viernes, 30 de abril de 2010

El legado de Castro (i).

Por Adolfo Mena.

Aún no hay indicios del suceso y la gente opina ya sobre el legado de Castro, que parece resumirse en dejar atrás un país en ruina. Sólo que legado es más que eso. Por ejemplo, Castro legó el modus operandi de agitar el trapo rojo de Marx y Lenin no tanto para seguir el ejemplo soviético, sino para asegurarse la ayuda económica y militar del Kremlin.

Luego de exiliarse (julio 7, 1955) para preparar la recurva contra Batista, Castro pidió armas a Moscú, por intermedio de funcionario soviético en México Nikolai Leonov. El Kremlin reaccionaría muy tarde (diciembre 27, 1958) con autorización de mandar armamento checo a la guerrilla de Castro, pero Castro retomó la iniciativa a mediados de 1959: envió al jefe del G-2 (o como quiera llamársele, verbi gratia: Departamento de Información de Inteligencia), Ramiró Valdés, a entrevistarse con el embajador soviético y la KGB en Ciudad México. Al aterrizar el agente Alexander Ivanovich Alekseyev en La Habana (octubre de 1959) con vodka y caviar, un álbum de fotos de Moscú y una delegación cultural soviética, Castro le confió primero que Marx y Lenin eran sus guías intelectuales, para enseguida pedirle que viniera Mikoyan. Moscú tragó el anzuelo y bajo la fanfarria de la Exposición de los Logros de la Ciencia, la Técnica y la Cultura de la URSS, Castro jineteó a Mikoyan con sendos convenios (febrero 13, 1960) de crédito blando (unos $100 millones para proyectos de desarrollo económico) y de intercambio comercial y pagos (Moscú compraría la quinta parte de las exportaciones cubanas de azúcar y suministraría petróleo a precios por debajo del mercado mundial).

El propio Leonov dejaría nítida constancia en sus memorias (diciembre 6, 1974) de cómo se esparció el legado de Castro: "El colmo de los milagros: en el lejano y empobrecido Dahomey [Benin], [Mathieu o Ahmed] Kerekouv se autoproclamó marxista-leninista y precisó que su país emprendía la construcción del socialismo. De inmediato pidió nuestra ayuda, además de económica, para [re]organizar el ejército y los servicios de inteligencia. Ante semejante solicitud nuestro embajador en Cotonou se atemorizó tanto que no atinó a contestar sí o no. Esta acción de los dahomeyanos parece absurda: 80% de la población (3 millones) es analfabeta y el poder está en manos de una claque militar. No hay industria ni partido ni clases". Antes y después de Kerekouv, muchos líderes africanos se atuvieron a esa porción del legado castrista.
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