jueves, 14 de julio de 2011

Racismo a la cubana.

Por Iván García.

A la hora del sexo, las mujeres negras en Cuba no se sienten discriminadas. Más bien utilizadas. Roxana, 36 años, arquitecta, soporta con paciencia asiática los acosos sexuales de sus jefes blancos, piropos groseros y propuestas descaradas de ir a la cama por 20 dólares.

"Lo que tengo que aguantar es tremendo. Desde un jefe que me desnuda con la vista e intenta chantajearme con un ascenso o un viaje al extranjero a cambio de acostarme con él, hasta tipos pasados de tragos, que me ofrecen dinero en la calle", cuenta Roxana mientras espera el ómnibus con destino a su casa.

El racismo en Cuba tiene varios rostros. Y variantes. Más o menos sutiles. Hasta las formas son más explícitas. Pero cuando se trata de 'templar' (follar), el color de la piel desaparece como por arte de magia.

Sobre todo si es mujer. En un rápido sondeo entre 14 hombres blancos, a diez les apetece acostarse con negras y mestizas "y si son jineteras, mejor". A los otros cuatro, las mulatas "claritas y que no tengan el pelo tan malo (rizado)" los pone cachondos.

La historia cambia si de matrimonio se trata. De los 14, sólo 2 se casarían con una negra y 6 quizás con una mulata si estuviera espectacular. "Pero preferiría casarme con una blanca", señala uno de los encuestados.

Según la socióloga Edna Ramírez, el racismo en la isla es una auténtica caja de pandora. "Las  leyes cubanas sancionan la discriminación por el color de la piel, pero en ninguna sociedad usted puede legislar la mente y conducta de las personas. Siempre en Cuba han existido fronteras delimitando a blancos y negros. Con la llegada al poder de Fidel Castro, el fenómeno racial aparentemente disminuyó gracias a la participación de negros y mestizos en el proceso social recién iniciado. A pesar de ser una nación mestiza, donde siempre hemos convivido sin graves problemas, desde hace 20 años se vienen produciendo manifestaciones racistas hacia los negros. Por parte de   blancos e incluso mestizos, con niveles de vida más altos o con cargos importantes en empresas e instituciones oficiales".

Se nota a vuelo de pájaro. Los que peores viven son los negros. Visite usted las inmundas cuarterías de barrios marginales o las chozas armadas con cartón y aluminio que florecen en varios suburbios habaneros y verá que casi todos sus inquilinos son de piel oscura.

Alrededor de un 90% de negros y mestizos engordan las cárceles de la isla. Los delitos más violentos y sangrientos  suelen ser cometidos por negros. Las pandillas juveniles que se dedican a robar en viviendas ocupadas o asaltar a personas en las calles, para despojarlas de dinero en divisas, un Iphone o una camiseta de Messi, generalmente están formadas por negros y mulatos.

A la hora de emigrar también son diferentes. La socióloga Ramírez está realizando un estudio comparativo sobre los cubanos residentes en el exterior. "Y, salvo contadas excepciones, los de raza negra reciben menos ingresos y, por ende, giran menos dinero a sus parientes en Cuba. Es un asunto con trasfondo histórico, educacional y hasta político".

El gobierno y las instituciones culturales aceptan que existe discriminación racial. Entre los temas espinosos de la historia de Cuba en el siglo XX se encuentra el levantamiento armado del Partido Independiente de Color, en varias ciudades, en mayo de 1912. 3 mil negros murieron combatiendo o fueron linchados. Entre los que cumplieron la orden de aplacar con fuego y sangre a los amotinados se encontraba el coronel José Francisco Martí, hijo de José Martí, el héroe nacional. A cien años de los sucesos, se le sigue dando un enfoque historiográfico incorrecto o se prefiere obviarlo.

Entonces, los negros y mulatos se rebelaron para pedir igualdad y formar parte también del gobierno y las instituciones. Un siglo después, la mayoría de los puestos relevantes siguen siendo ocupados por blancos. Para revertir la situación, el VI Congreso del Partido Comunista le dio una mano de pintura oscura al comité central. Según un militante del Partido, hay orientaciones de captar más negros.

Incluso, los censos realizados en la isla no demuestran el número exacto de negros y mestizos. "A la hora de marcar en la casilla de la raza, muchos mestizos censados se declaraban blancos. Era opcional", cuenta Daniel quien trabajó en la elaboración del último Censo de Población y Vivienda, en 2002.

Este Censo arrojó que un 65% de los cubanos son blancos, 24,9% mestizos y 10,1% negros. Pero cuando usted camina por las calles, notará que el número de cubanos prietos y mulatos es notablemente superior a los datos oficiales.

Ni siquiera la disidencia se salva de actitudes racistas. Sonia Garro, opositora desde 2007, y quien realiza una destacada labor comunitaria con niños pobres del barrio de Marianao donde reside y a menudo junto a otras mujeres sale a las calles habaneras a protestar, lo sufre en carne propia.

La noche de su graduación como técnica en enfermería tuvo que soportar la humillación de que un dirigente la apartara de una foto colectiva en el momento de recoger su diploma. "No te molestes, es que los de raza en las fotos no quedan bien", le dijo. "Fue tanta la vergüenza que sentí, que ni el título fui a recoger. Lloré inconsolablemente", recuerda Garro. Ahora, siendo una opositora de calibre, todavía tiene que tragar buches amargos por el color de su piel.

"Los propios oficiales de la Seguridad del Estado me dicen insultos raciales, no entienden que una negra sea disidente. Lo peor es que hay sectores dentro la disidencia donde te ningunean y no quieren darle repercusión a tus proyectos o acciones, por puro racismo", dice Sonia.

El asunto racial en Cuba es una verdadera bomba de relojería. El Estado mira para otro lado e intenta minimizar el asunto. Mientras, los hombres blancos siguen deseando a mulatas y negras para meterlas en la cama.
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