jueves, 28 de noviembre de 2019

La economía cubana ante el 61 Aniversario.

Por Miriam Leiva.

economía cubana

Los exiguos resultados productivos y el desabastecimiento de artículos de la agricultura y la industria nacionales demuestran la imposibilidad de actualizar la economía cubana socialista. Los cambios son imprescindibles con la apertura a las actividades privadas y la derogación de las legislaciones para la sujeción absoluta del Estado. El embargo-bloqueo de Estados Unidos se recrudece, pero la errada conducción económica interna impide los avances.

El milagro agrícola de la Empresa Agroindustrial Ceballos en Ciego de Ávila no tiene tomates para su industria, la caña de azúcar en Cienfuegos es ruinosa, y en el sector empresarial las 28 medidas no avanzan con la celeridad necesaria, además, se trabaja en la aprobación de otras diez medidas sobre la distribución de utilidades.

Ceballos ha sido presentada por el gobierno como el exitoso proyecto piloto de polos agrícolas para el encadenamiento productivo, sustitución de importaciones y fomento de las exportaciones hacia el turismo nacional y venta directa al exterior. Allí existía tradición en la cosecha y comercialización de la piña y los cítricos de alta calidad antes de 1959, los cuales se fomentaron junto al procesamiento industrial en las décadas de 1970 y 1980. Con el Período Especial se depauperaron, pero han recobrado auge y calidad. Durante los últimos 18 años tuvo un proceso inversionista de 21 millones de dólares, con líneas de procesamiento de piña y tomate, según Granma, en su edición del 10 de octubre pasado. Actualmente exporta los jugos naturales de frutas tropicales, la piña MD2 y el carbón vegetal, y sus productos son muy apreciados cuando llegan a la población cubana.

En 2018, Ciego de Ávila cosechó 33.945 toneladas de tomate para la industria, pero en 2019 tuvo el peor resultado de la última década con 12.450 toneladas. En total, la agricultura del país solo alcanzó 22.814 toneladas de tomate, para el 28% de las 79.940 previstas, según el diario Granma. La producción avileña representó el 54%, informó Osmel Alemán Rodríguez, director general de la Empresa de Conservas, y Pinar del Río y Guantánamo, las otras dos provincias altas productoras, no sobrepasaron los resultados de Ciego de Ávila.

El rendimiento fue de 6,2 toneladas por hectárea, cuando se esperaban 15, dijo Pedro Manuel Díaz González, especialista de Hortalizas en la Delegación Provincial de la Agricultura. Solo el 46,7% de las 1 980 hectáreas destinadas a la industria en la campaña 2018-2019 recibieron la fórmula completa de fertilizantes. También hubo altas temperaturas. Usualmente los campesinos se cansaban de esperar, abarrotados de tomate, a las puertas del conglomerado de Ceballos, añadió. De unas 400 toneladas que asimila la fábrica cada día, apenas procesó 200 en la semana, señaló Aníbal Hernández Arteaga, jefe de producción en la Unidad Empresarial de Base Industrial. En 2018, la industria hizo 4.565 toneladas de derivados del tomate (pasta, puré, salsa condimentada y otros), pero al cierre de septiembre del presente año la UEB  solo produjo 1.339 toneladas, exponía un informe de la dirección de la Empresa Agroindustrial Ceballos. La pasta de tomate en 2018 excedió las 2.000 toneladas, este año apenas rebasa las 500, y el puré solo alcanza la mitad de 1.500 toneladas del pasado año.

En 2020 también podría haber dificultades por la lluvia, que afectó los semilleros y la siembra fue tardía en las 2.600 hectáreas de tomate para la industria y 1.000 para el consuno de la población. No obstante, tampoco se hubiera podido sembrar lo previsto, porque los recortes del combustible en septiembre solo dejaron el 19% a la Agricultura. Este año sí cuentan con todo el fertilizante para asegurar los rendimientos pactados (15 t/ha) y se deberían entregar 36.000 toneladas de tomate a la industria, añadió Díaz. (Información tomada del artículo “A falta de tomate: explicaciones”, del periódico provincial Invasor, el 11 de noviembre de 2019).

En la provincia de Cienfuegos, al chequear los preparativos de la zafra 2019-2020 en los centrales azucareros Antonio Sánchez (Aguada de Pasajeros), 14 de Julio (Rodas) y Ciudad Caracas (Lajas), José Ramón Machado Ventura, segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, criticó que a pesar de un mejor clima, en algunos lugares hay un rendimiento agrícola entre 25 y 30 toneladas por hectárea, con estimados para la actual contienda que apenas sobrepasan 38 t/ha (internacionalmente sobrepasa 70). Además, se dejarán de sembrar 2 000 hectáreas en la campaña de frío. Él reclamó un mayor esfuerzo y enfatizó que esto afecta la fabricación de derivados como los alcoholes finos en la empresa mixta cubano-española Alficsa Plus, de Aguada de Pasajeros, según reportó el Noticiero Estelar de Cubavisión, el 19 de noviembre pasado.

Por su parte, Miguel Díaz-Canel expresó la necesidad de que se ejecute todo lo que se apruebe en la economía cubana para demostrar la viabilidad y el éxito de la empresa estatal como ente fundamental de la economía, esto durante la reunión de trabajo con las Juntas de Gobierno el 20 del mes en curso. Añadió que ha existido insuficiente capacidad de reacción en la implementación de las medidas aprobadas para perfeccionar la gestión de la empresa estatal socialista, y que se han dado pasos  para sustituir mecanismos administrativos por económico-financieros. Sin embargo, todavía no se aprovechan todas las posibilidades y siguen lentos en los encadenamientos productivos con el turismo, la inversión extranjera, el sector no estatal. Díaz-Canel recalcó el escenario particularmente complejo de recrudecimiento del embargo-bloqueo y la persecución financiera, unido a la tensa situación política en el área, por lo que se precisa unidad y una adecuada labor ideológica en los colectivos de trabajadores, información de  Granma el 21 de noviembre de 2019.

La limitada presentación de proyectos para acceder a créditos, las bajas operaciones reportadas en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, la dilación en la elaboración y aprobación de las normas jurídicas que ponen en vigor lo aprobado, su insuficiente divulgación y capacitación, así como la no aplicación de más de una medida por una misma entidad, evidencian la poca capacidad de reacción de los empresarios, según Marino Murrillo, jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, en dicha reunión.

Las medidas coyunturales impuestas en septiembre han trastocado la vida de la nación, con gran recorte del combustible que afecta todas las actividades, mediante el cierre o disminución de las jornadas en miles de centros de trabajo, modificación de horario en las instituciones educacionales y de servicios, y la drástica disminución del transporte siempre precario. La permanente incertidumbre de la economía cubana obnubila la laboriosidad y las potencialidades de los cubanos, mientras profundiza la pérdida de valores morales y éticos con menesterosidad, desidia,  vagancia,  robo,  corrupción y mercado informal.
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El inoperante pensamiento económico de Fidel Castro.

Por Orlando Freire Santana.

Fidel Castro; Cuba;

En el habanero espacio Sábado del Libro, el pasado día 23 de noviembre fue presentado el libro El pensamiento económico de Fidel Castro en las relaciones económicas internacionales. El texto, que ve la luz en el contexto de las actividades por el tercer aniversario de la muerte del ex gobernante, fue elaborado por un colectivo de autores del oficialista Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).

En el prólogo y la introducción del libro trabajaron, respectivamente, los economistas Osvaldo Martínez y José Luis Rodríguez, dos ex ministros de Economía y asiduos acompañantes de Castro en los eventos económicos internacionales que contaban con la presencia del máximo líder.

Los propios autores reconocen que Fidel Castro no fue un académico en temas económicos, sino que trataba estos asuntos como una prolongación de su bregar político. Y, diríamos nosotros, como un complemento de esa obsesión antinorteamericana que guio su existencia.

Casi existe consenso en el sentido de que los tres momentos más importantes en el ideario económico de Castro estuvieron asociados con las tesis cepalinas (provenientes de la CEPAL) acerca del intercambio desigual, el no pago de la deuda externa por parte de las naciones tercermundistas, así como su lucha contra el establecimiento de la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

En efecto, durante los años 70 de la pasada centuria, Fidel Castro alentaba a los países del tercer mundo a que rompieran sus vínculos comerciales con Occidente. Se argumentaba que el mundo industrializado explotaba a las naciones subdesarrolladas al comprar barato los productos primarios y después venderle caro al tercer mundo los productos ya elaborados. Era, además, una manera de pensar que no las tenía todas consigo con la inversión extranjera, pues se decía que así se escapaban las riquezas de los países pobres. Fue la época de esplendor del libro -hoy prácticamente inservible- Las venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano.

Fidel Castro economía
Libro "El pensamiento económico de Fidel Castro en las relaciones económicas internacionales".

Como sabemos, bastaron unos pocos años para desmontar la tesis castrista-cepalina. Fue cuando aumentaron los precios de las materias primas de los países del tercer mundo, los cuales, en su gran mayoría, experimentaron altos niveles de crecimiento económico.

Con respecto a la exhortación castrista para que el mundo subdesarrollado no pagara la deuda externa que acumulaba con instituciones financieras y naciones industrializadas, no prosperó esa especie de frente único que el líder cubano sugería para enfrentar a Occidente. A la postre, la mayoría de los deudores actuaron por su cuenta, y muchos de ellos acordaron términos de pago con sus prestamistas.

Ah, y mientras Fidel Castro sugería no pagar la deuda a Occidente, él mantenía otra deuda colosal con la Unión Soviética. Claro, él sí la pagaba. No con dinero, sino con la sangre de muchos jóvenes cubanos que acudieron a la geografía africana sirviendo a los intereses geopolíticos del Kremlin.

Es cierto que el ALCA no pudo establecerse en el 2005 como se había pensado. Pero ello no obedeció tanto a la labor Castro-Chavista, tal y como la izquierda pretende establecer. El problema consistió en que el ALCA era un acuerdo de libre comercio global, que no satisfacía los intereses específicos de las naciones latinoamericanas. Pero el espíritu del ALCA no fracasó, ya que después muchas naciones de la región firmaron individualmente acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea. Es decir, que obviaron los discursos de Castro y de su discípulo Hugo Chávez.

Como se puede apreciar, las ideas económicas internacionales de Fidel Castro, vistas en perspectiva, resultaron fallidas.
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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Granma justifica aplicación del gravamen al dólar estadounidense.

Por CubaNet.


El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista e Cuba (PCC), justificó este martes la imposición del conocido gravamen del 10 % al dólar estadounidense, establecido por el régimen cubano en el año 2004.

Según el medio oficialista, la medida responde a las prohibiciones de operar con tales divisas en bancos extranjeros, mantenidas por sucesivas administraciones de Estados Unidos.

La aplicación del gravamen se ha hecho más dura para los cubanos residentes en la Isla, sobre todo tras la apertura de tiendas minoristas que permiten adquirir artículos en divisas extranjeras.

Al respecto, Granma, señala que las regulaciones implementadas por La Habana para contrarrestar el efecto del embargo forman parte de la defensa del país antes las “agresiones” de EE.UU.

“En los últimos años, el Gobierno de EE. UU. ha recrudecido su guerra económica contra el pueblo de Cuba, dictando nuevas medidas que causan significativos daños y crean serios riesgos para el normal ejercicio de la actividad financiera internacional. La tendencia a negarse a realizar operaciones con bancos cubanos es cada vez más creciente por parte de instituciones bancarias y financieras extranjeras”, señala el rotativo en su edición de este martes.

La aplicación del gravamen del 10% a los dólares estadounidenses fue anunciada por el régimen cubano el 23 de octubre comenzó de 2004, tras la emisión de la Resolución No. 80 del Banco Central de Cuba.

