“Muchos choferes de Alamar (barriada habanera al este de la capital cubana) se pusieron de acuerdo para no salir a trabajar el lunes”, dice Carlos, un chofer (botero, en jerga de la isla) que cubre esa ruta. “Es una manera de protestar”, asegura.
La postura de los transportistas privados es una respuesta a la decisión del Consejo de la Administración Provincial de La Habana de impedirles que suban el precio del pasaje. Las calles se veían abarrotadas, dice la web de Diario de Cuba.
La medida busca que los costos de viaje no se excedan de lo que tradicionalmente habían sido, definitivamente mucho más de lo que cualquier nacional puede pagar si se toma como referencia el salario promedio. Sin embargo, topar precios no parece ser la solución.
De acuerdo con el reporte de Diario de Cuba (DDC), un artículo de la prensa oficialista asegura que existe un número de teléfono habilitado para que la población denuncie las alteraciones en los precios de los viajes. "El primer día hicieron diez (llamadas), el domingo recibieron ocho, y este lunes habían registrado 14". Tres choferes, ratifica la nota, perdieron sus licencias operativas.
Pero a la población no parece ser la queja lo que más le interesa. "Yo no voy a denunciar a nadie", dijo Lilian a DDC. "Si el precio no me cuadra, no cojo el taxi y ya. A mí no me sobra el dinero, si cojo un taxi es porque estoy apurada y no tengo tiempo para estar mirando la chapa y llamar".
Otro habanero citado considera que “hay casos y casos”. Alfredo dice que tiene “un amigo ‘botero’ que tiene a sus padres viejitos y dos niñas que mantener. Si sacas la cuenta, tiene que trabajar como un mulo para pagar hasta 2.000 pesos mensuales a la ONAT (Oficina Nacional de la Administración Tributaria) y unos cuantos miles de Declaración Jurada al año, que no es lo que el chofer declare, es lo que la ONAT cree que tiene que declarar, y le tiene que sobrar para mantener a la familia".
Los transportistas privados cubanos operan en la misma dualidad monetaria que impera en la isla. Cobran sus viajes en moneda nacional, pero tienen que justificar el combustible que utilizan con los comprobantes de la red comercial en divisa (CUC), único modo de comprar gasolina o petróleo de manera legal en Cuba. Una correlación no muy favorable ni equitativa.
"Nosotros trabajábamos un día el chofer que contraté y otro día yo", explicó a DDC Yosvani, propietario de un almendrón. "Ahora estoy yo solo, porque al otro no le da la cuenta y no quiso seguir. Él me daba 600 pesos y lo demás era su ganancia, pero ahora, comprando el petróleo a precio de CUPET, para poder ganar algo el hombre tiene que morir pegado al timón".
Para Yosvani, puntualiza la nota, los propietarios de más de un taxi van a tener que parar su negocio, lo que provocará que la cantidad de carros en las calles disminuya. "Si les pasa lo mismo que a mí con sus choferes, no sé qué harán. Si venden los carros, mejor para la población, pero si los guardan, serán menos taxis prestando servicio".
Este martes Lilian no quisiera repetir la experiencia del lunes. “En la calle había más gente que nunca", comentó a DDC. "Me fui para el Parque Central a coger un taxi y aquello era como una marcha del 1 de Mayo", contó. "Desde el Parque Central hasta el Teatro Martí había tanta gente esperando taxis que pasabas trabajo para caminar por la acera. Cuando alguno paraba, los hombres empujaban a las mujeres para montarse. Era la ley del más fuerte".
Otra testimoniante, Amarilis, trabajadora social, pensó que las medidas estaban “bien aplicadas”. Le pareció “muy bien. Ya los precios estaban altísimos para un trabajador, que los suban más es un crimen". Pero la experiencia sufrida este lunes le hizo cambiar de opinión: "Lo que he pasado para coger la guagua no tiene nombre", lamentó. "Había el doble de las personas que hay normalmente en la parada y las guaguas venían llenas hasta el tope. Yo creía que no, pero la verdad es que al final siempre salimos afectados los mismos".
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