Por Eduardo Marenco.
El 13 de julio es la fecha en que Ileana de la Guardia recuerda una herida abierta en su vida. Ese día de 1989, su padre, Antonio de la Guardia, Coronel del Ministerio del Interior de Cuba, fue fusilado luego de ser condenado a pena de muerte por el delito de “tráfico de drogas” y “traición a la patria”, sentencia dictada por un Tribunal Militar Especial cubano.
Poco después, la sentencia fue ratificada por el Consejo de Estado de la isla caribeña, bajo el control absoluto de Fidel Castro, quien lo presidía. Desde aquel entonces, para Ileana de la Guardia, el 13 de julio tiene un sabor amargo.
El fusilamiento de su padre, Tony de la Guardia, estuvo acompañado del de su subordinado Amado Padrón; así como del fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, héroe nacional de la República de Cuba, y del de su ayudante de campo, capitán Jorge Martínez.
El tío de Ileana, el general Patricio de la Guardia -hermano gemelo de “Tony”- fue condenado en el mismo juicio a treinta años de prisión, los que purga actualmente.
Estos fusilamientos marcan un antes y un después en la historia de Cuba y en la vida de Ileana de la Guardia, quien desde entonces se dedica a denunciar las injusticias del régimen de Fidel Castro. Después de un año y medio de prohibición de salir de Cuba y de persecución interna, logró viajar a México con su esposo Jorge Massetti, un ex agente de los servicios cubanos de inteligencia.
Así inició un itinerario entre México, España y Francia en los últimos diez años.
Hoy, Ileana de la Guardia vive con su esposo e hijo en Miami, donde conversó con LA PRENSA sobre las interioridades y repercusiones del fusilamiento de su padre, entrevista que presentamos a partir de hoy en dos entregas.
- Ileana, ¿qué significó para su familia que se abriera un proceso contra su padre, Tony de la Guardia? ¿Qué repercusiones tuvo para ustedes?
“Lo primero que quisiera decir, es que se trató de un proceso sin las garantías legales, sin asesoría legal, donde sus abogados eran de oficio y miembros del Ministerio del Interior, eran oficiales de la Inteligencia y la Contrainteligencia. Donde, además, se aplicó un Tribunal Especial Militar cuando Cuba no estaba en ningún frente militar, tendrían que haber sido procesados por un Tribunal Nacional Supremo, ya que después que pasan al Tribunal Militar donde les quitan los grados, dejan de ser militares, por lo que debían ser procesados como civiles.
Cuando soy testigo de este proceso contra mi padre, tomo conciencia de la represión fuerte que hay en Cuba, que en Cuba sí se violan los Derechos Humanos, puesto que es eso lo que estoy viendo. Te digo esto porque antes del proceso, no es que el hecho de que yo estuviera en la nomenclatura, porque formaba parte de familias que estaban cerca del poder, no me diera cuenta de nada, no es eso tampoco.
“Sin embargo, la represión no era una cosa de la que yo estuviera consciente antes del proceso contra mi padre, puesto que en Cuba la situación respecto a la información, tú te imaginas cómo puede funcionar: hay un sistema totalitario donde la prensa no tiene acceso y no habla en lo absoluto de lo que le pasa a los disidentes, y cada vez que en la universidad había un rumor de represalias contra alguien, siempre existía el contra rumor”.
- ¿Cómo estallan los acontecimientos? ¿Cómo se enteran usted y su familia del enjuiciamiento de su padre?
“No fue algo tan sorpresivo, pero no nos imaginábamos que sería algo tan violento. Sabíamos que podría ocurrir algo en relación con mi padre, mi tío y Arnaldo Ochoa, porque Patricio estaba en Angola y lo llamaron con urgencia. A mi papá le han dicho que deje el puesto dos semanas antes, él era entonces jefe del Departamento de Inteligencia MC, lo cual no quiere decir Moneda Convertible, sino siglas de Comunicación Militar.
“Era un Departamento creado alrededor de 1984 para la búsqueda de dólares, por medio de operaciones dentro de lo ilegal, a mi manera de ver, porque tenían que ver con toda la violación del embargo, pues se trataba de llevar equipos de tecnología desde EE.UU. por medio de lancheros de Miami. A ellos, Cuba les había autorizado que pudieran parar en aguas territoriales cubanas para abastecerse logísticamente. Ese era el acuerdo con los lancheros y ellos estaban traficando drogas.
“En lo que es Ochoa y Patricio de la Guardia, no tienen que ver con MC, porque su puesto es dirigir las tropas cubanas en Angola, ellos están completamente desvinculados (de MC). Cuando empieza a surgir esta situación en torno a ellos, es como un grupo grande que no está muy claro de qué es lo que harán como militares. Ya a estas alturas ha habido fricciones entre Ochoa, Raúl y Fidel Castro. Y Patricio ha tenido también algunos problemas con ellos”.
- ¿Qué tipo de fricciones?
“Yo diría político- ideológicas, porque en 1988 se está buscando que Cuba firme los acuerdos de paz en Angola, y Fidel Castro no los quiere firmar, y una de las razones por las cuales Patricio de la Guardia es mal recibido por Fidel Castro en las reuniones, es porque Patricio ha preparado un informe donde a través de la información de la inteligencia cubana en Angola, se describe que el Ejército cubano está siendo visto como un ejército de intervención, no como un ejército internacionalista, y que los angolanos quieren que se retiren desde hace tiempo, puesto que el problema interno trata de contradicciones tribales internas.
“Además, Patricio señala que el número de muertos de jóvenes cubanos es muy grande, que la cantidad de dinero que se gasta sigue siendo muy grande, entre otras cosas. Yo estuve con Patricio antes que se reuniera con Fidel Castro a presentar ese informe, y nos dice a mí y a mi esposo que era su obligación decirle la verdad a Fidel Castro aunque no le gustara.
