jueves, 31 de octubre de 2019

«Chivatones, comunistas» le gritaban a Gente de Zona en pleno concierto de Las Vegas.

Por María Fernanda Muñoz.


Lo que pasa en Las Vegas no siempre se queda en Las Vegas y el dúo cubano Gente de Zona es ejemplo de ello. Los artistas se presentaron en el House of Blues, donde dejaron muchas sillas vacías y un mal sabor de boca en sus fanáticos.

Las imágenes del concierto fueron difundidas en el programa número uno de Internet, Hola! Ota-Ola, revelando el rechazo que sufrió Alexander Delgado y Randy Malcom, a quienes incluso le gritaron “comunistas, chivatones”.

“¡Comunistas, chivatoles, fuera!” vociferaban los asistentes mientras Alexander Delgado se dirigía a los presentes.

Alex Otaola, expresó que según asistentes al evento, la actuación de Gente de Zona no fue la más «efusiva y animada», como acostumbran.
“El concierto que estuvimos hablando acá, que estaban regalando entradas. Pues bien, aún regalando 536 entradas, el lugar se vio medio vacío, los artistas se vieron tímidos, se vieron ‘apencados’, les costó trabajo meterse en la gozadera”.
Otaola criticó a los productores del evento que encendieron las luces con el lugar a medio llenar. “Esto desanima a cualquier artista”, añadió.

Pero como de costumbre, los artistas se acordaron del reconocido presentador cubano.

Alexander Delgado afirmó que Randy no lo ama «más que Otaola”.
“En un momento, supuestamente, también dijo que si lo regresaban a Cuba se iba a dedicar a la plomería, me imagino que ya tiene el tubo pulido de tanto dar la mano”.
Informó que a la entrada del concierto, hubo protestas de cubanos para pedir a las autoridades de Las Vegas, que impidieran la presentación de artistas cubanos que confabulen con la dictadura comunista.
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Mayor costo del agua, más pobreza para el cubano.

Por Gladys Linares.

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Más de medio siglo de abandono y desidia han sufrido en nuestro país el manejo y administración de uno de los recursos naturales vitales para la vida del hombre: el agua. Por esta causa, con el paso de los años el deterioro de la infraestructura provocó –según fuentes oficiales– que se llegara a perder cerca del 58 % bombeado al sistema

No obstante, cuando los medios oficialistas tratan la difícil situación del abasto de agua, además de justificarse con el “bloqueo”, culpan a la población y alegan que los mayores problemas se presentan por la poca cultura de ahorro de la ciudadanía, además de las bajas tarifas en el cobro de este servicio y el deterioro en las redes hidráulicas de las viviendas. No se hace referencia a los salideros en las calles ni a las dificultades que enfrenta la población para reparar o reponer los insumos de plomería, no sólo por la escasez, sino también por sus elevados precios. Sin embargo, es indiscutible que la responsabilidad gubernamental no se puede encubrir. Salta a la vista la ineptitud estatal, puesto que el deterioro acumulado por más de 50 años de las redes hidráulicas, los acueductos y otros tipos de problemas que afectan este servicio sólo competen al gobierno, representado por los funcionarios del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).

Sobre el aumento del precio del agua a partir de enero, me decía un señor: “En mi casa no nos han puesto el metro, pero bueno, no me puedo quejar: me subieron 50 pesos de pensión para que la pague”. Al decir eso, me recuerda los años de la “revolución energética”, cuando aumentaron levemente las pensiones e, inmediatamente, la tarifa eléctrica. “Hablan del derroche de la población, pero no hablan del derrame perenne de agua potable en las calles. Algunos salideros llevan años, como el que corre a lo largo de la avenida de Acosta (en Lawton, Diez de Octubre). Te hablo de uno de los miles que existen”, concluye.

“Siempre están con el cacareo de que el agua hay que ahorrarla, pero la ponen cada tres días (¡si les da la gana!)”, grita una vecina, molesta porque no pusieron el agua –según anunciaron, por roturas– y murmura: “Total, para las chapucerías que hacen”. Y es que entre los muchos problemas sociales que agobian a la población está el del insuficiente suministro de agua, no solo por el poco tiempo que dura en algunos lugares, lo cual obliga a almacenarla, sino también porque en otros solo la reciben de pipas, una grave situación que afecta, sobre todo, a los ancianos.

Por lo tanto, el anuncio de las nuevas tarifas para el cobro del agua a partir de enero de 2020 preocupa a las personas a las que ya les han instalado el metrocontador y no tienen recursos para reparar las roturas dentro de su vivienda. Tampoco el Estado ha dado facilidades para comprar las piezas que no se encuentran en el mercado. Al respecto, funcionarios de Aguas de La Habana advirtieron que “en este proceso de reparación y mantenimiento del sistema, que forma parte del plan de montaje, los trabajos en la red exterior corresponden a la Empresa, en tanto los usuarios actuarán sobre sus instalaciones para disminuir el consumo facturado, una vez que se instalen los metrocontadores”.

O sea: “Resuelvan como puedan”.
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Fidel Castro no tiene estatuas.

Por Luis Cino.

Fidel Castro; Cuba;

Tal vez para impedir que un día sus enemigos  pudieran derribarlas y profanarlas, Fidel Castro nunca quiso que le erigieran estatuas.

En 1959, a pocas semanas del triunfo revolucionario, ordenó retirar de la calle 41, cerca de Columbia, el campamento militar de Marianao,  la estatua que le había hecho el escultor italiano Enzo Gallo y anunció una ley para evitar le rindieran culto a su persona.

Antes de su muerte, ocurrida el 25 de noviembre de 2016, dejó dispuesto que no se le hicieran monumentos y que su nombre no fuese utilizado para bautizar cosa alguna.

En Cuba no hay estatuas de Fidel Castro. Ni falta que hace. No las necesita.  Su rostro barbudo, generalmente con 20 años menos de los 90 que tenía cuando murió, está presente a cada paso en todo el país: en la primera plana de los periódicos, en la TV, en vallas y carteles en las calles, en fotos colocadas en sitios prominentes en oficinas, escuelas, hospitales o cuarteles de la policía. Desde enero de 1959 siempre ha sido así.

Es difícil creer que Fidel Castro se propusiera evitar el culto a la personalidad y que lo endiosaran como a Mao Zedong.

Terco, incansable, Fidel Castro, dando órdenes y opinando de todo, estaba presente en todas partes, lo mismo en los congresos científicos que en los partes meteorológicos del NTV en tiempo de huracanes.

Nadie osaba contradecirlo: sus órdenes, por insólitas que fueran, no se discutían.

Sus discursos duraban horas. Tres, cuatro, más. Y lo mismo hablaba de economía que de política internacional o de ganadería.

Poco antes de su retiro, en el programa televisivo Mesa Redonda, llegó a explicar cómo usar las ollas chinas y a recomendar poner  los frijoles en remojo varias horas antes de cocinarlos.

Siempre era ensalzado, considerado infalible. Era la personificación del Gobierno, el Estado, el Partido; la encarnación de “la Patria, la Revolución y el Socialismo”. A él había que prometerle fidelidad y agradecerle fervientemente  todos y cada uno de “los logros de la revolución”.

En sus últimos diez años, luego que enfermara y legara el poder a su hermano Raúl Castro, no le hizo mucho favor la imagen de un anciano testarudo y frágil que escribía  confusos y deshilvanados  editoriales, aquellas reflexiones que firmaba el Compañero Fidel y que aparecían en la primera plana del periódico Granma,  en las que, abusando del corta y pega, hacía predicciones apocalípticas para la humanidad.

El culto a Fidel Castro volvió a reforzarse con su muerte. El recuento póstumo de sus hechos y discursos fue lo que necesitaba para oxigenarse.  La muerte vino a ser  el segundo aire que, desesperadamente, necesitaba su mito.

Los funerales del Máximo Líder, a lo norcoreano, duraron nueve días. Como mismo no quiso estatua, tampoco quiso que lo embalsamaran como a Lenin.

La roca que guarda sus cenizas en el cementerio santiaguero Santa Ifigenia, cerca de las tumbas de  José Martí, y  Carlos Manuel de Céspedes, tiene guardia de honor permanente y es lugar obligado de peregrinación para los fieles al castrismo.

Ese monolito funerario es una tarea pendiente para los anticastristas acérrimos. Como no tendrán estatuas para derribar,  no se resignarán a la vecindad de Fidel Castro con Martí y Céspedes. Puede que un día, como han hecho en España con Franco, decidan exhumar sus cenizas y trasladarlas a otro lugar, vaya usted a saber a dónde.  Ese día, dada la persistencia de los  mitos, como mismo los franquistas cantaron “De cara al sol”, no dudo que haya nostálgicos que vuelvan a gritar: “Pa´ lo que sea, Fidel, pa´ lo que sea…”
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lunes, 28 de octubre de 2019

La fiebre por el dólar y el fin de las mulas.

Por Ernesto Pérez Chang.

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“Mulas” cubanas.

La Aduana de Cuba decomisará todos los CUC que tengan las personas en su poder al entrar al país. La nota que la entidad publicó en días recientes, hace mucho más evidente que el proceso de exterminio de tal artificio monetario ya no es mera especulación y que, aunque el gobierno intente calmar a la gente diciendo que la moneda aún conservará su valor por algún tiempo más, pronto solo lograremos verla en colecciones de numismáticos.

La acelerada apertura de establecimientos comerciales donde el CUC queda discriminado ‒cuando hace apenas unas semanas era la moneda que distinguía a un sector poblacional con mejor “desenvolvimiento”‒ recuerda a aquella “operación relámpago” de apertura de casas de compra de oro y plata en los años 90, que le sirvieron al acorralado régimen comunista para luego poder respaldar ese CUC que posteriormente crearía con cierta fortaleza pero que muy pronto quedaría sin valor al agotarse las reservas que inicialmente lo sustentaron.

En aquellos duros tiempos, enfrentados a la hambruna que amenazaba con el exterminio, pocos cubanos escaparon a la tentación de traspasarle al gobierno el patrimonio familiar heredado de los antepasados. Así vimos cómo la multitud acudió a trocar sus joyas y antigüedades por un bono que les autorizaba a adquirir electrodomésticos, jabones, ropa de mala calidad y hasta automóviles  en tiendas “especiales”, muy parecidas a esas que abrirán en unas horas y donde se repetirá la misma historia.

Los comunistas en sus “Lineamientos” prometieron aniquilar el CUC a más tardar en el 2020. Ya va terminando el 2019 sin que logren resolver el acertijo de cómo evitar un catastrófico proceso inflacionario que se les transforme en su propio tiro de gracia, y para colmo han llegado las nuevas medidas del gobierno estadounidense a complicarles el escenario con el recorte de las remesas.

Hay demasiados CUC sin respaldo en circulación y, como se intuye de la nota de la Aduana, que no es sino una traducción de la desesperación del gobierno por sacarse de encima ese esperpento financiero, hasta hay quienes confiados en su aparente solidez y permanencia frente al pobre peso cubano o CUP, lo acumularon fuera de Cuba, a la espera de retornarlo cuando subiera el valor pero pocos contaron con un regreso del dólar a las redes de comercio y mucho menos con privilegios que jamás tuvo el “poderoso” CUC que, de tanto serlo, llegó a valer más que el dólar, casi a la par del euro, aunque de manera artificial y solo dentro de Cuba, una disparatada curiosidad que solo puede parir la caótica economía cubana.

