martes, 31 de marzo de 2020

¿Morir por la COVID-19 o morir de hambre?

Por Ernesto Pérez Chang.

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Personas empujándose para accecer al mercado de Egido y Merced.

Si no pudiesen salir a la calle por la COVID-19, muchos cubanos morirían de hambre. Lo más probable es que los estómagos vacíos terminen imponiéndose a la pandemia en un país donde el desabastecimiento no es un asunto “coyuntural” ni llegó acompañando al patógeno.

La carestía en Cuba es un mal que convirtieron en endémico quienes siempre han visto en la iniciativa privada un enemigo más temible que los grupos opositores, aún cuando dejarla crecer y prosperar, despojarla de trabas burocráticas y zancadillas legales, en el momento que pudieron hacerlo, hoy les hubiera permitido una mejor respuesta, en términos de capacidad financiera, frente a una enfermedad que, todo parece indicar, causará enormes estragos.

Los pocos negocios privados que existían, así como varias empresas mixtas y de capital totalmente extranjero, casi todos dependientes del turismo, han sido obligados a cerrar por la situación epidemiológica, y probablemente después que termine todo, muchos continuarán cerrados por largo tiempo, incluso para siempre, teniendo en cuenta que la pandemia dejará ruina a nivel mundial.

No importa las exenciones tributarias o las moratorias que les aprueben aquí en Cuba a los privados y empresas extranjeras, la realidad es que no se habla -porque no se podrá- de ayudas financieras, de rescates para, terminada la cuarentena el día que termine, puedan enfrentarse -con alguna posibilidad aunque mínima- al posible hundimiento económico mundial, teniendo en cuenta los pronósticos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de decrecimiento de -1,8% del PIB para las naciones, especialmente las que dependen del turismo.

El régimen cubano jamás permitió que los privados participaran en todos los aspectos de la economía donde pudieron haberlo hecho con mayores posibilidades que la fracasada empresa estatal socialista.

Los circunscribió a los servicios al turismo, así como ordenó contratar “solo temporalmente” a quienes se vincularan como trabajadores en las empresas mixtas y extranjeras, y ahora se encuentra con el fenómeno de poco más de dos millones de personas en edad laboral que se han ido a la calle por cierre, viéndose obligadas a exprimir los ahorros no se sabe por cuánto tiempo, todos abrumados por la incertidumbre y los miedos a que las cosas se pongan peor.

Dos millones de trabajadores, un cálculo más que conservador basado en los datos de  empleo publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) y de lo que aparece muy disperso y a cuenta gotas en la prensa oficialista, pero que pudiera, por carambola, convertirse en el doble cuando pasemos a la fase más crítica de la epidemia en la isla y, en ese “país del día después” la economía sea tierra arrasada.

Esperemos que no lleguemos a ese punto pero países con mejores economías ya pronostican un escenario complicado.

En Cuba, arrendadores de vivienda, camareros, cocineros, personal de servicio y de oficinas, choferes, guías de turismo, traductores y promotores, cuidadores de niños,  revendedores, agricultores, artistas y artesanos -con producciones ya contratadas y que, por las circunstancias, no cobrarán lo pactado y, por tanto, traducirán en pérdidas rotundas las inversiones realizadas-, integran desde hace semanas esa multitud de desempleados y, en muchos casos, de personas tan desesperadas que, posiblemente, vean el contagio como el menor de los males, aún cuando vino a “ponerle la tapa al pomo”.

Quienes ganaron lo suficiente como para guardar una reserva, quizás la estén pasando menos terrible pero se sabe que, en Cuba, esos “excepcionales” suelen reenviar sus ganancias al exterior o invertir casi el total de estas en otros “negocitos por la izquierda”  (ilegales) que les puedan rendir un poco más, como la importación y el contrabando de mercancías, el alquiler de autos y viviendas, y la venta de alimentos elaborados, actividades que han quedado paralizadas, muchas sin aún haber amortizado los costos de inversión.

He podido conversar con varios cuentapropistas -arrendadores de casas y autos, así como revendedores de mercancías- que hablan de pérdidas de decenas de miles de dólares y hasta de endeudamientos con prestamistas privados (garroteros), lo que pudiera poner en peligro sus vidas. También he sabido de trabajadores de los servicios al turismo que han ido al desempleo en los últimos días sin que se les asegure un retorno. De estos últimos muchos dependían de las ganancias mensuales para crear fondos que les permitirían crear negocios futuros o comprar la vivienda donde crear una familia.

A toda esta ola de decepciones, frustraciones y planes rotos se sumará, sin duda, la contracción significativa en los envíos de remesas desde el extranjero, sobre la cual no solo se sustentan las economías familiares sino, además, buena parte del esquema financiero estatal.

Un panorama que se agravará en la medida que las empresas estatales se vean obligadas a cerrar por completo, afectando las dinámicas habituales del mercado negro, al que probablemente hoy acuda más del 80 por ciento de la población cubana para poder sacar algún provecho a los bajos salarios, haciendo más difícil la situación.

Así, mientras la experiencia internacional y el sentido común indicarían que lo mejor es resguardarse en la casa para evitar el contagio, en Cuba se escuchan con espanto tales consejos de cuarentena por la sencilla razón de que es como poner a escoger al moribundo entre morir de una cosa o de otra. Entre la COVID-19 y el hambre, el primero es mucho menos letal. Al menos por ahora.

Incluso, habría que estudiar las tasas de suicidio en Cuba antes y posterior a la pandemia, teniendo en cuenta que el desempleo, la pérdida de los negocios, el corte en las remesas, los encierros y la tragedia en sí misma, si llegara a alcanzar el dramatismo que en Italia y España, psicológicamente colocará a muchos al borde del precipicio.

Quienes aconsejan el enclaustramiento total durante al menos dos semanas, al parecer desconocen o quieren desconocer que hacerlo requiere, primero, del aprovisionamiento  suficiente de alimentos y productos de primera necesidad; segundo, poseer una vivienda más o menos adecuada para el propósito y, tercero, mantenerse comunicados de manera regular con el resto de los miembros del círculo familiar en un contexto donde poseer un teléfono con suficiente saldo para hacerlo es privilegio de unos pocos.

Pedirles a los cubanos y cubanas que se encierren en sus casas para protegerse de una enfermedad es ignorar, a veces muy convenientemente, que los salarios estatales  en la isla son quizás los más bajos del mundo, que el racionamiento de productos básicos, la escasez y los precios excesivos impiden que las familias dispongan de reservas para enfrentar eventualidades y que “vivir al día”, mejor traducido por “sobrevivir diariamente”, nada tiene que ver con la idiosincracia, como intentan fijar en la mente esas “caricaturas folcloristas” donde la gente es feliz “pedigueñando” el poquito de arroz y la aspirina al vecino de al lado.

Cuba es un país ya de por sí encerrado por una ideología que no admite disidencias y donde, para muchos, salir a la esquina y sentarse a tomar el sol, hablar con el amigo en voz alta de lo que se puede y por señas de lo que está prohibido, constituyen el  máximo límite de las libertades. De ahí que muchos se pregunten si encerrarse para cuidar lo poco que “viven” servirá de algo.
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Lo que Tomás quiere decirle al presidente.

Por Augusto César San Martín.


Tomás de Aquino Pérez Pérez quiere hablar con el presidente de Cuba. No tiene miedo a las represalias por decir “la verdad tajante”, como suele repetir cuando, en la soledad de su hogar, habla consigo mismo sobre el caos económico que domina la Isla.

A los 79 años de edad el anciano de perfil quijotesco, estatura pequeña y extensa barba es de las personas cuya sabiduría proviene de lo vivido. Este es el motivo por el que, cuando describe el presente, termina exaltando el pasado con añoranza.

Refugiado en los recuerdos, Aquino vive con su gata en la barriada de San Isidro, en el segundo piso de un edificio célebre por los remiendos de madera que sostienen su estructura.

La escalera de palos para el acceso de los vecinos fue colocada por el Gobierno de Habana Vieja, como única solución al derrumbe parcial de la edificación donde vive Tomás hace más de 60 años.

Cuando abre la puerta de su apartamento la primera visión que nos ofrece Aquino es la de un acumulador compulsivo de objetos. Sin embargo, las botellas vacías que obstruyen el paso por toda la casa forman parte del sustento de este anciano.

“Estoy esperando que Wilfredo se lleve todas esas botellas para venderlas y comprar algo de comer. Están por toda la casa, me tienen asfixiado”, dice Tomás mirando el resto de los objetos dispersos, recogidos en la calle con la esperanza de venderlos.

La ilusión de mejorar el resto de sus días descansa en la afición de colectar monedas que encuentra en la calle. Limpia la corrosión del metal sumando días de paciencia y el sueño de ser recompensado con una venta lucrativa.

“Tengo un grave defecto que me jode; cuando no tengo, no le pido a nadie. Si me tengo que acostar con un vaso de agua en la barriga, lo hago, pero calladito, sin quejarme”, dice convencido por la costumbre.

No siempre fue así.

“En aquella época yo era don Tomás, pero ahora que no tengo dinero me dicen Tomás nada más”. Con esa frase recuerda su propio pasado en San Isidro, cuando “con un centavo se hacían más de tres cosas y en las bodegas lo encontraba todo. A cualquier hora tú llegabas con unos kilos y te vendían lo que pidieras”, dice.

Nada se escapa a la memoria de Tomás, que los vecinos consideran trastornada. Califica de “diabólica” la presencia de la prostitución en San Isidro antes de 1959 y de “seductora” la entrada a La Habana de Fidel Castro con el ejército.

“Esto estaba lleno de bares, bodegas y cafeterías, pero no sentías una mosca zumbar. Ahora queda una bodega sin nada adentro, y hay un escándalo en la calle que no te deja vivir dentro de tu casa”, explica.

La vida no fue ligera para Tomás: más de una vez terminó en el piso cuando trabajó como pintor en las alturas. Los accidentes laborales le dejaron el recuerdo de dos fracturas de cráneo, otra en el pie y varias fisuras en una costilla.

“Estoy de más en la vida, por eso no me arrodillo ante nada, ni nadie”, dice, antes de añadir que lo condenan como loco por decir la verdad tajante.

“Señor presidente…”

Las verdades de Tomás duelen porque están basadas en sus vivencias. Él narra con nostalgia lo que podía hacer con un centavo en sus manos, cuando la moneda cubana tenía valor. Sus relatos sobre el pasado y el presente de Cuba dejan a los actuales gobernantes sin argumentos para la defensa.

“Antes había de todo, si trabajabas podías comprarlo, ahora no; aunque trabajes no te alcanza para lo poco que hay. Entonces, cuando digo las verdades en la calle, la gente se asusta, pero me gusta decir la realidad tajante. La gente me dice que estoy loco, otros quieren llamar a la Policía. Lo que yo digo lo confirmo en el Tribunal Supremo, donde sea. Yo sé que quienes escuchan, mentalmente, me dan la razón, pero se cuidan”.

Tomás Aquino no se conforma con decir la verdad en público o rodeado por la soledad en su casa; insiste en hablar con el presidente. Cuando le pregunté qué le diría si el gobernante le concediera la entrevista, me contestó tajante: “Señor presidente, esto es una mierda”.
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lunes, 30 de marzo de 2020

Cuba es ahora más isla que nunca.

Por Iván García.

Cuba es ahora más isla que nunca

A la entrada de una cafetería privada de comida criolla, entrepanes y jugos de frutas, en la barriada de La Víbora, una empleada le da un pomo con agua clorada a cada cliente, para que se desinfecte las manos, antes de hacer el pedido que llevarán a sus casas. Después de cumplir el requisito, Ricardo, un joven con personajes de manga japonesa tatuados en sus brazos, se sienta en una silla de patas altas a esperar la comida que encargó.

