martes, 19 de julio de 2011

Imagen urbana del cuentapropismo.

La intención de las autoridades cubanas es la de preservar la "imagen urbana", el "orden" y el "buen gusto" en ciudades y poblados donde un largo tiempo de pobreza ha colocado visibles señales de fealdad y abandono.

El frenesí del trabajo por cuenta propia en Cuba y la proliferación de pequeños comercios: timbiriches, tenderetes y chinchales en toda la geografía de la isla, ha obligado a las autoridades a lanzar una campaña de divulgación sobre los espacios públicos donde se pueden montar estos negocios.

La intención de las autoridades cubanas es la de preservar la "imagen urbana", el "orden" y el "buen gusto" en ciudades y poblados donde un largo tiempo de pobrezas ha colocado visibles señales de fealdad y abandono.

Muchos cubanos, según admitió el martes el diario Granma, desconocen las regulaciones urbanísticas para establecer su negocio, y no saben dónde encontrar asesoramiento, pero, ¿cómo podrían saberlo si se estrenan en esos menesteres del capitalismo primitivo?.

"El haber obtenido la licencia -recalca Granma- para ejercer determinada actividad, no da derecho a emprender una acción constructiva. El asesoramiento o esclarecimiento a cada persona será brindado en el momento de explicar lo que quiere construir o la modificación a realizar sobre algo ya construido, y dónde hacerlo".

El Instituto de Planificación Física, que controla el ordenamiento territorial, ha editado miles de folletos y pancartas para orientar a los nuevos trabajadores por cuenta propia y evitar construcciones, carteles u otros soportes que atenten contra la "imagen del entorno".

El "cuentapropismo" ha cambiado la fisonomía de ciudades como La Habana, algunas de cuyas calles se han convertido en auténticos mercadillos donde se pueden encontrar desde ropa y fritangas hasta todo tipo de hierbas medicinales o rituales.

Tras la ampliación del sector privado el año pasado, una parte de los nuevos "cuentapropistas" emprendió la construcción de mostradores, muros, bancos y otros elementos en las áreas externas de sus casas o edificios, para instalar negocios como cafeterías o kioscos.

Entre las reglas que establece el Instituto de Planificación Física esta la norma que indica que toda "modificación o ampliación" de espacios exteriores con fines laborales requiere de una autorización, y es obligatorio realizar esos trámites para colocar "elementos ligeros" de protección solar, soportes gráficos o carteles.

De hecho, ya hay antiguos centros comerciales, -más feos y deteriorados que los horribles anuncios con errores ortográficos que cuelgan los cuentapropistas- como el habanero "Fin de Siglo", que desde hace años dan "cobijo" a puestos de vendedores por cuenta propia y que con la ampliación de esta modalidad laboral han decidido dedicarles más espacios.

Hasta mayo pasado, unas 309.728 personas ejercían el trabajo privado en Cuba, y de ellas 221.839 obtuvo su licencia tras la apertura del sector en octubre de 2010, cuando el Gobierno de Raúl Castro autorizó la ampliación de esa modalidad como parte de sus reformas económicas.

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