

A lo largo de la historia política de Cuba, el país ha tenido más de 35 presidentes, algunos más relevantes que otros debido a su impronta, forma de gobierno o tiempo en el poder. Uno de ellos, Carlos Hevia, destacó precisamente por tener un paso más que efímero al mando de la Isla, aunque no irrelevante.

Su nombre completo era Carlos Aurelio Hevia y Reyes-Gavilán, nacido el 21 de marzo de 1900 en La Habana. Una vez se graduó como cirujano, viajó a Estados Unidos en 1919, donde estudió en la Universidad Naval de Annapolis. A su regreso a Cuba, se involucró en la política y se convirtió en miembro del Partido Revolucionario Cubano Auténtico.

Durante el gobierno provisional de Ramón Grau San Martín, Hevia se desempeñó como ministro de Agricultura. Entonces llegó uno de los momentos trascendentales de su carrera, cuando el 15 de enero de 1934, múltiples protestas contra el gobierno de Grau llevaron a la petición de renuncia del mandatario.

En medio de la crisis, el consejo de gobierno nombró a Hevia como presidente interino y a pesar de su inicial reticencia debido a la tensión política, finalmente aceptó el cargo. Fue juramentado solemnemente al día siguiente.

Sin embargo, su presidencia fue fugaz, de apenas días. Enfrentando desafíos internos y externos, Hevia se encontró sin el apoyo general necesario para evitar una huelga nacional. Decidió renunciar al cargo y entregó el poder al vicepresidente Manuel Márquez Sterling con las palabras “Volveré a mis campos de caña”, en referencia a su labor como titular de agricultura.

No fue así. Después de este episodio, durante el gobierno de Carlos Prío Socarrás, Hevia se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores, de 1948 a 1950.

El golpe de Estado liderado por Fulgencio Batista en 1952 suspendió las elecciones en las que Hevia planeaba participar. Ante estos eventos políticos, se exilió en Estados Unidos y, en 1960, se unió a un grupo opositor al gobierno del dictador Fidel Castro. Falleció poco después en Florida, el 2 de abril de 1964.

Mientras vivió, Carlos Hevia estuvo casado con Elisa Eldelmann y tuvo dos hijos, Carlos y Margarita Hevia Edelmann. Después de su exilio en Miami, encontró trabajo en la Academia Naval.


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sábado, 4 de noviembre de 2023

Egipto se olvida de los palestinos... y el mundo se olvida de Egipto.

Por Carmelo Jordá.

Una ambulancia con palestinos heridos llega al paso de Rafah.

Una de las cosas por las que me gusta tanto Israel es que es un país peculiar, distinto, único. Fíjense si es único que en este mundo hay una cincuentena de Estados en los que los musulmanes son amplia mayoría y sólo hay uno en el que lo son los judíos, por poner un ejemplo.

Esa peculiaridad, ser el único país judío del mundo, debe ser la razón por la que a Israel se le exigen cosas que no se le piden a nadie más en el planeta, por ejemplo que alimente y provea de energía y suministros a sus enemigos: ¿se imaginan que en la Segunda Guerra Mundial se hubiese exigido a los Aliados abrir un corredor humanitario para alimentar a la más que hambrienta Alemania? Sí, ya sé que es otra época, pero tampoco se pide a los ucranianos que respeten los suministros de Rusia y no digamos a Putin, que ha tratado de ahogar a Ucrania de todas las formas posibles, ¡la risa que le entraría al zar rojo ante semejante solicitud!

En fin, que se mire como se mire esa exigencia y esa forma de cargar sobre los hombros de Israel la responsabilidad sobre lo que les pueda pasar a sus enemigos es única, inédita y, si me permiten, tirando a ridícula.

Llegados a este punto, alguien se levantará entre mis lectores y dirá, quizá muy ofendido, que no hay otra forma de llevar suministros a Gaza que a través de Israel, algo que todo el mundo parece dar por sentado olvidando un pequeño detalle… o no tan pequeño: unos 16 kilómetros tiene la frontera sur de la Franja de Gaza y al otro lado no está Israel, sino Egipto.

Una frontera que tiene el famoso paso de Rafah por el que, con la limitación lógica de las armas, Egipto podría darle a los gazatíes todo lo que estos necesitasen, cosa que por cierto generalmente se abstiene de hacer: desde que Hamás tomase por la fuerza el poder en 2006 el estado normal del paso ha sido estar cerrado y no porque lo decidiese Israel, ni mucho menos, sino porque lo decidían los egipcios.

De hecho, es lo que han vuelto hacer el pasado día diez, cuando empezaron los bombardeos israelíes sobre la franja tras el atentando brutal de Hamás y Egipto se apresuró a clausurar la frontera, no porque pudiesen pasar por allí las bombas israelíes, sino porque podían pasar los refugiados palestinos.

Pero refugiados, ni uno. Repito: NI UNO.

Esa buena gente que huye de la guerra y a la que Europa se vio obligada a albergar durante el conflicto en Siria, por ejemplo, se ha dado ahora de bruces con la frontera egipcia. Y nadie ha dicho ni mu, supongo que porque todo el mundo estaba muy ocupado denunciando el "genocidio" de un país al que le acaban de matar 1.400 personas, la gran mayoría civiles, en un atentado salvaje.

Vaya por delante que yo entiendo la postura egipcia: la historia nos enseña que los palestinos no son buenos invitados y quizá por ello los países árabes los han tratado siempre como a escoria: por ejemplo, nunca han dado la nacionalidad a los cientos de miles de refugiados tras la Guerra de Independencia de Israel, país que sí la concede, y plenos derechos jurídicos, sociales y políticos, a unos dos millones de árabes israelíes, miren ustedes por dónde.

Sí, los palestinos han sido la carne de cañón del mundo árabe y ahora lo son del persa, pero también es verdad que ellos han puesto todo de su parte: en Jordania llegaron a desatar una guerra con los jordanos tras intentar asesinar al rey Hussein. Miles de personas murieron en el Septiembre Negro y la OLP tuvo que irse del país. Acabaron en el Líbano, donde estuvieron más que implicados en el inicio, pocos años después, de una guerra civil que duró 15 años y costó más de 120.000 vidas.

Sí, yo entiendo que Egipto no quiera saber nada de los palestinos, pero esa corriente de solidaridad mundial que tantas cosas le reclama a Israel podría pedirle un poquito a un país que es árabe, que se supone que comparte tanto con los gazatíes –de hecho hasta 1967 la Franja era suelo egipcio–, y que con sus cien millones de habitantes creo que sería capaz de asumir unos cientos de miles de refugiados de forma temporal.

Pero no, Egipto se ha olvidado de sus pobres y sufrientes hermanos palestinos y, lo que es mucho más llamativo, el mundo se ha olvidado de pedirle a Egipto una centésima parte de lo que le pide a Israel.

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