El desabastecimiento de alimentos existente en Cuba desde hace más de dieciocho meses, ha provocado el alza de los precios en paladares y cafeterías particulares. “Hace dos años, en la pizarra tenía más de treinta y cinco ofertas. Actualmente solo un menú de bistec de cerdo, congrí y vianda hervida o de arroz amarrillo con pollo. La falta de un mercado mayorista está aniquilando los negocios gastronómicos”, se queja Osvaldo, dueño de la cafetería

Ricardo trabaja en el sector informal y también tiene razones para quejarse. “Además de menos variedad, ahora cada plato cuesta entre diez y quince pesos más caro que un año atrás. La crisis de la comida en este país parece no tener limite”. Vive en un pequeño apartamento recién remozado, con aire acondicionado, muebles de diseño y electrodomésticos de última generación, gracias a sus cualidades como negociante.

“Vendo cualquier cosa, lo que me den a vender, sea medicina verde o juguetes sexuales”, alardea y se sonríe. La escalada de la crisis económica en Cuba, que no acaba de tocar fondo, nunca fue óbice para que obtuviera buenas ganancias. En un mes cualquiera ganaba el equivalente a 500 dólares. Además de vender pacotillas y teléfonos inteligentes por encargo, con capital propio inició un negocio de venta de televisores y electrodomésticos.

“Tenía una ventaja, y era que yo estaba por la izquierda. No pagaba un centavo al fisco. Con el dinero que ganaba me daba la gran vida. Discotecas, bares de moda, manguitos (muchachas jóvenes) y vaciladera todas las madrugadas. Pero con el tema del coronavirus, al cerrarse las fronteras, se me quedaron al pairo varios bultos que compré en Panamá y al estar cerrado todos los centros de recreación me tengo que quedar en casa”, cuenta Ricardo.

Nunca ha sido de ahorrar dinero y está acostumbrado a almorzar y comer en la calle. Mientras cuenta varios billetes para pagar la comida, dice que “lo peor del coronavirus no va ser la pila de gente que se va contagiar o morir. Lo peor va ser cuando se vaya. La economía cubana va quedar hecha polvo y la mayoría de la gente no va tener donde caerse muerta. Entonces vamos a estar jodidos de verdad”.

En Cuba hay más de 600 mil trabajadores privados. Quienes pudieron acumular miles de dólares, pesos convertibles o pesos cubanos, probablemente puedan rebasar el temporal que ha provocado el virus que vino de China. Pero son los menos. La mayoría considera que si el Covid-19 se extiende más de dos meses, deberán entregar la licencia, pues sus negocios quebrarán. El gobierno los ha exceptuado del pago de aranceles mientras dure la epidemia. Pero al contrario de otras naciones, donde el Estado subsidiará con miles de millones de dólares o euros a las pequeñas y medianas empresas, las arcas vacías del régimen cubano no le permite prestar ayudas financieras.

Según contaron a Diario Las Américas varios particulares, casi todos los negocios generan el dinero justo para vivir con algún desahogo. Los más lucrativos (hospedajes, transporte y servicios gastronómicos), sufrirán pérdidas considerables.

“Tal vez la venta de comida pueda sobrevivir, por las precaria alimentación en Cuba. Si tú vendes tilo y pan con croqueta, te lo van comprar”, acota Osvaldo. En su opinión, después que pase el coronavirus, el resto de los negocios se las verán negras por tiempo indefinido, porque no habrá turistas hasta nuevo aviso.

Carmen, propietaria de un hostal en la zona antigua de La Habana, afirma que “si mañana mismo se va el coronavirus, la caída del turismo se mantendrá y demorará un par de años en recuperarse. Muchos tendremos que cerrar nuestros negocios y dedicarnos a otra cosa. Ahora sí que somos una Isla cerrada a cal y canto”.

Aunque las medidas aprobadas el lunes 23 de marzo por la autocracia verde olivo, afecta al sector privado, era un clamor popular entre los cubanos que el Estado cerrara las fronteras, impidiera el tráfico de personas de una provincia a otra, suspendiera las clases en las escuelas y buscara soluciones a las colas y aglomeraciones para comprar alimentos, artículos de aseos y medicinas.

Diez mujeres y diez hombres, todos mayores de 18 años, encuestados por teléfono para esta nota, por unanimidad, dijeron que aprobaban las medidas del gobierno. Ninguno es miembro del partido comunista y algunos están en desacuerdo con el castrismo, por su falta de transparencia y democracia interna. Yuri, estudiante universitario, dijo que «en estos momentos debemos aparcar las diferencias y apoyar todo lo que se haga para salvar vidas humanas, que es lo más importante. Después que pase la tormenta, volveremos a criticar el pésimo desempeño de los gobernantes. Pero ahora debemos enfocarnos en cómo vamos a derrotar al Covid-19”

En un principio, Mirta, ingeniera, no estuvo de acuerdo con la estrategia del régimen. “Igual que en Italia y España, Cuba estuvo lenta, pero ya se pusieron las pilas, aunque creo que deben apretar más. Vender la comida por la libreta, al precio actual, pero en mayor cantidad, diez, veinte o treinta libras de pollo, de acuerdo al número de integrantes de cada familia, para que alcance para todos y acabar con esas enormes colas donde muchas personas se están infestando de coronavirus. Al transporte público pudieran sumar los ómnibus del turismo y de los viajes interprovinciales que ahora están parados y que podrían descongestionar el transporte urbano en horas picos. Si el gobierno no logra frenar las aglomeraciones, el virus se convertiría en una pandemia local.

La pelota está en la cancha de los ciudadanos. En un recorrido por la capital, un día después de promulgadas las nuevas medidas, un segmento amplio de ciudadanos las incumplían. Los ómnibus viajaban atestados de pasajeros. Demasiados transeúntes en las calles, conversando, jugando dominó como si estuvieran de vacaciones o tomando ron en las esquinas. O haciendo colas sin guardar la distancia de un metro.

Casi nadie usaba protección. Ernesto, parqueador de un agromercado, se justificaba: “Si me mata el coronavirus es una chiripa, pero si no salgo pa’l fuego a buscar balas pa’la jama, mi familia se muere de hambre. Entonces tengo que salir al asfalto a pulirla. El coronavirus pa’ arriba de mí, y yo fajao con el virus. No es por irresponsabilidad, es por necesidad. Si en vez de un virus fueran leones africanos, también estuviera en la calle zapatendo los frijoles”.

Eddy, economista, considera que la única manera de controlar la indisciplina social es “tirar el ejército para la calle e implementar una ley marcial. Cualquier cosa que se haga será poca para preservar nuestra integridad física”.

Y no pocos cubanos de a pie lo apoyan. En el panorama actual, no se puede estar con paños tibios. Derrotar al Covid-19 es una cuestión de vida o muerte. Ni más ni menos.
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domingo, 29 de marzo de 2020

La revolución de los parásitos.

Por Andrés Reynaldo.


Parásito. Toda explicación del castrismo comienza por su condición parasitaria. En lo económico, en lo ideológico. Ningún desarrollo que no contribuya al saqueo del organismo anfitrión. Parásito de Pekín, de Moscú, de Caracas, de Miami. De los turistas y los nacionales. Una condición que ahora, en medio de la plaga del coronavirus, está alcanzando (para robarle un decir a Lezama) su definición mejor.

A imagen y semejanza de Fidel, el castrismo es, tanto en teoría como en praxis, una fórmula de parasitismo nacionalista. Martí creyó que Cuba estaba destinada a detener la expansión de EEUU sobre América Latina. La Cuba de Fidel ha cumplido el expansivo destino de parasitar lo mismo a latinoamericanos que a gringos, y de ahí al mundo. Del error geográfico de Martí al acierto jinetero de Fidel. Chupa, que algo queda.

Y lo que ha quedado es un pueblo educado para chupar. De chupar vive el cubano de la Isla. Sea por necesidad, vocación o ambas. De ahí que, cuando la necesidad se agota, la vocación persiste. Eso lo vemos a menudo en Miami, parasitado por una amplia gama de jineteras y jineteros que medran por doquier, ora en una universidad, ora en la cola del cafecito mañanero del Versailles, ahora solo por ventanilla. Cada cual con el talante energúmeno y filisteo que Fidel selló como idiosincrasia de la nación. Incapaz de convertir el revés en victoria, el parásito convirtió el defecto en ventaja. Impresiona la disposición para situarse allí donde el alimento ha sido casi digerido, facilitando la oportunidad de jinetear un máximo de nutrientes.

Mi generación ha visto los repetidos episodios de esta saga parasitaria. En la década de 1960, el castrismo chupó el discurso y el tesoro de los chinos. Para 1970, se incrustó en las entrañas de Moscú. A Europa Occidental, principalmente a España, le chupa hasta los clavos de los ataúdes. Diamantes y marfiles chupó de Angola. Café y arroz de Vietnam. Complicidad le chupa al Vaticano. Estamos en la reinfección (combinada) de chinos y rusos. De Venezuela, a la vista. Cuando Maduro se venga abajo, con la guevariana boinita de Chávez y la napoleónica espadita de Bolívar (tan complementarias, digo yo, como símbolos del absurdo continental), los venezolanos se quedarán con el anémico cuerpo de un país asfixiado en las miasmas del parasitismo del siglo XXI.

A poquito estuvo el castrismo, así, por un pelín, de que Washington le cogiera la factura. Porque el sueño del parásito castrista es hospedarse, como dicta la naturaleza, en el más gordo y nutritivo organismo anfitrión del planeta. Trátese de Raúl clamando por créditos como de esos muchachos semianalfabetos, con el pantaloncito cortado a la rodilla y unos tatuajes de cárceles de selva, que desembarcan aquí duchos en tramitar el welfare y estafar al Medicare y el Medicaid. Prodigiosamente bilingües en las gestiones de la chupadera.

Ya se escucha, de Madrid a la Calle Ocho, de CNN a la ciber-red del colaboracionismo, el coro de los parásitos que exigen (los parásitos no negocian) el levantamiento de las sanciones norteamericanas ante el avance del coronavirus por una isla sin agua ni jabón. ¡Que Trump le saque las  castañas del fuego a una mafia que aprovecha la desgracia a fin de exportar a sus pocos médicos, timar a los turistas y (no negaré que esto me parece justicia poética) retener a los repatriados para chuparles hasta el último dólar de sus bolsillos, así como de sus ahorros en tierras de libertad! Al que quiere patria, tres tazas.

Para sacarnos el parásito del castrismo, para reponernos aunque sea a medias, sin volver a ser nunca lo que fuimos, ¿cuán radical se necesitará la cura?
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jueves, 26 de marzo de 2020

"La dictadura castrista es el peor virus que está azotando a los cubanos hace 61 años."

Por Carlos Escorihuela.

El controversial presentador cubano, Alex Otaola, afirmó que la dictadura castrista es el peor virus que ha azotado a los cubanos. En ese sentido, respondió en su programa Hola! Ota-Ola, a quienes están abogando para que se levante el embargo a Cuba durante la crisis del coronavirus.


El comunicador aseguró que, los comunistas buscan «girar la suerte a su favor» con la situación que se vive en el mundo con la pandemia “haciéndose las víctimas” para tomar ventaja de sus intereses políticos.

Otaola consideró que, si la dictadura castrista quiere que le levanten el embargo, debe dar indicios de que en verdad se preocupa por el pueblo y tomar acciones que así lo demuestren, como por ejemplo, liberar a los presos políticos.
“Ustedes quieren que les levanten el embargo, liberen a los presos políticos, salgan de Venezuela, liberen a José Daniel Ferrer”.
En ese sentido, Otaola criticó que algunos cubanos como el profesor Carlos Laso, el reguetonero Yomil, entre otros, estén pidiendo que se levanten las sanciones contra el régimen castrista por la crisis del virus chino. A ellos les recordó que, actualmente existen presos de conciencia en las cárceles cubanas que están expuestos a todas las enfermedades porque no les respetan sus derechos humanos.
“Que tiene que venir a hablar Carlos Lazo ni Yomil ni nadie de que levanten el embargo, hay gente sufriendo en las cárceles Carlos Lazo, expuestas a las enfermedades más grandes del mundo, gente como Xiomara, gente como Laura Pollán, gente como todos los que infectan como el propio Ariel Ruiz Urquiola a quien le inocularon el VIH”.
“La dictadura cubana es el peor virus que está azotando a la sociedad cubana hace 61 años».
Manipulación.