A partir de ahora se acabó el sacar del país el CUC para, a la vuelta, pagar las importaciones que, de lo contrario, tocaría abonar en dólares con el consiguiente gravamen del 13 por ciento, con lo cual las mercancías introducidas estarían siendo multadas en una cantidad considerable, lo más parecido a un arancel, casi hasta igualar los precios con aquellos de las mercancías que serán vendidas en las nuevas tiendas “recaudadoras de dólares frescos”.

La consecuencia inmediata será un ligero freno al negocio de las mulas aun cuando no exista una prohibición y los nuevos comercios apenas se limiten a la venta de electrodomésticos. Pero se sabe que las mayores ganancias en el negocio de las importaciones no recaen en las ropas, artículos de aseo y otras minucias baratas usadas por las mulas para aprovechar al máximo los puntos que establece la Aduana como máximo a importar de una sola vez en un año, libres de otros impuestos, sino en esos renglones que hoy el gobierno busca “monopolizar”, en una estrategia muy parecida a la desplegada con el transporte privado.

Llegará el momento en que para adquirir un televisor, un refrigerador, una motocicleta, una pieza de recambio o un simple horno de microondas se tendrá obligatoriamente que recurrir al circuito de ventas en dólares del gobierno, porque sencillamente no les será rentable a las mulas incluir tales mercancías en sus cargas o porque las empresas importadoras estatales darán prioridad a las importaciones de aquellos clientes que recurran a ellas como intermediarias o les ofrecerán tiempos de entrega mucho más reducidos, incluso otras garantías, al mismo tiempo que relegarán y rezagarán aquellas cargas de pasajeros individuales. Es muy sencillo. Quien hace la ley, hace la trampa.

Nuevas tiendas recaudadoras de divisas han surgido frente a otras del mismo tipo donde funcionan monedas de valor artificial. Tienda en La Habana.

Aunque siempre estuvo prohibida la introducción y extracción de CUC, nunca se aplicó de modo tan estricto tal regulación aduanera, lo cual deja ver que la ofensiva para “captar dólares” es mucho más agresiva y que, quizás, terminemos el nuevo año y comencemos el próximo con una extensión progresiva del uso del dólar más allá de los establecimientos abiertos al efecto, incluso ganando protagonismo en las transacciones del mercado subterráneo, que son las que cuentan para la mayoría de los cubanos.

Por otra parte, es innegable que una eliminación menos traumática del CUC no pudiera ser posible si antes no se restablecen las reservas de divisas, de modo tal que logre revivir ese muerto llamado “peso cubano”, mucho más putrefacto que el agonizante CUC. De lo contrario, en pocos meses los salarios del sector estatal no valdrán ni la décima parte de lo que hoy, es decir, la décima parte de nada, pero al menos el CUC nos creaba esa ilusión de poder intercambiarlo por algo igual de vacío e ilusorio pero, a fin de cuentas, algo.
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La venta de dólares: el negocio del momento en Cuba.

Por Jorge Enrique Rodríguez.

Cadecancerbero. Viñeta.

Luis Carlos y Jorge Ángel, dos hermanos vecinos de la barriada habanera de La Timba, ajustaban los pormenores para "voltajear" un negocio que, según ellos, el propio Gobierno les "puso en las manos": la venta de dólares.

Desde hace más de cinco años ambos hermanos se han dedicado a la compraventa de dólares "desde la tranquilidad de la casa". Con una clientela fija de estudiantes, que consiguieron a través de una conexión en la Escuela Latinoamericana de Medicina, iniciaron un negocio "que a todo el mundo le conviene".

"Por eso nunca hemos tenido problemas con los chivatos del barrio", aseguró Jorge Ángel.

"Los estudiantes latinoamericanos de Medicina descubrieron hace años que era más negocio comprar dólares en la calle que al Estado cubano. Las CADECA (Casas de Cambio) se los compran barato y se los venden muy caro".

La tasa de cambio actual para el dólar estadounidense "es desigual", coincidió Luis Carlos con el criterio generalizado entre los habaneros. Las CADECA compran el dólar a 0,97 -menos el 10% de impuesto sobre la moneda y el 3% de comisión- y lo venden a 1,027.

"Con el auge del negocio de las 'mulas', la compra del dólar en el mercado negro se disparó de 0,95 a 1,00 y mucho antes de que anunciaran que volvería a circular legalmente ya se estaba cotizando en las calles a 1,13. Hay rumores de que fuera de La Habana llegó a 2,00", comentó Luis Carlos.

Tras los anuncios del Gobierno cubano de que al menos 70 tiendas en toda la Isla comenzaría a vender efectos electrodomésticos, motos eléctricas, piezas de automóviles y otros productos directamente en dólares -y en otras nueve monedas extranjeras-, las especulaciones y largas colas en las sucursales de Banco Metropolitano se dispararon.

El servicio solo se ofrecerá mediante tarjeta magnética, por lo cual los cubanos tendrán que habilitar una cuenta bancaria en dólares estadounidenses. Esta es una medida que, según el vicepresidente del país, Salvador Valdés Mesa, forma parte de una iniciativa para impulsar la economía cubana.

Durante los últimos años, explicó el vicepresidente, se ha incrementado la importación, por parte de personas naturales, de mercancías sin carácter comercial, y "aunque los bienes entran al país en un marco de legalidad, después de recepcionarlos se comercializan de manera irregular", dijo Valdés Mesa.

"El Gobierno quiere ser intermediario a la fuerza", consideró Maritza Llánez, quien desde hace tres años se dedica a comprar productos en México y Panamá para llevarlos a la Isla.

"Quiere ocuparse [el Gobierno] de todo. Fíjate que acepta que la mercancía entra al país de forma legal y, por otra parte, no utiliza el término ilegal para referirse a un mercado que abastece de determinados productos y bienes que el Estado o no ofrece o vende excesivamente caro", cuestionó Llánez.

"Aunque aseguraron que no habría ningún cambio en las regulaciones aduaneras, no puedes confiar en el Gobierno, que tampoco se ha pronunciado sobre sí desmantelará la red de negocios que proliferan al margen del Estado", apuntó su esposo, Daniel Orlando Guevara.

"Porque sin dudas, esto es un golpe directo al sector privado del país, y en menor medida a la población. De cualquier manera, están fomentando el mercado negro, pues las personas que reciben remesas desde países donde circula el dólar los cambiaran a CUC en las calles y no en las CADECA".

"Regresó el macho de la casa, el que nunca se debió haber ido", expresó Ariel Matamoros, vecino del Cerro que también se dedica a la compraventa de dólares desde hace aproximadamente diez años, y que empezó su negocio con familiares que enviaban remesas a Cuba por vías informales para evitar el gravamen oficial.

"Ahora volverá a subir como la espuma otro tipo de 'mula', personas que traen los dólares directamente en efectivo. La mayoría de las personas que reciben la remesa por esta vía alternativa, acumularán los dólares hasta que se disparen sus precios en la calle", vaticinó Matamoros, asegurando que ya tiene "amarrado" el negocio con cubanos que reciben remesas de Estados Unidos.

Un recorrido por varias sucursales del Banco Metropolitano arrojó que la mayoría de los clientes que acuden a solicitar la cuenta bancaria en dólares están motivados por "legalizar" esa divisa ante posibles viajes; muy pocos van con la intención de adquirir la tarjeta magnética para comprar en la red de tiendas del Estado.

"En el caso de que los productos tengan precios razonables, compraría en una de esas tiendas del Estado, de lo contrario seguiré negociando con las mulas o viajaré yo personalmente", dijo María del Carmen, dueña de un restaurante privado.

"De momento abriré la cuenta en dólares, pero no me interesa la tarjeta magnética porque no pienso someterme a los precios explotadores del Gobierno. La entrada de dólares no tengo problemas en justificarla pues dos de mis tres hijos viven en Estados Unidos".

"De ponerse muy complicado todo, tendría como negocio alternativo la venta de los dólares que mis hijos me envían", concluyó María del Carmen.
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Un socialismo populista y con pachanga.

Por Luis Cino.

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Fidel Castro, que gustaba presumir de su independencia, a pesar del apoyo político y militar y de la millonaria ayuda que durante tres décadas recibió del Kremlin, se jactaba de que su revolución socialista era autóctona, porque no había llegado al poder montada en los tanques soviéticos, sino en los que arrebató al ejército de Batista.

Proclamarse comunista le concedió a Fidel Castro la posibilidad de hacerse con un partido único y una ideología que le permitieran el poder absoluto.

La principal peculiaridad del totalitarismo castrista fue la hegemonía no de un partido comunista, sino de un caudillo que tomó el poder al frente de un ejército guerrillero, y que sometió a su mando a la vieja guardia comunista.

Fidel Castro gobernó casi medio siglo, de enero de 1959 a julio de 2006, en un ambiente de plaza sitiada y cero libertades políticas, que tuvo como pretexto el enfrentamiento con Estados Unidos. Cuando tuvo que retirarse por enfermedad, dejó como sucesor a su hermano Raúl.

En el castrismo ha primado siempre una mentalidad pandillera: la lealtad incondicional al jefe, la movilidad constante, el secretismo, el ambiente de conspiración, el correr hacia adelante a la menor señal de peligro, el no dejarse atar las manos por la institucionalidad.

Al castrismo, que pudo haber sido otra dictadura populista más de las habidas en Latinoamérica, como la de Perón, proclamarse socialista le concedió una estatura y densidad teórica inmerecida.

En cuanto a ideología, pese al uso y abuso de la mescolanza martiana-marxista-leninista y la complicidad de algunos intelectuales orgánicos,  el castrismo carece de cuerpo y sustancia. Solo dispone de un exacerbado nacionalismo patriotero, una nutrida lista de martirologios que encabeza Che Guevara, y una historia mal contada que sirve a sus propósitos doctrinarios.

Fidel Castro quiso que su revolución fuera excepcional. Dándoselas de hereje, advirtió alguna vez que el marxismo no era un catecismo, y se las arregló para adaptarlo a sus conveniencias.

No se le puede negar originalidad al método -o la falta de uno preciso- del Comandante, con sus planes faraónicos, sus discursos interminables, su testarudez, sus bandazos y sus continuos reveses convertidos en victorias… pírricas.

En innovaciones al marxismo, Fidel Castro quiso estar a la par de Lenin. Lo que consiguió fue un socialismo populista y con pachanga, que alguna vez fue fotogénico y romántico, un modelo para el Tercer Mundo, pero que hoy, haciendo agua por todas las vías, a duras penas se mantiene a flote en su lento y penoso viaje hacia un prosaico y poco romántico capitalismo mercantilista de estado.

A pesar de que Fidel Castro, un líder carismático, logró utilizar ciertos rasgos de la apasionada idiosincrasia del cubano para sus puestas en escena en la Plaza de la Revolución, las movilizaciones masivas y las marchas combatientes, a la larga esa misma idiosincrasia imposibilitó sus desmesurados proyectos, que resultaron reñidos con la díscola naturaleza de los cubanos.