“Al gravar los billetes que entrarían al país se cumplirían dos objetivos: compensar los costos y riesgos asociados al traslado físico de los mismos hacia el exterior en las condiciones de recrudecimiento del bloqueo, y motivar económicamente a quienes desearan ingresar dinero al país, a que lo hicieran por vías bancarias o mediante el uso de otras monedas (divisas) sin las referidas restricciones, como dólares canadienses, euros, libras esterlinas, francos suizos y otras”, precisa el diario.

El régimen cubano alega que entre abril de 2018 y marzo de 2019, se registraron afectaciones al sistema bancario por parte de 140 bancos extranjeros y que, en igual periodo, aumentaron en 12 las instituciones bancarias extranjeras que se sumaron a la política de negativas a servicios aludiendo al bloqueo de EE.UU.

“El bloqueo es un acto de guerra, y la defensa para resistirlo un derecho legítimo”, añade Granma, que también recuerda a sus lectores que “no ceder a las presiones del imperio más poderoso del mundo se ha convertido en cuestión de principios”.
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EEUU anuncia nuevas sanciones contra el régimen cubano.

Por Justin G. Muzinich.

Cuba Estados Unidos EEUU sanciones petróleo venezuela Justin G. Muzinich

El Departamento del Tesoro de EE.UU. anunció este martes nuevas sanciones contra la empresa estatal Cuba Metales, al castigar a la también empresa cubana Corporación Panamericana, a la que acusó de ser utilizada como intermediaria para la compra de petróleo venezolano.

“Cuba ha jugado un papel directo a la hora de prevenir el retorno de la democracia en Venezuela. El Tesoro continúa persiguiendo a los evasores de sanciones para impedir (la llegada de) recursos al régimen ilegítimo de Venezuela”, afirmó Justin G. Muzinich, secretario adjunto del Tesoro en un comunicado.

El Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, impuso sanciones en julio de este año a Cubametales, la empresa responsable de garantizar el total de las importaciones y exportaciones de combustibles desde y hacia Cuba, cuyo principal suministrador es Venezuela.

Desde entonces, y debido a las crecientes presiones por estas sanciones, subrayó el Tesoro en su nota, Cubametales se ha ofrecido “de manera repetida a través de Corporación Panamericana como intermediaria para continuar sus operaciones y esquivar las sanciones” y ha trasladado empleados de una empresa a otra.

Como consecuencia de esta medida, quedan congelados los activos que la empresa pueda tener bajo jurisdicción estadounidense y quedan prohibidas las transacciones financieras con entidades estadounidenses.

Desde su llegada a la Casa Blanca, en enero de 2017, Trump ha elevado la presión sobre Caracas y ha impuesto sanciones económicas a más de un centenar de funcionarios y altos cargos cercanos al presidente venezolano Nicolás Maduro, entre ellos su esposa, la primera dama Cilia Flores.

Asimismo, ha apuntado a la principal fuente de ingresos de Venezuela, el petróleo, con sanciones contundentes contra la petrolera estatal PDVSA.

Venezuela atraviesa un prolongado periodo de tensión política desde enero, cuando Maduro juró un nuevo mandato de 6 años que no reconocen la oposición ni parte de la comunidad internacional y, en respuesta, el líder opositor Juan Guaidó, presidente del Parlamento, se proclamó mandatario interino del país.

EE.UU. fue la primera nación en reconocer a Guaidó como jefe de Estado interino, al que luego se sumó medio centenar de países, entre ellos la mayoría de América Latina.
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El diablo viste de verde olivo.

Por Ernesto Hernandez Busto.

El mejor obituario de Fidel Castro lo escribió hace años Guillermo Rosales, en esa breve obra maestra que se llama Boarding Home. Casi al final de esa noveleta, Castro levanta la tapa de su féretro y pide un cafecito antes de decir: "Bien, ya estamos muertos. Ahora verán que eso tampoco resuelve nada".

Recordemos que eso se escribió en 1987, cuando casi nadie, ni en Cuba ni en Miami, se atrevía a imaginar a Fidel Castro muerto. La moda de "matarlo" a cada rato vino después, sobre todo después del 2001, cuando dio señales de debilidad detrás de una tribuna, y se volvió un hábito semanal tras su aparatosa caída de octubre del 2004, en Santa Clara.

A mí lo de Rosales me recordó de inmediato a El Maestro y Margarita, la célebre novela de Bulgákov, que trata, como ya sabrán, de una visita del diablo a la Unión Soviética, bajo la identidad de un tal Voland. El diablo y sus acompañantes interactúan, sobre todo, con el sindicato de los intelectuales, una especie de UNEAC rusa, para provocar situaciones desopilantes.

Lo que emparenta este Fidel Castro de Rosales con el Voland de Bulgákov es una radical ambigüedad, que no excluye ni el don profético ni el sentido del humor. Muy pocas veces, estas figuras malignas se ocupan directamente del Mal: disponen de innumerables asesores que se ensucian las manos en su lugar.

Por supuesto, esa ciudad que retrata Bulgákov es el Moscú de Stalin en los años treinta. Y sus chistes son, la mayoría de las veces, alusiones escalofriantes a la realidad. (Su Aiosi, por ejemplo, que delira en ropa interior por la calle y lleva una maleta "por alguna razón", alude a numerosas personas reales que en el Moscú de la época mantenían una maleta a mano porque nunca se sabía cuando aparecería la policía política para llevárselos en un viaje repentino, lejos, muy lejos de casa, o incluso de este mundo). Pero en el libro de Bulgákov, la naturaleza exacta del juego diabólico de Woland sigue siendo un enigma. Y lo mismo con este Castro diabólico de pesadilla, ese Fidel-vampiro de Rosales que sale del ataúd para demostrar que no era su muerte el quid de la cuestión cubana.

Aquí entra en juego un absurdo muy serio. La inversión del mundo, la sospecha de que el diablo es una figura ambivalente que se limita a canalizar el mal, mientras rinde tributo al espíritu carnavalesco. Todos esos (la inmortalidad, el humor, el absurdo...) son rasgos esencialmente diabólicos, como podrá comprobar cualquiera que lea El hueco que deja el diablo, un libro del escritor (y cineasta) alemán Alexander Kluge, editado en español por Anagrama: cajón de sastre con historias, fragmentos, dibujos y anécdotas que sólo adquieren unidad si se recuerdan esos compendios medievales dedicados a enlistar pruebas de que el Maligno pasa entre nosotros largas temporadas.

El original tenía 500 historias; el editor español ha seguido el ejemplo de una edición norteamericana, donde las apariciones diabólicas se reducen drásticamente a 173. Es un catálogo del Diablo, pero también -y sobre todo- de sus descuidos, y viene trufado con interesantes disquisiciones científicas que no son frecuentes en escritores contemporáneos.

Otro libro que tal vez serviría para entender esta cuestión es una noveleta del escritor ucraniano Yuri Andrujóvich, titulada Recreaciones. La trama es sencilla: cuatro jóvenes poetas llegan a la imaginaria ciudad de Chortópil (en ucraniano el topónimo es algo así como “lugar del diablo”), invitados al Festival del Espíritu Renaciente, y lo primero que hacen, por supuesto, es irse a beber. Está Jomski, un donjuán treintañero y solitario al borde de la depresión; y Yurko Mortich, a quien los médicos le han advertido que le queda poco tiempo de vida; y el paranoico Gits Stundera, que cree ver espías del KGB por todos lados; y Rostislav Martufliak, ídolo de la juventud ucraniana, acompañado por su esposa Marta, quien ha tenido que sumarse precipitadamente al viaje para que el famoso bardo no cumpla su promesa de hundirse en un definitivo delirium tremens.

En apenas una noche -y en medio de una orgía organizada donde se mezclan la cultura popular, el sexo y las banderas-, cada uno de estos personajes correrá su particular aventura. Como oportuno patrocinador de estas “recreaciones” primaverales, versiones de una singular Walpurgisnacht, se pasea entre ellos el diabólico Dr. Pópel, el mismísimo Lucifer en persona, con máscara de psiquiatra suizo y complacientes modales de aristócrata. Con ritmo trepidante, Andrujóvich rinde evidentes homenajes a Gógol y Bulgákov, al tiempo que cocina una divertida sátira de los nacionalismos emergentes en la nueva Europa.

Lamentablemente, pocos escritores cubanos han sacado partido de esta ambiguedad diabólica del Gran Líder que, vox populi, rodea también a la figura de Fidel Castro, ese maligno redentor. Ni siquiera un libro reciente del académico Abel Sierra Madero aborda el asunto desde este punto de vista, que a mí me parece esencial para entender la figura. El diablo convertido en perfecto seductor sí estuvo, sin embargo entre las visiones del gran Rosales, muerto en exilio.

Hace años, un grupo de amigos construimos un blog, Penúltimos días, que creo pudo aportar algunos mimbres en esa dirección. Entender a un dictador es también una operación de archivo cultural, implica una hermenéutica del Mal que nunca excluye el absurdo y la ambigüedad. ¿Acaso el propio Bulgákov no cayó en la trampa de Stalin, cuando éste, tras recibir un pedido personal del escritor pidiendo que se le permitiese emigrar, lo llamó una tarde primaveral de 1930 para darle trabajo en el Teatro del Arte? ¿Acaso no sedujo Fidel Castro a Padilla antes de convertirse en su atormentador? No basta con que el historiador coleccione anécdotas, cuestione el culto oficial o trate de desentrañar las razones de una popularidad turística entre el público norteamericano. Todo eso está bién, pero hay que ir más allá.
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lunes, 25 de noviembre de 2019

El socialismo se torna cada vez más amargo.

Por Jorge Olivera Castillo.

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José Ramón Machado Ventura.

Alucinante es un término demasiado condescendiente para calificar el llamado del segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Machado Ventura a garantizar el éxito de la zafra azucarera.

La exhortación tuvo lugar en el recorrido que realizó, hace pocos días, por los centrales Antonio Sánchez, 14 de Julio y Ciudad Caracas, 3 de los 4 que molerán en la provincia de Cienfuegos, según un reporte publicado en el diario Granma.

No creo que el alto funcionario desconozca los impedimentos para sobrepasar los 1,3 millones de toneladas que se produjeron en la contienda azucarera anterior, unas de las cifras más bajas desde principios del siglo XX hasta la fecha.

La descapitalización, los bajos volúmenes de caña, la insuficiente disponibilidad de fuerza de trabajo y la mala calidad del producto que llega a los ingenios para su procesamiento, son lastres que anulan los pronósticos halagüeños.

Así que Machado Ventura, vuelve a transitar por el camino trillado de la manipulación y el triunfalismo. Una postura habitual de los dirigentes cubanos, que choca con la verdadera realidad de Cuba: la ruina económica y social causada por las delirantes concepciones de progreso, a partir de la continuidad de la hegemonía estatal sobre los medios de producción.

Las vivencias, echan por tierra, esos anuncios que prometen éxitos a montones en todos los renglones productivos y avances en el mejoramiento del nivel de vida de la población.

El asunto es que el racionamiento, la inflación y los bajos salarios se expanden con una proverbial celeridad en todo el territorio nacional.

Frente al discurso de uno de los más encumbrados referentes del poder en Cuba, hay que decir, alto y claro, que la industria del azúcar está más cerca de la extinción que de un salto hacia mejores resultados.

Sin un programa intensivo de inversiones con participación del capital privado es imposible que la industria, que fue el motor de la economía, se acerque a la posición que tuvo antes de la llegada del huracán revolucionario.

Por otro lado, considero que la cerrazón político-ideológica, de la cual Machado Ventura es uno de sus egregios representantes, es el pilar fundamental de la involución generalizada. El dedo acusador hacia el embargo estadounidense como único culpable de las múltiples regresiones, incluida la del ámbito azucarero, es una pose, un cliché, una moda asumida como cortina de humo para disimular los reales motivos del desastre, estrechamente vinculados a la mentalidad de trinchera, tan alejada del pragmatismo y la sensatez.