Otaola fue enfático al cuestionar el “carácter humanista” de estas personas que están pidiendo que se quite el embargo a Cuba, ya que en ningún momento se han pronunciado para que liberen a los presos políticos de la Isla.
“Somos el mismo pueblo, los que están presos injustamente que son presos políticos, también son cubanos y también requieren de humanidad, humanidad que ninguno de ustedes ha utilizado para reclamar por ellos”.
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Orígenes del feminismo cubano (1869 -1958).

Por Ileana Fuentes.

Cuba, Feminismo

Este relato comienza en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, año 1869, y se extiende hasta 1958. Su propósito es rellenar las enormes lagunas de información que padece la población cubana –el 51% femenino, sobre todo-, respecto al avance de una agenda feminista paralela a la lucha por la libertad y la democracia en Cuba, mucho antes del 1ro de enero de 1959.

En el principio fue el verbo de Ana Betancourt el que exigió reconocimiento para los derechos de las cubanas.

“Ciudadanos: aquí todo era esclavo; la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de libertar a la mujer”.

Luces largas y ovarios bien puestos tenía esa cubana, la primera en articular tan revolucionario discurso. Si bien la nación entre 1869 y 1898 estuvo enfrascada en tres guerras contra España, esas palabras se hicieron eco a través de las diversas organizaciones femeninas que, tanto en la Isla como en el exilio, colaboraron con la independencia.

Sin leyes que garantizaran sus derechos o su igualdad, las valientes del siglo XIX se dieron a la tarea de probar que eran tan valerosas, inteligentes, buenas estrategas y responsables como los hombres. Lo hicieron en el campo de batalla, en el activismo y cabildeo políticos, en la filantropía. Estamos hablando de la Liga de las Hijas de Cuba, fundada por Emilia Casanova en Nueva York, desde cuya residencia en las riberas del Río Hudson se embarcaban armas a los insurrectos durante la Guerra de los Diez Años, y de quien se dice entraba en la Casa Blanca de Ulysses S. Grant como Pedro por su casa a abogar por la independencia de Cuba.

En Nueva Orleans se fundó Las Hijas del Pueblo; en Cayo Hueso y dentro de Cuba, las Hijas de la Libertad, y también en La Habana el Comité Central de Señoras; en Tampa, el club Discípulas de Martí. El 25% de las organizaciones que se unieron al Partido Revolucionario Cubano de José Martí eran femeninas, y de los delegados al PRC, el 37% fueron mujeres. En la Guerra de 1895 las cubanas se integraron al Ejército Libertador en calidad de enfermeras, cocineras, remendonas, mensajeras, contrabandistas, abanderadas y soldados. Veinticinco de ellas alcanzaron rango militar: más de veinte capitanas, tres coronelas y una generala: Magdalena Peñarredonda y Doley.

Hay nombres decimonónicos que todos conocemos: Mariana Grajales y María Cabrales, madre y esposa, respectivamente, del General Antonio Maceo; Bernarda Toro, la esposa del Generalísimo Máximo Gómez; Marta Abreu, la primera filántropa de Cuba; Dominga Moncada, madre del General Guillermo Moncada; Amalia Simoni, esposa de Ignacio Agramonte. En carta fechada en 1897, Federico Cavada, general del Ejército Libertador, afirmaba: “… las cubanas ya no necesitan de la intervención de los hombres. Ellas han dado prueba de ser sus iguales por su heroísmo y sufrimiento… en la insurrección cubana, ellas se han emancipado…”

No obstante, cuando en 1902 se funda la República, la libertad personal y los derechos de las mujeres no fueron reconocidos. De ese irrespeto y desconocimiento de sus méritos a pesar de haber luchado por la independencia a la par de los hombres, surgen las primeras asociaciones feministas de Cuba. Precursora fue el Club Esperanza del Valle, fundado por Edelmira Guerra de Dauval, quien fuera autora del primer manifiesto feminista cubano en marzo de 1897, donde se exigía, el derecho al sufragio, derechos civiles, derecho al divorcio y acceso al empleo público.

A los empleos públicos no tendrían acceso las cubanas hasta después de 1902, y gracias al interventor norteamericano Leonard Wood, “primer feminista de Cuba”, según la antes mencionada Generala Peñarredonda. Las reformas por anular del todo el código español civil y el penal – o sea, por modernizar el país- fueron el terreno de lucha de las feministas cubanas durante las primeras cuatro décadas de la República, comenzando por la educación, campo en el que se destacó sobre todo la pedagoga María Luisa Dolz, considerada la primera feminista moderna de Cuba. En su escuela se forjaron muchas de las mentes lúcidas que luego encabezaron las diversas organizaciones feministas en la Isla.

Bajo su liderazgo se fundaron en Cuba diversas entidades docentes para la mujer que dieron paso a su empleo en esas profesiones: la Escuela Normal de Kindergarten (1906) y la Escuela Normal de Maestros de La Habana (1915) entre otras, además de escuelas de artes y oficio, de negocios, enfermería, farmacia, periodismo y educación física. Estudio, trabajo y reforma se conjugaron para desatar un movimiento feminista de liberación en la clase alta cubana. No obstante, sin derecho al voto, sin derechos sobre su propiedad y fortuna, sin derecho a su autonomía a través del divorcio, le tocó a estas mujeres influir sobre sus parientes masculinos en el Congreso para llevar las exigencias de reformas al plano de la ley.

Fue así como en el año 1917 se aprobó la primera ley en otorgar a las cubanas el derecho sobre su propiedad, finanzas y contratos. También en 1917, se aprobó la primera ley garantizando el derecho de las mujeres al trabajo, ley que fue ampliada en 1922. En 1918 se aprobó el derecho de las mujeres a obtener un divorcio, la custodia de sus hijos y una pensión para su crianza. En 1936, la primera ley de derecho al aborto se aprobó, si bien limitada a tres situaciones: riesgo de la vida de la madre, problemas o defectos del feto, y en casos de violación o incesto.

Quizás la ley que más revolucionó la realidad nacional fue la del sufragio universal, firmada por el presidente Carlos Mendieta en 1934, al fin elevando a nivel de ciudadana con plenos derechos civiles al 50% de la población de Cuba: las mujeres. Cuba fue el tercer país del continente en cuanto al sufragio femenino, detrás de Estados Unidos (1920) y Ecuador (1929).

¿Y qué nombres y entidades se distinguen en estas luchas? Ya mencionamos a Edelmira Guerra y el Club Esperanza del Valle; le siguen las revistas Aspiraciones (1912) y Revista de la Asociación Femenina de Camagüey (1921); el Comité de Sufragio Femenino (1912), la Asociación de Damas Isabelinas, el Club Femenino de Cuba (1917), la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas (1923), el Comité de Acción Cívica, el Comité de Defensa del Sufragio Femenino, la Alianza Nacional Feminista, el Lyceum, la Unión Laborista de Mujeres, el Partido Demócrata Sufragista.

Bajo el liderazgo de Pilar Morlón, la Federación Nacional organizó en 1923 el Primer Congreso Nacional de Mujeres, que se llevó a cabo en La Habana. Participaron treintaiuna organizaciones femeninas además de delegaciones de entidades de la sociedad civil.

En 1925 y otra vez en 1939, se organizaron el Segundo y Tercer Congreso Nacional. Fueron aquellos los difíciles períodos de la presidencia de Gerardo Machado, la porra y la violencia, el golpe que lo destituyó, la pentarquía, la derogación de la Enmienda Platt, la fundación del Partido Comunista, las luchas laborales, la convocatoria a una asamblea constituyente.

Pero también esos años marcaron gran progreso para las mujeres: el voto en el ’34, la participación de tres cubanas en la constituyente de 1939 – la villaclareña Alicia Hernández de la Barca, las tuneras Esperanza Sánchez-Mastrapa, y María Esther Villoch Leyva-, la elección de varias mujeres a la Cámara de Representantes – Hernández de la Barca, Sánchez Mastrapa, María Gómez Carbonell entre ellas-, y su participación, por vez primera, en las elecciones presidenciales democráticas de 1940.

¿Nombres que todos los cubanos –y particularmente las cubanas- debían saberse de memoria? Los de las luchadoras feministas Edelmira Guerra, Pilar Jorge, Enma López-Seña, Hortensia Lamar, Mariblanca Sabas Alomá, Loló de la Torriente, Ofelia Domínguez Navarro, Rafaela Mederos, Leticia de Arriba, Celia Sarrá, Bertha Neckerman, Pilar Morlón, Rosario Guillaume, Dulce María Borrero, Antonia Prieto, Elena Mederos, María Collado, Rosa Anders, Ofelia Rodríguez Acosta, Leonor Ferreira, Consuelo Miranda, María Luisa Dolz, Bertha Arocena, Renée Méndez Capote, Beneranda Martínez, Rita Shelton.

Durante la década de los cuarenta y cincuenta, las feministas, agrupadas en sus respectivas organizaciones pero coordinando esfuerzos a nivel nacional, lograron infinidad de reformas sociales, económicas, laborales, docentes y políticas. Inspiraron y reclutaron a sus congéneres a participar y militar en el activismo político y sindical. También fundaron escuelas –como la Escuela de Servicios Sociales en 1943, y muchas de entrenamiento en diversos oficios-; centros de salud pública enfocados en la maternidad y la infancia; programas gubernamentales en pro de la niñez; organizaciones cívicas de ayuda a los más necesitados y a ciudadanos con condiciones especiales (la tuberculosis, la ceguera, los pacientes de cáncer); instituciones culturales.

Ya para 1958 existían más de 900 instituciones cívicas de mujeres, inscritas oficialmente. Cuba no era una sociedad perfecta a pesar de sus logros en los índices de desarrollo. Cierto que había pobreza, inequidad social y corrupción política. Pero esa sociedad que el machismo-leninismo tomó por asalto el 1ro de enero de 1959 estaba encaminada a transformarse, con el sudor y la inteligencia de sus hombres y mujeres, en una sociedad más equitativa, más justa. Las cubanas eran sus grandes protagonistas y promotoras.

Y sin embargo, sucedió lo contrario. Se arrasó con el progreso y con la gestión cívica independiente. Casi un siglo de activismo feminista se pasmó y borró de la historia el 23 de agosto de 1960 cuando desaparecieron las 900 organizaciones no-gubernamentales y para que surgiera la federación gubernamental única que supeditaría a millones de mujeres a las órdenes del macho -en- jefe. Hasta el sol de hoy.
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El presente es fatal, pero el futuro… (i)

Por Martha Beatriz Roque Cabello.


Las autoridades trabajan también en la reorganización del transporte, un medio de propagación del virus muy problemático en Cuba.

Se le llama pandemia a una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países y que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región, es por eso que, el “virus chino” -como lo llama el Presidente de Estados Unidos de América- es considerado como tal.

Como Cuba es parte del mundo, también está sufriendo esa pandemia, aunque en versión socialista. Según la dictadura, estamos en la primera etapa, donde se contagian los que vienen del extranjero, incluyendo los cubanos. Después pasaremos a una segunda etapa, en la cual estarán enfermos los cubanos que se han vinculado con extranjeros y luego a una tercera en la que ya el contagio es entre cubanos. Sin embargo, el discurso oficial señala aquí no se ha llegado todavía a ese momento.

Lo que sí no hay dudas que, cuando se vaya en dirección ascendente en la curva de la enfermedad, va a ser muy destructiva, porque no se llevan a cabo las prácticas de distanciamiento social, ni siquiera las ejecuta la propia dictadura de forma pública. Por ejemplo, en su programa informativo Mesa Redonda, comparecen los ministros y funcionarios de alto rango sentados unos al lado del otro por espacio de más de dos horas.

