jueves, 29 de octubre de 2009

Una entrevista al Presidente de la Comisión Económica de la Asamblea Nacional de Cuba.

Por Juan Jesús Aznarez.

Cuba reformará su polémico sistema monetario y eliminará cuanto antes la circulación paralela de dos monedas, el peso nacional y el peso convertible (CUC, divisas), porque constituye un foco de conflictos y causa agravios comparativos entre quienes disponen de euros o dólares y quienes no los tienen. Los cubanos cobran sus salarios en pesos nacionales en torno a los 408 mensuales (12 euros al cambio), pero los bienes más apetecibles se venden en pesos convertibles a precios frecuentemente inalcanzables. "El doble mercado es una de las cosas que más le llama la atención a todo visitante a Cuba. Es muy difícil de entender, pero no es un capricho. Fue una penosa necesidad", subraya Osvaldo Martínez, de 64 años, presidente de la Comisión Económica de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), durante su visita a España. El alto funcionario calcula que en torno al 50% de los 11 millones de cubanos tiene acceso a las divisas a través de varias vías: las remesas familiares y el turismo, entre ellas. "Es política del Gobierno eliminar la dualidad monetaria, que de alguna manera dañó la autoestima nacional, pero necesitamos un mínimo de reservas monetarias para ir a una tasa de cambio normal, una reforma de los precios y los salarios y una eficiencia económica mayor", señala. La doble circulación fue adoptada durante la crisis del año 1993, después de que la desaparición de la URSS y del bloque soviético, principales suministradores de la mayor de las Antillas, aparejara una caída del 35% del PIB nacional y un hundimiento del 75% de las exportaciones, con relación a los índices de 1989. El desmoronamiento en todos los órdenes de la vida aconsejó la legalización del dólar para acumular reservas y efectuar transacciones internacionales. Abordar la eliminación de ese sistema es ahora factible porque la economía evolucionó hacia la estabilización en los últimos años gracias, en buena medida, al suministro petrolero de la Venezuela de Hugo Chávez y a los acuerdos comerciales con China. Osvaldo Martínez evita revelar las nuevas medidas en preparación, pero insinúa que la libreta de racionamiento, vigente desde hace casi medio siglo, desaparecerá en su actual formato. Y los nuevos ricos, los agricultores privados y cooperativistas, podrán ganar mucho dinero vendiendo su producción al Estado o directamente al consumidor. Si las desigualdades sociales se extreman, dice el presidente de la Comisión Económica, se dispone de una herramienta poco utilizada hasta ahora: los impuestos sobre el patrimonio de quienes más ingresan.

Pregunta. ¿Hasta dónde llegará la liberalización en Cuba?

Respuesta. Prefiero hablar de las medidas que van siendo necesarias en un proceso que se alimenta de las realidades específicas de la economía cubana y que sirven para hacerla más capaz de desarrollar el proyecto de la revolución cubana.

P. ¿Pero en qué dirección? ¿Más propiedad privada?

R. Todo está en debate. Hay por supuesto propiedad privada en Cuba. La hay en la agricultura y la hay en ciertas formas de propiedad privada de autoempleo. ¿Hasta dónde se puede extender esto? Es uno de los temas que estamos examinando.

P. Imagino que algunos sectores se oponen a las aperturas económicas por el temor a las "desigualdades sociales".

R. No nos debe preocupar que quien produzca más gane más. Y en todo caso, si eso adquiere ciertos extremos, la política impositiva puede corregir esas dificultades.

P. Aumentaron los salarios, pero su capacidad adquisitiva es muy baja.

R. Lo de los salarios es uno de los temas peor tratados por las informaciones periodísticas sobre Cuba.

P. Pero es cierto que apenas cunden.

R. Esa afirmación monda y lironda es totalmente falsa porque sólo tiene en cuenta el salario monetario directo que recibe el trabajador, y deja fuera un conjunto de ingresos sociales indirectos recibidos por la población cubana que son muy valiosos, entre ellos, la salud y la educación gratuitas y una carga impositiva muy débil.

P. La libreta de racionamiento, por ejemplo, reparte muy poco, y las tarifas eléctricas se han encarecido.

R. Pero a partir de un nivel exageradamente bajo que no guardaba ninguna relación con el precio del petróleo que se gasta en generar esa electricidad, absolutamente insostenible. Y la libreta tiene varios inconvenientes. Representa para el Estado una fuerte erogación (980 millones de dólares anuales para comprar alimentos) y hace una distribución igualitaria sin tener en cuenta las diferencias de ingresos que hay dentro de la población cubana. Hay que eliminar esas distorsiones.

P. ¿Va a ampliarse la entrada del capital extranjero?

R. Ya lo anuncio Raúl Castro, pero están pendientes las normas de ese proceso.

P. Llama la atención el comercio de Cuba con EE UU.

R. La realidad es bien sencilla. Se trata de un comercio (en torno a los 400 millones de dólares anuales) muy singular que representa una fisura en el bloqueo norteamericano (el embargo de Estados Unidos a la isla desde el 7 de febrero de 1962). Pero es un comercio en una sola dirección. Nosotros no podemos vender nada y debemos pagar la mercancía por adelantado y en efectivo. De todas formas, nos ahorramos costes de transporte y algunos alimentos son más baratos que en otros mercados.

P. ¿Cuáles son las principales fuentes de ingresos de Cuba?

R. La exportación de los servicios médicos, la venta de níquel y el turismo. (Más de 20.000 médicos cubanos trabajan en una decena de países, principalmente en Venezuela, que paga con petróleo).

P. Lo cierto es que hasta que no se abra un supermercado privado en Cuba, la apertura económica estará en entredicho.

R. Somos presas nuevamente de estereotipos. A los cubanos no les interesa si es privado o no, sino que haya una buena oferta, un buen surtido.

P. ¿Y eso puede conseguirlo el Estado?

R. Por supuesto que sí.
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