Por Frank Correa.
Cogí una "botella" hace poco en la rotonda del Palacio de las Convenciones, solidaridad de un funcionario de Comercio Exterior (MINCEX) que manejaba un Lada, y desde el asiento de atrás escuché una confesión que le hacía al colega que viajaba a su lado.
"¿Sabías que los 'polaquitos', vendidos a los trabajadores vanguardias como autos en los años 80, eran un aditamento de las grúas compradas en los convenios del CAME? Pues sí, créelo, venían como un accesorio del equipo, para que los choferes los utilizaran para ir a almorzar o llegar temprano al trabajo. Una forma de asegurar calidad y eficiencia. ¡Y aquí los vendieron como carros!"
Al terminar de hablar hizo un gesto sugestivo, como revelando su complicidad en el truco. Luego sonrió, tal vez recordando otros trucos que se han sacado de la chistera los revolucionarios en más de medio siglo de gobierno.
Íbamos por Quinta Avenida, donde la velocidad mínima es de 80 kilómetros. Delante iba un polaquito que, a pesar de su tamaño mínimo, adelantaba a los grandes autos. Por más que el funcionario aceleraba el Lada no conseguía darle alcance.
"Son buenos carros. Verdaderas fosforeras, en gasolina no gastan casi nada. Fue la cosa mejor que hicieron los polacos", el funcionario del MINCEX vio cómo el polaquito se alejaba.
Luego de un corto silencio expresó: "¡Mira cuánto terreno yermo! Hago este recorrido de la casa al ministerio todos los días, desde hace años, y de memoria me los conozco. 26 áreas de terreno baldío, donde muy bien pueden elevarse 26 edificios. ¡Con tanta gente que ha perdido sus viviendas en ciclones… o derrumbes…! En otros tiempos yo pensaba que esos espacios vacíos cada dos o tres cuadras eran sitios estratégicos, imprescindibles. Ahora creo que son áreas subutilizadas".
Quinta Avenida es una vía expedita, la ruta oficial del Gobierno y el Estado. Alrededor del Lada, delante y detrás, vi una hilera de ministros, viceministros, funcionarios del Comité Central, del Buró Político, diplomáticos, generales, serios, meditabundos, mirando fijamente adelante mientras iban a sus trabajos. Y por la senda contraria, una fila de autos igual, regresando a sus residencias en el reparto Siboney o Jaimanitas.
"Mira los garajes de las casas… vacíos…", continuó el funcionario. "Hace un par de años tú pasabas y veías todos esos garajes con un auto, tapado con lona o montado en burros, añejándose. VW, Ladas, Moskovich, Volgas, polaquitos… mira ahora si ves alguno. A todos los han echado a andar, para venderlos o ponerlos a botear como taxis. Te das cuenta que algo está cambiando, algo que antes estaba prohibido. Son los nuevos tiempos, que los han resucitado, como a ese cabrón polaquito que ya se me perdió en el túnel."
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