Quizás estas malas demostraciones no ayuden a que exista conciencia social de lo que implica el coronavirus. En la esquina de mi casa un grupo de hombres acostumbra a jugar dominó por la tarde. Son como nueve personas, entre los que juegan y los salen, que comparten una botellita de ron de la que beben sin ninguna preocupación.

La Iglesia Católica, de la que formo parte, también sido cómplice de la imprudencia. Primero se suspendieron los saludos durante el momento de la paz en la Misa, y solo se podía tomar la hostia con la mano, lo que suprimió que el sacerdote se la diera a los fieles en la boca. Sin embargo, esto duró dos domingos; solo de manera reciente se han dictado las medidas por parte de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba para suspender las celebraciones públicas en los templos y comunidades católicas; así como el receso de las actividades de las catequesis de los niños y adultos hasta que se normalicen las circunstancias que se están viviendo.

Es lo mismo que ha sucedido con el régimen, las medidas han llegado “gota a gota”, muy lentas para la necesidad que indica el momento; pero después van a querer sancionar a todo aquel que incumpla cualquiera de las iniciativas para evitar el contagio. Ya el primer ministro anunció que habría presencia policial en las calles, en particular en la capital del país.

No obstante, hay que analizar algunas situaciones de índole económico y social que influyen de forma negativa en estas medidas. La primera de todas es la referida al aseo personal ¿cómo van a indicar, hasta en spots en la televisión, que hay que lavarse las manos con abundante agua y jabón, si ambas cosas están en falta?

Se plantea que algunos alimentos y artículos de primera necesidad los venderán de forma normada por la libreta de abastecimientos, lo que no evitará las aglomeraciones, solo las hará más pequeñas, reducidas a los que compran en determinada bodega.

Está el caso de los choferes particulares -a los que han amenazado para que no permitan turistas en sus autos- por haber cerrado de forma total la salida de los extranjeros a las calles; pero también les fueron pirateados a las casas de huéspedes particulares, ya que van a ser trasladados todos a hoteles estatales. No le faltó al Primer Ministro añadir que no es por motivos económicos; no obstante, los últimos días de estos turistas en el país estarán tributando al Estado con el pago de su hospedaje e incluso alimentos, pues quedarán varados en el hotel que les sea asignado, hasta que puedan tomar un vuelo.

Entonces, ¿dónde está la protección que dicen han tenido con los cuentapropistas? Es bueno que no tengan que pagar sus tributos a la ONAT, pero les están arrebatando lo poco que les queda de trabajo.

Por otra parte, se conoce que, con la crítica situación del transporte urbano de pasajeros, se les ha estado pidiendo a los choferes de autos estatales que muevan a algunos pasajeros en los lugares vacíos de sus vehículos, siempre y cuando vayan en su ruta. ¿Cómo obligar ahora a un trabajador a someterse a la posibilidad de que en su carro monte una persona contagiada?

Con un breve análisis del presente, se puede asegurar que el país no está preparado para afrontar las condiciones económicas y sociales que se desprenden de tamaña pandemia. Sin contar con las posibilidades de salud pública que son precarias y que hasta ahora han puesto los extranjeros por encima de los nacionales, llevándolos a los mejores centros de diagnóstico y hospitales.

La pandemia ahora comienza a escribir su historia, aunque hay que decir que en la mayoría de los países en los que ha tenido su presencia, ya se habla del antes y después del virus chino.
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miércoles, 25 de marzo de 2020

La oferta de la panadería estatal cubana «La Ruina»: pan con moringa.

Por Henry Chirinos.

En la panadería La Ruina de el Vedado, La Habana, se oferta pan con moringa
En una panadería cubana se oferta pan con moringa.

Pan con moringa, esa es la oferta que dispone para los cubanos la panadería estatal “La Ruina”, ubicada en el Vedado, La Habana.

En la fotografía, que hicieron llegar a la redacción de Cubanos por el Mundo, se observa que el local solo dispone de tres tipos de panes, con remolacha, con zanahoria y con la planta antes mencionada.

La panadería “La Ruina”, que evidentemente le hace honor a su nombre, está ubicada entre el edificio FOCSA y un paladar muy reconocido en la zona, donde la falta de alimentos no se hace presente como en los hogares de los cubanos.

La escasez de alimentos y otros productos básicos en Cuba, se agudiza conforme pasan los días, mientras que el régimen se muestra incapaz de resolver la situación.

En la panadería La Ruina de el Vedado, La Habana, se oferta pan con moringa

Ahora con la llegada del coronavirus al país, el panorama para el pueblo es desalanterdor, pues optar por medidas como la cuarentena, es casi imposible.

Las colas para poder comprar productos como jabón, papel toilet, pasta de diente, además de alimentos como pollo o picadillo, se hacen cada vez más evidentes.

Recientemente Miguel Díaz-Canel, propuso a los cubanos que al momento de hacer colas, deben hacerlas con medidas de precaución para evitar contagios por coronavirus, aludiendo a que la escasez en la Isla continuará.

Durante una teleconferencia con varios dirigentes comunistas, el “puesto a dedo” negó que Cuba esté en una “burbuja” y recordó que el coronavirus “viene hacia nosotros y lo está haciendo a una velocidad exponencial».

Díaz-Canel exhortó a los cubanos a evitar las aglomeraciones, algo difícil teniendo en cuenta los altos niveles de escasez que existen en la Isla.

Pidió a las autoridades castristas “ordenar” las colas en los mercados, cuando lo recomendable sería evitarlas y garantizar el suministro de alimentos y productos de primera necesidad.
«No pueden pasar cosas como las que sucedieron el fin de semana. Había gente en la calle de forma masiva, algunos hasta bailando. Había colas masivas sin guardar la distancia, había ventas masivas de cosas. Hay que ver todo lo que se puede vender con regulación de las colas. También hubo templos religiosos con mucha gente», criticó.
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Presencia de médicos cubanos en el extranjero no es por altruismo.

Por Eleana Sánchez.

Brigada cubana en Venezuela

En un artículo de opinión publicado este lunes en el portal digital Bloomberg, el columnista Mac Margolis, señala que la presencia de médicos cubanos en el extranjero no es por altruismo precisamente.

De acuerdo a la publicación, Cuba puede ser uno de los pocos países para los que la pandemia presenta una oportunidad económica, particularmente en un panorama donde se prevé la dramática caída del turismo.

“Los médicos cubanos se encontraban entre los primeros en responder internacionalmente en Wuhan para atender a los enfermos y ayudar a las autoridades chinas en el terreno. Trajeron medicamentos caseros, una variedad de interferón utilizado para tratar el cáncer, que según La Habana ayuda a los pacientes afectados por el virus, y algunos entusiastas del régimen lo anunciaron erróneamente como una cura maravillosa” cita el texto.

Margolis, destaca que “los médicos cubanos ya eran una marca global”; desde la década de 1960, oleadas de sus médicos y especialistas han traído atención de bienvenida a docenas de países en desarrollo. En 2015, los cubanos desplegaron 37,000 médicos en 77 países, según un estudio de la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania.

Sin embargo, el escritor asegura que esto “no fue altruismo”.

Y explica: «En el apogeo de las misiones médicas internacionales, en 2013, los médicos cubanos enviaron $ 10.200 millones a La Habana, según cifras oficiales del gobierno. Si bien el alcance es mucho menor hoy en día, los servicios médicos siguen siendo la mayor exportación de Cuba, aportando $ 6,4 mil millones o el 43% de las ganancias extranjeras, el doble que el turismo, en 2018″.

Noticia relacionada: Periodista argentino rechaza a médicos cubanos: «Pueden transformarse en espías»

Pero, el programa también se vio afectado cuando «la Marea Rosa de los gobiernos izquierdistas amigos de Cuba en América Latina fue expulsada del poder. Bolivia, Brasil y Ecuador cancelaron sus contratos con La Habana. Y, la implosión económica en Venezuela, hasta hace poco uno de los mejores clientes de Cuba, redujo aún más el boleto de comida médica de La Habana».

Cuba desde entonces ha estado luchando por crear nuevos mercados y reponer el flujo de divisas.

Es por estas razones que se cree que la pandemia de coronavirus podría profundizar la tendencia e incluso reabrir las fronteras.

Al respecto, reseña Bloomberg: “En lugar de llenar los cofres de La Habana, Cuba debería hacer lo correcto por sus médicos y su propia marca. La mayor parte de los ingresos se deben dejar a los médicos, quienes podrían traer salarios a Cuba, ayudar a sus familias y alentar la economía al expandir el consumo y realizar inversiones en el sector privado emergente».

“Con 159 naciones (y casi todas las Américas) enfrentando una enfermedad mortal, cuanto más personal médico capacitado esté en contacto global, mejor. Los médicos voladores de Cuba se adaptan bien a la tarea. El pronóstico para La Habana es menos claro”, puntualiza.
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¿Quién defiende a Trump en la prensa cubana?

Por Tania Díaz Castro.

Granma_ Juventud Rebelde Cuba Prensa Trump

Sí, Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos, tiene muchos partidarios en Cuba. Pésele a quien le pese, es así. Pero quien intente defenderlo en los medios de información cubanos, ya sabe lo que le espera, porque todos los medios pertenecen a Raúl Castro. A los cinco minutos tiene al defensor bajo los zapatos de la Seguridad del Estado, esos muchachones siempre de viaje por el extranjero, bien alimentados.

Así lo dijo Fidel Castro en 1988, al referirse a los que piensan distinto a él y a su hermanito: “Andan como cucarachas por aquí y por allá”. Y de inmediato salieron de todos ellos, unos presos y el resto al exilio.

Eso lo sabe el grupúsculo de periodistas de la prensa militar de Cuba, a quienes no les pasa por la mente que aquellos gobiernos del dominio romano, el nazismo, las dictaduras latinoamericanas, así como el sovietismo, tuvieron fin porque la gente, a medida que avanza la humanidad, reclama libertad y rechaza el comunismo, como la peor de las experiencias.

Ahora resulta que Donald Trump, el hombre que trabajó para ganar sus millones de dólares con inteligencia y tesón, es un frustrado presidente porque no era un político de experiencia. Entonces, si Trump es lo peor, ¿qué es Fidel Castro, que ganó sus millones como dictador, guerrerista y violador de los Derechos Humanos, famoso por sus acuerdos secretos con Corea del Norte, pendiente de la ayuda soviética y luego de Venezuela para su destruido país y quien, por un tilín, propio de psicópatas, no logró una conflagración mundial en 1962?

Dice uno de estos periodistas del grupúsculo de la prensa cubana que Trump se cree dueño del universo y que su afán protagónico no le permite ver que Cuba, Venezuela y Nicaragua son países libres donde su población rechaza su política injerencista.

Pero, ¿cómo saben, que el pueblo cubano rechaza a los Estados Unidos? Imaginen si un día Díaz-Canel se vuelve loco y hace un plebiscito para preguntar al pueblo si prefiere el capitalismo de Trump o el socialismo de Raúl. ¿O qué pasaría si abre la Embajada del Perú de nuevo para todo aquel que quiera irse? ¿Cuántos se quedarían en Cuba y cuantos se irían con Trump?

Conocedores de esos resultados, este grupúsculo de periodistas de la prensa raulista se atreve a decir que Trump emplea estrategias y artimañas, como si Fidel no hubiera sido el bárbaro de las artimañas, que Trump emplea guerras, incluidas bacteriológicas contra China, según sospechas con el coronavirus, vaya acusación sin base científica de estos señores periodistas.

Dicen que el comandante en jefe de la Revolución Islámica de Irán, un tal Salami, advirtió que “la ola de crisis por el nuevo coronavirus que recorre el mundo es posible que sea un arma de guerra biológica de Estados Unidos”.

