Por martinoticias.com
La nueva crisis económica derivada del caos en Venezuela, aunque no comparable a la de los 90, sobreviene cuando las esperanzas que los cubanos depositaron en el deshielo con EEUU se han desvanecido.
El diario británico Financial Times publica este martes un reportaje de su colaborador en La Habana Marc Frank, acerca de las repercusiones de la crisis económica en Venezuela que se empiezan a sentir en Cuba.
El periodista señala que la advertencia del gobierno de la isla de que habrá racionamiento de energía y otras carencias, debido a las dificultades del aliado, evoca en algunos un retorno a la austeridad económica que traumatizó a la nación isleña después de la caída de la Unión Soviética.
Frank describe el paisaje en la capital: “Las oficinas del gobierno ahora cierran temprano, con las ventanas abiertas y chirriantes ventiladores en lugar de aire acondicionado. La ya escasa iluminación pública se ha reducido aún más, y el tráfico en La Habana y otras ciudades se ha reducido notablemente”.
El autor cita algunas estadísticas de la nueva crisis: el consumo de combustible se reduce un 28 por ciento hasta diciembre; la electricidad, en una proporción similar; y las importaciones, un 15 por ciento, o $ 2.500 millones, en una economía centralizada en la que 17 centavos de cada dólar producido se dedican a la importación.
Si Venezuela ha suministrado durante 15 años cantidades no especificadas de dinero y unos 90.000 barriles diarios de petróleo a cambio de servicios médicos y otros profesionales, ahora la agobiante escasez, la inflación galopante y una economía que se espera se contraiga un 10 por ciento este año han forzado el presidente Nicolás Maduro a recortar la ayuda a Cuba.
El colaborador del Financial Times, y también de la agencia Reuters, cita datos internos de la petrolera estatal venezolana PDVSA a los que esa agencia tuvo acceso, según los cuales las entregas de petróleo a Cuba se redujeron el año pasado en 20 por ciento.
En busca de un pronóstico especializado, Frank consultó al economista Pavel Vidal, ex empleado del Banco Central de Cuba, que ahora es profesor de la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia. Vidal había proyectado a principios de 2014 los posibles efectos en Cuba de una pérdida gradual de la ayuda venezolana.
"En las condiciones actuales, el Producto Interno Bruto de Cuba se hundirá en territorio negativo este año, y disminuirá 2.9 por ciento en 2017", opina Vidal. Pero "si las relaciones con Venezuela se desmoronan por completo, el PIB podría caer un 10 por ciento".
Aunque el economista ha asegurado que la crisis no sería comparable al apogeo del "período especial" postsoviético, cuando el PIB cubano se redujo en más de un 35 por ciento, la posibilidad ha llevado a algunos a advertir sobre los disturbios que podría provocar una repetición de aquellos penosos años cuando los cubanos comieron gatos callejeros.
El reportaje en el Financial Times recuerda que Karina Marrón, subdirectora del diario oficial Granma, advirtió este mes de posibles protestas similares al “Maleconazo” de 1994.
“Se está armando una tormenta tan perfecta (…) este fenómeno de la reducción del combustible, de la reducción de la energía, señores este país no aguanta otro ´93, otro ´94, si no queremos ver protestas en la calle”, dijo Marrón en un pleno de la Unión de Periodistas de Cuba.
El gobierno parece estar consciente de ese peligro pues, según Frank, que cita a un miembro de las denominadas Brigadas de Respuesta Rápida que pidió no ser identificado, esas turbas, organizadas en la década de los 90 para sofocar el malestar social, están de nuevo en estado de alerta.
El comunicador destaca el duro golpe que significa la desaceleración para las limitadas reformas orientadas al mercado de Raúl Castro, en especial la largamente planeada revalorización del peso cubano (con vista a unificar la doble moneda), que demanda una cómoda reserva de divisas.
Algunos creen que, paradójicamente, la nueva crisis podría acelerar la hasta ahora lenta y calculada apertura económica.
"Los problemas de Venezuela aumentan la posibilidad de reformas en Cuba. Este gobierno sólo actúa cuando no tiene más remedio", dijo un inversor español en la isla al enviado de FT.
Por otra parte, a la coyuntura venezolana podrían sumarse factores ajenos: “Otro problema”, dice Frank, “es que también se espera que los demás países a los que Cuba exporta servicios médicos, como Argelia, Angola y Brasil, reduzcan el gasto. En 2014, los servicios médicos reportaron a Cuba alrededor de $ 8.000 millones, o el 40 por ciento de (lo generado por) todas las exportaciones”.
Otro experto en la economía cubana, Carmelo Mesa-Lago, advirtió a fines del 2015 que una nueva crisis encontraría al gobierno en una peor situación política que en los años 90.
El reportero del FT apunta que la presente recaída económica coincide con el desvanecimiento de las esperanzas de recuperación que siguieron al restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los EE.UU.
Al pulsar el estado de ánimo de los cubanos, Frank encontró varias opiniones sombrías, como la del mecánico Ignacio Pérez: "Nada va a mejorar a corto plazo; sólo puede empeorar: Las calles no serán pavimentadas, ni las escuelas pintadas, ni la basura recogida, ni el transporte público mejorará, y así sucesivamente".
Y a pesar de la limitada apertura al sector privado, que ha elevado relativamente el nivel de vida de unos 500.000 trabajadores por cuenta propia (los que también se verán afectados por el nuevo período de austeridad), el economista Vidal señala que "la mayoría [de los cubanos] siguen siendo muy dependientes de los salarios estatales, cuyo valor actual en términos reales equivale a un tercio del que tenían en 1989.(Los que dependen de ellos) están en una situación de extrema vulnerabilidad”.
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