miércoles, 9 de octubre de 2013

Raúl Castro pisa el freno y el acelerador a la vez.

Para el opositor cubano Dagoberto Valdés, las transformaciones que lleva el gobierno cubano en los últimos años han sido creadas no por buena voluntad sino por una necesidad de sobrevivir en el poder y que el gobierno de Raúl Castro las ejecuta a un ritmo comparable al de un chofer que pisa al mismo tiempo el acelerador y el freno.

El disidente, fundador y editor de las revistas Vitral (1994-2007) yConvivencia, visita Miami por estos días a propósito de un Seminario sobre reconciliación y el cambio, organizado por el Miami-Dade College (MDC) y concedió una entrevista al Diario Las Américas en la que evalúa el impacto de las reformas raulistas en la sociedad cubana y en particular en el movimiento opositor.  

En su opinión las medidas que mayor impacto han tenido en los últimos tiempos han sido la tenencia de celulares y la posibilidad de viajar, esta última porque ha cambiado la mentalidad de los que viajan y de las personas que los reciben: "La gente puede conocer a los cubanos de primera mano. Y podemos salir y conocer los procesos de cambio en el mundo, y comprobar las virtudes y los defectos de la economía de mercado, lo que nos permite estar mejor preparados para enfrentar el futuro", explicó Valdés.

Los viajes han sido fundamentales para el prestigio de la sociedad civil cubana y la disidencia puesto que desde que entró en vigor la llamada reforma migratoria, "todos y cada uno de los opositores" que han salido de Cuba han regresado a la isla, desacreditando así "la tesis de que quien hacía oposición en Cuba era para ganarse un visa y marcharse al extranjero".

"Esto pone en la mente del Gobierno que hay cubanos que estamos dispuestos a trabajar por la democracia quedándose en Cuba, y eso sicológicamente tiene un impacto tremendo. El Gobierno puede haber ganado en dar una imagen internacional de apertura, pero el enfoque desde la sociedad civil es todo lo contrario. Ahora la oposición es mucho más fuerte, porque puede salir afuera, expresarse y regresar, arriesgándose a 25 años de cárcel por la Ley 88 [Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, de 1999], que recuerdo no está abolida. Y a la vez hay que pensar en cuánto cuesta a la imagen del Gobierno cubano el testimonio de cada uno de nosotros que sale al exterior contando lo que sucede con nuestras vidas", dijo Valdés .

Respecto al uso de celulares considera que "han creado la red de protección y articulación de la sociedad civil más grande en 54 años de la historia reciente de Cuba. Ahora al disidente que le están dado el acto de repudio o está recibiendo los golpes tiene un celular en la mano. La iniciativa del periodismo ciudadano a través de los celulares le ha ganado en competitividad a las agencias extranjeras acreditadas en La Habana. Sin proponérselo, el cambio de los celulares ha traído un sistema de articulación sin precedentes. La sociedad civil ha pasado de ser una sociedad civil fragmentaria a ser una sociedad civil articulada en la diversidad".

Fue optimista al referirse a la soñada transición cubana hacia la democracia y consideró que "estamos en el mejor momento" y alertó que es "fatal atormentarse con la pregunta de cuándo va a termina el régimen o cuándo va a ser el cambio, porque esperando el evento se está perdiendo el proceso. Aprender del proceso es importante para el futuro. Lo que mantiene mi energía y mi esperanza en Cuba es que disfruto, reconozco y trabajo en el proceso de transición a la democracia. Creo que hay que aprovechare el proceso para cuando llegue el cambio definitivo sepamos cómo vamos a caminar hacia el futuro".

A su juicio este proceso de transición ha impregnado además a la Iglesia Católica en Cuba y de ello da fe la reciente Carta Pastoral “La esperanza no defrauda” en la que por primera vez los Obispos cubanos exigen cambios políticos y reconocen el papel de los espacios independientes creados por la sociedad civil.

Por último se refirió a la reconciliación entre todos los cubanos como "un itinerario que tiene como primera estación una Comisión de la Verdad, que dictamine sobre la verdad moral sobre víctimas y victimarios. Y el segundo paso es la justicia".

"Habrá personas que tendrán que ser juzgadas por tribunales independientes, que no tengan en cuenta la revancha y el odio. Luego vendrá la magnanimidad, que significa tener alma grande, como la que tuvieron Mandela, Gandhi y otros líderes de transiciones. Y así se llega a la reconciliación, que no puede ser con amnesia. Hay que recordar para no volver a caer en los mismos errores. Pero hay que reconciliarnos entre nosotros, porque Cuba, con la grandeza y la generosidad de sus hijos, no merece que el comunismo nos tenga separados como pueblo", dijo Valdés.
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