Por último, Juanita Carrasco, la más vieja del grupúsculo, no se queda atrás y señala, gracias a la misma yanquifobia de los anteriores, que por culpa de Trump, Estados Unidos es el país con mayor índice de coronavirus en todo el hemisferio, que Cuba no ha falseado jamás sus registros y que hay medicinas en el país.

¿No recuerda Juanita cuando se ocultó el dengue hasta última hora, allá por los años ochenta? ¿Tampoco sabe que en Cuba no hay ni siquiera aspirina? Sería bueno que un día, antes de morir, la Carrasco reconociera los fallos del castrismo, que son tantos, por lo que Cuba está en ruinas, con una población en estrés durante décadas, inventando que cocinar cada día, mientras los gobernantes cubanos viven como millonarios y según comenta el pueblo, con una parentela en litigio judicial por los milloncitos que hereda cada uno de ellos.

Una última pregunta a mi colega: Cuándo le importó a Fidel Castro los vínculos de las familias cubanas, sí, un crimen de lesa humanidad. ¿No recuerda que durante largos años estuvieron incomunicadas, porque las de allá Fidel las consideraba gusanas, mercenarias y vendepatrias? Se le olvidó aquello de: “Que se vayan, que se vayan”. Por Dios, Juanita, ¿es que se te ha olvidado nuestra historia? Claro, es que luego los gusanos se transformaron en mariposas cargadas de dólares que necesita el mísero gobierno de Cuba.
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¿Dejaremos los cubanos de “chocar con los frijoles”?

Por Gladys Linares.

Cuba, frijoles

A medida que se agudiza la situación económica del país, más difícil se le hace a la familia cubana llevar alimentos a la mesa, no sólo por lo escasos que están, sino también por lo caros, a pesar de toda la propaganda gubernamental que no para de engañar al pueblo con planes agrícolas fracasados que no hacen germinar la tierra.

El arroz y los frijoles constituyen un dúo que no puede faltar en nuestra mesa. De las viandas hemos tenido que prescindir, hasta cierto punto. De la necesaria carne de res, el nutritivo pescado de mar, los otrora abundantes camarón y langosta, ni hablemos, pues hace mucho que fueron excluidos de nuestra dieta -no así de la de los dirigentes-. En su lugar, y con la llegada del periodo especial, comenzaron a vendernos bazofia de supervivencia. Nos ofertaban (y hablo en pasado porque con la agudización de esta nueva crisis ya no los venden) picadillo de soya –o más bien pellejos con soya–, fricandel, mortadela y otros inventos malsanos de dudosa composición, que solo por ser más baratos se consumían bastante, ya que la carne de cerdo ha alcanzado precios inaccesibles y el pollo solo se vende en CUC. Algunos les atribuyen a estas aberraciones culinarias la neuropatía, muy generalizada desde aquellos años entre la población.

A raíz del anuncio, más bien reconocimiento, de la nueva crisis, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, prometió la distribución periódica –controlada pero no subsidiada, o sea: racionada, pero cara– de chícharos y otros alimentos de los que hasta la fecha no hemos recibido más que un paquetito de salchichas importadas.

Pese a los llamados a la calma, la situación parece estar tomando un matiz sombrío. “He buscado frijoles y no encuentro”, dice una vecina. “Si no tenemos frijoles, ¿qué vamos a comer? ¿Arroz sólo? Porque los huevos son 15 al mes, y los de nosotros se los dejamos a las niñas”. Pero no es ella la única que busca granos infructuosamente. Y es que estos desaparecieron del mercado tras hacerse pública la plaga de thrip de la flor del frijol (megalurothrips usitatus) que azotó a las plantaciones en meses recientes.

En efecto, en el periódico trabajadores del 2 de marzo de 2020 apareció la nota informativa “Investigan plaga en plantaciones de frijol”. Según el máster Víctor Gil Díaz, investigador y profesor auxiliar del Centro de Investigaciones Agropecuarias de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV), este “es un insecto del que se sabe que nunca había constituido una plaga de valor económico para los frijoles”. A pesar de ello, en esta ocasión ha invadido ya a varias provincias a lo largo de todo el país. El Ministerio de la Agricultura reportó entre las más afectadas a Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

Muchas veces los medios se refieren a los estudios científicos para mejorar la calidad de los granos y evitar plagas, para lo cual el país posee varios centros de investigación. Sin embargo, se ignora la imprescindible experiencia de los campesinos. Uno de ellos, de Pinar del Río, me explicaba: “A los frijoles les intercalo maíz para combatir la plaga”.

A lo largo de estas seis décadas, dirigentes del Gobierno y el PCC aprovechan cada ocasión para cacarear que “no podemos renunciar a la alimentación de nuestro pueblo, que es una cuestión de seguridad nacional y un problema de soberanía alimentaria”. No obstante, este caos en las plantaciones de frijoles no deja dudas sobre la ineficiencia gubernamental. Todo parece indicar que las constantes visitas de control de los dirigentes nacionales al sector agrícola no son todo lo eficientes que el momento requiere.
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Pillo manigüero.

Por Darío Alejandro Alemán.

Juan Padrón

Juan Padrón murió, aunque llevaba muriendo hace un tiempo, y eso, junto al olfato imperfecto de los periodistas, siempre obsesionados con tener la última palabra, determinó la escritura de excelentes perfiles y crónicas en su honor, unas más personales que otras. Hasta entonces no conocía nada de su vida, pese a haberlo visto muchas veces por el Palacio de Pioneros del Parque Lenin en aquellos días de la Batalla de Ideas, siendo yo un niño de, digamos, 10 años.

La imagen que guardo es la de un viejo bigotudo, infantil, exageradamente gordo y rosado, inclinado sobre una mesa y enfrentado a una exigente hilera de pioneros. Hacía dibujos con una facilidad pasmosa; era como una máquina de arte, inagotable e incapaz de dejar de sonreírle al chiquillo de turno luego de estamparle su firma cerca de la esquina inferior derecha de la hoja.


Aunque estuve tentado, no me sumé a la fila, fuere por timidez o por agorafobia. O tal vez fue por el poco interés que sentía hacia los autores en esa etapa de mi infancia, en la cual las obras de mi gusto me parecían perfectas en sí mismas e independientes de quien la hubiera creado. Como sea, mucho tiempo después, me arrepentí de aquello.

Juan Padrón murió, pero yo no creo en los obituarios complacientes. La muerte, como cierre definitivo de una historia, obliga a juzgar de manera implacable y sin miramiento alguno, a realizar una exégesis detallada de luces y sombras. La estructura del obituario debe ser la de un oscuro y sucio cuarto de medicina legal donde, una vez terminada la disección, se coloca un punto final de la misma forma en que se sella una lápida. Con Juan Padrón, excepcionalmente, no puede ser así. A fin de cuentas ¿qué caso tiene juzgar la pureza inocente de un extraordinario niño de 73 años?

Juan Padrón murió mientras allá, en Francia, lo hacía Albert Uderzo; y así, de un golpe, quedaron huérfanos Asterix, Obelix, Elpidio, Joseph (Pepe) von Drácula y millones de melancólicas infancias. Además de un oficio y un día para morir, Padrón y Urderzo compartieron los mismos patrones creativos: una sobria esencia nacionalista inmune al desgaste, gracias al humor fino que las envuelve. Salvando todos los abismos, pienso en Shakespeare y Cervantes, y en la sublime belleza que reviste la confluencia esotérica y cabalística de las despedidas de dos genios.

Juan Padrón murió con la seguridad de haber burlado al olvido, que es como debiéramos aspirar a morir todos. Cuanto hizo se vislumbra eterno en las repetidas tandas de animados de la televisión nacional, en el exacto punto medio de la lista de «las 100 mejores películas iberomaericanas del siglo XX», en la colección cinematográfica del MoMA o en cualquier niñez vivida en Cuba. Su obra, a caballo entre el séptimo y el noveno arte, trasciende cualquier público; primero, porque marcó generaciones enteras hasta convertirse en el lugar común de las nostalgias infantiles de este país, y segundo, porque esquivó la naturaleza simple que caracteriza a la producción de cómics y audiovisuales para niños.

Los personajes de Padrón llevan, de una manera muy cubana, la complejidad de Sawyer y Finn. Sus creaciones son orgánicas y espontáneas, íconos de una época que lograron esquivar la tentación del fácil pastiche ideológico y tuvieron la solidez suficiente para sobrevivir a los constantes naufragios de la Revolución sin tener que arroparse en la camisa de fuerza de su estrecha y obcecada política cultural. La Revolución, sea lo que sea esta, le debe más a Juan Padrón que a los ardides oratorios de su líder; donde el último exigía fidelidad a un sistema, el primero contagiaba con la idea de patriotismo más cercana que se pueda concebir.

Juan Padrón murió, pero llegado este punto ya yo había leído mucho sobre él. Incluso, lo había vuelto a ver hacía unos pocos meses, igual de viejo y exageradamente gordo y rosado. En esa ocasión bebía muy gustoso una copa de vino, a la vez que hacía chistes y, muy humilde, admiraba las obras de otro dibujante que colgaban de las paredes. Mientras lo observaba, pensé en algo tan absurdo como que crecimos a la par; que antes, en el Palacio de Pioneros, solo dibujaba como hacían todos los niños en las esquinas de sus libretas y ahora, como yo, disfrutaba del placer del alcohol que permite la adultez. Apenas un día antes se habían marchado de Cuba los Reyes de España y, aunque tuve la oportunidad, me negué rotundamente a sumarme a la larga fila de personas que se peleaban por retratarse con ellos. Recordé en ese instante mi timidez, mi agorafobia, mi dignidad anti-groupie, y también cuánto me había arrepentido de no haberle pedido un dibujo a Juan Padrón. Tal vez por eso le interrumpí y logré una foto a su lado que un día, con algo de tiempo, imprimiré como es debido y pondré en mi escritorio.
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martes, 24 de marzo de 2020

Muere Juan Padrón, el creador de Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana.

Por CubaNet

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El caricaturista, realizador de dibujos animados, historietista y director de cine cubano Juan Padrón Blanco falleció este martes 24 de marzo en La Habana a causa de una enfermedad pulmonar, según informó su propio hijo, el realizador audiovisual Ian Padrón, en su muro de Facebook.

“Nuestro amado padre Juan Padrón acaba de pasar a la posteridad a las 5:20 a.m. de hoy día 24 de marzo de 2020″, informó su hijo. “‘El último mambí’ batalló durante 20 días y se va lleno de amor y tranquilidad”, también precisó.

Ian Padrón agradeció “a todos los médicos, amigos y admiradores que durante estos días han mostrado su cariño y admiración por este gran artista que es parte ya de la cubanía y la independencia de Cuba”.

“Te recordaremos siempre como el ser humano más simpático, humilde y genial que conoceremos en nuestras vidas. Gracias por Elpidio Valdés, por los Vampiros en La Habana y por sobre todo ser un padre y esposo tan noble y amoroso. ¡Hasta la vista, compay!”, se despidió Ian, usando la misma fórmula que Elpidio Valdés, el personaje más célebre creado por su padre.

Una semana atrás Ian Padrón había esclarecido en Facebook que su padre se mantenía en “estado grave pero estable” y que todas las pruebas a infecciones virales habían dado negativas. “Nadie considera que sea coronavirus”, señaló el cineasta.

A lo largo de su carrera artística Padrón, de 73 años, ganó importantes reconocimientos, incluidos ocho Premios Coral del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. En 2004 le fue conferido el Premio Nacional de Humor y en 2008 recibió el Premio Nacional de Cine.

Juan Padrón nació en enero de 1947 en Matanzas. Además de los célebres Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana (un clásico de su género en Cuba) fue el creador de las series de animados humorísticos Filminuto y Quinoscopio.
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¿Dónde está metido Raúl Castro?

Por Roberto Álvarez Quiñones.