La zafra, a punto de comenzar, terminará en otro revés, quizás más dramático que el precedente. El entusiasmo despachado a granel desde las tribunas es materia residual, puro embeleco para un público que aprendió a cobijarse en los laberintos de la apatía contra los indiscriminados bombardeos de promesas y consignas.

Machado Ventura pretende ser creíble, vuelve a la palestra con ínfulas de salvar, y valga la redundancia, lo insalvable. Con su discurso promueve otra burda polvareda mediática que intenta cubrir los pormenores del descalabro.

Nuevamente habrá que comprar algunos lotes de azúcar en el mercado internacional para satisfacer la demanda interna.

Aunque no se divulgue en los medios de prensa oficialistas, la zafra que culminará en mayo del 2020, será un fracaso.

Un reflejo tangible de la decadencia de un modelo que quieren perpetuar a la fuerza, con remiendos reciclados en los talleres del partido.

El socialismo se torna cada día más amargo. La gente lo dice sin tapujos. Lo percibe entre los agobios cotidianos.

Es el sabor de los encontronazos existenciales. El cubano de a pie mira al futuro encaramado en el muro de la desesperanza acompañado por la banda sonora de la escasez.

En el horizonte, otra ronda de nubarrones que presagian peores tormentas.
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Los fantasmas de La Habana.

Por Ernesto Pérez Chang.

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Están quienes creen que cada ciudad tiene sus fantasmas. No leyendas ni historias de aparecidos sino marcas, en forma de sonidos, imágenes, incluso olores, de un pasado que no alcanza a reconciliarse de forma plena con el presente. Es una creencia interesante.

En ese sentido, La Habana, como cualquier otro lugar de larga historia y de traumas políticos y sociales profundos, muchos de ellos no superados, tiene fantasmas a montones pero no de esos a los que echan mano cineastas y escritores para jugar con nosotros a provocarnos temores y temblores sino otro tipo de “apariciones espectrales” que a unos sacan risas y a otros lágrimas pero que, a fin de cuentas advierten sobre lo mal o bien que podemos estar como ciudad, incluso como país.

Ha transcurrido más de medio siglo desde que a algunos se les ocurriera intentar borrar esa parte del pasado “capitalista” que les resultaba incómoda para sus propósitos de erigirse como padres de la nación y de ese modo aferrarse al poder eternamente, como dioses.

Así les hicieron creer a los desmemoriados que antes de ellos apenas existía la nada absoluta, o el caos, y que construirían una Cuba casi a partir de cero, o mejor dicho, tomando como patrón las sociedades comunistas de Europa del Este.

Las personas dejaron de ser ciudadanos para transformarse en masa moldeable. Las luces nocturnas y el carnaval de carteles de los comercios privados que identificaban a La Habana se apagaron, mientras la rebeldía y la chusma se fundieron en un mismo esperpento contra todo lo que oliese a “burgués”.

Lo que había se dejó al abandono, a la inclemencia, mientras lo “novedoso” prometido no pasó jamás de plazas desoladas y urbanizaciones frías como esos repartos de la periferia donde se alzan en desorden edificios como cajones grises que hoy se caen a pedazos y donde debió nacer, crecer y formarse el “hombre nuevo” pero que terminaron por parir lo bueno y lo malo que todos sabemos.

Al pasado se le intentó ocultar bajo brochazos de lechada y así se obró cada vez que se quiso hacer borrón y cuenta nueva con la historia reciente.

Aquello de lo que no se habla no existe. Bajo tal premisa se apedrearon vidrieras, se taparon promociones comerciales con propaganda política, se destruyeron parquímetros con la misma rabia con que echaron abajo la disciplina ciudadana, se derribaron estatuas, se expropiaron negocios y viviendas y hasta se “nacionalizaron” los famosos trenes de lavado y puestos de frituras y helados tan típicos de la comunidad china en Cuba.

“Nacionalizar” es evidentemente un eufemismo, una ironía, porque luego de intervenidos por el nuevo gobierno jamás volvieron a abrir. Con muchos de aquellos establecimientos (pequeños negocios familiares que jamás enriquecieron a nadie), se esfumó una tradición de laboriosidad amén de un pasado y una cultura de los buenos servicios.

Me gusta creer que en las fachadas de los viejos edificios abandonados o descuidados que tanto abundan en Cuba, detrás de las suciedades, cuarteaduras, grietas, humedades, capas de pintura abofada o desprendida, siempre aguarda uno de esos fantasmas del ayer.

Las siluetas de una figura, los bordes de un letrero donde cualquiera adivina parte de la infancia e intuye un fragmento de la historia “olvidada” del lugar donde intenta vivir una vida normal, aun cuando casi todo conspira para que resulte imposible.

De aquella acera verdiblanca de granito, cercana a las calles Neptuno y San Rafael, por donde antes se paseaba el Caballero de París, hoy apenas quedan fragmentos invadidos por la inmundicia y la “provisionalidad”.

En lo que fue la famosa tienda Fin de Siglo, emerge fantasmagórico su viejo rotulado tal como ha pasado con aquella fábrica de helados Guarina en Cerro y Vía Blanca, de la que apenas queda un paredón en ruinas.

En una casa de Centro Habana aún se puede ver lo que fuera el anuncio de una lavandería de los años 50, mientras en medio de la Habana Vieja pocos saben cómo lograron sobrevivir tanto las letras de bronce del frontón de la antigua Cámara de Representantes como el anuncio lumínico más vetusto que se conserva en la ciudad, el del restaurante-bar Lafayette, del que aún enciende solo una parte. Aquel célebre cine del barrio chino no corrió la misma suerte y su exótico cartel desapareció hace apenas un par de años.

Todos son de cierto modo fantasmas que se niegan a abandonarnos y quizás estuvieron y están entre nosotros no por casualidad, mucho menos por divertimento de porfiados. Hay algo que intentan decir después que tanto andamos para llegar al mismo lugar. Quizás haya una deuda con el pasado que pretenden cobrar.
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viernes, 22 de noviembre de 2019

La Cuba censora se molesta con la censura.

Por Jorge Ángel Pérez.

Cuba censura

Me cuesta trabajo imaginar a un Cervantes disléxico, me resulta difícil emparentar la escritura del ingenioso hidalgo…, con esa dislalia que atribuyen al autor, pero eso se dice del hombre que escribiera el más famoso de todos los libros escritos en nuestra lengua. Cervantes podía ser cualquier cosa, y ninguna de ellas iría en detrimento de su escritura; pero no siempre ocurre lo mismo, no todos tienen el distingo de una próvida escritura y que consigan además estructurar bien los sonidos de una lengua.

Advierto que si relaciono dislexia y escritura no es por capricho. Si junto las dos cosas no es culpa de Cervantes, quien a pesar de los problemas con su aparato fonador escribió muy requetebién; sin embargo, no sucede lo mismo con Oni Acosta, un “periodista” cubano que se interesa en la música y el canto y que tiene espacios en la prensa escrita para desarrollar sus ideas, y también en la televisión en la que se ve obligado a usar la voz, y eso hace que se hagan evidentes sus problemas con el aparato fonador, que se haga muy notoria su dislalia, en sus extremadamente dilatadas intervenciones.

Oni, quien parece tener voz de alguien que acaba de bajar de un Ovni, es muy visible en estos días en los que ha tratado de vindicar a Haila, esa cubana a la que sus coterráneos en el exilio no la dejaron cumplir con los compromisos que tenía en “el yuma”. Haila volvió sin que pudiera entonar, cumplir con los compromisos de su voz cantora, y Oni la defiende e intenta reivindicar a la “diva”, y de paso se pone a denostar a los cubanos que viven su exilio floridano. Oni habla y escribe en el espacio más visible y privilegiado de la Isla, escoge el Granma, el diario del Partido Comunista, para defender a Haila y atacar al exilio cubano en EE.UU.

Este hombre dice un sinfín de tonterías que no voy a repetir, lo mejor sería que si el lector tiene tiempo lo lea en el Granma y compruebe lo que digo, que juzgue luego si tengo o no la razón. Él está molesto y juzga a los cubanos que se manifestaron en contra de su “diva”, de la mujer de exagerados volúmenes en contraste con una brevísima estatura. Oni supone inescrupuloso el accionar de ese exilio que se pronunció contra la cantante, y reclama, y delira, y hasta se le ocurre ligarla con Celia Cruz.

Y todo eso porque no la dejaron cantar en EE.UU., lo que me resulta curioso, y en extremo delirante e irresponsable, desquiciado. Oni Acosta no debió escribir una línea sobre el asunto, debió virarse en la cama y quedarse dormido, pero eligió lo peor. Acosta debió callar para no hacer el ridículo, sobre todo porque su análisis es, en extremo, parcializado. Oni no revisó la historia más reciente, esa que comenzó en 1959, con la llegada de los barbudos al poder, y se “escachó”.

Este señor olvida porque su memoria es muy selectiva, y esconde irresponsablemente los múltiples sucesos que contradicen su discurso, que lo vuelven inútil, ridículo por todo eso que olvida, o aparenta que olvida. No es posible que él, que tiene algo de formación musical y seguro que muchos detalles de la historia de la música “made in Cuba y made in afuera”, sea capaz de echar a un lado lo que es obvio, el centro de este asunto, el meollo de la cuestión. El “musicólogo” más visible de Cuba olvida caprichosamente para dar legitimidad a su perorata.

Su discurso es una arenga política muy fácil de desmontar. Basta con mencionar las infinitas prohibiciones que dictaron los comunistas desde que subieron al poder. Será suficiente que mencionemos como el discurso oficial limitó, censuró, cierta producción musical hecha en Cuba e incluso en el extranjero; que John Lennon tenga hoy una estatua en el Vedado no hace olvidar las prohibiciones que dedicara el poder cubano a los ingleses. Los Rolling Stones hicieron un concierto en la Ciudad Deportiva pero antes se echó de las aulas universitarias a quienes se atrevieron a escucharlos.

Extranjerizantes llamaron a quienes “imaginaban” con Lennon, porque los cubanos no podían imaginar más allá de sus narices, más allá de lo que el gobierno autorizaba a suponer, eso que era reverencioso con el discurso oficial. Los cubanos no pudieron gritar “azúcaaa” con Celia y Meme Solís fue denigrado, obviado, prohibido. Muchos fueron los grandes que se fueron y el poder los castigó, y de paso también sacrificó a los que se quedaron y no pudieron escuchar la música que añoraron, y nada más.

Oni Acosta no se enteró todavía, al menos eso simula, que el fanatismo político no se inventó en Miami; algunos de los que se fueron ya lo llevaban incorporado, y allí responden todavía. Celia no pudo entrar a Cuba a ver a los suyos, a despedir a sus vivos aunque estuvieran a punto de entrar a la muerte. No, eso que sucedió con Haila en EE.UU. no es fanatismo, es respuesta a lo que aquí sucede cada día, instrumentado por el poder “revolucionario”.

Ahora se queja Haila, se queja Oni, y ninguno de los dos recuerda a Feliciano prohibido, a Meme Solís, a Willy Chirino y Bebo Valdés, Paquito de Rivera, Arturo Sandoval, Gloria Stefan. Cuántos en Cuba fueron acusados de extranjerizantes o acosados por escuchar al Rafael “amanerado”. Por estos días acaban de aprobar un artículo, de cuyo número no quiero acordarme, que puede meter preso a cualquiera, y la embajada cubana en Washington protesta y pide un desagravio para Haila, sin embargo, esa embajada no abrió las puertas de su sede para atender al hijo del escritor preso Roberto de Jesús Quiñonez, un escritor, un pacífico cristiano.