Alfredo Guevara, uno de los hacedores de las políticas culturales del castrismo, dijo en una entrevista: “No creo que mi pueblo valga la pena. Creo en sus potencialidades, pero no en su calidad. A nosotros siempre nos han querido meter en el molde de la Unión Soviética. Conversando con un intelectual francés sobre las particularidades de Cuba, en una ocasión, yo lo quería convencer de que éramos muy diferentes, y ese día lo convencí porque le dije: Sal a la calle, ¿tú crees que con esos culos y esas licras alguien puede entender Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana? ¿Tú crees que es posible eso? ¡Hay que tomar en cuenta el trópico, dios mío!”

Debe haber sido similar al de Alfredo Guevara el desdén sentido por Fidel Castro por la chusma sumisa pero indisciplinada y simuladora con la que no consiguió hacer que funcionara el socialismo que se propuso.

Por no haber estado a la altura de sus expectativas, de sus proyectos faraónicos, por ser pésimos cobayas para sus experimentos sociales, por tanto choteo, rumbantela y gozadera, el Máximo Líder impuso a Cuba una penitencia que no terminaría ni siquiera con su muerte. Sus herederos, en pleno desastre, se encargan de que se siga cumpliendo.
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El dólar regresa a Cuba para ahondar las diferencias sociales.

Por Iván García.

El dólar regresa a Cuba para ahondar las diferencias sociales

Yailén, 43 años, apuró el café del desayuno, guardó en una cartera color crema varios billetes de cien euros, ochocientos dólares y un puñado de pesos mexicanos, y se dirigió al banco más cercano a su domicilio con la intención de abrir una cuenta en moneda libremente convertible.

El lunes 21 de octubre, los bancos estatales Metropolitano, Popular de Ahorro y de Crédito y Comercio iniciaron la apertura de cuentas en divisas a personas naturales.

En teoría, como cualquier ciudadano cubano que quisiera abrirse una cuenta en moneda dura, luego de presentar su carnet de identidad, Yailén podía ingresar un monto de dinero, incluso sin depositar fondos. Y en un plazo de tres a siete días, el banco debe entregarle una tarjeta magnética establecida por el régimen militar para la importación de productos no comerciales y realizar compras en la red minorista de 77 tiendas habilitadas en el país.

“En el papel todo estaba muy bonito. Pero en la práctica fue tremendo lío. Primero me encontré las colas de ancianos pa’ cobrar su pensión. Después la desinformación. En dos bancos de Diez de Octubre me dijeron que no estaban autorizados a cambiar divisas y que si quería ingresar dinero debía ser por transferencias desde el exterior. Para abrirme una cuenta tuve que ir al Vedado. En todo ese ajetreo perdí ocho horas”, se queja Yailén.

Hace cuatro añosm, desde Panamá y México, Yailén empezó a importar electrodomésticos, computadoras, teléfonos inteligentes así como encargos especificos de sus clientes. Ella cree que esta nueva fórmula del gobierno “afectará a las mulas en determinadas mercancías, sobre todo las que se importaban en barcos, porque al asumir el papel de mula, el Estado no tiene que gastar en pasajes aéreos, hospedajes, taxis ni alimentación. Pero los cubanos nos escapamos del diablo por debajo de la saya. Ahora vendo pacotillas y cosméticos que todavía el gobierno no vende a precios módicos ni con la calidad requerida. Los que gobiernan van a querer desplazarnos de ese segmento de mercado. Si eso ocurre, las mulas debemos tener otras opciones. Yo ya tengo la mía”, dice con una sonrisa cómplice.

¿Cuál?, le pregunto. Después de insistirle, Yailén cuenta que además de mantener su bisne trayendo mercancías de afuera, piensa buscar clientes que por una u otra causa no quieran abrirse una cuenta bancaria. «La gente en Cuba sabe que el gobierno lo controla todo. Hay personas que ganan dinero por la izquierda o de una manera que no es legal. Entonces contacto con ellos y les compro con mi tarjeta a cambio de una pequeña gravamen. Tendrían un servicio de post venta garantizada, pues la garantía del producto la pongo al nombre que quiera el cliente. También hay mucha gente que no tiene acceso al dólar. Tener en cuenta que en cuando en Cuba se abre una cuenta en dólares, el Estado te da una mordida del diez por ciento. Tengo un amigo que desde Panamá me puede hacer transferencias y aquí no me cobran el recargo del diez por ciento. Entonces al cliente le cobro un tres o cinco por ciento por venderle los dólares y otro pequeño recargo cuando le lleva la mercancía a la puerta de su casa”.

Las extensas colas y bancos sin conexión a internet provocaron encendidas críticas en la población. En el oficialista sitio Cubadebate, la mayoría de los más de cien comentarios expresaban su contrariedad por la pésima gestión bancaría. “Fue un lunes tremendo en los Bancos Metropolitanos de La Habana. Enormes aglomeraciones en las sucursales desde la apertura hasta el cierre. No daban abasto los empleados por la coincidencia, el mismo día de esta nueva opción de tarjetas magnéticas en monedas en divisas, con el pago de jubilados y el día final del pago de los trabajadores por cuenta propia”, señaló un lector identificado como Otraopinión.

Otras personas que fueron a abrir cuentas bancarias, se quejaron que en muchos bancos no funcionaba el sistema. “Fui a un banco en el municipio Cerro donde me dijeron que el personal no estaba preparado para dectectar los dólares falsos. Parece que me vieron cara de delincuente”, asegura Jorge, emprendedor privado.

Al menos en La Habana, las opiniones sobre el nuevo ‘invento’ del régimen para recaudar dólares, ha despertado un intenso debate. Los expertos y economistas consideran que al aprobar una tercera moneda, se corre el peligro de una rápida inflación del dólar mientras se aleja cada vez más la esperada reunificación de la moneda.

“Si el gobierno no pone los mismos precios a los artículos que vende en pesos convertibles (cuc), un segmento importante de usuarios optará por adquirirlos en dólares, al tener mejor precio y ser de mayor calidad. Y como se mantienen el impuesto del diez por ciento al dólar, entonces se disparará la compra de dólares en el mercado subterráneo. Esto llega cuando ha disminuido la circulación del dólar dentro del país debido al recorte de las remesas impuesto por la Casa Blanca”, opina un economista local.

En menos de dos semanas, el billete del enemigo de Fidel Castro se ha reevaluado al menos tres veces. Antes de las últimas medidas, el dólar que en el mercado negro estaba cotizándose a 1.02 o 1.03, ha subido a 1.06 y 1.07. En Revolico.com, web de compra y venta, una persona con el nombre de Sergio avisa que “paga los dólares a 1.09 si son billetes de cincuenta y cien. Los otros los compro a 1.07. Voy hasta su casa. Necesito dólares con urgencia”.

Yoandry, quien desde cinco años se dedica al tráfico de divisas, asegura que “en estos momentos no hay dólares por toda La Habana. Ya conozco gente que lo está pagando a 1.10 y 1.15. Cuando llegue el fin de año, es posible que suban a 1.20 o más por cada cuc. Si pagas en peso (cup), un dólar te va costar 30 pesos. El dólar es la divisa que más circula en Cuba, a pesar del impuesto de un 10% que en la práctica es del 13%. Las otras divisas el banco las pagas según la tasa cambiaria internacional. Con el dólar no ocurre lo mismo, pero eso no ha impedido que los cubanos siempre se hayan refugiado en el verde”,

En La Habana, los establecimientos autorizados a vender exclusivamente en divisas están prácticamente listos. En una tienda de equipos electrónicos y electrodomésticos ubicada en el sótano del edificio Focsa, en 17 y M, Vedado, losempleados limpiaban el piso y acomodaban las mercancías en los estantes, mientras una docena de curiosos miraban detrás de las vidrieras.

“En estas tiendas no van a apagar los aires acondicionado como en los mercados por pesos convertibles. Esto es cosa gorda. Habrá buen trato y gestión de venta, aunque nadie nos ha dicho si nos subirán los salarios”, comenta una empleada.

Marlén, cuentapropista que guardaba las divisas en su casa, ya depositó el dinero en el banco y está esperando a que le entreguen una tarjeta magnética. “El lunes 28 soy de las primeras en ir a la tienda a ver las ofertas y los precios. Terminé de reparar la casa y necesito comprar un montón de cosas. Tengo un negocio de peluquería y con el dinero ahorrado compré dólares. Es verdad que al depositarlo en el banco el gobierno me va a descontar un diez por ciento, pero así y todo, creo que la mercancía me saldrá más barata”.

Yosvany, ingeniero, piensa todo lo contrario. “Quiero comprar una moto eléctrica para mi hijo y un motor nuevo para mi auto, todo me costaría unos cuatro mil y pico de dólares. Pero como es un descaro que el Estado de jamón se engavete más de quinientos dólares de impuestos, mejor cuadro con alguien que tenga una tarjeta magnética y a cambio de un por ciento me realice la compra. No le quiero regalar mi plata al gobierno”.

Es ahí donde aparecen ‘mulas’ como Yailén para hacer un trato.
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domingo, 27 de octubre de 2019

La destrucción en Chile.

Por Carlos Alberto Montaner.

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Dice Andrés Oppenheimer, el primer analista de la realidad latinoamericana en Estados Unidos, que los motines callejeros chilenos son la expresión de la revuelta de una sociedad exitosa que demanda estándares de vida como los de Estados Unidos o Europa. No es un pobre país que protesta debido al hambre sino, por el contrario, se trata de una nación triunfadora que desea acelerar su desarrollo.

“Vayamos por partes”, diría Jack el Destripador. Chile, efectivamente, es una sociedad muy exitosa. Encabeza casi todos los índices económicos y sociales de América Latina, incluido el de la honradez (Transparencia Internacional). Ha reducido los niveles de pobreza muy notablemente. Ha aumentado los años de vida de las personas hasta ser de los más altos del planeta, lo que demuestra la calidad de sus servicios públicos de salud. (Los médicos cubanos radicados en Chile me dicen que sus homólogos chilenos cuentan con mucho mejores conocimientos, adiestramiento y equipos que a los que ellos accedieron en la Isla).

A ese panorama hay que agregar el bajo desempleo (6,5%), la mínima inflación (2,2%), el alto per cápita conseguido ($24,600) y el hecho innegable de que ese perfil de Primer Mundo se debe a los mercados libres y abiertos, impulsados, primero, por Pinochet. Y luego, a la democracia lograda por la transición, en la que figuran dos democristianos (Aylwin y Frei), dos socialistas (Lagos y Bachelet) y un conservador (Piñera). Cuando comenzaron las reformas había 200 compañías exportadoras. Hoy hay casi 2,500 y el país ha firmado docenas de “Tratados de Libre Comercio” con todas las naciones accesibles.

No creo que la motivación tras los desórdenes callejeros sean producto de las frustraciones de las clases medias. No conozco a ninguna persona razonable capaz de quemar una estación de trenes por alcanzar la calidad de vida de los norteamericanos y europeos. Los chilenos no viven peor que los húngaros, polacos o portugueses. Viven mejor que los rumanos, búlgaros y montenegrinos, todos pueblos de Europa, y las perspectivas eran que seguirían mejorando.

Sin embargo, a lo largo de mi vida he visto numerosos fanáticos capaces de destruir los fundamentos de una sociedad, como ocurrió en Cuba o Venezuela, incluso en Argentina, basados en supersticiones ideológicas. Basta conque se tengan las ideas y percepciones erróneas. Basta con que se desprecie al adversario por sus imaginadas fallas de carácter y humanidad. Basta con caracterizarlos como “burgueses al servicio del imperialismo yanqui” para salir a asesinarlos. A lo largo del siglo XX, entre nazis, fascistas y comunistas mataron mucho más de cien millones de “enemigos del pueblo”.

