miércoles, 19 de abril de 2017

Una economía absurda.

Por Eduardo Martínez Rodríguez.

Hace años, el periódico inglés The Guardian afirmaba un poco jocosamente, al puro estilo británico de no decir casi nada y significarlo todo, que los tres fracasos del sistema socio-político cubano eran el desayuno, el almuerzo y la comida. Pero ojalá fuera solo eso.

Es verdad que la estresante y desgastadora gran interrogante diaria de casi todos los jefes de hogar y amas de casa es qué comemos hoy. Esta necesidad no se puede postergar para mañana como la reparación de la vivienda, o la compra de un par de zapatos, o tal vez salir una vez al año a algún restaurante que se pueda pagar.

Intentaremos ver dónde falla nuestra economía, o dónde fallan nuestros dirigentes.

El primer error del casi subrayado arriba es que quienes toman las decisiones jamás tienen que hacerse esa pregunta pues el Estado para el cual laboran y defienden les provee de casi todo lo necesario para una cómoda y a veces lujosa existencia. Ninguno se sonroja o se ha negado a ir a residir a una gran residencia o un enorme apartamento (construido por los capitalistas de antaño) en Siboney o Nuevo Vedado, ninguno se ha visto jamás con una libreta de abastecimiento de productos alimenticios en una de nuestras destartaladas y muy mal abastecidas bodegas, ninguno jamás se ha montado en una guagua repleta a las tres de la tarde y cuando salen a realizar una gira, llevan un séquito enorme de gordos bien vestidos y varias convenientes cámaras de la televisión nacional.

Alguien dijo alguna vez que el hombre piensa como vive, aunque estos muchachos están perfectamente al tanto de cómo viven los de abajo.

Si yo fuera Dios por diez minutos los pusiera a absolutamente todos, comenzando por los Castro, a vivir en un paupérrimo y deteriorado apartamento en Micro Diez, Alamar, a tomar el P3 todos los días para ir a trabajar, a vivir exclusivamente con lo que le venden en la bodega por la libreta y a medrar con los salarios que ellos mismos disponen. Si se enferman, a acudir los mismos ineficaces doctores de los consultorios y policlínicos (nada de clínicas y farmacias especiales y exclusivas como el Cimeq y la de Calle 43, en Playa) y a curarse con los mismos muy escasos medicamentos que venden en las farmacias. No los torturaría más de eso.

Tampoco esto quiere decir que si escogiéramos un gobierno de muertos de hambre locales hallaríamos automáticamente las soluciones, pues de seguro que muchos de esos al año ya están como sus predecesores o peor.

Un nuevo gobierno con los disidentes más duros y más inteligentes, con los mayores deseos de sacrificarse por esta nación, fracasaría en unos meses porque les estarían demandando de inmediato altos salarios laborando tres horas al día, grandes abastecimientos, servicios médicos, educativos y sociales en grandes volúmenes sin aportar nada, precios bajos, grandes prestaciones sociales y pleno empleo. Las huelgas serían kilométricas porque les cogeríamos el gustico, los sindicatos se tornarían feroces y los nuevos empresarios criollos serían peores que los mayores explotadores allende las fronteras.

Pasarían años para enseñar a los isleños a no robar, décadas para eliminar la corrupción.

En 2011 se realizó el muy propagandizado 6to Congreso del Partido Comunista y de ahí surgieron los iniciales lineamientos para el perfeccionamiento de nuestro sistema. Seis años después y otro Congreso por medio, ¿qué han hecho? ¿Dónde están las mejorías?

En la realidad, estamos retornando a medidas de austeridad como en el llamado Período Especial que nunca ha terminado. Por ejemplo: recientemente se ha cancelado, probablemente por largo tiempo, la venta en las estaciones de servicios o gasolineras de la gasolina especial o de 93 octanos, la que utilizan los autos modernos sine qua non. Si usted le echa combustible de menor octanaje a los coches modernos arruina el motor en unas semanas. ¿Entonces?

El tercer párrafo del citado artículo del Granma dice: “A partir de entender que solo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar los ideales revolucionarios de igualdad y justicia, la economía nacional continuaría dirigida por la planificación,…”

¿58 años no les han bastado para vencer las dificultades, para demostrar que pueden? ¿Son los extremadamente viejos ideales de igualdad y justicia revolucionarios? ¿Qué revolucionan? ¿Son acaso exclusivos del socialismo?

Un poco más adelante, dice: “…En las formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de propiedades en las personas jurídicas o naturales y el sistema tributario establecerá mayores gravámenes para los ingresos más altos, a fin de atenuar las desigualdades entre los ciudadanos.”

¿Nosotros qué hemos hecho? ¿Por qué otras naciones capitalistas, injustas, explotadoras, han logrado muy altos estándares de desarrollo humano y económico con sistemas totalmente diferentes mientras nuestros medios lo silencian y los políticos lo ignoran o pretenden hacerlo?

¿Para qué usted quiere un negocio si no tiene legalmente la posibilidad de acumular propiedades y riquezas, no puede ser dueño de los medios de producción y si comienza a ganar mucho, los impuestos le nivelarán los ingresos hasta un salario más o menos pequeño?

Las economías fuertes están llenas de mentes brillantes, de emprendedores osados, de inventores y negociantes avispados, de mucha solvencia económica, de interés por ganar cada vez más dinero y acumular riquezas para vivir siempre bien y cada vez mejor. Eso no puede ser dentro del socialismo. Entonces, ¿qué ofrece el Socialismo, y su quinta esencia, el Comunismo?

Ninguna, absolutamente ninguna nación con un sistema pálidamente socialista ha logrado un alto desarrollo humano y muchísimo menos una economía altamente desarrollada e industrializada. Nombre usted las naciones con alto desarrollo y verá cuales son y por qué lo son. Incluso antiguas naciones de la Europa de Este, después de haber abandonado el tipo de relaciones económicas socialistas, muestran hoy un rápido crecimiento y un alto desarrollo. Pero de esto no hablan nuestros medios.

El Socialismo será viable probablemente, o sostenible, como lo llaman hoy, cuando todos los seres humanos laboremos hasta reventarnos doce, dieciséis horas al día para repartir equilibradamente entre todos quienes la producen una riqueza que generaremos. De lo contrario, como hoy, con ineficientes líderes, solo repartimos miseria, pues eso es lo que producimos.

Hay mucho haragán, vividor y pillo en nuestra sociedad, que se acomodan, se lo permitimos, y no producen.

Lo primero es perfeccionar la mentalidad humana para ser más eficientes, más desprendidos, más humanos, para emplear la inteligencia en crear, no en guerrear, no en armas, absolutamente ninguna arma, ni en políticas engañosas.

También tenemos que aprender a trabajar sin que nos tengan que mostrar la zanahoria o amenazarnos con el desempleo. No hay que esperar a que lleguen los robots humanoides hechos por nosotros, más inteligentes y poderosos que nosotros, pues al final nos desecharán. Hay soluciones. Tan solo tenemos que hallarlas y aplicarlas. Todavía somos una humanidad joven, pero no sobrecarguemos a nuestro planeta como si fuese de nosotros, como si fuese nuestra propiedad y no nos importara.
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