Hoy, cuando pensaba escribir estas líneas, estuve recordando aquellos domingos en los que Nildita Marante y Eduardo Sánchez aún no se habían casado, cuando no se habían largado a Miami, y nos reuníamos en la sala de mi casa para escuchar los discos de Queen que mi familia en EE.UU. me mandaba. Escuchábamos “Under pressure” bajo presión, con el temor de que nos hicieran añicos la placa negra. Adorábamos a Freddie, amábamos  a “A night at the opera” y “Bohemia Rhapsody”, pero no podíamos gritarlo porque nos podían acusar de “diversionismo ideológico” y echarnos de las becas, impedirnos entrar a la universidad.

Escuchábamos “Good save the Queen” cuando querían que gritáramos: “Viva Fidel”.  Freddie, Roger, Jhon y Brian eran nuestros ídolos en aquellos días en los que Silvio y Pablo ya eran un poco aceptados, amados, pero nosotros escuchábamos, a escondidas, la escala semanal de la WYBS, aquella “pervertidora de conciencias” con sede en La Florida. Eran días en que Lezama y Virgilio permanecían marginados, aquellos días en que Arenas ya estaba enfermo y lejos de Cuba, y desaparecidos de los anaqueles de las librerías y las bibliotecas estaban Cabrera Infante y muchos más. Eran días de Manuel Cofiño y Luis Pavón, eran días de tristeza.

Y ahora vienen con este cuento de Haila los que olvidaron a la Lupe voluntariamente, los que no mencionan a Blanca Rosa Gil cantando “Sombras”, los que no recuerdan a la Freddy de “Noche de Ronda”, ni a Olga Guillot. Reinaldo Arenas dejó claro que no quería ser publicado en Cuba mientras los comunistas decidieran, pero no hacía falta tal reclamo, porque no había ninguna voluntad de llevarlo a la imprenta y ponerlo luego en los anaqueles de las librerías. Reinaldo, uno de los más grandes de este país, que dio algunos grandes, es un desconocido, un repudiado, así que poco me importa que a Haila no la quieran en el Norte, que boicoteen sus presentaciones y que Oni se moleste tanto que tome la apariencia de un Ovni.

En Estados Unidos la gente puede salir a rechazar, a repudiar, a armar escándalos y condenar, y al final los organizadores tienen que aceptar los reclamos. Yo no me habría manifestado, pero muchos decidieron lo contrario, y esa voluntad también hay que respetarla. A nosotros nos fue peor, a nosotros nos prohibieron, incluso, poner una placa negra en el tocadiscos, escuchar las cintas que guardaban las voces que se consideraban enemigas, leer los libros de quienes resultaban apestados.

En Cuba se aprueban decretos que pueden llevar a la cárcel a cualquiera. En EE.UU. se protesta si se considera que la voz de una visitante que comulga con un poder que lleva sesenta años prohibiendo puede resultar ofensiva. Barbara Dane vino a Cuba todo cuánto quiso, y no tengo noticias de que le hicieran “actos de repudios” a su vuelta.  En Cuba recibieron a Barbara Dane, y prohibieron a muchos cubanos por largarse, a muchos extranjeros porque les dio la gana. No sé por qué arman entonces tanta alharaca porque prohíben a Haila en los Estados Unidos, y porque el exilio cubano decida hacer protestas. No sé por qué olvidan que eso también es un derecho.
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El comunismo tiene la voluntad de desencadenar una guerra civil permanente".

Tomado de https://tv.libertaddigital.com/

Intervención de Stéphane Courtois en el acto por el 30° aniversario de la Caída del Muro de Berlín.


Intervención de Hermann Tertsch en el acto por el 30° aniversario de la Caída del Muro de Berlín.

Con un auditorio lleno hasta la bandera Stéphane Courtois, coordinador del "Libro Negro del Comunismo" (1997) sigue a sus 72 años clamando con humildad y firmeza contra el "negacionismo histórico" y el "memoricidio" de las víctimas de la ideología marxista-leninista ejecutada por Stalin.
En su intervención del sábado 16 de noviembre en Madrid el historiador francés se remontó al final de la II Guerra Mundial cuando el comunismo "refundó su legitimidad moral y política" y se presentó ante el mundo como "los vencedores del fascismo y como sus mártires". La propaganda dura hasta hoy.

Courtois, un referente mundial en este asunto, resume en dos las características del comunismo: "su odio inextinguible hacia la democracia parlamentaria y la voluntad de desencadenar una guerra civil permanente". Desde la Unión Soviética se exportó al mundo un modelo totalitario, la Dictadura del Proletariado (impuesta en 1917 por Lenin) que consiste en "un partido único, un partido-estado que se apoya en una policía todo poderosa, el brazo armado del partido (la Checa convertida después de 1945 en el KGB) y sobre un Ejército Rojo destinado a la guerra civil". Claro, porque el enemigo a abatir en los regímenes comunistas son sus propios ciudadanos cuya fidelidad al régimen se mantiene porque el "terror es el principal instrumento de gobierno". En cálculos aproximados se suele decir que 3 millones de personas lograron escapar del "Muro de la vergüenza" alemán. Las víctimas que se cobró el comunismo no bajan de los 100 millones.

Cuando entre 1989 y 1991 se fueron disolviendo los regímenes soviéticos europeos se "reveló de pronto al mundo entero la enorme impostura del comunismo", oculta desde 1917 gracias "a una propaganda formidable". Se hizo patente, cuenta el historiador, "que estos regímenes habían provocado en sus países un indiscutible desastre económico y social así como numerosas catástrofes ecológicas". Hace 30 años, "la esencia criminal de estos regímenes les estalló en la cara a todos aquellos que todavía creían en la ideología comunista". Pero ni por esas.

Hace 30 años se derribó el muro de hormigón y parecía que chorros de libertad estallaran a cada mazazo. En ese momento los represaliados y los descendientes de los asesinados pidieron justicia pero, como denuncia el escritor francés, "la depuración fue limitada por no decir inexistente en Rumanía, Bulgaria, Ucrania, Bielorrusia, Rusia o Moldavia". Incluso se mantuvo "buena parte de la nomenclatura comunista". Los procesos judiciales contra "los que transmitieron la orden de los crímenes individuales y colectivos" y contra "los ejecutores materiales se contaron con los dedos de algunas manos". Se permitió que se destruyeran muchos de los archivos soviéticos, el registro de la sangre, y el Aparato soviético "supo apoderarse hábilmente de sectores de la economía y de los medios de comunicación al tiempo que seguía controlando la justicia, la policía, el ejército y los servicios secretos".

El Núremberg del Comunismo

En Los Juicios de Núremberg se juzgó a los nazis por sus crímenes y también se condenó la ideología que les inspiró. Contra el comunismo lo único que se ha hecho, recuerda el investigador, fue un juicio "parodia" en Camboya en el que "se condenó a tres líderes de los Jemeres Rojos por el asesinato de 2 millones de personas entre 1975 y 1979". En ese proceso el testimonio de uno de los verdugos reveló "la mecánica del terror", anota el autor de una reciente biografía de Lenin. Este hallazgo vino a confirmar las más tristes sospechas sobre cómo se ejecutó el genocidio comunista.

Como todos los ponentes del acto (organizado por El Club de los Viernes, el Think Tank Civismo y la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria) Stéphane Courtois llamó "en nombre de la memoria de las decenas de vidas inocentes rotas" a la creación de un Tribunal Penal Internacional "un Tribunal de Núremberg del Comunismo".

Es evidente que la mayoría de los criminales no pueden ya rendir cuentas en este gran juicio de los hombres pero la ideología sigue viva y coleando, de hecho podría estar presente en el próximo gobierno de España. Es hora de escuchar "a los testigos, a las víctimas y a los verdugos" de permitir y facilitar "a los historiadores la documentación" necesaria para emitir un juicio histórico. La instauración de este Tribunal Penal Internacional contra el comunismo será además la única forma de combatir una propaganda reinante en ámbitos periodísticos y académicos que sigue siendo cómplice del "silencio y la indiferencia" con esta "ideología utópica asesina".
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Katherine Bisquet, agente encubierta de la CIA en La Habana.

Por Olga Elena Suárez.

Katherine Bisquet

Alguien ya me ha preguntado que cómo sé yo todo esto sobre Ka. La respuesta ha parecido simple aunque extraña: Un pacto. Ka y yo hemos pactado desde hace mucho tiempo. ¿Qué han pactado? Hemos pactado encontrarnos en el camino. ¡Ah, coincidir! No, no coincidir, encontrarnos. ¿Y cuál es el camino? Yo he callado, o más bien he sentido el franco impulso de callar, y he dicho luego: Una de las dos debía moverse y una de las dos debía estarse quieta. (Esto a alguien le ha parecido una broma). Si las dos nos movemos el camino no abrirá la tierra. Si ninguna de las dos se mueve la tierra no se abrirá en el camino. ¿Y cómo lo decidieron? Yo, que había de moverme, me he estado muy quieta. Ka, que había de estarse quieta, no ha podido sino moverse. ¿De manera que así se ha abierto el camino? ¿En la desobediencia? No, el camino sólo se ha abierto en el miedo. Bueno, ¿y cuándo se han encontrado? ¿Ka y yo? No, Ka y yo no nos hemos encontrado nunca. ¿Cómo sabe entonces todo esto? Un pacto, se lo he dicho. Ka y yo hemos pactado desde hace mucho tiempo.

La acusación.

La noche se aplasta como un paño húmedo sobre las azoteas de Santos Suárez y Katherine Bisquet se mece en una hamaca dentro de la sala redonda de su casa. Una gata viejísima y una ventana cóncava asisten, en un tercer piso de un edificio destrozado sobre un cerro, a las últimas horas de la inocencia de Katherine. En un rato vendrá la casera con las manos temblorosas a decirle que se tiene que ir de ahí lo antes posible, en una o dos semanas a lo sumo. La Seguridad del Estado la ha investigado a ella, a la casera, en el CDR y en su trabajo también. La han venido a ver hoy finalmente y es de este infeliz modo que ahora ella lo sabe todo sobre Katherine y la CIA.

Katherine no duerme esa noche porque tiene miedo. Un miedo que proviene de una región extraña en la que, cree recordar, no ha estado nunca. Ahora, por primera vez en este mes entero, cae el peso desolado de la vulnerabilidad sobre ella, y su vulnerabilidad es un Polifemo enorme que grita que Nadie lo ha herido y al que por eso mismo nadie podrá hacer ya caso. La Seguridad del Estado es mañosa como una vieja, concluye Katherine ya avanzada la noche, pero sus encías rancias chupan con el desespero de un recién nacido. Vaya calamidad, murmura mientras el sopor del amanecer la hunde en el sueño.

Esa misma tarde Katherine cuenta esta historia a un par de amigos y uno de ellos, una muchacha muy joven y muy militante en las filas de la yerba, el sexo y las lecturas de poesía, le ofrece su casa indefinidamente. O sea, por otro mes entero, el tiempo justo que le tomará a la Seguridad del Estado, que posee la precisión estrafalaria de todos los viejos para levantarse, deslizar una citación por debajo de la puerta según la cual esta amiga se deberá presentar a las 14 horas de la tarde siguiente en las oficinas del Jefe de Sector de Santos Suárez. Los temas a tratar son, a saber: la relación de Katherine con la CIA, la relación de Katherine con otros agentes de la CIA en La Habana, el pavoroso pulóver #YoVotoNO con el que Katherine intentó sabotear la lectura de poesía de la tarde del 12 de febrero en el Pabellón Cuba, la declaración anti-349 con la que Katherine comenzó su lectura, los jalones de pelo entre Katherine y la organizadora del evento una vez concluida la lectura, el estatus ilegal de Katherine en La Habana atendiendo al razonable inciso G del artículo 5 del Decreto No. 141 de la Constitución, según el cual todo el que cambie de domicilio y sin causa justificada no se inscriba dentro de los tres días hábiles siguientes a dicho cambio en el nuevo registro de direcciones… La joven militante de las lecturas de poesía, entrenada en las más acrobáticas jerigonzas del lenguaje, comprende a cabalidad.