A mi juicio, está bastante claro que los comunistas querían destruir a Chile. ¿Por qué? Porque es un ejemplo nocivo para ellos. Era una sociedad exitosa en la que se empeñaban en ver solo las supuestas fallas. Si se había logrado el más abarcador de los éxitos educativos de América Latina, era a costa de explotar a los estudiantes, como denunciaba la joven comunista Camila Vallejo, acompañada por su pareja cubana.

Si los niveles sociales medios habían aumentado notablemente, exhibían el equivocado libro del francés Thomas Piketty sobre el capitalismo, o el índice Gini de Chile (50) para tratar de demostrar que la falta de equidad era terrible, ocultando que el coeficiente menor de Hispanoamérica lo ostenta El Salvador (35), lo que implica que ese dato no sirve para casi nada. Incluso, ocultaban que Chile, en la medida que se desarrollaba, reducía ese dato esquivo. En el año 2000 el Gini de Chile era 55. En el 2018 ya se había reducido a 50.

¿Quiénes fueron los encapuchados que cometieron esos desmanes contra la sociedad chilena? En primer lugar, creo que hay mucho de diversión siniestra en la tea incendiaria. Es tremenda la mezcla de las hormonas juveniles con las causas políticas, como se vio en París en el 68. Pero también hay que tomar en serio a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello cuando indican que ellos fueron los instigadores, pero los ejecutores fueron los comunistas locales. No se trató de una explosión espontánea, sino de un plan meditado.

Como dijo el analista Juan Lehuedé, en un vídeo que se ha transformado en viral, no es posible quemar simultáneamente decenas de estaciones de trenes sin una previa coordinación. Por eso Estados Unidos y Europa van a aumentar las sanciones contra Cuba y Venezuela. Para esas naciones es muy clara la relación entre el pecado y los pecadores.

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Haila Mompié no sabía que estaba en vivo y miren lo que dijo.

Por Henry Chirinos.


La cantante comunista, vistaba una barbería en Miami y no se percató que el barbero estaba haciendo un “en vivo” y habló más de la cuenta.

La diva del pueblo “hambriento y oprimido”, Haila Mompié, afirmó que disfruta de la vida nocturna en países como México y Estados Unidos, donde al parecer en ocasiones se la ha ido la mano.

La cantante comunista, vistaba una barbería en Miami y no se percató que el barbero estaba haciendo un “en vivo” y habló más de la cuenta.

Haila Mompié contó la vez que estuvo de visita en una reconocida discoteca mexicana y cogió una “nota” que la desorientó por completo.
“Yo cogí una nota en ese Cocobongo y había una ‘yuma’ apretándome las tetas y yo ‘pero que le dan a la gente a tomar aquí.”
La cacante luego se percató de que estaba en vivo y su cara de vergüenza se hizo evidente.

Alex Otaola fue quien reveló este “incidente” en su programa Hola! Ota-Ola, quien exhortó a Haila Mompié a “extirpar” a esa “jinetera que llevas dentro”.
“Pero como es que la diva, ¿como se deja apretar las tetas por gente desconocida en una discoteca?”
Haila Mompié tiene previsto un concierto en Estudio 60 el jueves 14 de noviembre, algo que ha sido catalogado como una “bofetada” al exilio cubano.

Recordemos que Haila, fue quien besó y le dio las “gracias por existir” al dictador Fidel Castro, señalado de separar familias, asesinar disidentes y encarcelar detractores.

Otaola convocó a todos los cubanos a una protesta frente al club nocturno el mismo día de presentación, para darle una muestra de democracia a Haila Mompié.
“Ella sigue aquí, parece que esta un poco deprimida”.
La diva del pueblo “hambriento y oprimido” intentó salir de la incómda situación alegando que “así son todos los cubanos”.
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Retrato de Teresa.

Por FreeCinema.

¿Recuerdan esto? El realismo socialista en Cuba junto al ICAIC debería hacerle un monumento a esta película de Pastor Vega: Retrato de Teresa (1979). Y no solo hablo de estética, claro. Manden fuego, perversillos.


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Adiós, Draghi, el peor enemigo de los ahorradores.

Por Manuel Llamas.

Draghi ha sido el peor presidente que ha tenido el BCE. Su laxa política monetaria ha laminado el crecimiento y el ahorro, creando de paso burbujas.

"Lo que sea necesario". Estas cuatro palabras resumen el mandato del italiano Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) tras ocho años como presidente. Las pronunció en julio de 2012, cuando medio mundo daba por hecho que el euro acabaría colapsando debido a la imposibilidad de rescatar a países tan grandes como Italia o España, tras la asistencia que el bloque comunitario otorgó a Grecia (2010), Irlanda (2010), Portugal (2011), Chipre (2011) y las cajas de ahorro españolas (2012).

La caída de Italia o España era inasumible desde el punto de vista financiero por su elevado volumen de deuda y fue entonces cuando el banquero central pronunció su ya famosa frase mágica: "El BCE hará todo lo que sea necesario para salvar el euro. Y, créanme, será suficiente". Su efecto fue inmediato. Las primas y tipos de interés que pagaban los estados periféricos para poder financiarse en los mercados se desplomaron después de que Draghi abriera la puerta de par en par a algo que, hasta ese mismo momento, constituía un tabú, una línea roja infranqueable… La compra masiva de deuda pública por parte del BCE.

La monetización de deuda es uno de los artilugios que emplea el poder político para seguir gastando mucho más de lo que ingresan las cuentas públicas con el fin de ganar votos. Cuando un gobierno no recauda lo suficiente para acometer sus planes de gasto o los mercados le encarecen e incluso le niegan el crédito debido a su escasa solvencia o fiabilidad, éste siempre puede recurrir a su banco central como prestamista de última instancia para colocar su deuda, ya que, al fin y al cabo, dicha entidad ostenta el monopolio exclusivo de la emisión de dinero. Así pues, basta con que imprima billetes -agrandando su balance- para que el estado en cuestión logre la financiación que tanto ansía.

El problema es que esta práctica, tan extendida entre los políticos más manirrotos e irresponsables, estaba vedada en el BCE. Sus estatutos prohibían de forma expresa la monetización de deuda, es decir, prestar dinero a los gobiernos que componen la zona euro, especialmente si eran, además, poco solventes. Hasta que llegó Draghi y rompió la baraja.

Por esta razón, muchos no han dudado en despedirse del italiano, ahora que concluye su mandato, como "SúperMario" o el "salvador del euro", pero nada más lejos de la realidad. Draghi ha sido, por desgracia, el peor presidente que ha tenido el BCE en su todavía corta historia porque, gracias, precisamente, a su política ultraexpansiva de tipos bajos y expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), los políticos más derrochadores e inconscientes han carecido de los incentivos necesarios para afrontar las reformas y ajustes que requerían sus respectivos países, cronificando así los problemas que impiden la consecución de un crecimiento económico fuerte y sólido en el tiempo.

Su promesa de comprar deuda pública redujo las primas de riesgo, alejando con ello el fantasma de la quiebra soberana y el fin del euro, sí, pero a costa de postergar la verdadera solución a la profunda y grave crisis que ha sufrido la moneda única. Fue la presión de los mercados, reflejada en esas elevadas primas de riesgo, lo que hizo que Zapatero, en contra de su voluntad, tuviera que congelar las pensiones y reducir el sueldo a los funcionarios, entre otras muchas medidas impopulares aprobadas en mayo de 2010. Y fue esa misma presión la que, en el primer semestre de 2012, poco antes del anuncio de Draghi, obligó a Rajoy a aprobar una reforma laboral cuyo espíritu no compartía.

La única forma sana y viable de evitar la quiebra de un estado es mediante la austeridad y las reformas estructurales, no a través de la compra indiscriminada de su deuda, que es justo lo que ha hecho Draghi, dado que, en última instancia, el principal resultado de esa política será la zombificación de la economía, tal y como sucede en Japón desde hace 30 años. Entre marzo de 2015 y finales de 2018, el BCE ha comprado deuda pública y privada de la zona del euro por valor de 2,6 billones de euros. En el caso de España, cerca de 250.000 millones.

Y, con ello, Draghi ha roto, además, uno de los principios básicos del BCE, lo cual ha generado, con razón, un profundo malestar en el seno de los países más dinámicos y ricos de Europa, como es el caso de Alemania, contrarios a esa laxa política monetaria. Tanto es así que el italiano ha finalizado su mandato dejando como herencia una gran división en el seno del propio banco central sobre la conveniencia o no de mantener dichos estímulos, al margen del creciente euroescepticismo que dicha política ha contribuido a generar en algunos países del centro y el norte de Europa.

Tipos negativos.

Y si Draghi se ha caracterizado por ser el mejor amigo de los políticos despilfarradores, también ha sido el peor enemigo de los ahorradores. Su política de compras y tipos al 0% ha tenido tres consecuencias muy negativas para el ahorro y la inversión, los pilares del crecimiento.

En primer lugar, ha causado un enorme perjuicio a millones de europeos cuyos depósitos no rentan absolutamente nada en manos de los bancos. Por si fuera poco, ha contribuido a crear grandes burbujas, sobre todo en el ámbito de la deuda pública. Y la mayor prueba es que el volumen global de deuda que presenta tipos negativos ronda los 13 billones de dólares.

Y, por último, tras la penalización impuesta a la liquidez que guardan los bancos en el BCE, las entidades financieras se han visto obligadas a empezar a cobrar a algunos de sus clientes por sus depósitos, lo cual podría acaban extendiéndose a todos los particulares y cuentas. Así pues, no sólo es que el ahorro ya no rente nada en el banco, sino que corre el riesgo de menguar. No, Draghi no ha sido ningún "salvador", más bien al contrario. El verdadero rostro de su obra se verá con el paso del tiempo.
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sábado, 26 de octubre de 2019

Almagro: la cubana es “la peor dictadura de todas.”

Por Agencias.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, afirmó este viernes en Miami que el continente tiene una “deuda” con el pueblo cubano, que sufre “la peor dictadura de todas”, “parasitaria” de Venezuela y “fracasada”, e instó a librarse de todas los regímenes dictatoriales “empezando por Cuba”.

“Abajo cada una de las dictaduras del continente”, dijo el uruguayo Almagro, principal orador del foro “Pasos de cambio” que reúne a representantes de la oposición al régimen cubano en Miami y a funcionarios del Gobierno estadounidense.

En coincidencia con este foro, el Departamento de Transporte de EE.UU. anunció que prohibirá los vuelos comerciales desde EE.UU. a nueve ciudades de Cuba a partir del 10 de diciembre, un anuncio respaldado por los presentes en la Torre de la Libertad de Miami.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) agregó: “tenemos mucho trabajo por delante en todo el continente (…) tenemos una deuda pendiente, la deuda con el pueblo cubano () esa deuda no puede quedar así como está para siempre”.

En medio de aplausos y vítores que casi no dejaban escuchar sus palabras Almagro lanzó un contundente mensaje en favor de la lucha por la libertad y la democracia en Cuba.

Antes de sus palabras los representantes de las organizaciones presentes, la mayoría de fuera de Cuba, pues a los opositores de dentro las autoridades les prohibieron viajar a Miami, ratificaron el “Acuerdo por la Democracia en Cuba”.

