miércoles, 14 de abril de 2010

Raúl Castro nos toma el pelo.

Por Frank Rodríguez.

El régimen encabezado por Raúl Castro piensa soltar las cabezas de los cubanos para que unos estilistas cubanos –antes empleados asalariados del estado– se las laven y les recorten el pelo. Estos estilistas dejarán de ser estalinistas para convertirse en bisneros, voz local para referirse a los pequeños capitalistas engendrados curiosamente por el comunismo tropical.

El champú de la cabeza estará en manos particulares. El lavado de cerebro continuará en manos del Estado. Aunque al primer secretario del partido le quedan dos afeitadas, desgraciadamente éste no va al barbero hace rato, así que siguen en el sillón, medio dormido pero no ido del todo.

Las barberías y salones de belleza de tres o menos sillones estarán disponibles a ser alquilados al Estado por parte de los capitalistas. Serán una especie de paladar, restaurante de menos de doce sillas que puede ser privado, privado de toda ayuda estatal, pero de todas maneras con comida más rica que en los restaurantes estalinistas.

Las Batas de Blanco han quedado liberadas, mientras que las Damas de Blanco han quedado reprimidas. Siendo un negocio en que hay que usar la cabeza, tiene sentido que quede en manos particulares.

Ya antes de la nueva normativa, los empleados de la belleza en Cuba tenían que conseguirse sus propios materiales aún siendo asalariados del Estado. Supongo que siguiendo la Ley de la Oferta y la Demanda, única ley en Cuba que los Castro no redactaron, todo tipo de suministro fluirá hacia los salones de tres sillones, alejándose de los de cuatro sillones. Es más, es posible que los sillones extra se rompan con tal de lograr que un salón tenga tres nada más.

Desde Ñó Que Barato empezarán a fluir tijeras y tintes en los gusanos de los gusanos. Los cubanos tendrán los mejores peinados y pelados del mundo, y en las barberías y salones de belleza se tumbará a Fidel como antes se solía hablar en las barberías y salones de belleza de lo que uno quisiera. Regresarán las revistas Selecciones y se podrán mirar al espejo los cubanos con mayor sinceridad.

Tiene sentido que la belleza y el estilo estén en manos privadas y no en manos del todopoderoso Estado. Pero si se sigue esta lógica, lógicamente no quedará nada en manos del Estado excepto el paredón de fusilamiento y los eventos en el protestódromo frente a la SINA en el Malecón, así como la exportación de cubanos y la importación de turistas baratos.

De las grandes reformas que esperaban los raulistas, un pelo.
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