Unos días más tarde Katherine está de vuelta en el sorteo de almas caritativas que la quieran socorrer y es ahora un muchacho mucho menos joven y por descontado mucho más cínico el que le ofrece un cuarto. Katherine se lleva su gata y su laptop hasta Playa y comienza a tratar de contar esta historia. Sobre todo, claro, comienza a tratar de desaparecer, y en algún punto encuentra una manera de conciliar estas dos urgencias. Ya para principios de agosto las aguas andan mansas y Katherine siente que es hora de buscarse la vida, así que le da las gracias y las llaves al muchacho y se va a alquilar cerca del zoológico de 26.

Pero sólo dos días le toma esta vez a la Seguridad del Estado acercarse a la nueva casera, quien tras exigirle una hora más tarde a Katherine que abandone inmediatamente la casa, procede a comunicarle que alguien le ha dejado un mensaje para encontrarse a la mañana siguiente en la estación de la policía de 21 y C. Katherine, se entiende, está confundida. ¿Sólo 48 horas? ¿Qué ha pasado con el viejo modus operandi? Y este mensaje, ¿qué es? ¿Una citación oral? ¿Una citación fantasma? ¿Una citación que se resiste a la materia? ¿Pero no se ha esforzado ella lo suficiente en tratar de ser anulada? ¿Y por qué nadie fue a buscarla a la casa del muchacho cínico? ¿Será definitivamente el cinismo el círculo de sal entre la Seguridad del Estado cubana y sus elegidos? ¿Pero cómo es que entonces no están a salvo todos los cubanos? ¿Se necesitará algún grado específico de cinismo o ella, Katherine, no para de entenderlo todo mal?

El interrogatorio.

En la estación de la policía de 21 y C ninguno de los oficiales de guardia reconoce la naturaleza de la citación. Usted debe entender, sin embargo, le dice Katherine a una cuarentona que mueve la cabeza de un lado al otro, que yo he sido citada en este lugar, y que algo inquietante me tiene que resultar el hecho de que aunque usted no parece reconocer el origen ni el carácter de mi citación, tampoco niega su validez. La mujer sigue moviendo la cabeza, ahora incontrolablemente. Quizás la hayan citado para alguna otra estación, dice por fin, todas las estaciones están conectadas y aunque le hayan dicho 21 y C puede que lo que en realidad hayan querido decir fuera otra cosa, otra dirección. Katherine la mira todavía por un momento y luego se larga, pero justo antes de llegar a la esquina alguien grita su apellido desde la entrada de la estación. Katherine sabe que la voz pertenece a un hombre, pero bajo el cielo del Vedado un sol redondo como una pelota de goma rueda entre la mirada y las cosas, y no es hasta que ha desandado sus pasos que consigue verlo.

Ha habido un error, Bisquet, dice el hombre con agitación y sin mirarla demasiado. Katherine piensa que este hombre ha debido caminar muchas cuadras y tener que gritarle de ese modo lo ha dejado ya sin fuerzas, pero piensa también que ella ha escuchado antes sobre este opening: el error logístico que pone a todos del mismo lado, el error inocente que relaja y penetra cualquier resistencia. Ya antes de franquear el patio de entrada Katherine tiene la intuición, aunque este es o cree ella que va a ser el primer interrogatorio de su vida, de que algo no anda bien. Venga por aquí, dice el hombre mientras va abriéndose paso entre oficinas en penumbras, como si la estación de 21 y C no fuera uno de esos vulgares recintos en los que legisla la estupidez en Cuba, sino que fuera el set de una película sobre la RDA; un homenaje casi hermoso a todos los interrogados del mundo.

Cuando por fin llegan a la última habitación, el hombre se tumba en una silla de un lado del buró que hay allí, y su cuello esbelto suda enormemente. Bisquet, siéntese, vamos a hablar, dice muy bajo, y Katherine se tumba inquieta en la única silla que queda disponible y que se encuentra del otro lado del buró. ¿Usted tiene idea de por qué está hoy aquí? Katherine duda primero, pero luego se aventura: Bueno, al parecer por un error. El hombre sonríe nervioso y esto, como es lógico, perturba a Katherine, en cuya experiencia literaria y cinematográfica (sus únicas experiencias hasta este día con el esquema del interrogatorio) en una sala de este tipo con un nervioso alcanza. Mire, Bisquet, ha habido un error, sí que lo ha habido, pero mi pregunta es si de no haber ocurrido este error, sabría entonces por qué está hoy aquí. Katherine siente que los muslos comienzan a movérsele sobre la silla de plástico y para ganar tiempo repasa los cuadros gastados de la camisa, los espejuelos sobre el puente de la nariz, el pelo escaso sobre la frente. No, compañero, la verdad no sabría, dice con los ojos errantes ya de vuelta, como si esa grosera maniobra pudiese a un mismo tiempo salvarla a ella y confundirlo a él. Bueno, Bisquet, si usted no lo sabe yo tampoco se lo puedo decir, porque como usted misma ha visto todo esto no ha sido más que un error. Katherine cruza el pie izquierdo sobre el derecho y pregunta si puede fumar. Adelante, dice el hombre, arrimándole un cenicero redondo de madera, y Katherine saca de su bolso una caja de Criollos y otra de fósforos y prende un cigarro como quien prende una provisión de aplomo. En cualquier caso, dice en un intento ofuscado después de darle la primera calada, yo quisiera si es posible que me mostrara mi citación oficial. ¿Pero qué citación, Bisquet? Nosotros, ahora que se nos ha dado la oportunidad, lo que vamos a hacer es hablar. Déjeme presentarme, yo soy Alfredo, dice el hombre y le extiende la mano, y solo entonces Katherine comienza a medir el alcance de su propia torpeza.

Alfredo espera a que Katherine avance en su cigarro todavía un poco y luego dice: Verá, Bisquet, yo atiendo Cultura, un área conflictiva como usted seguramente sabe, pero que no carece de encantos. Y le digo que no carece porque no vaya a pensar usted que no se encuentra uno tesoros también en la Agricultura, por ejemplo, y se lo digo sin ironía. Katherine nota cómo el sudor desaparece del cuello de Alfredo y en su lugar va dejando un barniz viscoso como el rastro de un molusco. Ya que estamos, dice, vamos a llamar las cosas por su nombre, y en su voz se siente el ahogo de a quien su mala fortuna lo ha llevado a anunciar una penosa noticia: Usted no es una escritora muy importante y usted lo sabe, Bisquet. ¡Dos penosas noticias!, piensa Katherine, y ciega en el desespero por devolver el golpe, replica: Pero una agente importante sí que soy, y Alfredo la mira con una condescendencia que dan ganas de llorar y le dice que por favor no malinterprete las cosas.

Verá, no es nada personal, antes los escritores sí que eran importantes, ¿pero ahora sabe usted cuál es el más terrible enemigo de la revolución? Katherine, un poco recobrada, siente la compulsión de decir Trump, pero sabe que esto le provocaría un acceso de risa y que un acceso de risa en este minuto sería cuando menos imprudente. Por suerte para Katherine, Alfredo no aguarda una respuesta, lo cual quiere decir que la pregunta no ha sido una pregunta y esto a su vez quizás quiera decir que el interrogatorio no es un interrogatorio: Mark Zuckerberg, Bisquet, Mark Zuckerberg es el más terrible de todos los enemigos de la revolución.

Dígame, ¿usted ha escuchado hablar de SNET? Katherine responde que no y cuando aplasta el cigarro en el cenicero el olor empalagoso del cabo parece empañar el único foco de luz del cuarto. Bueno, esos muchachos andan preparando una protesta delante del MINCOM para mañana, y nosotros, usted entiende, no quisiéramos que mucha gente se portara por ahí. ¿Y qué es lo que quier…, va a preguntar Katherine pero Alfredo la interrumpe, no Bisquet, usted no entiende, no se trata de eso, se trata sólo de que no se porte mucha gente por ahí. Pero es la CIA, sonríe Katherine, la que está detrás de esos muchachos, ¿no? Alfredo la mira y al fondo de los espejuelos sus ojos se han oscurecido hasta casi desaparecer dentro de la penumbra de la oficina de contrainteligencia de la estación policial de 21 y C. Katherine quiere preguntar todavía cuántos alquileres más tendrá que perder antes de que se empiecen a olvidar de ella, pero en vez de eso pregunta si ya puede irse y Alfredo asiente con la cabeza. Una última cosa, Bisquet, dice justo antes de que Katherine alcance la puerta de la habitación, recuerde que ha habido un error, sí que lo ha habido, pero no vaya usted a malinterpretar las cosas.

El sueño.

Katherine tiene un sueño esa noche: Alfredo le pregunta: Dígame, ¿usted ha escuchado hablar de SNET? Katherine responde que no y cuando aplasta el cigarro en el cenicero el olor empalagoso del cabo parece empañar el único foco de luz del cuarto. Bueno, esos muchachos andan preparando una protesta delante del MINCOM para mañana y nosotros, usted entiende, no quisiéramos que mucha gente se portara por ahí. ¿Y qué es lo que quier… va a preguntar Katherine, pero Alfredo la interrumpe, no, no, Bisquet, usted no entiende, y sin embargo yo creo que usted, precisamente usted, debería entender, porque usted con seguridad recuerda una historia muy triste aunque muy bonita que una vez escribió (y al fondo de los espejuelos sus ojos son ahora dos caminos anochecidos) sobre unos padres que durante el período especial consiguen una pechuga de pollo y la reparten entre sus dos hijos pequeños, pero estos no prueban bocado y dicen, sentados frente al televisor, que ellos lo que quieren es el huevo de todos los días. Los padres regresan callados con los platos hasta la cocina y entonces, como si lo hubiesen planeado, creo que dice usted, se abalanzan sobre los trozos de pechuga y los devoran en unos segundos. Luego se limpian la boca y encienden el fogón para poner a cocinar los huevos. Y usted, Bisquet, quizás piense que todo eso le puede parecer insoportablemente literario a alguien como yo, aunque le haya dicho que atiendo Cultura y que sé que Cultura tiene sus encantos, pero qué diría usted si yo le dijera que lo único que yo he escuchado durante años y más años ha sido a todos nosotros pidiendo huevos. Una turba de alucinados con un nido en el alma. Yo sé que usted puede creer, Bisquet, que todos pueden creer que en realidad quieren otra cosa, ¿pero si fuera así por qué solo piden huevo?

En el sueño los muslos de Katherine tiemblan y ella abre la boca para decir algo, pero el maullido insistente de la gata la despierta sobre el sofá pasadas las dos de la mañana. Entonces le echa un poco de sobras, prende un cigarro y comienza a escribir.
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jueves, 21 de noviembre de 2019

El partido más corrupto del mundo.

Por José García Domínguez.

Hoy toca escribir, lo sé, que el PSOE es el partido más corrupto del mundo. Igual que cuando lo de la Gürtel había que decir lo propio del Partido Popular. Del mismo modo que tras la inopinada confesión de Ubú procedió reiterar idéntica sentencia a cuenta de los convergentes que usufructuaban el oasis petit. Pero prefiero que lo hagan otros. En los último cuarenta años, la corrupción más o menos institucionalizada ha arraigado en las zonas más pobres y subsidiadas del país, así Andalucía, y en los territorios más prósperos y desarrollados de la Península, verbigracia Cataluña o Madrid. Ha arraigado en el norte cantábrico, en las islas mediterráneas, en la España profunda, en la España menos profunda, en la España llena, en la España vacía, en las zonas agrícolas, en las industriales, en las turísticas, en las muy nacionalistas y en las muy antinacionalistas. La corrupción más o menos sistémica ha arraigado en todos los rincones del país. Y sí, ya sé, ya sé que lo de los ERE constituye el mayor desfalco de recursos públicos en términos numéricos de la historia contemporánea de España. Pero yo no quiero componer hoy un artículo que verse sobre contabilidad delictiva comparada. No quiero saber hoy si son más ladrones los ladrones del PSOE que los ladrones del PP o viceversa.