El acuerdo fue suscrito en 1998 y desde entonces ha sido ratificado periódicamente, cada vez con más organizaciones firmantes.
Ahora es apoyado por más de 120 de grupos de dentro y fuera de la isla.

El secretario general de la OEA instó a “ser muy fuertes y ejercer la mayor presión” sobre una dictadura que “es la peor enfermedad que tenemos en el continente”.

Es una “dictadura fracasada por encima de todas las cosas, prostituida por encima de todas las cosas, parasitaria por encima de todas las cosas. Ha vivido parasitariamente de Venezuela (…) y sigue succionando a Venezuela, la sangre del pueblo venezolano”.

Almagro agregó que es “una dictadura corrupta e inmoral, que ha vaciado de derechos a su pueblo y pretende vaciar de derechos a otros pueblos”.

Además ensalzó al pueblo cubano “porque ha logrado pasar la antorcha de la libertad de generación en generacion” y se merece “recuperar sus libertades”.
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Los rusos, de nuevo en Cuba.

Por Raúl Rivero.

Los que van ahora a ayudar a Cuba a salir del hoyo donde está metida, con Nicolás Maduro y todo, no son aquellos rusos que manejaban a toda velocidad unos camiones destartalados, usaban camisas guarapeteadas, porque creían que eran tropicales, repartían discretamente latas de carne, ropa con defectos congénitos y trataban de ponerse en los dientes, cualquier pedazo de oro proveniente de las sortijas de los cubanos.

No, no van los soviéticos. Va Rusia, una potencia capitalista, dirigida por comunistas nostálgicos.

Así es que algunos viejos dirigentes, comenzarán a tratar de recuperar el idioma ruso que aprendieron cuando era un programa obligatorio de la radio y lo enseñaban hasta en los juegos de pelota, y aprovecharán la colaboración de los técnicos que viajen y los recursos que lleven, para tratar de mantenerse un poco más de tiempo, haciendo el papel de que trabajan por la buena marcha del país.

Esta vez la ayuda no trae el sello de la regalía que impusieron los soviéticos. Los funcionarios rusos buscarán fórmulas novedosas para conseguir que sus colegas isleños les paguen, de alguna manera, las inversiones que harán desde Moscú para reanimar el agónico ferrocarril cubano, facilitar petróleo, producir elementos importantes para la sociedad cubana, incluida una gran embotelladora de agua que servirá al turismo y, cómo no podía ser de otra manera, al renglón de ventas de servicios militares.

Los rusos prometieron que aportarían 2.000 millones de dólares para reanimar los ferrocarriles en Cuba, según un discurso de Vladimir Putin. De ese dinero, dicen las informaciones oficiales, 220 millones se invertirán antes del año que viene. Por el momento, de 75 locomotoras asignadas por Rusia han llegado 51. El problema es que las vías son un desastre y, por ahora, falta también el hidrocarburo.

Los hombres del Kremlin darán, además, 110 millones de dólares para la búsqueda de petróleo en el mapa cubano. De hecho, hace poco se inició un trabajo de exploración, donde están trabajando conjuntamente técnicos de la estatal Cuba Petróleo y la rusa Zarubezhneft.

En febrero pasado, el gobierno cubano había comprado a Rusia 43 millones de dólares en material militar.

Los rusos quieren reafirmar su presencia y demostrar cierta fuerza económica en el continente americano con estas bondades estudiadas con la dictadura castrista. Y el castrismo está satisfecho, entregándole otra vez la nación a los rusos, porque reencontró el fantasma de un viejo mandamás, que perdió en su camino de sumisión.
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De los protestones al protestódromo: ¿por qué no hay protestas en cuba?

Había una vez una república…

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Disculpadme, contrarrevolucionarios lectores, si comienzo mi artículo con una cita de Fidel Castro, pero hay que comenzar por el principio y es obvio que los latinoamericanos que se lanzan hoy a las calles revolucionadas de Latinoamérica le creyeron el cuento a ese elocuente gallego de Birán convertido en leguleyo y demagogo gracias a la movilidad social ascendente y al fabuloso sistema de educación de una república que producía abogados y políticos como si fueran tamales. Esa misma república que nuestro cuentista arruinaría, relegándola a un olvido tan perfecto que quienes oyen hoy el cuento, olvidan que Fidel Castro fue el más extravagante y sofisticado producto de ella.

Nunca sabremos a ciencia cierta si fue el traidor de Jorge Mañach quien escribió esas líneas inmortales o, en un arranque de inspiración, el mismo abogadillo de bufete, nuestro narrador en Jefe, pues cualquiera diría que tan bellas letras han salido de La Edad de Oro:

Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya solo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y el pueblo palpitaba de entusiasmo.

¡Qué belleza, y qué extrañeza! Porque hoy sabemos que un pueblo palpitante es una cosa terrible. Podemos contar siempre con la eficiencia y predictabilidad de la sangre fría, creadora de instituciones estables y felices, como también podemos estar seguros de que nada bueno sale de una época de la que se dice que “palpita de entusiasmo”. A la inmigración irrestricta puede señalársele por lo menos una lacra: la introducción de lo palpitante en las sociedades frías y desalmadas, en las culturas razonables.

Por el contrario, los fríos y calculadores yanquis inocularon a la joven Cuba de 1898, recién salida de la barbarie española, con una saludable dosis de templanza: elecciones cada cuatro años; inspecciones de egresos e ingresos so pena de intervención; instrumentos legales contra el caudillismo; cierre de las plazas de toros y su sustitución inmediata por soberbios y sobrios estadios de pelota.

La Enmienda Platt fue la medicina que nos convirtió en una nación inmunizada, la que nos hizo una cultura excepcional. Ya no hubo más machetes al aire, cabezas de toro en las paredes de los antros, ni homicidios provocados por un jonrón.

Ah, pero, entonces, cuatro décadas más tarde, nuevos españoles con el arma envenená por la cruel derrota de su Guerrita Civil desembarcaron en La Habana y, sin más dilaciones, se conjuraron con los hijos de otros españoles con el arma aún más envenená por haber sufrido en carne propia la destrucción del Imperio. El soviet de Cataluña y el ala radical de la reacción gallega, importados por Batista a la Isla del Ensueño, crearon un ambiente caprichosamente goyesco, desdichadamente ignaciano. Y así comenzaron las protestas que trajeron una dictadura y una pobreza mucho peores que el retraso y la dictablanda de la que habían huido nuestros padres ibéricos.

¡Y qué protestas señores! Al año del golpe de estado batistiano, y sin haber matado Fulgencio ni una mosca, los protestantes asaltaban un cuartel y pasaban por las armas a medio centenar de mulatos beodos. ¡Eso fue solo el comienzo! Hubo noches de cien bombas, viejos, mujeres y niños con extremidades voladas, secuestros, asaltos, huelgas y atracos al por mayor. Los Bayo y los Menoyo, veteranos de la inconclusa contienda peninsular, traían con ellos una roña y una mala leche para las que Cuba, tras medio siglo de modorra excepcionalista, no estaba preparada.

Del intervencionismo yanqui podrán decir lo que quieran: lo prefiero al batallón de argentinos y variados latinoamericanos que desembarcó en nuestras playas una vez que las tropas de protestones, con el gallego leguleyo a la cabeza, alcanzó la victoria (una victoria que sería para siempre). ¿Y qué decir de la desgraciada coincidencia, en la misma plaza y el mismo tiempo, de Guevara, Neruda, Walsh, Benedetti, Rozitchner, Segre, Eguren, William Cooke, Gaggero, Martínez Estrada, Masetti y Viñas? Si en los años cincuenta existió algo llamado la “traición Frondizi”, no es menos cierto que la pobre Cuba padeció la “traición Cortázar”, la traición “Marechal”, la traición “García Márquez”, la traición “Niemayer”, la traición “Guayasamín”, y la traición “Allende”.

¿Acaso no nos deben una reparación los argentinos por haber vulgarizado nuestra dictadura? ¿No fueron los argentinos los autores intelectuales del castrismo, al menos en su versión romántica sudamericana? Ellos, que protestan por todo, ayudaron a acallar cualquier disenso en Cuba -para siempre-. Los que hicieron de la palabra “dictadura” un argentinismo, todavía se niegan a usarla cuando se trata de nuestro país. A quienes pregunten por qué no hay protestas en La Habana, podemos responderles con toda confianza: ¡por culpa de los latinoamericanos!

Es por eso que somos los únicos seres del planeta que desconfiamos de los benditos protestantes latinoamericanos-al menos, de este tipo de hipócrita-. La pregunta es, ¿cómo se consigue pasar en tan corto tiempo de la protesta generalizada a la obediencia absoluta? La respuesta es: por culpa del “palpitante entusiasmo”.

Es curioso que no haya existido entusiasmo por el batistato, por el trujillato, ni por el videlato, mientras que nuestra patria, penetrada por la amargura foránea, palpitó como una perra en celo. Hablo de la ruinera de una nación que necesitó a un gran hombre (“un Tiberio Graco”, lo llamó Martínez Estrada), hablo de un pueblo que reclamó a gritos el latigazo de un comandante. Una cultura que demandó en las plazas el paredón para los ricos. La  Cuba batistiana, la de la Constitución del 40, los casinos, los rascacielos y las radionovelas, deseó ser dominada, humillada y sodomizada, y no por los yanquis con su sang froid, sino por la pasión venérea de los gitanos profesionales.

Subida al escenario de la taberna que tiene la bandera española a las puertas, nuestra joven bailaora se entregó a los extranjeros: Cuba es ese deplorable tablado donde José Martí rehusó entrar. Adentro todavía grita una coalición de gallegos eternizados en el poder. Los antiguos protestones, transformados en administradores de protestas, crearon un teatro donde se raciona y coreografía la unanimidad: un Protestódromo.

Había una vez una república… De esas cinco palabrotas debidas a nuestro Cuentista Máximo los latinoamericanos deberían sacar una lección de sobriedad.
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El Puma: “Regímenes de Venezuela y Cuba deben ser derribados por la fuerza.”

Por CubaNet.



El cantante y productor musical venezolano José Luis Rodríguez, popularmente conocido como “El Puma”, aseguró que los regímenes de Cuba y Venezuela deben ser derribados por la fuerza, y no por la vía pacífica, como muchos sostienen.

En entrevista ofrecida a La Voz de América, el artista señaló que las dictaduras que gobiernan en ambos países suponen un peligro para la región, ya que se han dedicado a desestabilizar otros países del continente.

“En Venezuela tiene que ser por la fuerza, no con palabras (…) En Cuba, por la fuerza, no con palabras”, declaró El Puma.

El cantante hizo hincapié en su país, Venezuela, donde el régimen chavista se resiste a dejar el poder.

“Venezuela está muy mal. Mal, muy mal. Son un grupo de hampones, delincuentes y rateros, en combinación con las drogas, que están despedazando al país, realmente”, dijo Rodríguez.

Para “El Puma”, la dictadura venezolana solo representa a una élite, lo que supone una situación insostenible para el país.

“La aceptación de este régimen puede ser de un ocho por ciento, porque los demás, incluyendo a los militares, son pagados, tenemos que poner fin a esto”, agregó.

Rodríguez también se refirió a Cuba, país que, según dice, ha saqueado las riquezas de la nación petrolera.

