Por Pablo González.
La población anciana en Cuba aumenta vertiginosamente y la Seguridad Social que brinda el Estado no cubre las necesidades básicas. El promedio de pensión de un jubilado oscila entre 8 y 16 dólares mensuales, en un país donde solamente una botella de aceite de cocina cuesta dos dólares y un medicamento para controlar la presión sanguínea pueden alcanzar los cuatro dólares.
Por eso muchas de estas personas, antes de atormentarse en medio del dilema de comprar medicinas o comida, por su baja adquisición monetaria, salen a la calle para buscarse la vida realizando diversos trabajos por cuenta propia.
Lejos de hacerlo para darse lujos, se trata de sobrevivir. Muchos de ellos son profesionales que dedicaron más de cuarenta años de vida laboral al Gobierno y hoy este les paga a duras penas.
Fraccionador de dinero efectivo.
Esta forma de buscarse la vida está ganando terreno entre las personas de la tercera edad. Consiste en fraccionar dinero para tomar un ómnibus, dado que desde hace años estos funcionan exclusivamente con una alcancía que no da cambio.
Por tanto, la clientela generalmente se encuentra en las paradas de ómnibus donde se necesita cambio para pagar el transporte.
Los choferes de los ómnibus tampoco tienen tiempo para dar cambio. Mucho menos en horas pico, cuando embarcar en un ómnibus se convierte en una batalla campal. El precio del transporte es 40 centavos, pero, por ejemplo, si se paga con un peso, nunca se recibe vuelto y, si se paga, con cinco pesos probablemente no haya siquiera cuatro de vuelta por el ajetreo a la hora de hacerse un lugar en el tumulto para subir a bordo.
“Lo que me pagan de pensión no me alcanza ni para comprar pan. Tengo este negocio que no da para hacerse rico, pero resuelve ‘el diario’”, explica Isidro, de 73 años de edad, quien se dedica a fraccionar dinero en la calle desde que se retiró.
“Aunque el Estado no reconoce este trabajo la policía no se mete conmigo porque soy jubilado. Hay jóvenes que han empezado a hacer lo mismo que yo y se han buscado problemas con las autoridades”, agregó.
Isidro cobra 20 centavos en moneda nacional por cada peso que logra cambiar.
Revendedor de tarjetas de Internet.
“Mi negocio depende de la necesidad que tienen las personas de comprar tarjetas Nauta para poder navegar por Internet. Mientras más escasez haya, mejor para mí, porque son más los clientes que me compran”, dijo un revendedor de tarjetas quien tiene más de 70 años y no quiso ser identificado por temor a las autoridades. Junto a otros acianos que hacen los mismo, se levanta temprano para comprar tres tarjetas y revenderlas durante el día.
“Tenemos que andar a cuatro ojos porque la policía está al acecho para ponernos multas y hacernos advertencias, pero esta fue la forma que encontré para sobrevivir. Si algún día se me cae, ya inventaré otra cosa; de hambre no me voy a morir”, aclaró.
Los revendedores compran las tarjetas de navegación en los telepuntos de ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba) a 1,50 CUC, y las revenden a 3,00 CUC.
Este negocio que apareció después de la apertura de las zonas wifi tomó fuerzas debido insuficiencia por parte de ETECSA de suplir la demanda. La empresa limitó la compra de tarjetas a tres por personas con el objetivo de parar la reventa.
Recogedor de materia prima.
A estos cuentapropistas el Estado le paga “una miseria” por recoger materia prima en la calle, pero muchos de ellos son jubilados que no encuentran otra forma de subsistir.
Los “buzos”, como se les conoce en Cuba, trabajan sin ninguna protección para realizar esa labor.
Jorge González, quien laboró más de 40 años en el sector del comercio y ahora cobra por su retiro alrededor de 15 dólares mensuales, nos dijo: “Mi mujer necesita más de 500 pesos (20 dólares) para comprar medicinas, los tengo que sacar de alguna parte.”
“Además de vender la materia prima, en la basura te puedes encontrar infinidad de cosas que sirven, como sombrillas para los reparadores de sombrillas, pomos vacíos para los que venden refresco casero o yogurt. También te encuentras zapatos viejos que todavía se pueden usar”, explicó.
Según la prensa oficialista “desde hace varios años, Cuba acentúa las políticas de protección a la ancianidad”. Sin embargo, la realidad del día a día muestra otro cuadro.
Hoy la Isla es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica y para el 2050 será uno de los primeros a nivel mundial según el diario oficialista Granma.
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