Lo que me gustaría saber hoy es la causa de que el grueso de la corrupción política en nuestro país se concentre de forma sistemática y crónica en las comunidades autónomas. Porque tiene que haber una explicación racional a esa asimetría tan chocante, la que contrapone una Administración central del Estado en la que resultan en extremo infrecuentes los casos de corrupción, y con independencia además del nombre del partido que en cada momento controle el Ejecutivo, con la retahíla interminable de escándalos que, hoy sí y mañana también, vemos asociados de modo sistemático a los Gobiernos regionales, asimismo con independencia de cuál sea su sesgo ideológico. Por lo demás, la explicación a ese fenómeno existe, si bien resulta algo desoladora para los que defendemos el principio democrático. Y es que la tensión entre el principio rector de toda gestión eficaz, que no es otro que la meritocracia en la selección de los cargos rectores, está siempre en tensión con el principio de la democracia representativa, que es la participación popular. Una tensión permanente en la medida en que la meritocracia solo se puede asentar en criterios de selección elitistas, algo que de modo inevitable tiende a chocar con el igualitarismo que encuentra su base de legitimación en el voto popular.

¿Y qué tienen que ver esas especulaciones filosóficas abstractas con que los socialistas trincaran a calzón quitado en Sevilla, coca y puterío mediante? Pues tiene mucho más que ver de lo que semeja a primera vista. Ocurre que los países que crearon la columna vertebral del Estado, con todo su aparato administrativo asociado, cuando todavía eran regímenes autoritarios (por ejemplo, Austria, Alemania o la propia España), alumbraron cuerpos funcionariales autónomos e independientes del poder político por su proceso objetivo de selección. Y esa tradición decimonónica de autonomía e independencia, mal que bien, sigue existiendo hoy en los altos cuerpos de la Administración del Estado en España. Algo que no ocurre, por ejemplo, en Italia, un país que, a diferencia del nuestro, se democratizó bastante antes de contar con un Estado fuerte, lo que generó el surgimiento paralelo de redes clientelares prestas a repartirse el botín estatal, redes que luego ya fue imposible desmontar. Y de ahí la corrupción crónica del aparato estatal italiano en los últimos 150 años. A diferencia de la Administración central, que hunde sus raíces en la Restauración, las Autonomías españolas son hijas de la democracia y nacieron con ella. Por eso mismo, al igual que en Italia, sus vicios compartidos más arraigados: la corrupción y el nepotismo. Porque solo hay una manera, una sola, de acabar con la corrupción política, a saber: separar de modo radical administración y política. Desengañémonos, no hay otra. Dicho lo cual, hoy toca decir que el PSOE es el partido más corrupto del mundo.


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El castrismo intenta retomar dos de nuestras tradiciones.

Por Orlando Freire Santana.

Cuba industria azucarera

Trabajo les va a costar a las autoridades recuperar las posiciones cimeras que un día exhibió Cuba en la Industria azucarera y el béisbol.

En 1940 vio la luz el libro La industria azucarera de Cuba, de la autoría del historiador Ramiro Guerra. En dicho texto el autor acepta la vigencia de la división internacional del trabajo como una especie de ley de la naturaleza. En ese contexto Cuba no debía renunciar a la producción azucarera debido a las favorables condiciones naturales para la fabricación de azúcar. Un producto que, al exportarlo, le permitiría al país adquirir el resto de los bienes con que satisfacer a la población. Y concluía Guerra afirmando que el no acatamiento de semejante precepto solo ocasionaría la miseria y el aniquilamiento de la nación.

Sin embargo, no más llegadas al poder en 1959, las ideas Castro-Guevaristas pretendieron echar a un lado el azúcar para acometer un dudoso plan de diversificación económica e industrialización, para lo cual no contaban con fuentes de materias primas ni con un mercado seguro para las producciones nacionales. Por supuesto que resultó un fracaso.

Años después, ya con más tino, la isla se convirtió en la azucarera del CAME, organismo formado por la Unión Soviética y el resto de las naciones comunistas de Europa oriental. Mas, al sobrevenir la desaparición del socialismo real, la industria azucarera cubana quedó a la deriva sin ese mercado, y con la puesta al desnudo de una ineficiencia productiva que encubrían los precios preferenciales que pagaban los soviéticos por nuestro dulce.

Entonces Fidel Castro, en vez de esforzarse por restablecer la eficiencia de ese sector, optó por cerrar la mitad de los centrales azucareros de la Isla, con lo cual condujo al azúcar a un atolladero del que no logra salir. Con independencia de las magras zafras recientes que apenas rebasan el millón de toneladas de azúcar, hay otro dato revelador de la actual crisis de la industria azucarera.

Según publica la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el sector azucarero clasifica como el penúltimo de toda la economía en el aporte al Producto Interno Bruto (PIB), superando solamente a la pesca. Al cierre del 2018 la industria azucarera constituía solamente el 0.28% del PIB.

Así las cosas, y tal vez presionados por la demanda de azúcar por parte de viejos socios que revitalizan las relaciones comerciales con la Isla -por ejemplo, Rusia- los gobernantes cubanos intentan desesperadamente lograr el despegue de la industria azucarera. El vicepresidente Salvador Valdés Mesa recorre los centrales que abrirán la actual contienda 2019-2020, repitiendo el estribillo de que la agroindustria azucarera es cultura y tradición para los cubanos.

Algo parecido se podría decir acerca del béisbol. Se afirma que, tras los fracasos de Cuba en los Panamericanos de Lima y el recién concluido Premier 12, las autoridades convocarán a un gran debate nacional para tratar los problemas que afectan a nuestro -al menos en teoría- deporte nacional. Ojalá que algún valiente -claro, de los que el oficialismo decide escuchar- se refiera a la responsabilidad que pesa sobre las autoridades de la Isla por el hecho de que el fútbol le haya robado al béisbol la preferencia de los aficionados, sobre todo de la juventud. Todo debido a la saturación de nuestras pantallas televisivas con cualquier liga internacional de fútbol, mientras se ignoraba el béisbol de mayor nivel internacional. Lo anterior, acompañado del desprecio hacia los peloteros que abandonaban Cuba para desempeñarse en las Grandes Ligas de Estados Unidos.

En ese sentido observamos, incluso, un retroceso. Si hace dos años los televidentes cubanos pudimos presenciar la victoria de los Astros de Houston en la Serie Mundial, ahora los cubanos de a pie no pudieron ver ni un solo juego entre los Nacionales de Washington y los propios Astros.

Trabajo les va a costar a los gobernantes cubanos recobrar las posiciones cimeras que un día Cuba exhibió en la producción azucarera y el béisbol, y que desaparecieron, en buena medida, por ese irresponsable atentado gubernamental contra dos de nuestras más auténticas tradiciones.
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No fue cabronada de la CIA ni de la mafia de extrema derecha.

Por Luis Alberto García.


El caos ocurrido en el Mercado de Cuatro Caminos el sábado, cuando un tumulto se abalanzó sobre las puertas y luego sobre los anaqueles bien surtidos del recién inaugurado establecimiento, "fue combustión espontánea. No una cabronada de la CIA ni de la USAID ni de la 'mafia de extrema derecha'", dijo el actor cubano Luis Alberto García en un post compartido en Facebook por el periodista Fernando Ravsberg.

"Se abalanzaron mis cubanas y cubanos sobre vidrieras y mostradores en Cuatro Caminos, porque los que calculan y planean calentaron en demasía las redes y los medios de difusión masiva con la idea de que aquello iba a ser el 'non plus ultra' de los mercados cubanos. Un oasis Walmart en la frontera entre Centro Habana y Cerro", añadió.

"Y hay necesidades acumulándose durante décadas, faltantes ancestrales, billeteras vacías, refrigeradores tristes que se enfrían a sí mismos. Angustias, demasiadas familias con una sola comida al día y el papel periódico colgando de un clavito en los baños. Muchas personas que no saben ni cómo funciona Western Union. Viejos y niños recogiendo pomos plásticos y 'escachando laticas'. Y los viejitos que no han sido funcionarios, los viejitos que no han sido dirigentes", señaló.

La prensa oficial de la Isla culpó de lo ocurrido el sábado, día de la inauguración de Cuatro Caminos tras cuatro años de reparación, a "acaparadores" e "incivilizados", pidió medicas ejemplarizantes y sugirió que una mano oscura estaba detrás de lo ocurrido.

"No podemos ser ingenuos, hay a quienes les molesta que construyamos, que levantemos obras públicas, que Cuba cambie para bien", dijo la periodista Talía González en el noticiero de la televisión estatal.

Como norma, la prensa exculpó al Gobierno y a la Corporación CIMEX, propiedad de los militares y administradora del mercado.

Los habaneros, que tienen que recorrer varios establecimientos cada día para encontrar los alimentos y otros productos de primera necesidad debido al desabastecimiento que padece el país, sabían que este centro comercial estaría bien surtido en su apertura, tal y como sospechan que ese aprovisionamiento bajará considerablemente con el paso de las semanas.

"¡Error!", dijo Luis Alberto García. "Diversifiquen las ofertas. No concentren lo mejor en un solo lugar para que sea vitrina y propaganda. Trabajen duro como lo hicieron, para los humildes de todos los barrios, de todos los pueblos, de todo el archipiélago, no para los titulares. Ni por los 500 ni por los 60 o 70", dijo en referencia a que el mercado fue inaugurado en el cumpleaños 500 de La Habana.

"¿O no saben que demasiadas familias cubanas viven contando los centavos día y noche? ¿Trasladándose a distancias enormes para 'luchar' dos libras de carne de cerdo a cinco o diez pesos menos que en la mayoría de los lugares? ¿Dos cebollas que no cuesten medio salario y hagan llorar? ¿Dos cabezas de ajo que no signifiquen "a joderse"?", cuestionó.

"¿No saben que si no acaban de abrir mercados mayoristas realmente abastecidos, que permitan a emprendedores y 'cuentapropistas sacar adelante sus negocios, éstos van a tratar de conseguir los insumos que necesitan, para que les dé la cuenta y poder pagarle a la ONAT sus inflamados impuestos, al precio que sea y siempre encontrarán la manera de burlar normas y prohibiciones? ¿Por qué la ONAT les cobra una cifra fija mensual, tengan venta o no, clientes o no, huéspedes o no?", continuó.

"A los dueños particulares les avisan desde las mismas tiendas cuándo entrarán las estibas de cervezas, las maltas, los refrescos, el queso crema, la harina vital para pizzas y pastas, el queso Gouda, el agua potable, la carbonatada, las servilletas y un montón de cosas más para que sus compradores salgan a resolver lo que necesitan en sus cafeterías, restaurantes y hostales", señaló el actor.

"Y no son delincuentes, ni acaparadores insensibles. Son cubanas y cubanos valientes, arriesgados, patriotas, que están tratando de que sus sueños sean rentables o sus inversiones y sus proyectos de vida se van a la mierda", defendió.

"Es una pena lo que sucedió porque la idea es buena y loable. Sigue siéndolo. Los habaneros, los cubanos de a pie la merecen", dijo García y mencionó el esfuerzo de cuatro años para reparar el mercado que, tras su inauguración, solo estuvo abierto un día.

"No debería haber tenido como colofón ese coito interrumpido, ese orgasmo violento de dos segundos. Esa incultura de rodapiés", fustigó.

