Por Roberto Álvarez Quiñones.
La incógnita de qué va a pasar en Cuba si cae Nicolás Maduro, el hombre incrustado por los hermanos Castro en Caracas, o todo el chavismo, tiene preocupados a la cúpula dictatorial y a la población. En la Isla nadie tiene idea de cómo se podría enfrentar la pérdida de subsidios por 10.000 millones de dólares anuales y del 66% del petróleo que consume el país.
Aunque de momento Maduro parece tener suficiente respaldo militar, y obviamente cuenta con todo el apoyo logístico, estratégico y de inteligencia de La Habana, si continúa agravándose la falta de alimentos, medicinas, artículos de consumo de todo tipo, y continúa la progresiva paralización de la planta industrial y comercial venezolanas por falta de divisas, el protegido de los Castro no tiene un futuro muy promisorio.
La situación podría hacerse insostenible y la cúpula chavista podría decidir sacrificar a Maduro, o sea, culparlo de manejar mal la crisis y sustituido por otro jerarca "bolivariano".
Y ahí está el detalle. Maduro es muy especial para el castrismo. En Venezuela daban por seguro que si Hugo Chávez moría su heredero sería su compañero golpista (1992) Diosdado Cabello. Pero Fidel y Raúl Castro le "sugirieron" que designara a Maduro, quien en los años 80 estudió marxismo-leninismo en La Habana. Allí fue captado para la inteligencia del MININT y comenzó a trabajar en el Departamento América, entidad castrista de subversión comunista en Latinoamérica.
De salir Maduro del Palacio de Miraflores, dado el bajo precio del petróleo, con toda probabilidad el nuevo gobierno chavista reduciría al menos la colosal transferencia de cash regalado a la Isla, aun si mantuviese a miles de médicos cubanos en Venezuela. Y si la oposición llega al poder los subsidios desaparecerán.
En Venezuela todo se agrava porque los jefes militares que trasiegan drogas y le roban al Estado no quieren soltar el poder. Y, claro, La Habana les "orienta" que masacren a la gente en las calles si es necesario, pues si la oposición llega al poder ellos irán a cárceles venezolanas o de EEUU.
La nación sudamericana es ya un volcán a punto de hacer erupción. Es muy difícil hacer pronósticos. Y no habrá una solución justa con el diálogo que impulsa el expresidente español José Rodríguez Zapatero —conocido simpatizante del chavismo que además se mueve en aviones de PDVSA— que sirve para que Maduro gane tiempo, adormezca a la oposición, engañe al mundo y evite la realización del referendo en 2016.
En cuanto a Cuba, de ningún sombrero mágico va a aparecer ya otro mecenas dadivoso que mantenga a los Castro. China y Rusia son "hermanos solidarios", pero con el billete por delante, o con el compromiso de que el Gobierno pague de alguna forma lo que le prestan o venden. Ni Moscú, ni Pekín regalan nada. Además, cayó la exguerrillera Dilma Rousseff en Brasil, hay un gobierno de derecha en Argentina y muy pronto habrá otro en Perú. Ni Angola, ni Ecuador, ni México, ni Irán, obsequian petróleo.
¿Cómo podría Cuba comprar internacionalmente los 37 millones de barriles anuales de petróleo que le regala Maduro? ¿Cómo suplir los miles de millones de dólares faltantes? Importar 37 millones de barriles de crudo le costaría al régimen unos 1.850 millones de dólares. Y si solo comprase 20 millones de barriles tendría que pagar casi 1.000 millones y se paralizaría parcialmente el país.
Sin combustible suficiente y sin subvenciones, la producción industrial, el comercio, el transporte, la agricultura y toda la economía se afectarían dramáticamente. La improductiva economía cubana apenas produce mercancías vendibles para obtener divisas. En 2015 el valor de las exportaciones cubanas de bienes fue de apenas 3.900 millones de dólares. En cambio, la pequeña vecina República Dominicana exportó bienes por 9.523 millones. Maravillas del socialismo.
