martes, 9 de julio de 2013

Brigada 2506 recuerda a caídos.

Por Jesús Hernández.

Cincuenta y dos años después del desembarco de la Brigada de Asalto 2506 en Bahía de Cochinos, la herida continúa abierta y sus hombres en Miami recuerdan a los caídos, al mismo tiempo que hacen un recuento de aquella epopeya histórico militar que pudo haber cambiado el curso político de Cuba y América Latina.

“Conmemoramos la acción del desembarco, al mismo tiempo que recordamos a los caídos y todos los que participaron en aquella lucha necesaria para derrocar al régimen totalitario de Fidel Castro”, señaló a DIARIO LAS AMÉRICAS el miembro de la directiva de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochino y director de relaciones, Jorge Gutiérrez.

La conmemoración tiene lugar el miércoles 17, a las 5 de la tarde, en el emblemático monumento que recuerda la gesta histórica, situado en la plazoleta del paseo de la avenida 13 y calle 8 del SW.

“Los recordamos todos los días pero ese día hacemos un pase de lista. Mencionamos los nombres de los mártires, los caídos durante el desembarco y después, los muertos en otras circunstancias y los fusilados”, detalló.

De hecho, Jorge Gutiérrez lleva en su pecho la marca visible de la herida que produjo su captura. Acusado del delito de espionaje, fue condenado a fusilamiento cuando tenía 24 años de edad, pero, una hora antes de la condena, Fidel Castro ordenó postergar las ejecuciones.

Unos meses después, Gutiérrez recibió la condena de 30 años de prisión, de los cuales cumplió 18 tras el acuerdo ocurrido en 1978, que liberó a presos políticos de las cárceles en Cuba para viajar a Estados Unidos.

“Entrenábamos en una zona montañosa en Guatemala, cuando fui seleccionado para formar uno de los grupos de infiltración que llegarían a Cuba antes del desembarco”, recordó el señor Gutiérrez.

“Nuestra misión consistía en trabajar con los grupos clandestinos establecidos para crear condiciones favorables en zonas urbanas y rurales”, precisó. Misión que lo llevó a la costa cubana, muy cerca de Santa Cruz del Norte, el 14 de febrero de 1961, donde el llamado Punto Fundora fue testigo de varias expediciones y cargas de armamento que apoyarían a la gesta.

El 15 de abril, un escuadrón de aviones, piloteados mayormente por cubanos exiliados, atacó varios campos de aviación militar y destruyeron una parte de los aviones. El segundo ataque, programado para el siguiente día, fue súbitamente suspendido.

Un día después, el 17 de abril, el desembarco tuvo lugar en las inmediaciones de una zona llamada playa Girón. Unos 1,200 brigadistas, cuya edad promedio estuvo entorno a los 25 años, lograron tomar la zona que declararían libre y procuraría el reconocimiento internacional.

No obstante, la fuerza aérea cubana oficial dominó el escenario militar e incluso hizo sucumbir el armamento y otras provisiones que aguardaban ser trasladadas a tierra. Un imprevisto ataque aéreo, fruto de un cambio de acción que nadie imaginó, fue la causa principal del fracaso.

“Estados Unidos nos prometió apoyo militar”, recordó. “Que la fuerza aérea de Castro sería destruida antes del desembarco”, recalcó. Un promesa que Manuel Artime, el artífice del proyecto ante el Gobierno estadounidense, recibió.

¿Qué sucedió? ¿Quién es el culpable del fracaso?

“Uno de los aviones que formó parte del bombardeo el 15 de abril fue a Cayo Hueso y alguien alegó que aquel ataque fue producido por desertores de Castro”, rememoró el señor Gutiérrez. “Decir eso fue un grave error”, definió.

Mientras tanto, el embajador estadounidense en Naciones Unidas, Adlai Stevenson, defendió la tesis de los llamados desertores pero más tarde fue desmentido tras comprobarse el origen del piloto y el avión.

“El señor Stevenson montó en cólera por el ridículo que hizo y presionó al presidente John F. Kennedy a suspender el resto del ataque programado”, argumentó.

“Aun así, los brigadistas desembarcaron y lucharon como leones con las pocas armas y municiones que lograron llevar a tierra”, señaló Gutiérrez visiblemente emocionado.

“Hubo militares estadounidenses que lloraron e incluso desobedecieron las ordenes y lucharon junto a los brigadistas”, recalcó.

“La Brigada no se rindió. Los brigadistas fueron capturados en los días sucesivos”, destacó.

“Tal como dijo el capitán Grayton Lynch (entrenador de los brigadistas), la batalla de Girón no se perdió en Cuba, se perdió en Washington D.C.”, razonó.

“La culpa es del presidente Kennedy, tal como él mismo la asumió, tras dar la orden ejecutiva que suspendió el apoyo necesario, pero hay que comprender que él tuvo una serie de asesores a su alrededor que influenciaron en su decisión”, consideró.

“Pudimos haber evitado estos cincuenta y tantos años de totalitarismo en Cuba, así como todas esas consecuencias de focos subversivos antidemocráticos que tenemos hoy en América Latina”, concluyó.
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