"Ni somos el país más culto del mundo ni el más instruido. Hay que despertar de ese sueño. Tenemos graves problemas como nación que deberemos enfrentar con dos cojones y todo el amor del mundo. Hay pobreza. No extrema en grado sumo, pero sí que la hay. En algunas zonas y barrios, coqueteando con el límite", consideró.

"Menuda tarea la que tiene el Gobierno", dijo el actor. "Tendría que intentar llevar a la par la belleza del entorno, la solidez de los bolsillos y la distensión de los estómagos", advirtió.

Opinó que "no es tarea fácil por todos los tipos de bloqueos y embargos" que afectan al país. Mencionó "los mentales, los reales, los económicos y financieros. Externos e internos. Internos y externos. 'Que no es lo mismo pero es igual'", concluyó, utilizando una frase del cantautor oficialista Silvio Rodríguez.

CIMEX volvió a abrir el mercado este martes, con racionamiento de productos y más policías.
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miércoles, 20 de noviembre de 2019

La Habana del día después (de las celebraciones).

Por Ernesto Pérez Chang.



Los editores de videos han tenido mucho trabajo con el antojo de celebrar los 500 años de La Habana. Me cuenta un amigo, que tuvo a su cargo algunos spots alegóricos, que la dificultad mayor en todo el proceso fue encontrar imágenes donde no se notara el contraste tan fuerte entre un hotel iluminado y una cuartería oscura y apuntalada.

A donde apuntaran la cámara, la destrucción y la miseria asomaban ya sea en la forma de un basural desbordado o de un perro abandonado y enfermo que se introducía en el plano. Se les hacía difícil atrapar esa Habana idílica que le habían encomendado promocionar, de modo que tuvo que echar mano a sus herramientas de edición digital para, en un gesto bien “revolucionario”, por no decir, “obediente”, “cambiar todo lo que debía ser cambiado”.

Cuenta además que en las tomas aéreas con que contaban, pocas eran las azoteas de edificios que se veían en buen estado y que por eso se vio precisado a subir la temperatura de los colores, entre otras manipulaciones, al punto de que el cuadro parecía más el de un dibujo animado que el de una foto de la realidad.

Pero mi amigo editor pudo concluir, y los que no saben nada de lo que hizo para cumplir con sus encargos han terminado enamorados y hasta suspirando por una ciudad cuya belleza existe solo en el plano virtual o quizás en esa dimensión de lo real apenas reservada para los privilegiados que pueden disfrutarla “al precio que sea necesario”.

Dicen los que fueron días atrás a contemplar el espectáculo de fuegos artificiales o a darle vueltas a la ceiba del Templete, como dicta esa tradición que casi perece en manos de los retrógrados comunistas durante los duros años 70, que en todo el malecón no había ni un refresco que tomar.

Los establecimientos gastronómicos fueron obligados a cerrar antes de las 8 de la noche y los dos o tres que permanecieron abiertos vendieron las cervezas sobre los 3 dólares, un precio que supera varias veces lo que gana un trabajador cubano en una jornada laboral.

En hoteles de lujo como el Packard y el recién inaugurado Paseo del Prado el acceso fue restringido solo a huéspedes y a extranjeros.

Los cubanos de “tan mala pinta” que deseaban entrar para disfrutar del espectáculo desde las terrazas, tuvieron que conformarse con permanecer en los portales para refugiarse de la lluvia que llegó a fastidiar unos festejos diseñados por el gobierno no para el disfrute de los habaneros, sino para intentar elevar el precio de un producto turístico que sabe más a gato que a liebre.

Si no fuera por los canadienses que pusieron la pirotecnia, por los rusos que doraron la cúpula del Capitolio, por los chinos que donaron el alumbrado público, por los austriacos y japoneses que regalaron camiones recolectores de basura, por los saudíes que restauraron edificios, por los venezolanos que continúan enviando el petróleo, por los italianos que adornaron la calle Galiano bajo el pretexto de una semana de la cultura, incluso por los españoles para quienes fueron asfaltadas las calles del centro histórico (porque de lo contrario sus majestades hubiesen perecido trágicamente en uno de esos tantos baches que, de tan históricos, pudieran pasar a ser patrimoniales), las “fiestas” por los 500 años de La Habana hubiesen parecido más el funeral de la urbe.

Las tardes de las “jornadas celebratorias” estuvieron marcadas por el caos de la inauguración del mercado de Cuatro Caminos, donde la multitud sucumbió al rumor de que a los cincuenta primeros clientes se les regalaría parte de la compra o que serían beneficiados con descuentos, pero apenas fue una “bola”, muy semejante a esa otra de que la Finca de los Monos, en el Cerro, transformada en parque temático, abriría al público hasta las 9 de la noche cuando lo cierto es que cerró inesperadamente a las 5 de la tarde, lo que provocó el disgusto de quienes confiaron en lo que anunciara la víspera el director del centro recreativo.

A muchas personas en Cuba aún les resulta muy difícil entender que la prensa oficialista no está para informar sino que le toca hacer lo mismo que a mi amigo editor de videos.

Más allá de los límites del centro histórico de la ciudad, donde no alcanzaron a llegar la pintura, el asfalto, ni las bondades de canadienses, rusos y austriacos para tapar la mugre de medio siglo, la prensa habló de un “verdadero despliegue” de ferias populares para la venta de productos agrícolas como parte de las celebraciones.

No sé si sucedió así en todas partes de La Habana, pero a muchos barrios de la periferia, como en el que vivo, apenas llegó, con gran parafernalia, un destartalado camión de vísceras de una empresa estatal de cárnicos. ¡Vaya modo de hacernos celebrar los 500!

Ha pasado el “jolgorio” y, como dijera aquella canción famosa, “la vida sigue igual” en La Habana del día después, quizás hasta peor porque lo poco que había lo dilapidaron en horribles galas artísticas y banquetes para la realeza y la “oficialidad”. Ya pronto comenzaremos a ver más signos de tales excesos.

En cualquier momento alguien intervendrá de manera especial en la Mesa Redonda para explicar nuevas “medidas de ahorro” y seremos los excluidos quienes pagaremos el buffet que no comimos y el champán con que no brindamos.

Aquella traumática historia del día posterior a la clausura de los Juegos Panamericanos de 1991, esa inoportuna fiesta deportiva que dio paso a una maratón de penurias y balseros, se repetirá en breve y, lo más triste de todo es que hay quienes habiéndola sufrido no recuerdan y hasta piensan que un espectáculo de fuegos artificiales es ofrecerle a la ciudad “lo más grande”. ¿Y para los habaneros?


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Vivir del cuento.

Por Antonio Escohotado.

La existencia no ya de una clase, sino de una casta política, fue uno de los abusos más flagrantes para los tribunos nacidos al calor de la acampada en Sol, que tras reconocerse como Movimiento 15-M, y nombrar a su equipo directivo, obtuvieron 69 escaños en las elecciones de 2014. Este noviembre su representación se contrajo a 35; pero pasó de denunciar la existencia de dicha casta a "temer por los escaños" expresamente, y reacciona al revés electoral diciendo: "se duerme peor con más de 50 diputados de la extrema derecha que con ministros y ministras de Unidas Podemos".

Pero "la extrema derecha" es un espantapájaros instalado por la única formación extremista superviviente de la Segunda Guerra Mundial, que se llevó todos hacia un centro variopinto salvo a la izquierda de la izquierda. Todavía hay analfabetos funcionales dispuestos a dudar de que PP y Vox sean partidos conservadores -uno hipócrita y otro menos-, e incluso algún chalado que confunde al monarca constitucional de Escandinavia, Bélgica, Holanda, Inglaterra o España con las dinastías tiránicas instaladas en Cuba, Corea del Norte y Venezuela. Todavía más asombroso es ignorar la capacidad adquisitiva de sus respectivos pueblos.

Como en el pasado, cierta proporción opta por creer antes de ver -el consejo de Mahoma-, y tanto ayer como hoy prefiere seguir imaginando a averiguar, ajena incluso a evidencias tan elementales como que la envidia es admiración abyecta, pero admiración a fin de cuentas. Quien no encuentra modo de amar y ser correspondido opta por ese odio crónico, y Dostoievski dedicó páginas memorables a describir las "almas del subsuelo" que acaban disfrutando el dolor ajeno y la humillación propia, porque faltas de rectitud y coherencia les vedan respetarse.

Dostoievski sabía de lo que hablaba, porque se reconoció alma del subsuelo (o "superflua"), y vivió escandalizado al constatar cómo su infeliz temperamento lo multiplicaba en Rusia la recepción del mensaje revolucionario occidental. De ahí dedicar varias novelas al "ex estudiante", que mataba aquí a una vieja y acullá a un colega del Partido, amparado en el ideal de poner último al primero, destruyendo para construir desde cero. De ese ideal partieron iniciativas cristalizadas en el golpe de 1917, que fulminó físicamente al primer Gobierno socialdemócrata ruso, según éste porque el Alto Mando alemán repartió liberalmente dinero para poder cerrar el frente oriental, cuando la llegada del cuerpo expedicionario norteamericano puso en peligro el otro.

Preguntémonos por qué ni en el Instituto ni en la Universidad se menciona siquiera tal cosa, cuando tan esclarecedor para el alumno sería recordar que Lenin desoyó a su propio Comité Central en la primavera de 1917, prefiriendo esconderse en una remota choza finlandesa todo el verano, asaeteado por los incontables mosquitos de esas latitudes, a explicarse ante el tribunal de un país que acababa de derogar la pena de muerte, y acusaba a los bolcheviques de trabajar para Alemania. Cuánto me habría ayudado saberlo a los 15 años, cuando sin salir de la evidencia indiscutida hay detalles tan jugosos como que otros bolcheviques-fundamentalmente Kámenev, a quien se unió el hasta entonces menchevique Trotsky-acudieron a la citación, y multiplicaron su prestigio siguiendo lo previsto por el Comité, que era aprovechar la cárcel como altavoz y prueba de valor revolucionario.

Nada parejo me sugirieron toda suerte de profesores, probablemente sumidos ya en la campaña de desinformación promovida por el propio golpe de 1917, fuente de una propaganda lo bastante magistral como para pervivir casi intacta hasta hoy mismo, cuando la red empieza a deparar alternativas al masaje mediático, y deja de ser sacrilegio para muchos tener presente lo concreto, tras comprobar que pasarlo por alto deforma sectariamente la historia del mundo. Fuimos educados en suponer que la reaparición de Lenin no consumó una iniciativa golpista sino la revolución, y toda suerte de locutores y presentadores actuales coinciden en no tener ni idea sobre el asunto, o en no querer hablar del tren sellado y otros servicios prestados en definitiva por el Kaiser.

Pero estamos a tiempo -y a golpe de pocos clics- de saber qué le imputó a Lenin la breve Rusia socialdemócrata, y también de seguirle la pista a los millones de marcos oro -20 según unos, 50 según otros- repartidos en un país famélico y desgarrado, donde cualquier pieza del vil metal abría infinidad de puertas. No hay duda de cuánto agradecería también el alumnado saber qué le ocurrió al zar, según nuestros planes de estudio "algo impuesto en gran medida por las dramáticas circunstancias", cuando la versión oficial soviética fue hasta 1926: "La esposa y el hijo de Nicolás Romanov han sido enviados a lugar seguro". Nos consta que su esposa, el heredero y sus cuatro hermanas fueron asesinados a tiros y bayonetazos -porque era lento recargar y se habían cosido las joyas en entretelas, creando cierto blindaje-, y también nos consta que según Trotsky la meta de la ejecución fue "borrar toda marcha atrás".

