viernes, 18 de noviembre de 2016

Ahorcarse por la cintura.

Por Roberto Álvarez Quiñones.

Hace más de 20 años un amigo y colega me dijo en La Habana algo tan gráfico para describir la realidad y los reiterados llamados del régimen a la austeridad, que nunca se me ha olvidado: "Chico, si seguimos apretándonos el cinturón nos vamos a ahorcar por la cintura".

Y a eso están llamando una vez más los hermanos Castro a los cubanos de acuerdo con el insólito informe último de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), hace unos días.

Y digo insólito porque cuando el año 2016 casi hace las maletas para marcharse esa entidad se aparece con que en 2015  el "superávit comercial" de Cuba cayó en 1.600 millones de dólares, que las exportaciones cubanas de bienes y servicios disminuyeron en 2.900 millones de dólares y las importaciones en 1.300 millones, por los bajos precios de las materias primas y la crisis en Venezuela.

Esta tardanza informativa tiene un propósito político. Próximamente se anunciará el resultado de la balanza comercial en 2016 y será peor. El Gobierno quiere decirle a la población que si en 2015 la caída de las importaciones fue grande, con más razón este año hubo menos dinero para importar mercancías y alimentos, que en 2017 la cosa será peor y habrá que apretarse todavía más el cinturón. 

Sin sonrojarse, los funcionarios de la ONEI fueron más lejos y reportaron que en 2015 las exportaciones de bienes y servicios alcanzaron 14.900 millones de dólares y las importaciones sumaron 12.600 millones de dólares.

Falso por completo. Todas esas estadísticas han sido infladas con trucos contables. Para empezar, jamás desde que en 1961 Fidel Castro proclamó el carácter comunista de "su" revolución Cuba ha registrado superávit en su balanza comercial, salvo un excedente casi simbólico de 10 millones de dólares en 1974. Es decir, en 54 años de comunismo declarado, hasta 2015,  Cuba ha registrado 53 déficits en su comercio internacional y un micro-superávit.

Tampoco la Isla ha exportado nunca bienes y servicios por más de 5.400 millones de dólares. El récord de exportaciones castristas se produjo en 1989, con 5.399 millones, pero ese mismo año las importaciones también implantaron un récord histórico de 8.140 millones de dólares y el comercio exterior cubano arrojó un enorme déficit de 2.740 millones.

Fueron precisamente los déficits  comerciales los que conformaron  la fabulosa deuda externa de Cuba, que alcanzó los 59.681 millones de dólares en 2013, para una deuda per cápita de 5.328 dólares, la mayor del Tercer Mundo. Y básicamente a causa de los créditos comerciales recibidos y no pagados por La Habana. Gracias a la política de Obama hacia Cuba últimamente varios de los países acreedores han perdonados buena parte de sus deudas a los Castro, que seguirán sin pagar un centavo de  esos adeudos, ahora renegociados.

Y no es que Cuba siempre deba obtener superávit en su balanza comercial. Es normal que naciones en desarrollo registren déficit comercial. Necesitan importar tecnología, bienes de capital, materias primas, equipos y para ello reciben créditos que luego van pagando con el propio crecimiento económico.

Pero en una economía centralmente planificada, los recursos tecnológicos y de capital importados no se aprovechan, hay despilfarro, negligencia burocrática, decisiones erróneas, robos masivos en las fábricas, una bajísima productividad e ineficiencia laboral generalizada, al punto de que ahora se importan obreros de la India.

Así la economía no crece y los créditos no se pagan. Entonces los proveedores dejan de vender y de prestar dinero. Hoy Cuba exporta menos bienes que a mediados del siglo XX y se concentra en cuatro productos básicos: níquel, azúcar, tabaco, ron y productos farmacéuticos (16% del total).

¿Cómo entonces el régimen castrista informa que tuvo superávit comercial y que exportó en 2015 bienes y servicios por valor de casi 15.000 millones de dólares?

Es sencillo. Desde hace años los Castro tienen ubicados en Venezuela miles de médicos y técnicos  de todo tipo (incluyendo generales, coroneles, oficiales de inteligencia y contrainteligencia).  Con su incontinencia verbal, el propio Chávez reveló que había en Venezuela 44.000 médicos y enfermeros cubanos. En Brasil hasta hace un mes había otros 11.400  médicos cubanos, y también los hay en otros 64 países.

A esos miles de galenos y técnicos la dictadura castrista les confisca el 75% de sus salarios. Algo nunca visto en la historia moderna. Ese dinero robado como si fuesen esclavos propiedad del Estado el régimen militar lo contabiliza como exportación de servicios, por un monto que supera los 11.000 millones de dólares anuales como promedio.

Pero ese dinero obtenido por los médicos cubanos en el extranjero no le pertenece al Gobierno castrista, sino a ellos mismos, que trabajan y reciben un sueldo en territorio extranjero y no en la Isla. No hay tal ingreso recibido por el régimen, sino que ha sido expropiado injustamente. Reportar eso como exportación de servicios es una farsa.

Y hay más trucos contables. Los Castro reexportan una parte del petróleo que de hecho le regala Venezuela, y que hasta hace un año no bajaba de 36 millones de barriles de crudo al año. Es decir, Cuba exporta un bien que no se produjo en el país, que no le costó un centavo, ni aparece en su Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, obtiene con ese bien no producido  divisas que nutren el supuesto superávit en la balanza comercial del país.

La cúspide castrista no tiene reparos en reducir el ya escaso suministro de petróleo y gasolina en el país para exportarlos y obtener divisas que en su mayor parte van a las arcas de la nomenklatura cívico-militar, más que al tesoro público de la nación.

Para colmo, el Gobierno infla la cifra del PIB desmesuradamente. Lo hace desde que en 1959 así lo ordenó el Che Guevara cuando era presidente del Banco Nacional. Pero ahora con métodos aún más rentables.

De entrada se contabilizan en el PIB  gastos sociales como los de Salud Pública y Educación como si fueran cobrados  por instituciones privadas a altos precios en un país capitalista desarrollado. O sea, se suman valores ficticios de servicios prestados gratuitamente como si hubiesen generado ingresos a instituciones privadas. Ningún otro gobierno en el mundo miente de esa forma. Si los países de Latinoamérica hiciesen lo mismo, las naciones más pobres parecerían ricas.  

Las verdaderas exportaciones de Cuba en 2015 fueron las de bienes y ascendieron a solo 3.900 millones de dólares, como reportó la propia ONEI a principios de 2016. Eso es menos de la mitad de los 9.898 millones dólares que exportó República Dominicana, un país mucho más pequeño y cuyo PIB era siete veces más bajo que el cubano antes del castrismo. En 2016 la cifra de exportaciones de bienes cubanos será más baja, y en 2017 podría ser inferior aún. Y la cintura ya no aguantará más, como decía mi colega.

Lo cierto es que Cuba exporta hoy menos bienes que hace unos 60 años, cuando además de los productos ya mencionados exportaba carne, café, piña, toros sementales de la raza cebú, frutas y otros productos agropecuarios que hacían de Cuba un notable exportador de alimentos. Hoy importa el 81% de los alimentos que consume.

En fin, el de Raúl y Fidel Castro es el gobierno de Occidente que más se burla de la comunidad internacional, la ONU, la CEPAL, el PNUD y  todos los organismos económicos internacionales.

Lo lamentable es que nadie protesta por esas estadísticas manipuladas. Todos las aceptan. Ello posibilita que los Castro sean tan estupendos mitómanos, creadores de falacias con las que le toman el pelo a todos, al tiempo que ya casi asfixian a los cubanos de a pie, cuya cintura más apretada no puede estar.

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