Si el general Raúl Castro por fin da la cara hoy o mañana, o la dio ayer para al fin ponerse al frente y enfrentar como dictador que es la lucha contra la expansión del coronavirus, ello no me impide que destaque aquí algo que es importante tener en cuenta.

Hace muchos años, en Cuba me enteré de que Fidel Castro se disgustaba con su hermano Raúl porque siempre en momentos difíciles o en situaciones de crisis, cualquiera que esta fuese, se deprimía, y se aislaba preferiblemente con botellas de ron o whiskey a la mano.

Para solo citar las dos situaciones difíciles más cercanas en el tiempo  a la pandemia del coronavirus, recordemos el huracán Irma en 2017 y el enorme tornado que en enero de 2019 arrasó grandes áreas de La Habana.

En el caso del huracán, sus impactantes consecuencias y el periodo posterior, el general estuvo ausente todo el tiempo. Durante más de tres semanas estuvo fuera del escenario público siendo jefe del Partido Comunista (PCC) y presidente del país (todavía lo era). Y según los expertos, fue ese huracán el más poderoso que nunca ha tocado suelo cubano, y el más grande formado nunca en el Atlántico.

Durante 72 horas golpeó el 75% del territorio nacional. Destruyó por completo 10.446 viviendas y causó daños inmensos a otras 53.232; acabó con el 35% de la superficie cañera del país (435.000 hectáreas) y decenas de miles de hectáreas de cultivos básicos para la población; destruyó o causó estragos en instalaciones turísticas y agravó la ya deteriorada infraestructura del país, incluyendo la generación de electricidad, la vial, y la industrial.

Pero Castro II no dio la cara. No visitó las zonas afectadas. Evidenció así  que, siendo un hombre cruel capaz de matar y hacer sufrir a sus compatriotas, es a la vez un inepto. Está incapacitado para dirigir un Gobierno.

Lo que sí hizo fue lanzar las tropas especiales a las calles para evitar protestas, como las ocurridas en La Habana y Matanzas, y militarizar el país. Nombró a tres de sus principales generales de tres estrellas (miembros de la todopoderosa Junta Militar) como delegados suyos a cargo de toda la Isla, por encima del Buró Político, del Gobierno, de toda la estructura institucional del Estado, y de los jefes de los tres ejércitos del país. O sea, militarizó el país para evitar protestas. Y punto.

La misma desaparición del dictador se produjo luego de que el 27 de enero de 2019 un tornado, también el más grande y destructor conocido jamás en Cuba con vientos de 300 kilómetros por hora, devastó áreas de La Habana, causó cuatro muertos y unos 200 heridos, y destruyó o dañó gravemente 3.780 viviendas.

El general no solo no se preocupó directamente en el terreno por los muertos y heridos, sino que al otro día, 28 de enero, en vez de visitar las zonas destruidas con cientos de familias sin techo, sin agua, electricidad, ni alimentos y viviendo en la calle, lo que hizo fue encabezar una jubilosa "Marcha de las Antorchas" para rememorar la que protagonizó su hermano 66 años atrás.

Machado Ventura es quien dirige el país.

Y ahora, con la amenaza de que el coronavirus pudiera ensañarse con el desvalido pueblo cubano, vuelve a desaparecer, y quien ya se sabe está dirigiendo el país es el estalinista José Ramón Machado Ventura, segundo al mando del PCC y por tanto, vicedictador.

También se ha sabido (hasta en Cuba hoy casi todo se sabe) que "Machadito", instruido por Castro II, fue quien estuvo impidiendo que Díaz-Canel tomara medidas elementales de protección ciudadana como la de cerrar aeropuertos y puertos al turismo extranjero. Finalmente se adoptó, pero ya tarde, y puede que eso signifique una expansión del coronavirus que pudo evitarse.

O sea, el dueto Castro II-Machado Ventura puede que haya cometido un crimen de lesa humanidad. Como lo fue la reciente campaña internacional de Havanatur para atraer turistas de todo el mundo mientras todos los países estaban cerrando sus fronteras, o recibir en Cuba a cambio de libras esterlinas —que pagó Londres—  un crucero con personas contagiadas. Y lo ha sido negarse a cerrar las escuelas.

Estamos hoy ante una pandemia como no se conoce otra desde la llamada "gripe española", que entre 1918 y 1920 mató a 40 millones de personas en todo el mundo. Lo que tiene que hacer hoy todo gobierno mínimamente responsable es organizar bien todos sus recursos sanitarios, incluyendo en primer lugar los médicos y los medicamentos, para atender y proteger a la población.

No obstante, el régimen ha estado ofreciendo médicos y sus escasísimos medicamentos al mundo a cambio de divisas frescas. Envió 53 doctores y enfermeros  a Italia, y otros grupos de médicos a China, Venezuela, Jamaica y Nicaragua. El Gobierno de Perú confirmó que llegarán a ese país galenos cubanos para luchar contra el coronavirus.

Sacar médicos y enfermeros de Cuba cuando debiera ocurrir lo contrario, traer de vuelta a la Isla a muchos de los que están dispersos en 59 naciones, es una irresponsabilidad que expresa el menosprecio de la cúpula castrista por el pueblo cubano. En la Isla no solo no hay medicamentos, sino tampoco jabón, ni productos desinfectantes, ni de limpieza. Incluso ni agua tienen muchas comunidades a lo largo de toda la Isla.

Y es particularmente anticubano el envío de médicos al extranjero porque hoy el sistema de salud pública en Cuba se encuentra en condiciones casi calamitosas. De azotar a Cuba masivamente el coronavirus ello podría derivar en una catástrofe humanitaria.

Además, si hay un Gobierno en el mundo que debiera preocuparse  porque no se riegue el coronavirus en su país es el de Cuba, un país con una población tan envejecida y, por tanto, particularmente vulnerable al Covid-19. Ello debiera ser una gran preocupación para sus gobernantes. Pero todo indica que no lo es, al menos el dictador y su núcleo duro en el poder.

Ya sea por salud o ineptitud, Castro debe dar explicaciones.

En cuanto a la ausencia del "número uno" de Cuba en medio de tan crítica situación de peligro para toda la nación, algunos pueden pensar que, como Castro II cumplirá en junio  89 años, a lo mejor no da la cara ni se enfrenta a la crisis por prescripción médica. Pero resulta que Machado Ventura es más viejo, cumplirá 90 años en octubre, y solo de verlo caminar en los videos se ve que tampoco anda muy bien de salud.

Y vale destacar un detalle. Si la salud del general estuviese muy mal, en estado grave, ya se sabría. En estos tiempos de tecnologías sorprendentes es muy difícil ocultar algo así.

Además, no importa si su ausencia pública se debe a mala salud o si nuevamente rehúye de sus responsabilidades. Raúl Castro es el responsable de todo lo que pasa en la Isla, según él mismo se encargó de reafirmar en la nueva Constitución, al menos hasta que en 2021 se efectúe el próximo congreso del PCC.

Por tanto, está obligado a dar la cara, o en su defecto enviar un video a la TV, aunque sea desde una cama, en la que explique por qué está haciendo como el célebre Capitán Araña, aquel  personaje  español del siglo XVIII que contrataba gente y desde la península la embarcaba a combatir al Nuevo Mundo, mientras él se quedaba en tierra.
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sábado, 21 de marzo de 2020

Ancianos en Cuba: los mata el hambre o el coronavirus.

Por Henry Chirinos.

Ancianos en Cuba: o los mata el coronavirus o el hambre

Un virus que por sí solo, asusta y paraliza. La indicación es clara: cuarentena total en el mundo aunque Cuba se resista. Pero para quienes viven del día a día, el encierro es una declaratoria de muerte.

Lo es así cuando estar en el grupo de mayor riesgo a padecer el virus choca con la imperiosa necesidad de salir a ganarse el pan diario.

14 y medio recoge las historias de ancianos, que pese a su escueta pensión social y la advertencia de no salir a la calle, deben hacerlo porque así viven.

Romualdo, de 79 años lo dice abiertamente: «Me dicen que no debo salir de la casa por el coronavirus pero si no hago esto, no como». Él vive de la venta de periódicos. No tiene familia y su jubilación, escasos 12 dólares al mes, no cubre sus necesidades básicas.

Él se dedica a la reventa del periódico oficial Granma, por los que busca ganarse un mínimo de 15 pesos diarios.

Anciano cubano
Alberto fue trasladado en carretilla al hospital por falta de ambulancias.

Además sirve de mensajero para sus vecinos, buscando el mercado racionado y trasladándolo puerta a puerta. Es con ello que consigue, según confiesa, «mal que bien comer todos los días», asegura.
«No puedo quedarme encerrado en mi casa porque si no vendo mis periódicos y hago otros encargos no puedo comer. ¿Quién me va a traer comida si no puedo salir?»
Y aunque esa es la realidad práctica que lo acompaña, también es consciente de su delicado estado de salud y del riesgo que corre al salir a la calle.

Diabético y asmático, dos condiciones que lo hacen sumamente vulnerable ante un virus que ya llegó a Cuba y que el régimen cubano ha buscado mantener a raya, al menos mediáticamente.

Coronavirus urge responsabilidad.

Cuba sigue decidida a no cerrar sus fronteras. Y actualmente cerca del 20 por ciento de la población en Cuba está conformada por ancianos.

El Ministerio de Educación no ha suspendido las clases pero son los padres quienes han decidido no enviar a los niños a la escuela. No obstante, el encierro trae consigo otros riesgos. Morir de coronavirus o de mengua.

Más del 70% de los ancianos en Cuba viven en carencias
Más del 70% de los ancianos en Cuba viven en carencias.

Es así la Isla uno de los países más envejecidos de América, el joven continente, más vulnerable ante la pandemia pro coronavirus como se ha visto en Italia y España, donde “varias residencias geriátricas se han convertido en trampas mortales para decenas de internos”, agrega el reportaje.

Así como Romualdo, hay cientos de historias por contar. Rosa María, por ejemplo, tiene 72 años y vive de la venta de dulces en La Habana.

Vive en el municipio Güira, en Artemisa, y debe viajar semanalmente en tren a ofrecerlos. De no hacerlo, asegura que podría “morir de hambre”.
«Soy hipertensa y hace cinco años estoy en remisión de un cáncer, por lo que estoy en el grupo de personas con más riesgos ante el virus», detalla.
Pero su necesidad choca con la decisión de clientes de seguir el “aislamiento social” conocido hasta ahora, como la única alternativa para frenar la propagación del virus.
«Me dijeron que no quieren dejar entrar y tener contacto con gente que viene de lejos por si trae el coronavirus», lamenta la señora. «Nada más pude vender dos de los 10 pomos de dulce que traía así que no sé qué voy a hacer en los próximos días».
 «Si cancelan el tren y ponen en cuarentena al país yo voy a ser una de las víctimas pero no del virus, sino de la falta de comida y de jabón. En mi barrio en Güira hay muchos viejitos que están peor que yo porque ni siquiera se pueden valer por sí mismos. Si aquí es difícil comprar un pañal para anciano en tiempos normales imagínense ahora», detalla.
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viernes, 20 de marzo de 2020

Medidas serias contra China y el comunismo.

Por Zoé Valdés.


Una vez más, la China comunista pone al mundo en jaque, a un nivel de peligro inédito. Podíamos imaginar que algo de esto llegaría, y todavía se puede suponer que hay posibilidades para que acontezca algo peor.

La generosidad de algunas empresas chinas tras la plaga que en estos momentos azota al mundo es cuando menos sospechosa. No debemos dar absolutamente ningún crédito, y mucho menos ahora, a todas esas raras donaciones que han comenzado a abundar en medio del caos, con no sabemos qué intenciones y proyecciones.

Para colmo, la abducida prensa nos vende como actos de generosidad estos vergonzosos actos de mezquindad que sólo confirman un anhelo como mínimo egoísta de no ser observados y mucho menos significados como lo que son, como los malos de la película, y así continuar vendiendo al mundo sus nefastas copias y sus porquerías venenosas, que sólo representan el trabajo esclavo de millones de chinos, la continuidad del sistema opresor sino-comunista con su máscara de capitalismo-socialismo, y el exterminio de la economía occidental, y cuidado también de Occidente.