“Días antes del juicio, Ochoa también llegó a decir delante nuestro que Fidel Castro estaba loco, y que había que hacer algo. Ochoa también discutió con Raúl Castro por la guerra de Angola, de modo que había una situación de tensión y sabíamos que algo podía pasar. La casa nuestra en Miramar había sido registrada y la puerta había sido dejada abierta para que nos enteráramos.
“A ellos (Patricio y Antonio de la Guardia) los detienen el 12 de junio de 1989 por la noche, un día antes de su cumpleaños. Ellos cumplían 51 años el 13 de junio, y los llaman para felicitarlos. Los detienen en las oficinas del Ministerio del Interior. Sus casas las viraron al revés.
“Al final nos dijeron que estaban en Villa Marista, la unidad de investigación y detención de la Policía Política. Ese 13 de junio por la noche fuimos y nos dijeron que no estaban detenidos, sino retenidos, nos dijeron que no buscáramos abogados, que no hiciéramos nada, durante aproximadamente quince días. Estábamos incomunicados. Nos dijeron que no viéramos a activistas de Derechos Humanos, porque les podía pasar lo peor”.
- ¿Qué ocurre cuando usted logra ver a su padre ya detenido? ¿En qué estado se encuentra? ¿Ha sido torturado?
“Yo lo encuentro físicamente muy mal: los ojos hinchados y rojos, las venas resaltadas, la aorta parpadeándole en el cuello. A él le aplicaron un sistema de tortura psicológica, utilizado en las cárceles soviéticas. Su nombre es desorientación circadiana. No te dejan dormir, te cambian los horarios, los animales están regidos por el día y la noche, y cuando te rompen ese ritmo al no dejarte dormir y cambiarte los horarios de alimentación, dejas de segregar melatonina y otras hormonas que te ayudan a dormir y te permiten razonar tranquilamente.
“Cuando no tienes esto, se te rompe el equilibrio psicológico completamente. Te pueden entrar estados depresivos impresionantes, no puedes leer, ésa fue la tortura que le aplicaron. Lo mantuvieron en celdas con luz encendida permanentemente, sin ventanas, con un aire acondicionado a altas temperaturas, y sin nada para abrigarse. Cuando iba a dormir, le cerraban y abrían las puertas de metal, la persona perdía completamente la orientación en el tiempo, no lo dejaban dormir, fue un desastre.
“Este tipo de tortura ayuda a los torturadores cuando quieren confesiones y que la persona acepte cosas que no ha hecho y entre en depresión. Eso se aplicó en la época de Stalin y se lo aplicaron a mi padre en los quince días que fue mantenido detenido.
“Luego de quince días incomunicado, nos permiten visitarlo. En la casa donde se ha preparado la visita había una cámara enfrente nuestro, que filmaba todo lo que sucedía para saber qué me estaba diciendo. No tuvo comunicación con nadie, solamente con los interrogadores de Villa Marista. Él no sabía lo que le iba a pasar. No le habían dicho nada. Esa misma noche me llamó un oficial del MININT, Ramiro, quien me dice que al día siguiente tendríamos que asistir al juicio de mi papá en la Sala Universal de las FAR. Pero en ese momento mi padre ni siquiera había podido ver a un abogado.
“Cuando le nombran un abogado de oficio, el abogado de mi padre me dijo personalmente que para él era una ofensa, una vergüenza defender a mi padre, y que no había tenido tiempo ni de leer su expediente. Igual le dijo el abogado de mi tío Patricio a su familia. Y el juicio empezaba en ese momento”.
- ¿Qué características tuvo el juicio?
“Fue completamente inquisidor. No los dejaron extenderse en la respuesta de ninguna pregunta, más de dos minutos. Durante los días que dura el proceso - - una semana- - , uno de los acusados, Ruiz Poo, en un momento empieza a llorar y a decir que las acciones estaban autorizadas por las más altas instancias, y empieza a decir nombres y ahí suspenden el juicio. Llaman a un médico y ese día el juicio no sigue.
“Aparece al otro día completamente calmado, a reconocer todo. Todo el tiempo el juicio fue una autoacusación. Ninguno de los abogados defensores cumplió su función porque no hay uno solo que de verdad defendiera a los acusados.
“Finalmente se dan las condenas y el fiscal pide pena de muerte para más de cuatro personas. Pero después Fidel Castro en el Consejo de Estado deja las siguientes penas de muerte: a Arnaldo Ochoa, a Amado Padrón, a mi padre y a Jorge Martínez. Entre el momento de la condena y la ratificación por parte del Consejo de Estado pasaron dos días”.
- ¿Qué significado tiene hoy para usted el 13 de julio?
“Sigue significando una fecha muy triste, desde el punto de vista personal. Desde el punto de vista colectivo, en mi visión como cubana que ha vivido una situación tan difícil, es una fecha donde hay la toma de conciencia de qué cosa era en el fondo la revolución cubana, que simplemente es un régimen al servicio de un dictador, y que en última instancia me hace sentir que tengo un compromiso para que la situación en Cuba cambie. Es una fecha bien triste.
- Para Ileana de la Guardia, el juicio contra su padre, Antonio de la Guardia y contra su tío, Patricio de la Guardia, fue completamente “arbitrario”, por lo cual, introdujo una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual en 1995 recomendó al gobierno de Cuba que “tome las medidas necesarias para remediar esta situación - - detención de Patricio de la Guardia- - conforme a los principios de la Declaración de Derechos del Hombre y los del Pacto Internacional de los derechos civiles y políticos”.
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