sábado, 9 de julio de 2011

Tierras ociosas en Cuba entre la crisis y el precipicio.

Por Alberto Muller.

Cuba afronta una crisis económica severa de tal magnitud, que de acuerdo al economista Carmelo Mesa-Lago, si no profundizan los cambios, no conseguirá resolver los problemas económicos y sociales fundamentales.

A los nacionales, para producir en el campo, se les dan 10 años, y a los extranjeros para sacar dividendos al deporte, casi 100.

El hecho de que Cuba tenga que importar granos, café, viandas y hasta azúcar, denota que la producción agrícola sigue sin encontrar un rumbo claro de incorporación y productividad para una economía que se debate entre la crisis y 'el precipicio', según palabra del propio Raúl Castro durante el VI Congreso del Partido Comunista.

Cuba afronta una crisis económica severa de tal magnitud, que de acuerdo al economista Carmelo Mesa-Lago, si no profundizan los cambios, no conseguirá resolver los problemas económicos y sociales fundamentales.

Desde el 2007 el gobierno cubano viene anunciando 'reformas estructurales' y la más importante de ellas es la entrega en usufructo a los campesinos de la mitad de las tierras estatales ociosas.

Pero la medida encontró un obstáculo mayúsculo que desanimó a muchos de los productores agrícolas, al determinar el gobierno que el contrato de usufructo sería sólo por 10 años, mientras que China cuando logró el gran salto productivo agrícola, garantizó el término del usufructo entre 50 y 90 años.

Y otra contradicción que molestó a muchos campesinos con el término de los diez años para el usufructo, de acuerdo al economista independiente Oscar Espinosa Chepe, es que el contrato en usufructo para que extranjeros exploten campos de golf en Cuba, se hace por 99 años.

Quiere esto decir que a los nacionales, para producir en el campo, se les dan 10 años, y a los extranjeros para sacar dividendos al deporte, casi 100.

A este desánimo de los productores de la tierra, se sumaron que el contrato en usufructo puede no ser renovado, que el usufructuario tiene que vender la cosecha a precios fijados inferiores a los precios del mercado, y que además, no se le permite construir su casa en el terreno.

La gran promesa de la Ley de Reforma Agraria de 1959, de que los campesinos fueran propietarios de las tierras que laboraban, se ha quedado engavetada más de medio siglo por la obsesión sistemática de que el Estado lo controle todo en el país.

Datos oficiales suministrados al periódico oficialista Granma por el director del Centro Nacional de Control de Tierra del Ministerio de Agricultura, Pedro Olivera, apuntó que del millón de hectáreas concedidas en usufructo, de acuerdo a la Ley 259, sólo el 25 por ciento se dedica a viandas, hortalizas y granos, mientras la tierra restante a ganado vacuno lechero, ceba de toros, caña, frutales y tabaco.

Olivera añadió que todavía quedan del fondo nacional de tierras ociosas sin entregar más de 800 mil hectáreas por cierta lentitud en los trámites y que el Decreto-Ley sobre el usufructo no está exento de tropiezos, como la falta de insumos o los precios excesivos a los insumos que se ofrecen.

Para que el sector agrícola cubano produzca con entusiasmo y altos rendimientos, la consigna estructural tiene que estar involucrada en convertirlos en propietarios de sus tierras.

Lo demás es prolongar la angustia entre la crisis actual y el precipicio anunciado.
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