En medio de la plaga, han sido capaces de anunciar a bombo y platillo una vacuna, cuya base es una droga que ya había sido creada en Japón en 2014 con el objetivo de detener todas las plagas que la China comunista ha creado desde entonces, y también el ébola. Sin ningún tipo de escrúpulos, la prensa occidental (aunque no toda, sí la gran mayoría) se toma esto como un gesto bondadoso de los comunistas chinos, y nos lo introduce en el cerebro como una gran acción de quienes nos han inoculado su pandemia. Cuánta infamia.

El caso es que la China comunista debiera ser duramente sancionada tras esta experiencia que dará al traste nuevamente con la economía mundial, nos conducirá a una crisis sin precedentes y, lo peor, arrebatará una enorme cantidad de vidas de personas que hasta hace poco gozaban de buena salud. Es inadmisible, una vez más. El mundo debe despertar de esa anestesia que se llama comunismo, mantenga los rostros que mantenga.

En medio de la que está cayendo, en España al partido comunista Podemos no se le ocurre otra cosa que armar una cacerolada en contra del Rey y de la Monarquía. Francamente, creo que no hay que esperar a que la plaga sea cosa del pasado, si es que lo logramos, para pedir la dimisión inmediata de los responsables de esta lamentable situación, del Gobierno en pleno, y de toda esta gentuza que no hace más que trepar valiéndose de las desgracias y de las épocas de crisis.

Pero pienso más, es hora de prohibir de inmediato todos aquellos partidos cuya ideología se hermane con el comunismo. Es hora de prohibir al partido Podemos en España y a todos sus iguales o símiles en Europa, tal como se ha venido haciendo en la mayoría de los países excomunistas del Este europeo.

El comunismo sólo trae desgracias, infortunios, plagas. Recuerden Chernobyl, observen ahora mismo nuestro Chernobyl, que es este Covid-19, que nos confina en una situación desesperante de Estado supra-totalitario.

No lo olviden. No hay que continuar actuando con manos tibias frente a ningún militante de Podemos. Vean lo que ha expresado una de sus discípulas en Lanzarote, la concejala Elisabeth Merino: "La naturaleza nos avisa de que hay muchos mayores y pocos jóvenes". A esta gente no les temblará la mano frente a nuestros mayores, sépanlo. Y me vale una porca miseria que después haya pedido disculpas, conocido es cómo este elemento sólo da marcha atrás para coger y renovar impulsos y arremeter con algo peor.

Nada de manos tibias, reitero. De lo contrario, un día nos encontraremos con paredones masivos de fusilamientos, después de haber presenciado los bárbaros asesinatos del Rey y de su familia, tal como ya lo perpetraron en el pasado en otras regiones del planeta.

Los líderes de la derecha y de una cierta independencia ideológica de la ultraizquierda deben tomar las riendas y entrar de una vez en acción e intervenir legalmente y provocar la prohibición inmediata de Podemos. Aunque primero que nada debieran reclamar sin ningún tipo de temores la dimisión urgente del Gobierno. Es una cuestión de vida o muerte.

Mientras tanto, en Cagonia, ex Cuba, el presidente puesto a dedo Miguel Díaz-Canel autorizó –después de ser autorizado por Castro II– que un barco británico tocara puerto llevando dentro a varios infectados por el Covid-19, no sin antes cobrar, por supuesto, la módica suma de 10 millones de euros. El histórico líder José Antonio, que impidió la entrada de un barco inglés en Cuba, y que entregó su vida para evitarlo, debe de estar revolviéndose en su tumba. Las empresas de turismo castro-comunistas, de paso, publicitan cada vez más viajes a la calurosa isla; no se cortan ni un pelo al anunciar que el virus allí sería sofocado por las altas temperaturas.

En fin, que, como se observa, los comunistas se frotan las manos, avizorando ya más ganancias que pérdidas. Al fin y al cabo, unos cuantos miles de chinos menos, si comparamos las poblaciones mundiales con la de ellos, resulta más bien, para sus ingratos sistemas, el mayor de los alivios.
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Bolsonaro: “Médicos cubanos son un objeto de venta de la dictadura.”

Por CubaNet


Médicos cubanos antes de salir a una misión.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, criticó este viernes la situación en que trabajan los médicos cubanos, quienes -aseguró- son tratados como un “objeto de venta” por parte de la dictadura.

Las declaraciones del mandatario se producen luego de que el gobierno brasileño autorizara la contratación de médicos cubanos para actuar en la crisis causada por la pandemia de coronavirus en Brasil.

“Estos cubanos son, nada más y nada menos, un objeto de venta por parte del gobierno cubano. Gobierno, no, dictadura cubana”, dijo Bolsonaro.

El gobernante aclaró a medios de prensa que la medida no es no se trata de una negociación con el régimen de la Isla para que envié médicos a Brasil, sino de los propios galenos que permanecieron en el país tras el fin del programa “Más médicos”.

“Durante mi campaña, dije que el cubano que decidió quedarse en Brasil tendría garantías. De lo que hablé con Mandetta (Ministro de Salud) y de que todo está bien es que durante dos años podrán ejercer lo que hicieron aquí en el gobierno anterior. Nada más que eso. Revalidar para ellos, si quieren, ¿verdad? Voluntario. Tendrán que tomar el examen, si está aprobado, está bien. No vamos a convocar a médicos de otros países. Por el momento, lo que tenemos aquí parece ser suficiente”, explicó Bolsonaro.

El mandatario también criticó la formación de los profesionales de la medicina en la Isla, asegurando que, si fueran tan buenos, Brasil tendría médicos cubanos al frente de líneas de investigación y de grandes hospitales, y no es así.

Bolsonaro ya ha criticado en otras ocasiones a los médicos de la Isla y su contratación en Brasil.

Según el mandatario, cuando la ex presidenta Dilma Rousseff (2011-2016) lanzó la iniciativa “Más médicos”, en 2013, la preocupación no era con “la salud de los brasileños”, sino con “cuestiones ideológicas”.

Para el gobernante, el plan detrás de la implementación de ese programa era “formar un núcleo de guerrilla en Brasil”.
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Los días del agua y algo más.

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Cuba agua potable servicio escasez precio costo

A partir del 16 de marzo se anunció una nueva regulación por parte del servicio de acueductos, que afecta a varios municipios en la capital. La noticia es que el agua llegará a las viviendas cada tres días. En particular estará perjudicado Diez de Octubre, del cual es parte el barrio de Santos Suárez, lugar donde se detectó el quinto caso de coronavirus en Cuba: un señor de 63 años de edad, recién regresado de España.

Todo parece indicar que las medidas de higiene que se deben tomar, a las que se les hace propaganda por los medios, están afectadas, tanto por la escasez que existe de agua como por la ausencia de jabón en los mercados. Del resto de los desinfectantes que pueden ser usados, ¡ni hablar! Eso hace mucho tiempo que no se ve en Cuba.

La ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, dio a conocer en el periódico Granma del 4 de marzo, que los niveles de aseguramiento de los productos de aseo, dígase jabón, crema dental, detergente líquido y otros, mostrarán un mejor comportamiento respecto a semanas anteriores. Esta afirmación es cuestionable, después que ha pasado más de una quincena de este mes y no se ve por ningún lugar la mejoría. Por el contrario, hay grandes aglomeraciones de personas cada vez que ponen a la venta alguno de estos productos. Como la gente se acostumbra a todo, ya es normal oír a un dirigente del régimen diciendo mentiras, casi sería preocupante que dijeran alguna verdad.

Pero, de forma contradictoria a las facilidades para combatir el coronavirus, lavándose las manos, el régimen ha anunciado la Resolución 84 de 2020 del Ministerio de Finanzas y Precios, que tiene como objetivo combatir el despilfarro de agua, con nuevas tarifas a partir del primero de abril para el sector productivo, el primero de julio para el sector presupuestado y el primero de octubre para el sector doméstico. De acuerdo con ello, en el caso de las facturas domiciliarias, la vivienda con hidrómetro que hoy paga el m3 a 1,50 CUP, en el rango de consumo de más de 7,5 y hasta 8,5 m3 pagará de acuerdo con esta nueva normativa, siete pesos moneda nacional por cada m3, lo que afecta el bolsillo del cubano de a pie.

Y como si fuera poco, siendo bien conocido que La Habana es la ciudad más sucia y maloliente de todo el país, ahora se pretende higienizarla a partir de multas muy altas de hasta 3 000 CUP. Habría que decir que las indisciplinas que en la capital se cometen son producto de lo que se ha permitido hasta el momento y de la educación formal que se le ha dado a la sociedad, así como de la falta de recogida de desechos sólidos y de dejar los escombros de los derrumbes sin acopiar.

Los miembros de los CDR, los retirados que son militantes del Partido y los excombatientes están encargados de llevar a cabo la vigilancia de los latones de basura, en los que no se podrán vaciar desperdicios hasta después de las 6:00 de la tarde. De lo contrario cualquiera de estos “ciudadanos cooperantes” denunciarán a los “infractores” que, si ya han atentado contra la limpieza de la ciudad, serán multados.

Pero todo parece indicar que el método de la represión, que es el más usado en estos momentos por la dictadura, se ha extendido hacia otras actividades y situaciones que no se resuelven con facilidad como, por ejemplo, el problema del transporte en la capital. Se ha anunciado de forma oficial que han sido sancionadas 773 empresas, cuyos vehículos no han parado en los puntos donde están los Inspectores de Transporte y, de esa forma, se han negado a trasladar a algunas de las personas que -la mayoría en estado de desesperación- están esperando un ómnibus. También son problemas que están siendo provocados por el desabastecimiento de combustible.

En días recientes los vecinos de la calle San Juan de Dios y Habana estuvieron 18 días sin agua, lo que no les permite mantener la higiene que se necesita para evitar la propagación del coronavirus. Después de que se manifestaron con carteles, con cubos y hasta con sus niños en el medio de la calle, se hizo presente la Policía y la Seguridad del Estado y les llevaron una pipa de agua.

Nadie tiene idea, si no lo padece, lo que significa estar en una casa sin una gota de agua. Habría que pasar por cualquier solar del municipio Habana Vieja. Allí usted puede sentir el olor de las aguas albañales, y también la desesperación de las personas que a veces se aferran a un chorrito de agua y hasta hacen colas, porque la situación de las edificaciones es tan mala, que no pueden ni encaramar un tanque con agua en la azotea.

¿Qué les espera a los cubanos -sin agua- para enfrentar esta pandemia? Son momentos muy difíciles, pero ahora saldrá a flote toda la negligencia y la desidia que ha tenido la dictadura durante 60 años y, como siempre, será el pueblo el que pague las consecuencias.
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miércoles, 18 de marzo de 2020

Régimen de Cuba pide «ahorrar» agua en tiempos de sequía y coronavirus.

Por María Fernanda Muñóz.

Protestan en la Habana Vieja por tener más de 30 días sin agua
Protestan en la Habana Vieja por tener más de 30 días sin agua.

“Ahorro”, una palabra que los cubanos vienen escuchando desde hace décadas y de la cual están cansados. Esta vez, el régimen de Cuba exhortó a los isleños a tomar las previsiones necesarias con el agua, debido a la sequía que enfrenta el país, aunado al brote de coronavirus.

A través del diario Granma, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (inrh), exhortó a los habitantes de Cuba a crear conciencia con el uso del vital líquido.