“El oro se lo están llevando a granel y la droga está pasando como Pedro por su casa, y Cuba sigue creando guerrilleros y subversivos para toda América Latina”, declaró.

Pese a los problemas de salud de los últimos años, que lo llevaron a ser sometidos a un doble trasplante de pulmón, el cantante ha sido una de las voces más críticas contra el régimen chavista.

“El Puma” también participó en el concierto Venezuela Aid Live, celebrado el pasado 22 de febrero para recaudar dinero y exigir a Nicolás Maduro que permitiera la entrada de ayuda humanitaria al país.
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viernes, 25 de octubre de 2019

La hoja de ruta de Chile, comandada por Fidel Castro.

Por Angélica Mora.

Chile; Fidel Castro; Camila Vallejo;

Los comunistas chilenos nunca perdonaron el golpe de estado militar de 1973, que derrocó al gobierno de Salvador Allende. Menos aún la izquierda internacional y su máximo exponente, Fidel Castro.

Las actuales generaciones no vivieron el drama de la falta de alimentos y la lucha política en una nación devastada por las ambiciones de elementos de la ultra izquierda.

Visita a Chile.

Fidel Castro había visitado Chile en 1971.  Fue una gira que debía durar 10 días, pero se extendió a 25.

Del 10 de noviembre al 4 de diciembre de 1971 permaneció el Comandante en la nación andina junto a una comitiva cubana. En esas semanas, Castro recorrió distintas regiones del país y aumentó sus estrechos lazos con Salvador Allende y su gobierno.

Durante su estada, Castro le regaló al Presidente Salvador Allende un fusil AK-47, arma que el mandatario chileno usó para suicidarse en el golpe de Estado de 1973.

Fidel Castro nunca perdonó haber perdido a Chile y desde La Habana complotaba para causar caos político.

Juventudes comunistas de Chile.

“Lo que nos diga Fidel es como una hoja de ruta.”
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Racismo en Cuba: el mal se agudiza.

Por Luis Cino.

Cuba racismo negros cubanos racial discriminación
El censo más reciente indica que tres de cada 10 cubanos son negros, mulatos o mestizos.

Entre los criterios que escucho y que me hacen sentir preocupado respecto al futuro de la nación cubana, están los relacionados con el racismo. Ese mal, y las formas de reaccionar a él, cada vez se hacen más agudos.

Asombra cuán fracturada sienten algunos la nación cubana. Por incompleta y excluyente, muchos no pueden identificarla como propia.

La historia oficial, la de los vencedores, la dominante, es cuestionada, sobre todo por los afrodescendientes. He escuchado a algunos que proclaman a los cimarrones, y no a los mambises, como los primeros cubanos que lucharon por la libertad. A quienes consideran que la verdadera intención de Carlos Manuel de Céspedes al liberar a sus esclavos fue utilizarlos como carne de cañón. Los que preguntan por qué la quema de Bayamo tiene necesariamente que ser más importante que la conspiración de Aponte.

Hay quienes quieren que bajen, por racistas, del pedestal de bronce, a los generales del Ejército Libertador que impidieron que llegaran expediciones con armas a occidente para que Antonio Maceo quedara atrapado en una ratonera, a merced de las tropas españolas. Comparan el temor a los negros de esos generales mambises con el miedo enfermizo a que se produjera en Cuba otro Haití que sintieron los patricios criollos de inicios del siglo XIX (Arango y Parreño, Saco, Del Monte, Luz Caballero).

Hay los que no olvidan que la bandera cubana vino en una expedición anexionista. A algunos les disgusta el himno de Bayamo por parecerles demasiado bélico, regionalista y plagiado de Mozart.

Están los que no perdonan la masacre de miles de negros por el ejército de la república, en 1912.

No hay que aguzar demasiado el oído para sentir un No tan sordo resquemor por las burlas -aun las aparentemente más inocentes- y vejámenes que han tenido que soportar los negros bajo una revolución que se proclama marxista-leninista, fidelista, martiana, guevarista, y que dio por resuelto el problema del racismo.

La mayoritaria población negra de los barrios marginales, los solares y las cárceles, los jóvenes en su mayoría negros condenados por la ley de peligrosidad social predelictiva, perciben como racista a la sociedad cubana.

También la perciben así mestizos que por el color de su piel pudieran pasar por blancos, que son parte de parejas interraciales, personas que uno supone que no han sentido en toda su crudeza los embates de la discriminación. Pero la sufren. Y mucho. Sólo hay que oírlos hablar para comprender la magnitud del problema. Y no son poses de víctimas. ¡Cuán humilladas y vejadas tienen que haberse sentido durante todas sus vidas para hablar con ese dolor!

Pero los mandamases, que dan por resuelto el problema gracias a la revolución, se niegan a escuchar. ¿Qué van a escuchar ellos, si hay ciertos Tío Tom, que de tan sumisos, ni se han enterado de que los discriminan?

Se entenderían mejor a sí mismos los negros que niegan su identidad, los que se desrizan el pelo y quieren “adelantar la raza”, los que se dejan dividir por su fenotipo, los que se dicen blancos a la hora de declarar la raza en los censos de población, los que se esfuerzan por diluirse en un mestizaje blanqueado, sexy, falsamente postrracial.

Están los que piensan que el problema racial en Cuba -si aceptan que existe- se resolverá simplemente con la democracia y la implementación de leyes justas. ¡Como si fuera tan fácil!

Todavía para los cubanos, especialmente los cubanos blancos o que dicen serlo, sigue siendo un tema incómodo el de la discriminación racial. Los castristas dicen que discutir al respecto socava “la unidad frente al enemigo imperialista”. En la oposición y la sociedad civil contestataria hay muchos que consideran que la lucha por la reivindicación de los negros crea desunión entre los que luchan por la democracia, y en contra de un régimen que pisotea los derechos tanto de los negros como de los blancos.

Argumentos tales como que “ser cubano es más que ser blanco o ser negro”, han sido repetidos desde los tiempos de la Guerra de Independencia, empezando por José Martí. Pero no por ello nuestra nación ha sido más inclusiva. Convenientemente manipulados, esos argumentos han servido para neutralizar a los discriminados y encima de eso, hacerlos sentir culpables cuando se quejan.

Después que Fidel Castro declarara el fin del racismo, se hizo impensable que un negro pudiera estar en contra de la revolución. Debían estar eternamente agradecidos, ya que según aquella frasecita rabiosamente racista, “ la revolución les había cortado la cola, los había bajado de los árboles y los había hecho personas”.

No se asombre por esa frasecita. Cualquier cubano conoce los chistecitos y refranes de negros. Como ese de que “si no la hacen a la entrada, la hacen a la salida”.

También están los mitos sexuales, los prejuicios, los clichés (los negros sólo sirven para la música y el deporte y para atraer turistas con el folklore y la brujería). Y la mala fama: que si son chusmas, vagos, problemáticos, propensos a delinquir, etc. Pregúntele a los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria.

Y que nadie niegue la existencia del racismo basado en la cantidad de parejas interraciales y el mestizaje resultante, porque al respecto está aquello de “los piolos”, “los blancos y las blancas sucias”, lo de “adelantar la raza” y las quejas de las madres y abuelas que se aterran ante la posibilidad de tener que “peinar trencitas”.

Hoy, algunos altos dirigentes y los Tío Tom con permiso oficial para opinar al respecto, reconocen la persistencia del problema racial, pero explican que se trata básicamente de un problema cultural. Y tienen razón. Solo que con tales admisiones no basta para desarraigar los prejuicios raciales que impregnan el imaginario colectivo de los cubanos.

Pese al creciente mestizaje que se observa, en la población cubana, según los datos del último censo de población, predominan los blancos. Recordemos que en los censos, las personas, si no tienen rasgos ostensiblemente negroides, suelen declararse blancos.

Y las muchachas y muchachos que no son blancos, se esfuerzan en aparentarlo, que para eso están el desriz, la keratina y el recurso de no coger demasiado sol y pelarse bien rebajado, para que “la pasa por pelo pase”. Ojalá pusieran en otros asuntos el mismo empeño que ponen en negar o disfrazar su identidad.

No quiero dramatizar con el tema del racismo. Cuba no es la Alabama de hace 60 años ni la Sudáfrica del Apartheid. Doy la razón a los que se oponen a crear más divisiones de las que ya hay en la oposición y desviar la atención del objetivo principal, el fin de la dictadura. En democracia iremos resolviendo los demás problemas, dicen. De acuerdo. Pero es que se están acumulando muchos, demasiados problemas. Y el racial no es el menor de ellos.
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Ruinas.

Por Mónica Baró.

Teníamos doce años y nos fugábamos a la costa para fumar. Eran fugas inocentes. La primera de ellas, totalmente casual. Nos habíamos apuntado en un círculo de interés de Pedagogía en la misma escuela primaria donde hasta poco antes habíamos estudiado. La escuela quedaba a menos de cien metros de la costa.

Éramos un grupo de ocho o diez y se suponía que una vez a la semana, en el horario de la mañana, porque nuestras clases empezaban a la una, fuéramos a prestar ayuda a la maestra de prescolar. No teníamos la menor vocación pedagógica, pero creo que nos tentaba la idea de hacer algo juntos. La maestra de prescolar, Cristina, también nos simpatizaba; la queríamos sinceramente. Cristina era una adulta en la que se podía confiar, que no te juzgaba, ni traicionaba tu confianza. Una de las cosas que más me molestaban de ser niña era que las personas adultas pensaran que podían hablar abiertamente con otras personas adultas sobre mis intimidades, como si por ser niña aún no tuviera derecho a que respetaran mi privacidad. Cristina, en cambio, sabía guardar secretos y nunca te avergonzaba en público. Quizás también porque la echábamos de menos fue que nos apuntamos en aquel círculo de interés. Pero un día Cristina faltó, o llegamos a su aula y no la encontramos, no recuerdo, y decidimos irnos a la costa.
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El problema es la gente.

Por Juan Orlando Pérez.

Cubanos en una guagua
Serie "Los pasajeros".

Sí, la gente. No el sistema, la gente. El sistema, el régimen, el gobierno, la dictadura, como cada cual prefiera llamar a los que han gobernado Cuba durante los últimos sesenta años, no es el problema, sino la gente. Peores gobiernos, aún más crueles y violentos, más repulsivos, han sido barridos por multitudes coléricas en cada esquina del mundo. En abril, el bestial dictador sudanés, Omar al-Bashir, fue depuesto en un golpe de estado después de que cientos de miles de personas se sentaran en el pavimento frente a la sede del alto mando del Ejército en Jartum, decididos a no marcharse hasta que los generales se deshicieran de aquel carnicero. Unos días antes, en Argel, una terca, implacable muchedumbre había impedido la farsesca reelección del presidente Abdelaziz Bouteflika, un hombre que está más muerto que vivo. En Hong Kong, China no sabe qué hacer, la gente lleva doscientos días en la calle. En Egipto, donde la vida no vale nada bajo el pesado mando del mariscal Abdel Fatá al Sisi, hubo protestas callejeras hace unos días, miles de personas salieron de las mezquitas el viernes a pedir la renuncia del presidente, sabiendo que la policía podía dispararles, y que aquellos que fueran arrestados podrían ser ejecutados, o torturados minuciosamente, o sepultados en prisiones de las que nunca ha salido nadie. Lenín Moreno, en Ecuador, tuvo que retirar un paquetazo de medidas económicas después de que rabiosas protestas arrasaran el país y lo hicieran a él mismo huir de Quito. En Cuba, Miguel Díaz-Canel tuvo la temeridad de ir a la televisión para anunciar a su pueblo que la economía del país estaba a punto de colapsar, que casi no quedaba petróleo para encender las luces, que la vida sería aún más dura de lo que normalmente es. A esa calamidad la llamó, cruelmente, cobardemente, una “coyuntura”. Los cubanos se encogieron de hombros, bajaron la cabeza, musitaron una queja, y en eso empezó la novela brasileña. Una nueva, buenísima, con Glória Pires. El problema no es Díaz-Canel. Ni Raúl Castro. Ni siquiera el fantasma de Fidel Castro, que ya no asusta a nadie. El problema son los cubanos.