En cualquier caso, a la campaña de desinformación se debe que los cadáveres de esos infantes y sus padres sigan sin encontrarse, aunque más difícil haya resultado esconder el fruto de aquellos afanes, que empezó inventando el sistema gulag -introducido con la novedad de leyes secretas- para sacarle su jugo laboral al enemigo de clase. Con nueve y medio de cada diez rublos adscritos a armamento, espionaje y AgitProp, los rusos alternaron hambrunas con desnutrición hasta implosionar en 1989, cuando la clase obrera del mundo no cercado por telones de acero llevaba medio siglo votando capitalismo. El principal perjudicado por ello fue Cuba, a quien llevaba cuatro décadas subvencionando como el pobre al mísero, a cambio de que sus tropas, comandos y espías combatiesen al llamado imperialismo yanqui en Iberoamérica y África, donde sus "Misiones" colaboraron con genocidios sistemáticos en Etiopía, Angola, Mozambique, y las tres Guineas, en las cuales sus médicos siguieron tratando a los sucesivos dictadores/redentores.

Apoyada sobre la alergia a la letra de nuestros jóvenes, la campaña desinformadora logra éxitos como reclutar a una ancha franja de edad que ya no trabaja con alegría, y tampoco ve posible tal cosa en su particular caso. Mi hijo Antonio, un reiterado votante de Podemos, me explicaba hace algo menos de una década -al cumplir 18- que había crecido en un medio demasiado afluente para crear mentalidad productiva, "eso de buscarse sin descanso a sí mismo, hasta encontrar un empeño tan útil para uno como para los demás". Me dejó estupefacto su lucidez, que hace un par de días alterna con el estupor provocado por la cesión a Podemos de la vicepresidencia y varios Ministerios.

¿Cómo? Pues por simple paso del tiempo. Cuando conocí a Pablo Iglesias pasamos una velada muy afable, potenciada por tapas y licores exquisitos, y salvo cierta insistencia mía quizá poco gentil -sugiriendo que leyese a Schumpeter, concretamente la Historia del análisis económico- todo discurrió como si fuésemos la versión vieja y la joven del mismo espíritu libertario. Pablo vivía entonces en Vallecas, orgulloso de "aprender allí el rencor de clase", una brújula de la cual se había visto privado en función de una crianza burguesa, y si lo llego a saber entonces no nos habríamos guiñado el ojo por coincidencia en gustos.

No volvimos a vernos, por más que sea vecino de Parquelagos hace algún tiempo; pero mi chico acaba de votarle, y me pregunto si no será porque prefieren ampliar el gasto a discurrir sobre los ingresos, como si no bastase comparar -Berlín este y oeste, Corea del sur y del norte, el Irán del Shah y el de Jomeini, la Venezuela previa y posterior a Maduro- para trascender la memez maliciosa de que la pobreza y la desigualdad crecen donde no ocurre, velando de paso que la familia Castro, la Chávez, la Kim y su clientelas mueven privadamente muchos miles de millones de dólares. Paralelamente, crecen los incapaces de encontrar un trabajo útil al tiempo para sí y para los demás, pero eso queda para otro día.
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martes, 19 de noviembre de 2019

Diez razones para no dormir con Pablo Iglesias en el Gobierno.

Por Manuel Llamas.

Podemos no es un partido al uso, sino un movimiento antisistema cuyos líderes profesan una ideología totalitaria.

Podemos no es un partido al uso, sino un movimiento antisistema cuyos líderes profesan una ideología totalitaria.Pedro Sánchez recibe a Pablo Iglesias | EFE

Y,finalmente, lo consiguió. Casi seis años han pasado desde que Podemos nació como partido político, aprovechándose del enorme descontento social que dejó tras de sí la crisis económica, y su máximo líder, Pablo Iglesias, está a un paso de cumplir su gran sueño de entrar en el Gobierno.

Lo que más sorprende en este caso no es tanto el hecho de que uno de los populismos más radicales y peligrosos de Europa haya logrado irrumpir en las instituciones españolas, dado que son numerosos los países que han corrido la misma suerte a lo largo de la historia, sino que su llegada al poder sea alentada por buena parte de las fuerzas que componen el hemiciclo, junto con el inestimable apoyo de importantes medios de comunicación, y, especialmente, que sea el PSOE quien le abra la puerta de la Moncloa, pues el principal objetivo de los podemitas no es otro que el de liquidar y enterrar al socialismo patrio.

Que una proporción significativa de la sociedad española aplauda el principio de acuerdo alcanzado entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para conformar un Gobierno de coalición ya es alarmante per se, pero que el artífice de meter al enemigo en casa haya sido el propio secretario socialista, ahora que Podemos se aproximaba a su techo político natural, resulta incomprensible, salvo que el presidente en funciones, tal y como ha demostrado una y otra vez, esté dispuesto a todo con tal de mantenerse en el cargo, hasta el punto de jugarse tanto la estabilidad institucional del país como la supervivencia de su partido a medio plazo.

Los primeros se equivocan de plano al pensar que Podemos es un partido al uso, asimilable a lo que se conoce comúnmente como socialdemocracia, cuando, en realidad, se trata de un movimiento antisistema de marcado perfil totalitario; mientras que los segundos confían en domesticar a la bestia, pese a que la mera concesión de un espacio en el Gobierno refuerza electoralmente a Podemos, consolidando así el liderazgo de Iglesias.
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domingo, 17 de noviembre de 2019

El maquillaje no esconde la agonía.

Por Jorge Ángel Pérez.

La Habana; Cuba
Escena de una calle de La Habana.

Atenas tiene muchos años, y también Roma. Atenas y Roma parieron muchos hijos desde el mismo día en que nacieron. Atenas y Roma son madres espléndidas, hembras pomposas, damas de teatro y vida. Atenas y Roma pueden ser muy generosas, pero yo me quedo con la más rumbosa, aunque mejor sería escribir: rumbera. Yo me aferro a esa Habana que ahora mismo está cumpliendo quinientos años, esa que tanto me ata, aunque no me miró nacer.

Hasta hoy escribí muchas veces de La Habana, aunque no siempre la vi “tan elegante”. Mirándola, gozándola, la describí generosa y también impúdica. Expliqué mi amor pensando en la villa imponente que mira al mar y en la ciudad sucia y desfachatada, en la que acoge y también rechaza. La Habana es, sin dudas, una ciudad plena a pesar de sus desdichas; en esta ciudad comienza todo, aquí todo termina.

Ya lo escribí antes, pero otra vez lo advierto; me gusta La Habana de solares, esa que se vuelve más sincera en la miseria. Ya lo indiqué antes, prefiero a La Habana marginal que a esa otra que se esconde en una zona cero que dirige a la ciudad desde hace mucho y donde todo se decide, donde parece comenzar y concluir, aunque los habaneros la desconozcan, aunque sea nula, como el cero.

La Habana que amo no es solo esa que estuvieron maquillando para que luciera bien en su cumpleaños. La Habana no es solo la de las grandes casonas señoriales restauradas, no es solo el Vedado imponente y tan urbano. La Habana que amo es el Cerro grandioso y refinado que dejaron destruir, que destruyeron, y es también la calle Galiano destruida pero maquillada, iluminada, para los festejos.

La Habana, aunque nos pese, es también el Alamar tan espantoso, tan de realismo socialista, tan “cheo” e indecente, tan promiscuo y desafortunado. La Habana no es solo esa que Leal restaura, la que maquilla. La ciudad no es solo la que mira al mar desde el resguardo de un hotel cinco estrellas, no es únicamente la que disfrutan los turistas y los reyes que dedican una ojeada rápida y lejana.

Nuestra ciudad no es la del Hotel Nacional que se muestra en las agencias de viaje, esa de mojito y “Cuba libre”, de mulatas rumberas. La Habana es la ciudad de hombres y mujeres negros que viven en solares sintiendo el peso del racismo, y peor si el comunismo advierte que todos son iguales. La ciudad es también esa que está más allá de hostales para turistas y de museos para quienes desconocen la ciudad real y abandonada.

Esta “vieja” ciudad no es solo la de los hoteles que inaugura Díaz-Canel y mucho menos la de hermosa y repujada herrería. La cumpleañera es también la de esos edificios olvidados, la de esas casas que sepultan a sus habitantes cuando caen con todo el cinismo de su peso. La ciudad que tanto amo es la de las prostitutas y “pingueros”, la de ladrones y asesinos.

La Habana es sus prisiones y encierros. La Cabaña de antaño y también la de los juicios parcializados y de paredón sin juicios. La Habana es la de las estaciones repletas de delincuentes y de opositores pacíficos, de damas vestidas de blanco y asediadas, magulladas por golpes tremebundos. Esta añeja capital es la de opositores vigilados, enjaulados, vejados.

Y qué sería de esta metrópoli sin su mar, ese que a tantos escapistas se tragó, ese que recibió lo mismo a niños y ancianos, a hombres y a mujeres que escapaban. Mi ciudad es la de grandes avenidas y callejones desolados. La Habana es la de la Calzada de Jesús del Monte de Eliseo y también la podrida “Diez de octubre”, es el Hilton y el Habana Libre, el Blanquita y el Carlos Marx, Radio Centro y el Yara. La Habana es puro contraste, es amor y mucha enemistad.

La ciudad que más amo es la que veja y la que llora por el hambre, la de salsa y rock, la de Van Van y Rolling Stones, es la de Karl Lagerfeld y “kikos plásticos”, es la de Carpentier, pero también la de Reinaldo Arenas, es la de Martí y, aunque suene feo, aunque duela, es la de los comunistas. La Habana es la de Virgilio Piñera encerrado en el castillo del Príncipe, la del mismo poeta advirtiendo a Fidel Castro del miedo que sentía.

La Habana que recibió a los reyes españoles es la de Paloma, la niña que murió después de la vacuna, la que no volverá a la vida a pesar de los muchos fuegos artificiales, a pesar de la llovizna que ahora siento y que parece bendecir a la ciudad, reverenciar a sus muertos y a sus vivos. Mi ciudad amada es la de viejos hambrientos y sucios, que no consiguen cobijarse en medio de la ciudad más descubierta. La Habana es la del gay que no encontrará una cama para adorar el cuerpo del amado, ese que mañana puede amanecer muerto, y sin que aparezca el asesino.

Mi Habana es la de los médicos que se alejan de sus hijos para conseguir mejores dividendos, para tener lo que por acá no pueden conseguir. Esta metrópolis de quinientos años restaura lo más viejo para quitarle la vida mientras desatiende a la ciudad más “viva”, a la triste, a mi pobre ciudad que vive del viejo esplendor colonial, que muestra añejos autos que hacen alarde con su aparente eternidad, contrastando con abarrotados ómnibus que se desarman haciendo el camino de siempre, el único, el que no va a ningún lugar o quizá sí; a la miseria y la muerte.

La Habana no es solo la del Templete y la ceiba reverenciada, ella es la de solares yermos donde antes se levantó un edificio, una casa que cayó dejando muerte, desamparo. La Habana no es la de una plaza “revolucionaria” que alguna vez fue cívica. Esta es la ciudad de Casal alucinado con la bella “mulatés” de Antonio Maceo. La Habana, que nadie lo dude, es la del “maleconazo”, la del trasbordador “13 de marzo”, la del policía que vigila a la joven periodista que no debe salir de casa si quiere seguir en “libertad”.

La Habana es la de esos tantos que andan desperdigados por el mundo sin encontrar un norte, y la de quienes lo encontraron en el fondo del mar o en un lejano, y a veces cruel, exilio. Esta es la ciudad de los enfermos sin medicamentos, de los que llevan años en medio de la promiscuidad de un albergue, de los que duermen bajo el sereno en la profunda noche.

La Habana no es solo la que miraron, caminaron, Leticia y Felipe. Ellos vieron el museo, pero La Habana es mucho más… Ella es amor y es odio, es el hambriento, el desolado que, a diferencia del presidente, no aparece engalanado y, por suerte, tampoco es la primera dama tan “picúa” y mal vestida. La Habana, la ciudad de mis amores, esa a la que le dedico muchas reverencias, es también la que soñamos, la que agoniza, la que no consigue salvarse con tanto maquillaje.
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