Además, aprovechó, como de costumbre, a culpar al embargo estadounidense de haber “golpeado” al sector hidráulico cubano.
“Pero nada impidió que se lograran avances en 2019, gracias a las medidas de ahorro, y al apoyo de la industria nacional, aseguraron este martes autoridades del inrh durante su balance nacional, que contó con la presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez”.
Antonio Rodríguez Rodríguez, presidente del organismo, indicó que pese a los presuntos “avances” logrados, aún no se logra la estabilidad en el servicio.
“Persisten las insatisfacciones de la población en cuanto a la calidad de las obras, en especial el tape de las vías y roturas en obras con poco tiempo de explotación, reconoció”.
Por otro lado, el Primer Ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, informó que es importante acabar con el desbordamiento de las fosas en las calles.
“Necesitamos poner en práctica todas las herramientas para erradicar ambos males, buscando, sobre todo, soluciones locales”, comentó.
No desaprovechó la oportunidad para invitar a los trabajadores y funcionarios del INRH a “defender el plan de la economía; ponerle ciencia, tecnología e innovación a todo lo que hacemos; eliminar la mentalidad exportadora y perfeccionar aún más labor del organismo”.

Afirmó que resulta necesario contar con una “campaña de comunicación” para que los cubanos sepan que se está trabajando en solucionar el problema del agua.
“No pueden quedar impunes las ilegalidades en un área tan sensible como es el servicio de agua en el país. Que el Instituto en el año 2019 solo haya impuesto 501 multas es insuficiente. La percepción muestra que debieron ser muchas más”, afirmó el Granma
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“No hay turistas, no hay dinero”: negocios de alquileres entran en crisis.

Por Ernesto Pérez Chang.

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Las casas de renta serían obligadas a cerrar en caso de aumentar casos de coronavirus. Los turistas deberán alojarse solo en hoteles estatales.

Gladys, dueña de una casa de renta de habitaciones a extranjeros en La Habana, piensa entregar la licencia si, en un par de semanas más, continúa sin recibir clientes.

Como otros dueños de negocios similares, Gladys lleva un mes con los cuartos vacíos y, aunque ha rebajado los precios por noche de 30 a 20 dólares, no aparecen los turistas, de quienes dependen la mayoría de los comercios no estatales, pero también buena parte de las empresas del Estado.

La pandemia de coronavirus ha llegado a complicar las cosas, colocando a todos en el peor de los escenarios. Por una parte, la imperiosidad de alquilar para paliar las pérdidas que supone la obligación de pagar una licencia, ya que el organismo del gobierno no ha emitido exenciones tributarias a pesar de que las principales figuras del régimen han reconocido la gravedad de la crisis aunque esta vez llamándola “situación coyuntural”.

“No hay turistas, no hay dinero. Si no alquilamos, nos la veremos muy mal pero si alquilamos y el cliente resulta que parece o tiene coronavirus, los que estuvimos en contacto con el cliente vamos todos a cuarentena (…) o al cementerio, en el peor de los casos. (…) Pero por todos lados estamos perdiendo, aunque parezca que ganamos. (…), estamos trabajando para pagar licencia, prácticamente”, nos dice Gladys.

Según fuentes de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) y del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana consultadas por CubaNet, se esperaría que entre marzo y mayo de este año aumenten de manera significativa y en relación directa con la baja turística por la pandemia de COVID-19, la interrupción y cancelación de licencias relacionadas con los servicios a extranjeros, como serían los casos de los dueños de pequeños negocios de renta, es decir, aquellos que alquilan una o dos habitaciones de su propia casa. Pero no se habla de exenciones tributarias por el momento.

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Desolación. Rampa y Malecón, La Habana.

“El coronavirus ha empeorado la situación y hay propietarios que están pagando licencia desde hace meses sin tener ningún tipo de ganancia. Al gobierno no le está yendo mejor. Incluso la mayor parte de los hoteles (en Cuba) estarían operando con menos de un 20 por ciento de ocupación mientras otros servicios asociados se han suspendido, y todo indica que no habrá mejoría hasta julio y agosto, con algo del turismo nacional, y el aumento ligero de turistas extranjeros pero será un año muy malo, quizás el peor, pero no, en ningún caso se cerrarán las fronteras”, señala una de las fuentes bajo condición de anonimato pues les está prohibido ofrecer declaraciones a la prensa independiente.

“En caso de que aumenten los casos de coronavirus se contempla algún tipo de exención hasta tanto se logre controlar, pero la situación por ahora no lo requiere. (…) Si la situación llega a empeorar, entonces posiblemente se obligará a un cierre de los negocios de renta particulares (…) porque muchos de estos se realizan en edificios multifamiliares, casas donde viven niños, ancianos, otras personas vulnerables por su estado de salud (…), los turistas tendrán que alojarse obligatoriamente en hoteles estatales donde hay mejor control de la situación”, señala un funcionario de la ONAT.

Aunque el gobierno cubano no ha cerrado las fronteras e incluso sus agencias turísticas están promoviendo el destino Cuba como “lugar a resguardo” de la pandemia de coronavirus, las cifras de visitantes extranjeros, de acuerdo con la opinión de una de las fuentes consultadas del CEEC, han disminuido dramáticamente en las últimas tres semanas con registros que rondarían el 60 por ciento de la media histórica para el mes de marzo. Una caída estrepitosa registrada incluso desde mucho antes de que algunos países, entre ellos los principales emisores hacia la isla como Canadá, España e Italia, se declararan en algún tipo de cuarentena.
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martes, 17 de marzo de 2020

Estamos viviendo el futuro.

Por Alexis Jardines Chacón.

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En la Unión Soviética de la primera mitad de los 80 ya corría un chiste acerca del socialismo que aseguraba que este último hacía ya 6 meses se había caído, solo que no lo habían informado aun por la radio, la prensa y la televisión. Creo que la Cuba de hoy está en ese ambiguo punto y sus dirigentes pronto tendrán -como sucedió en la antigua URSS- que dar la cara al pueblo anunciado una reforma estructural del sistema, una Perestroika.

Ha sido la confluencia de varios factores lo que viene precipitando irreversiblemente el fin del castrismo. La jugada de apertura -sobre el terreno ya allanado por la desmoralización interna de la llamada “Dirección de la Revolución”- fue indudablemente el triunfo de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y su clarísima visión del tema cubano. Las sanciones económicas han debilitado considerablemente al régimen de La Habana mientras que el pueblo sigue recibiendo alimentos y medicinas del enemigo histórico del castrismo. Quien pone límites a este comercio bilateral es la dictadura castrista, no la administración Trump. Ahora bien, nótese que la primera está obligada a pagar en efectivo, pues, entre otras cosas, nunca cumplen los tratos. Siendo así, las medidas encaminadas desde un inicio a castigar a la clase dominante (políticos y militares) traían aparejadas otras sorpresas: sin liquidez el gobierno cubano se vería obligado a cierta apertura en el sector privado y en el de las comunicaciones (Internet incluida) toda vez que de las solas remesas y el turismo no podría sostenerse. Y si bien no se observó de inmediato una mayor apertura en el sector privado tampoco los gobernantes cubanos pudieron prescindir de dicho sector. Lo mismo puede decirse de la Internet: si en algún momento la dictadura pensó que el acceso a la misma era una medida coyuntural y, por tanto, reversible tuvo que renunciar a esa idea. Si quieren dinero líquido necesitaran en lo adelante fomentar el acceso a las comunicaciones y -a la larga o la corta- al sector privado. Tal era y es la parte explosiva de las medidas de Trump, a saber: te dejo sin dinero y, si quieres conseguirlo, tendrás que buscarlo allí dónde yo te diga. Y este “dónde” será en beneficio del pueblo, no en el de ustedes los dictadores.

Ya con las piernas fracturadas, debido a este golpe inicial, el régimen tuvo que enfrentar el hecho del aislamiento internacional. Aquí hubo de todo, desde la emergencia como rival del chavismo de la figura de Juan Guaidó con el reconocimiento de 60 países y la caída de Evo Morales, hasta el incansable cerco diplomático que Rosa María Payá ha ido tendiendo por cuanta tribuna ha tenido a su alcance. Pero, el punto de inflexión fue sin duda la Caravana por la libertad que tuvo lugar en varias ciudades del mundo, donde se hace sentir la emigración cubana. Miami, la ciudad del exilio, fue el buque insignia. Y pilotado dicho buque por el presentador Alex Otaola, verdadero azote para el castrismo en el ambiente de las redes sociales. La confluencia del acceso cada vez más pujante a la Internet en Cuba con el trabajo de Otaola ha puesto en modo de pánico al régimen al enviarle un mensaje inequívoco: tal como se unieron los cubanos en el exilio con la Caravana por la Libertad -y téngase en cuenta los cuantiosos recursos que el gobierno cubano ha destinado durante décadas para penetrar y dividir Miami- así también pudieran unirse en la isla si el influencer Alexander Otaola sigue ganando espacio entre los cubanos. Ya se sabía por el incidente del reparto Nuevo Vista Alegre en Santiago de Cuba que miedo no había, sino falta de motivación o, tal vez, de incitación. Tan es así que los candongueros de Villa Clara se lanzaron a la calle a reclamar sus derechos y lograron sus propósitos en una acción sin precedentes.

El arresto del artista Luis Manuel Otero Alcántara puso a prueba la capacidad de movilización de la nueva fuerza de resistencia, a saber: las fuerzas combinadas -redes sociales mediante- de los cubanos de dentro y fuera de la isla, encabezados por artistas e intelectuales de ambas orillas. No tengo que decir cuál fue el resultado. Pero, si se tiene en cuenta lo exitoso y cercano en el tiempo de ambas victorias, es decir, la protesta física del cuentapropismo y la ciberprotesta de los activistas por la libertad con intelectuales y artistas al frente, pudiera decirse que llegamos a ese punto, ya irreversible, en que comenzamos a ganar. A partir de ahora, tal y como sucedió en la antigua URSS, lo único que puede salvar al régimen es una Perestroika, es decir, aquello que paradójicamente terminará por destruirlo de forma definitiva. Porque toda Perestroika es eso: la tozuda oxigenación de un cuerpo en fase terminal que pone al descubierto, al propio tiempo, la irreversibilidad del cuadro. Algo así como una aspirina, a falta de todo, para un cáncer metastásico.

Los intelectuales de la isla pudieran estar ya tomando parte de una revisión de la historia. Es un impulso todavía modesto, pero ya puede constatarse, por ejemplo, en la reacción ante una supuesta acusación de traición al Directorio Revolucionario en el programa Mesa Redonda. Ello es parte del paquete fúnebre, no hay Perestroika sin Glasnost. Esa transparencia es necesaria si pretenden rehabilitar el socialismo. Y en el caso cubano con más razón, porque nuestros intelectuales necesitan redimirse de aquél bochornoso agravio de 1961 en la Biblioteca Nacional, cuando al ser despojados de su condición de intelectuales y convertidos en esclavos ideológicos de Fidel Castro, lo más valiente que se escuchó en aquél teatro -como ya tuve ocasión de decir públicamente hace 10 años en la Universidad de la Ciudad de New York- fue el “tengo miedo” de Virgilio Piñera. Cuba no puede seguir confiando en intelectuales de doble moral que callan ante las atrocidades del socialismo. Sin embargo, revisar la historia, poner al descubierto la verdad oculta bajo montañas de manipulaciones y distorsiones es algo que, a los efectos de la salvación del socialismo, oxigena en la misma medida que “ilumina y mata”.

Todos los caminos están cerrados. La dictadura, probablemente, no aguantará cuatro años más de Trump en la Casa Blanca. Pero, el tiempo que sobreviva en estado de coma solo dependerá de la presión de la gente, particularmente en las calles. Cada cubano deberá plantearse a partir de ahora la posibilidad de una salida masiva y sin retorno a las calles. Ya el antecedente existe y de forma radical. Porque lo que triunfó recientemente en Villa Clara no fue simplemente una demanda de candongueros, sino la posibilidad de una Cuba capitalista, la certeza de que el socialismo se ha agotado en la isla. “Queremos comercio”, “queremos mercancías importadas”, gritaban los manifestantes. ¿Qué quiere decir esto sino, a fin de cuentas, mercado libre?
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