jueves, 8 de abril de 2010

Corrupción, impunidad e injusticia.

Según el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en su más reciente discurso, las ilegalidades y la corrupción en Cuba, están atacando la esencia del socialismo. Que gracioso que hable así, el mismo que propuso al Consejo de Estado, liberar de sus funciones de Fiscal General de la República, a Juan Aníbal Escalona Reguera, cuando circulan en las calles, comentarios que lo involucran en un escándalo de corrupción.

No es que quiera generar desconfianza, pero los chismes coincidieron con dos escuetas notas oficiales, emitidas por el Consejo de Estado y publicadas en el diario Granma, con 15 días de diferencias entre una y otra, como para no vincularlas.

En la primera, liberaron del cargo de Presidente del Instituto de la Aeronáutica Civil de Cuba al también destronado General, Rogelio Asevedo Gonzales. El escrito fue frío. No dio ninguna razón, simplemente aclararon que al destituido se le asignarán otras tareas.

Con la nota de liberación de Escalona, también General de Brigada y Diputado Nacional por la provincia de Pinar del Rio, fue diferente. Explicaron los motivos: problemas de salud, y reconocieron su meritoria labor en el cargo.

En la calle dicen que la desigualdad en el trato de los destituidos, se debió a que el ex Fiscal General de la República, es uno de los hombres de confianza del actual Jefe de Estado y de Gobierno. ¿Será que le debe favores?

Yo era pequeña, pero según se dice, Escalona fue la figura clave, para que los hermanos Castro se deshicieran del único testigo que podía vincularlos al narcotráfico: el General Ochoa, fusilado en 1989.

Eso pesa mucho. No me extraña que trate de protegerlo, por lo menos sabemos que es agradecido. No como su hermano, que de momento vira los cañones y le apunta a cualquiera que trate de dañar su imagen.

Sin embargo, es inaceptable que los ciudadanos, los mismos que lo eligieron como su representante político, comenten que Escalona tenía negocios ilegales con firmas extranjeras y propiedades en Chile, y no se aclare nada. En Cuba definimos ese silencio con un sabio proverbio: el que calla otorga.

No importa que los comentarios, sean causa suficiente para investigar y en su caso iniciar un proceso, según la ley de revocación del mandato político, por incurrir en hechos que hagan desmerecer de buen concepto público; y manifestar una conducta incompatible con el honor de ser representante del pueblo en un órgano del Poder Popular.

En definitivas ellos, en su condición de dirigencia histórica, no tienen que probar nada, ni tampoco rendir cuentas de su actuar. Igualmente, el Consejo de Estado tiene la potestad para decidir o no, si se inicia un proceso de revocación en contra de un representante político de parlamento cubano.

Raúl Castro insiste en que sus gobernados rechacen “las ilegalidades y diversas manifestaciones de corrupción”, cuando él, amparado en su condición de máximo representante del gobierno, protege de la acción de la justicia, a los miembros de su gabinete que se enriquecen impunemente a costa del sudor de la mayoría”. ¿Acaso no es eso doble moral?
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