viernes, 25 de noviembre de 2016

Los alimentos se encarecen a pesar de los precios topados.

Por Zunilda Mata.

egido_5.jpegEl vendedor ni siquiera necesita anunciar su mercancía. Solo está parado en una esquina con varias ristras de cebollas y los compradores se agolpan a su alrededor. Medio año después de instaurarse los precios topados para más de una veintena de productos agrícolas, el desabastecimiento y los altos costos de los alimentos siguen marcando el día a día de los cubanos.

La medida, aprobada en mayo de este año para los mercados estatales y los que están gestionados por cooperativas, regula el precio de 23 productos para evitar "el enriquecimiento de intermediarios". En la práctica, sin embargo, esta decisión gubernamental no ha logrado frenar el alza de los precios, que se prevé que alcancen máximos históricos con la llegada de fin de año.

En la intersección de las calles 19 y B, en el Vedado, un mercado se ha ganado el epíteto de "el agro de los ricos". Algunos también lo llaman "el museo", porque "se mira y no se toca", debido a sus elevados precios. El lugar cuenta con una variedad de productos muy por encima de la media que se oferta a lo largo de la Isla.

Los precios topados todavía no han llegado a este tipo de mercados donde los productores privados venden su mercancía. Una libra de carne de cerdo sin hueso oscila desde hace meses entre 40 y 50 pesos, el salario de dos días de un ingeniero. "Aquí vendemos la carne en dependencia de cómo llegue a nuestras manos", explica Yulián Sánchez, administrador del local.

Las opiniones entre los clientes están divididas a propósito de la medida gubernamental. "Así no hay quien se coma un bistec ni unos chicharrones", se quejaba este martes una anciana en 19 y B mientras buscaba orégano para cocinar unos frijoles. "Estos precios no están pensados para la gente", afirma, y se muestra partidaria de que se topen los montos en todos los comercios de este tipo.

Otros clientes ven con temor una posible extensión de la regulación de precios. "Lo que va a pasar es que van a desaparecer las mejores cosas", opina Roberto, un trabajador por cuenta propia que regularmente compra frutas en 19 y B. "Nada más toparon los precios y se perdió la cebolla", asegura.

Entre los alimentos regulados se hallan también el frijol, la malanga, el plátano, la yuca, el boniato, la lechuga o la calabaza. En los mercados donde ya está vigente la medida estos productos no pueden venderse por encima del monto establecido, según establece una resolución del Ministerio de Finanzas y Precios.

Un ejército de inspectores verifica que las tablillas muestren los precios regulados y aplican multas a los infractores que pueden ir de 100 a 700 pesos.

A pocos metros del Capitolio habanero, el mercado de la calle Egido todavía exhibe precios en función de la oferta y la demanda. Cuatro tomates pueden llegar a valer 50 pesos, la tercera parte de la pensión mensual de Óscar Villanueva, un jubilado de la construcción que este martes miraba las tarimas.

"Con las Navidades y el fin de año es normal que suban los precios, pero ya estos están bastante altos, así que habrá que prepararse para lo peor", comenta.

El temor recorre en estas fechas las tarimas del céntrico comercio. El Gobierno ha comunicado a los vendedores que a partir de enero próximo se implementará el sistema de precios regulados para varios productos.

"Este es el único lugar donde se puede encontrar fruta variada. Sii meten los precios topados se va a convertir en lo mismo que los otros", opina Villanueva.

El panorama en el mercado del Ejército Juvenil del Trabajo en la calle 17 y K, administrado por las Fuerzas Armadas, es muy diferente en la calidad de los productos al de "el agro de los ricos" o el pariente lejano de la calle Egido.

Muchos consumidores coinciden en que los precios topados muchas veces están reñidos con la calidad de los productos. "Las frutas las venden siempre verde y las viandas llenas de tierra", cuenta una consumidora habitual del local ubicado en el Vedado. La mujer reconoce, no obstante, que el costo en otros comercios "no puede seguir así, porque pronto se va a necesitar una carretilla de dinero para comprar la comida de una semana".

"Ahora hay billetes de mil para arreglar ese problema", bromea con la mujer un vendedor cercano.

Las esperanzas de mucho están puestas en la reapertura en enero de El Trigal, el único mercado mayorista de productos agrícolas con el que contó La Habana, hasta que a mediados de este año fue cerrado por "irregularidades" en su funcionamiento. Pero todavía es una incógnita si el Gobierno podrá mantener el pulso de los precios topados, sostener el abastecimiento de las tarimas y mejorar la calidad de las ofertas.
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