La poca exportación de bienes de Cuba es siempre aliviada por la explotación —que no exportación— de médicos y otros profesionales cubanos en Venezuela, a quienes les confiscan el grueso de sus salarios. Eso en 2015 le permitió al régimen hacer importaciones por valor de 13.500 millones de dólares. De acabarse esa esclavitud moderna, Cuba sufriría un derrumbe muy pronunciado de ese nivel de importaciones, de alimentos y de todo tipo. ¿Y el turismo qué?
Como Cuba produce muy poco para vender, tampoco puede comprar, a no ser que le regalen dinero. Volverían las noches medievales con apagones de 14 horas y la tiradera de piedras contra vidrieras y ventanas, que esta vez podrían llevar cierto olor a desestabilización política.
Tales circunstancias colocarían a los Castro en una disyuntiva: o adoptan medidas que ellos siempre han rechazado, como ampliar en serio el sector privado; o sumergen a los cubanos en otro "Periodo Especial" muy grave, lo cual podría desatar un nuevo Mariel que acabaría con la política complaciente de Washington hacia la dictadura.
Cuba necesitaría que se aumentasen las transferencias de divisas desde EEUU, que en 2015 ascendieron a 6.634 millones de dólares, según la consultora The Havana Consulting Group, sumando las remesas y los bienes enviados o llevados a Cuba por los viajeros desde territorio norteamericano. Esa cifra quintuplicó los ingresos netos que dejó el turismo, y casi duplicó el valor de las exportaciones de bienes cubanos.
El régimen tendría que levantar muchas trabas a los cuentapropistas y permitir que importen bienes de capital y materias primas, y que los profesionales presten sus valiosos servicios por su cuenta. Tendría que moderar al menos los ataques a Washington para facilitar que el Congreso levante el embargo.
Y quienes en la nomenklatura miran hacia China y Vietnam tendrían ahora su oportunidad. La dirigencia postmaoísta instauraró un capitalismo de Estado ("socialismo de mercado en las condiciones chinas") capitaneado por Deng Xiaoping, quien a la vez ordenó la masacre de los manifestantes en la Plaza Tiananmen, en 1989.
El sector privado chino hoy genera el 71% del PIB, pero en el poder sigue el mismo Partido Comunista represor que fusiló o mató de hambre a más de 60 millones de personas en 27 años (1949-1976). En Vietnam, con el Doi Moi (Renovación) igualmente se liberaron las fuerzas productivas. Hoy es la economía que más crece en Asia, pero la represión política sigue intacta.
Esa simbiosis de capitalismo con terror comunista fascina a muchos generales y jerarcas del castrismo, que quieren ser dueños o ejecutivos de empresas para volverse millonarios igual que los dirigentes comunistas chinos.
Pero Fidel Castro no quiere que la Junta Militar pierda un ápice del control patológico que tiene de toda la sociedad cubana. El achacoso comandante mantiene todavía una influencia retrógrada en el Partido Comunista (PCC), sobre todo entre los dinosaurios de la Sierra Maestra. Su principal fanático, su hermano Raúl, controla todos los segmentos del poder y no se opone a su hermanito.
Los cuentapropistas no tendrían la misma libertad que en China, pero a causa de los Castro. No comparto la tesis de que el modelo chino no es aplicable a Cuba por razones culturales, históricas, o por su cercanía a EEUU. El capital, la propiedad privada y el libre mercado no tienen nacionalidad ni ideología política. Y en materia de controles y represión política el castrismo le puede dar lecciones a Pekín y Hanoi.
¿Tendrán los hermanos de Birán una carta secreta bajo la manga por si sucumben Maduro o todo el chavismo? En todo caso, gústeles o no, Cuba dependerá más que nunca de los "gusanos" en el exterior, de Estados Unidos y de aflojarle la mano al sector privado.
De los Castro jamás se podrían esperar medidas beneficiosas para el pueblo, pero esta vez estarían obligados a mover fichas en el tablero estalinista. Es cuestión de vida o muerte también para su dictadura.
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