Nadie debería caer en la tentación de decir que los cubanos tienen lo que se merecen, que sería un dictamen fácil, pero inexacto, injusto. Algunos, muchos, sí, los feroces porristas de la policía y la Seguridad del Estado, los que se benefician descaradamente de las misérrimas prebendas que el gobierno cubano todavía puede otorgar a sus más dedicados seguidores, y también, todos los que justifican, con sinceridad o falsamente, este sublime desastre, los orfeos de la Revolución, periodistas, artistas, profesores universitarios, blogueros, una morralla de charlatanes que pretenden todavía que el túnel de estas seis décadas, y algunas que faltan, tiene una salida, que al final de este viacrucis se encontrarán los cubanos en el paraíso. Pero ellos, que son una minoría, no son el problema, sino la gente que no se merece las penurias, humillaciones, dificultades e inconvenientes de la vida en Cuba, la gente a la que su gobierno obliga a vivir una vida muy inferior a la que podrían tener, y la han aceptado. Muchos de ellos están plenamente conscientes de la injusticia de su situación, de estar atrapados en un círculo fatal de imposibilidades, de la mala suerte de haber nacido en Cuba. Esos buenos cubanos no son idiotas, se dan cuenta perfectamente de que la escasez de alimentos y las restricciones a los derechos políticos, sociales y económicos de los individuos no son problemas separados, uno más importante que el otro, sino exactamente el mismo problema. Pero nadie les ha dicho qué podrían hacer que no sea lo que han hecho los demás, irse, a la Conchinchina, o “luchar”. Esos cubanos, los que hacen su trabajo tan bien como los dejan hacerlo, los que van a la marcha del Primero de Mayo o a la reunión del CDR porque para qué se van a buscar un problema, los que no roban sino lo necesario, lo que nadie podría reprocharles haber robado, los que no mienten, sino cuando es inevitable, y lo hacen entre dientes, los que van en el P11 de vuelta a casa al final del día momificados por el hambre y el cansancio, pensando que esa noche hay Pánfilo, y toca la novela cubana, y que hay que comprarle unos zapatos nuevos al niño, y de dónde va a salir el dinero, esos cubanos, los míticos “cubanos de a pie” de los que les gusta hablar a los columnistas de Juventud Rebelde, son la parte más intacta de Cuba, los que podrían salvar al país, pero nadie les ha dicho cómo, y a estas alturas, cansados de esperar que les digan qué hacer, han concluido que a ese país no lo salva nadie. Esa resignación es el problema, no la Seguridad del Estado.

Hay una parte del país que está demasiado dañada, que no tiene salvación. Son los cubanos que han sido corrompidos definitivamente por la miseria y la violencia en las que han sido enterrados vivos. El peor de los resultados del sinsentido cubano ha sido la creación de una subclase medieval que no reconoce ningún principio de ciudadanía, con la excepción de la obediencia gruñona a la fuerza física del Estado. Un grueso segmento de la sociedad cubana está profundamente criminalizado, sobrevive e incluso prospera en «la lucha», un sistema económico, social y moral parasitario, que saquea la economía oficial, succiona sus bienes y su capital, escarba en el caos para encontrar oportunidades de beneficio individual y familiar. Muchos ni siquiera tienen que “inventar”, sino que chupan golosamente de la teta de las remesas, los alimenta y los viste el dinero de sus familiares en el extranjero. El hombre nuevo del Ché terminó siendo, típicamente, un vividor. El colapso económico del castrismo a inicios de los 90 provocó el derrumbe, aún más estruendoso, de su ideología y su ethos. Una parte significativa de la sociedad cubana se quedó sin principios básicos de organización, disciplina y solidaridad, fue desterrada de la economía oficial pero también de la cultura y la moralidad de la Revolución, que, rotundamente desprestigiadas, dejaron de tener valor práctico para darle sentido a la vida cotidiana, se convirtieron en mitologías cuya única utilidad es retórica, sirven a Díaz-Canel para justificar la barbarie y a los periodistas de Juventud Rebelde para hilvanar odas pindáricas a la supuesta nobleza de lo que llaman “el pueblo”. Inevitablemente, el vacío moral que dejó el castrismo en retirada lo llenó un individualismo atroz, la ideología pirata de al abordaje. Esta es una Cuba podrida, soez, premoderna, de gente que habla un español rústico, casi infantil en su violencia y simplicidad, que no comprende ni acepta normas de urbanidad, que se revuelca, pelea, fornica entre escombros y suciedad, entre montañas de mierda y nubes de mosquitos. Es la Cuba bárbara y obscena del reguetón, que es su expresión más elocuente, su obra prima, la gramática de su concupiscencia, su egoísmo y su estupidez. Esa gentuza no necesita excusas, no reconocen ninguna autoridad humana o divina que los pueda juzgar en un país donde todo el mundo, desde el presidente de la República hasta las putas del Malecón, está tratando de resolver su problema, y solo los bobos, el de todo el mundo. Esos cubanos están perdidos para el país, son irrecuperables, su carácter, su conciencia, su honor, están demasiado estropeados, su incivilidad no es enmendable, pero hay en ellos una formidable violencia latente que el gobierno de la isla considera una amenaza más grande para su supervivencia que Donald Trump.

Es esa destructiva energía, ahora contenida, la que, en ausencia de otra solución, podría desenredar el futuro de Cuba, lo que sería una tragedia irremediable, inimaginable, no quedaría mucho de Cuba si fuera arrasada por una marea de odio y venganza. No hay otra fuerza visible en Cuba que pueda derrotar al gobierno, solo un relámpago de cólera del populacho, que es lo único que temen Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, que saben que Donald Trump va a pasar, pero que Nicolás Maduro también, y que sin Venezuela, incluso sin lo poco que Venezuela le da todavía a Cuba, los herederos del castrismo difícilmente podrían sostenerse en el poder, tendrían que intentar un último, fabuloso truco, el más mágico de todos, volver a la órbita de Rusia, treinta años después del fin de la Unión Soviética. La oposición política al gobierno cubano ha desaparecido, virtualmente, y los pocos grupos que no lo han hecho apenas pueden contener los asaltos continuos de la policía. En el país ya no quedan otras fuerzas que puedan forzar un cambio político. Los intelectuales, los artistas, las profesiones, las clases medias han capitulado, y los que han podido, han huido del país, el gobierno, astutamente, les ha abierto las puertas de par en par. El nuevo periodismo independiente cubano, con un estupendo coraje, ha plantado cara a Díaz-Canel y su corte, y sus reporteros han sido por ello gustosamente vapuleados, pero la mayoría de los lectores de esas revistas, incluido El Estornudo, no están en la isla, sino en el extranjero. Cuba parece incapaz de cambiar, un país que ya no puede generar su propio futuro, un ex país. Nadie en Cuba, ni siquiera el presidente, ve, aunque diga que la ve, la salida de esta “coyuntura” en la que el país entró hace sesenta años, y en la que, incluso si Venezuela cae, podría estar muchas décadas más. Si eso pasara, si Cuba se apagara como nación, como proyecto, como ilusión, los cubanos no tendrían que culpar a nadie más que a sí mismos. Quizás lo mejor que podría pasarle a la isla sería que los cubanos nos fuéramos todos y la ocupara un pueblo mejor.
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jueves, 24 de octubre de 2019

Precio del pasaporte cubano «dependerá de como se comporte EEUU» dice Díaz-Canel.

Por María Fernanda Muñoz.

Díaz-Canel afirma que darán "una soberana respuesta" ante sanciones de EEUU

En una reunión que sostuvo con cubanos en Irlanda, el mandamás de la Isla indicó que “todos los temas los estamos analizando” sin ofrecer soluciones para ninguno.

El “puesto a dedo” de Cuba, Miguel Díaz-Canel, afirmó que su régimen está al tanto sobre el alto costo que tiene el pasaporte cubano, pero afirmó que la solución a esta queja de dependerá de “como se comporte el gobierno de Estados Unidos”.

En una reunión que sostuvo con cubanos en Irlanda, y cuyo fragmento de audio fue publicado por El Nuevo Herald, el mandamás de la Isla indicó que “todos los temas los estamos analizando” sin ofrecer soluciones para ninguno.
“Nosotros también estamos al tanto de todo un grupo de preocupaciones que hay sobre el precio del pasaporte, sobre la prórroga del pasaporte (…) Le podemos dar la seguridad de que todos los temas los estamos analizando y a todos los temas les iremos buscando una respuesta”, dijo Díaz-Canel.
 Aunque muchos quedaron sin entender, el Díaz-Canel indicó que el pasaporte cubano depende de las “relaciones internacionales”.
“Ustedes tienen que entender también que las respuestas dependen mucho de cómo en materia de relaciones internacionales se comporte el gobierno de Estados Unidos hacia Cuba”, agregó.
El pasaporte cubano es uno de los más caros del mundo en proporción al salario de los ciudadanos de la isla y tiene un costo de $100 para quienes residen en Cuba y hasta $350 para quienes viven en Estados Unidos.

Aunque el documento de viaje es válido por seis años, el gobierno exige que sea prorrogado cada dos años a un costo de $25 para quienes viven en Cuba y cerca de $160 para los cubanoamericanos.

Es obligatorio que los cubanos utilicen el pasaporte oficial para entrar en la isla, aunque tengan otra nacionalidad.

Desde hace años el precio del pasaporte ha sido uno de los reclamos de los cubanos que viven fuera de Cuba.

En ese mismo encuentro, el “puesto a dedo” negó que en Cuba se persiga a la disidencia política.

A su juicio, “hay cubanos que se han excluido” pero insistió en que no ha sido obra del régimen que representa.
“Cuando convocamos al debate popular sobre la Constitución y ahí iban revolucionarios y no revolucionarios. En Cuba no todo el mundo es revolucionario y a nadie se le persigue” añadió.
Sin embargo, la realidad práctica de la Isla dista del mensaje de Díaz-Canel. El caso más reciente y emblemático, es la detención arbitraria e ilegal de José Daniel Ferrer, quien ya está cercano a cumplir el mes de haber sido llevado por las fuerzas de seguridad, sin presentación de cargos alguna.

También así, el testimonio de centenares Damas de Blanco, que domingo a domingo, salen a manifestarse en la Isla, exigiendo la liberación de los presos políticos y libertad para el pueblo cubano.
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Los comunistas de Camajuaní.

Por Tania Díaz Castro.

Cuba comunistas
Los comunistas de Camajuaní, años 40.

Creo que es la segunda vez que escribo sobre aquel puñado de comunistas de origen muy humilde, que vivían en el pueblo de Camajuaní, provincia de Las Villas, según su antiguo nombre, hoy Villa Clara.

Camajuaní era un pueblo próspero, llamado “la tacita de oro”, con numerosas industrias, entre ellas la muy conocida fábrica de refrescos Cuquito, grandes despalillos de tabaco, y una población compuesta por miles de habitantes, entonces con sólo unos veinte y tantos comunistas inscritos en el Partido Socialista Popular.

A todos los recuerdo. Pero lo que más recuerdo es mi casa, no tan humilde, en la calle Fomento 18. Con su amplio portal de lajas, sus dos dormitorios, sus muebles de caoba, y una cocina espaciosa donde con frecuencia había invitados a comer. La casa todavía existe, por su buena construcción.

A muchos de aquellos comunistas bien los recuerdo. A Blas Roca, comiendo harina de maíz con boniato en la casa de mi abuela María, comunista decía ella, desde que estaba en el vientre de su madre, y al Magno Presidente de todos, el doctor Juan Marinello, de visita en el pueblo, a quien sólo veíamos a través de las ventanillas de su auto, saludando a los vecinos, indiferentes ante esos comunistas que jamás ganaban en las elecciones donde se votaba por los políticos para gobernar el país.

Aquí les muestro una foto de los años cuarenta del siglo pasado, donde aparecen todos ellos: mi madre y mi tío Juan Castro, señalados los dos con sus nombres, y mi padre ausente, quien seguramente hizo la foto. Se destacan, claro está, los que venían de La Habana, de traje y con corbata, y el muy conocido entonces Faustino Calcines, con altos cargos ministeriales al triunfo de la Revolución.

Todos, sin excepción, soñaban con no sólo dirigir al país y dejar a un lado a los ricos dueños de los medios de producción, sino con ser los nuevos privilegiados que alcanzaban el poder, como decían que había ocurrido en Moscú.

Por ejemplo, mi madre, líder de las mujeres por aquellos años  ̶ dicen que enardecida ̶ , era maestra en discursos proselitistas, encaramada sobre los bultos de tabaco empaquetados, mientras las despalilladoras aplaudían hasta morir, y que mi tío Juan rompía zapatos en busca de lograr acólitos para engrosar las flácidas filas del Partido Socialista Popular, llamado así para suavizar un poco la palabra comunismo, tan rechazada por todos en general. Tan mal vista era esa ideología extranjera en la población que cuando la mencionaban decían que sólo era “hambre y miseria”.

Por el tiempo que ha transcurrido, todos aquellos comunistas ya están muertos.

Durante los dos primeros años de la Revolución de Fidel y Raúl Castro, parapetados en el escenario cubano, estos jamás se atrevieron a mencionar la palabra comunismo, y sólo se le escapó a Fidel aquel 15 de abril de 1961, cuando vio el momento propicio: en el entierro de las víctimas del bombardeo a una instalación militar, durante el desembarco de Playa Girón, rodeado de hombres con fusiles.

Pero como toda historia, esta también tiene su final, un final bastante aleccionador:

De aquellos infelices comunistas no supe nada más. Sólo que nunca se convirtieron en ricos y sí en carne de cañón o esclavos de migajas, porque los trabajadores dejaron de tener derecho a negociar, a protestar por medio de huelgas, y porque los sindicados dejaron de ser organizaciones independientes que representaban los intereses obreros, para convertirse en gremios, controlados por una dictadura militar comunista.

Todo gracias a un par de picarones que vieron la política como un oficio de improvisados y aventureros, hoy todavía en el poder y enriquecidos.

Y hablé de un final aleccionador porque mi madre murió en 1974, arrepentida de su pasado comunista, cuando sí había libertad de asociación y de expresión, soñando que yo me la llevaría algún día para Japón. Mi padre pudo viajar a Estados Unidos, donde murió senil a los 87 años, casi perdido por las calles de Miami, y yo, a los 51 años de edad, presa y torturada mentalmente en una tapiada de la Seguridad del Estado, por fundar un partido en defensa de los Derechos Humanos, y amenazada con el fusilamiento si perseveraba en mi empeño.
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"Cibercomandos" para desinformar.

Por ADN.

Cuba está entre los tres países del hemisferio occidental que tienen “cibercomandos” dedicados a manipular y desinformar a través de las redes sociales, según develó un estudio de la Universidad de Oxford.

El informe, titulado "The Global Disinformation Order: 2019 Global Inventory of Organized Social Media Manipulation", asegura que la manipulación organizada de las redes sociales ha ido en aumento desde el 2017, con 70 países utilizando propaganda computacional para manipular la opinión pública.

En América Latina, Cuba figura junto a Venezuela y Guatemala, entre los países con "tropas cibernéticas" encargadas de manipular y desinformar a través de las redes sociales.

“En muchos regímenes autoritarios -asegura el documento- la propaganda virtual se ha convertido en una herramienta de control de información estratégicamente usado en combinación con vigilancia, censura y amenazas de violencia”. El informe reveló además que “existen evidencias de manipulación en las redes sociales orquestadas desde partidos políticos y Estados en 70 países, unas 22 naciones más que el año anterior”.

Según el estudio, en países de América Latina como México, Argentina, Colombia y Ecuador, las “tropas cibernéticas” son desplegadas de manera temporal, fundamentalmente en época de elecciones.

Al respecto, los investigadores señalaron que dichas campañas en redes sociales contra “políticos, disidentes y la sociedad civil están enfocadas en suprimir los derechos humanos fundamentales, desacreditar a la oposición política y ahogar la disidencia política”.

En Cuba la desinformación pasa por el monopolio de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), única en el país, y es controlada desde el Ministerio del Interior, de acuerdo al informe, pues “aunque el informe no dispone de datos sobre los empleados públicos dedicados al ´combate ideológico´, fuentes independientes cuentan por miles los perfiles falsos dedicados a replicar la propaganda del Partido Comunista”.

En septiembre de este año en curso la red social Twitter suspendió decenas de cuentas asociadas al régimen cubano, entre ellas la cuenta oficial de Raúl Castro, así como de emisoras de radio y programas de la televisión oficial, pues dichos perfiles “amplificaban artificialmente la información al consistir en varias cuentas manejadas por un mismo usuario”.

Por su parte, en Venezuela los investigadores de Oxford determinaron que detrás del engranaje de desinformación que vive el país está el régimen de Nicolás Maduro. Al respecto, el pasado mes de febrero Twitter eliminó una base de datos con 1196 cuentas en Venezuela por estar “involucradas en una campaña de influencia impulsada por el Estado”.

El régimen de Maduro usaba estas cuentas para lograr un mayor alcance y expandir su propaganda política, dice el informe, lo cual daba a entender que el gobernante tenía un fuerte apoyo popular, a pesar de que el país atravesaba por la mayor crisis económica, política y social en su historia.

El informe asegura que la red social más utilizada a nivel global para intentar manipular la opinión pública es Facebook.

“La cooptación de las tecnologías de redes sociales proporciona a los regímenes autoritarios una poderosa herramienta para dar forma a las discusiones públicas y difundir propaganda en línea, mientras que simultáneamente vigilan, censuran y restringen los espacios públicos digitales”.

Los expertos de Oxford descubrieron que los “cibercombatientes” utilizan “bots políticos” para extender “discursos de odio u otras formas de contenido manipulado, la cosecha ilegal de datos y el despliegue de un ejército de ´trolls´ para intimidar o acosar en línea a disidentes políticos o periodistas”.

Para los investigadores, China se ha convertido en un importante protagonista en materia de desinformación, aunque le acompañan tratando de influenciar la opinión pública internacional India, Irán, Pakistán, Rusia, Arabia Saudita y Venezuela.

“La manipulación de la opinión pública en las redes sociales sigue siendo una amenaza crítica para la democracia, ya que la propaganda computacional se convierte en una parte dominante de la vida cotidiana”, dijo el profesor Philip Howard, director del Instituto de Internet de Oxford.

Según Samantha Bradshaw, autora principal del informe e investigadora del Oxford Internet Institute: “Si bien las redes sociales alguna vez se anunciaron como una fuerza para la libertad y la democracia”, se encuentran cada vez más bajo el escrutinio de la opinión pública por “su papel en la amplificación de la desinformación, la incitación a la violencia y la disminución de la confianza en los medios y las instituciones democráticas”.
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Majestad: por favor, no vaya.

Por Zoé Valdés.

Majestad, con todo el respeto y el cariño que les tengo a usted y a su familia, le ruego por favor que no vaya a Cuba. No ignoro que usted debe plegarse a su deber de Rey, pero le suplico: incúmplalo por una vez.

Usted lo que menos necesita es mancharse con esa oprobiosa tiranía que lleva ya más de sesenta años reprimiendo a once millones de esclavos. Esclavos, sí, dentro de la isla, y esclavos exportados (como lo son los médicos y profesionales cubanos). Y más de tres millones de exiliados, fuera de ella.

Usted no debe ignorar que las autoridades castristas los odian, a usted y a su familia. Lo más seguro es que le hagan pasar un mal rato, como se lo hicieron pasar a su padre, el rey Don Juan Carlos, cuando Fidel Castro le restregó en la cara "los crímenes cometidos durante la colonización" en un discurso que se pretendía debía ser acogedor y de bienvenida hacia un monarca español que visitaba Cuba por primera vez.

Allá se burlarán de usted, tratarán de cogerlo para el trajín, lo pasearán por esas calles retocadas y mal maquilladas; aunque usted lo pida, no le autorizarán a cruzar la cercana y delgada frontera donde los cubanos, en calles contiguas, viven hacinados, hambrientos y reprimidos. A usted no le dejarán ver eso, a usted le enseñarán los esclavos felices. Danzarán para usted, moviendo el fambeco graciosamente, y hasta monearán un poco, sin salirse del guión, sin excesos, sólo lo estipulado por el régimen.

No vaya, Majestad, porque los obligarán, a usted y a su esposa, a caminar por encima de esas incómodas chinas pelonas, mientras el historiador le contará como siempre el cuento de la buena pipa. Soltará algunos elogios, los recomendados por el tirano Castro II, y entonces caerá usted en la penosa trampa de tener que estrechar la mano de Castro II, el asesino de Orlando Zapata Tamayo, de Oswaldo Payá, de Laura Poyán, de Harold Cepero y de tantos cubanos de bien. Tendrá también que aceptar respirar el mismo aire que respiren Nicolás Maduro y el violador de Nicaragua, Daniel Ortega, el que violaba a su hijastra Zoilamérica desde la edad de nueve años.

No tiene usted necesidad alguna de embarrarse con ese horror, tampoco será de ninguna utilidad para los patriotas cubanos, con quienes no le permitirán encontrarse. Renuncie a esa visita, le pido con toda mi admiración y derecho como ciudadana española.

Si el mundo es actualmente el espanto que estamos viviendo, si una parte de España arde hoy, si ETA pudo matar en España con toda impunidad… de gran parte de todo ese odio es culpable la Cuba castrista, esa pequeña hegemonista terrorista que entre sus planes ha tenido y tiene destrozar España y la democracia en el mundo, como ha destrozado Venezuela, Bolivia, Nicaragua y quiere también destruir el resto de América Latina.

No vaya, Majestad, por su bien y el bien de su familia. Pero sobre todo por el bien de España.

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